Una colaboración de Profesor J
Posted by Mtro. Cesar Andres Monroy Fonseca
El gran valor de la ciencia, es su espíritu auto-correctivo. Lo que en su momento se consideraba una hipótesis válida y avalada por las evidencias disponibles, puede someterse a experimentación, cuantificarse y en su caso refutarse o confirmarse. Así, hoy nadie pone en duda que el día y la noche son consecuencia de la rotación de la Tierra sobre su propio eje, que las infecciones son provocadas por bacterias, o que la luz del sol tarda 8 minutos en llegar a la tierra.
Pero en el conocimiento del cerebro, su funcionamiento y eventual comprensión cabal le ha tomado a la humanidad más de tres mil años tan sólo saber que se compone de redes neuronales y que no se trataba de una masa que regulaba la temperatura corporal. Desde los primeros descubrimientos de Santiago Ramón y Cajal han pasado poco más de 100 años, y en ese tiempo se fueron postulando toda clase de teorías que en su momento causaron revuelo, pero la ciencia ha sabido distinguir entre aquellas que se fortalecen de los nuevos descubrimientos, y aquellos que sólo reflejan un disparate de su época. Lamentablemente existen teorías que por su popularidad trascienden hasta nuestros días, y pese a ser en el campo de la ciencia meras anécdotas históricas, hay quienes siguen creyendo que son verdaderas, e incluso hay empresas que siguen lucrando con estos desatinos de la historia. Hablamos de teorías como:
#5. La teoría del trauma
¿Quién lo dijo? Surgida de la dualidad cartesiana mente-cuerpo que dominó la ciencia del siglo XVII y XVIII, la medicina del siglo XIX sugería que así como un golpe en el cuerpo desencadenaba un traumatismo (del griego trauma, “herida”), el alma podía dañarse y dejar un trauma en su sustancia. Esta noción del trauma psicológico fue popularizada en los primeros escritos de Sigmund Freud, quien trabajando con pacientes con parálisis histéricas, había descubierto que el momento del desarrollo de la parálisis podía relacionarse con un evento traumático psicológicamente para la persona.
¿Y eso no es verdad? No. La teoría del trauma fue refutada por el mismo Sigmund Freud casi 40 años después de haberla postulado en su teoría psicoanalítica de la neurosis al descubrir que los eventos que sus pacientes relataban como el evento traumático causante de los síntomas psicosomáticos, no habían ocurrido realmente en la mayoría de los casos, o habían sido mucho muy diferentes a cómo los narraban los pacientes. Este hecho llevó a los teóricos psicodinámicos a postular que la realidad psíquica es distinta a la realidad fáctica, y que los recuerdos son más una colección de significados, que de eventos.
¿Y por qué sigue siendo popular? Al visitar Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, Sigmund Freud era conocido por sus escritos más viejos y no por sus avances en el conocimiento de la vida intra-psíquica. La facilidad en que la teoría del trauma podía explicar los crecientes eventos de psicosis post-guerra y los sueños de terror de los soldados que regresaban de la batalla fue utilizada como recurso mediático para difundir el Psicoanálisis, con impactos en el colectivo social que perdura hasta nuestros días.
#4. El localizacionismo frenológico
¿Quién lo dijo? Se le atribuye al médico F.J. Gall la sistematización de una serie de postulados aislados que aseguraban que la combinación de ciertas formas craneales determinaban la personalidad de la gente. Otros autores se dedicaron a la difusión del concepto más que a comprenderlo y estudiarlo como el caso de L.N. Fowler, quien trazara un mapa de “facultades mentales” en un busto de porcelana china, consagrándose así uno de los íconos más populares de la frenología. Poco a poco fue fortaleciéndose la idea de que el tamaño de regiones específicas del cerebro determinaban el adecuado funcionamiento de procesos mentales específicos, y que el futuro de la frenología radicaba en comprobarse de forma anatómica post mortem.
¿Y eso no es verdad? No. La idea de que el tamaño de regiones específicas del cerebro determinaba el desarrollo de facultades específicas fue refutada por los mismos anatomistas al sistematizarse el análisis de cerebros humanos post mortem a principios del siglo XX. No se observaban diferencias sistemáticas entre peso, tamaño o forma de los cerebros de personas que en vida habían sido clasificadas frenológicamente como artistas, calculadoras, o con tendencias criminales.
¿Y por qué sigue siendo popular? Por un malentendido a principios del siglo XX. Cuando el neuroanatomista Korbinian Brodmann publicó su mapa citoarquitectural de la corteza cerebral en 1909, su similitud visual hizo que rápidamente los periódicos sensacionalistas de la época lo asociaran con los mapas frenológicos de funciones cerebrales que estaban en boga. Sin embargo sobra decir que las regiones corticales de Brodmann obedecen a la estructura citológica de las neuronas que conforman la corteza. El hecho de que hasta la fecha se utilicen las zonas codificadas por Brodmann para referirse a regiones específicas del cerebro hace creer a las personas no familiarizadas que se hace referencia a alguna región cerebral con una función específica tal como se pensaba en los tiempos de la frenología.
#3 La teoría del hemisferio dominante
¿Quién lo dijo? No se tiene claro aún, pero todo parece indicar que a raíz de los experimentos de control de la epilepsia separando los hemisferios cerebrales a través del corte del cuerpo calloso se difundió una creencia generalizada de que el ser humano tenía dos cerebros: uno del lado derecho y otro del lado izquierdo del cráneo, cada uno con funciones totalmente opuestas. Se decía que el hemisferio derecho era el centro de la capacidad artística, la sensibilidad musical y la elocuencia. Del mismo modo se decía que el hemisferio izquierdo era el centro de la razón, el cálculo matemático y la estructura lingüística. Esta teoría popular, surgida de la lectura superficial de experimentos científicos de los años 50, se fortaleció a tal grado de redactarse libros que describían a las personas como “dominadas” por un hemisferio cerebral, o por el otro. Todavía hasta la década de los noventa, autores de difusión como S. Covey atribuyen a la teoría del hemisferio dominante la personalidad estructurada y racional de la sociedad actual, y cómo equilibrando ambos hemisferios se puede lograr la felicidad.
¿Y eso no es verdad? No. Los anatomistas del cerebro nuca han postulado que los hemisferios cerebrales sean independientes, y mucho menos que uno domine al otro. Por el contrario, los grandes avances de la neurociencia nos han podido ayudar a revelar cómo existen procesos que involucran ambos hemisferios de forma sincrónica como en el caso de las tareas de atención visual, aquellas que requieren una lateralidad como en el caso de hablar el voz alta, y aquellas que tienen patrones inespecíficos como la evocación de recuerdos contextuales.
¿Y por qué sigue siendo popular? Al tratarse de uno de los primeros conocimientos acerca del cerebro basado en experimentos con seres humanos, esta teoría fue rápidamente acogida por humoristas, políticos, programas de concurso e incluso sistemas educativos para ofrecer una explicación rápida y “científica” de la personalidad de alguien. La teoría del hemisferio dominante cumple con la que llamamos doctrina magufa: “suficientemente cercana para creerla cierta, suficientemente simple para compartirla, y suficientemente oscura en su fundamento para creer que es científica”.
#2. La teoría de los tres cerebros o el cerebro truino
¿Quién lo dijo? En 1960 el doctorante Paul D. MacLean postuló que la estructura cerebral del ser humano obedecía a un proceso evolutivo de adaptación en el cual podían distinguirse tres estructuras perfectamente diferenciadas las cuales podían explicar de forma simple y certera el comportamiento humano. Denominó así la arquitectura del cerebro en tres componentes: un cerebro reptileano, un cerebro límbico, y un cerebro neocortical complejo. A cada una de estas regiones le atribuyó funciones ligadas a su símil biológico. Así, el cerebro reptileano controlaba los procesos de supervivencia, el cerebro límbico era el centro de las emociones e impulsos de deseo, y el neocortex era el centro de los pensamientos, la abstracción matemática y el lenguaje verbal.
¿Y eso no es verdad? No. Pese a su rápida aceptación en el campo de la psiquiatría, los neurobiólogos y los neurofisiólogos nunca reconocieron en la teoría de MacLean mayor aportación que la diferenciación del cerebro límbico como una estructura primordial en el comportamiento. Por el contrario, con el surgimiento de las herramientas de neuroimagen tales como la tomografía por emisión de positrones, y la resonancia magnética funcional revelaron que tal distinción estructural no existe, y que la arquitectura cerebral es mucho más compleja de lo que pudo haber imaginado MacDean. Por su parte los neuronatomistas han comparado las secuencias de ADN de estructuras similares en diferentes especies encontrando que el postulado del cerebro triuno no pasa de ser una buena analogía.
¿Y por qué sigue siendo popular? La popularidad del cerebro triuno se le debe en gran parte a Carl Sagan, quien incluyera esta teoría en su libro “los Dragones del Edén”. Sería injusto, sin embargo, juzgar a Sagan, ya que en la época en que escribió su libro (1977) la teoría de los tres cerebros estaba en su máximo apogeo y era la teoría científica mejor aceptada para explicar el comportamiento humano. Su facilidad y simplismo ha permitido además que personas no entendidas en el campo de las neurociencias la utilicen para explicar de forma superficial procesos como la toma de decisiones, la dinámica organizacional e incluso el comportamiento de los mercados de consumo.
#1 Programación Neurolingüística o PNL
¿Quién lo dijo? No es novedad que la PNL esté en el primer lugar de este ranking. Todas las personas que hayan nacido después de 1970 han escuchado por lo menos una vez en su vida del postulado de Richard Bandler y John Grinder que se puede describir como la falacia más convincente y lucrativa jamás desarrollada en la historia de la pseudociencia. La PNL postula que existe una conexión entre los procesos neuronales con los lingüísticos y que estos explican el comportamiento humano. Por ejemplo, en su libro De Sapos a Príncipes, se postula que a través de los movimientos oculares se puede descifrar fácilmente el pensamiento de la gente. Si a une persona se le pide que recuerde qué hizo por la mañana y mueve los ojos hacia arriba, está recordando una imagen, si lo hace a los lados está recordando palabras o sonidos, y si lo hace hacia abajo está recordando una acción. La aplicabilidad empírica permite re-programar patrones conductuales de tal forma que se modifiquen las conductas de la persona e incluso, curando trastornos de toda índole.
¿Y eso no es verdad? No. La popularidad en la década de los 70 y 80 derivada de su corte “científico” rapidez en su aprendizaje y resultados demostrables generó una industria lucrativa de libros, cursos y organismos certificados que llevaron a que los autores se separaran y comenzaran disputas legales para obtener exclusividad del uso de la PNL. John Grinder ha desacreditado el modelo que publicase en 1981 y a desarrollado lo que llama “El nuevo código de la PNL” o la PNL renovada, aceptando que todo publicado en conjunto con Bandler es totalmente desactualizado e inservible. Pero el descrédito de la teoría en el ambiente científico ha sido más contundente. Ante la creciente ola de reportes de personas que habían cambiado su vida gracias a la PNL, varios científicos comenzaron a probar experimentalmente los conceptos básicos de la PNL. Uno a uno, laboratorios en todo el mundo encontraban nula evidencia de que la PNL tuviera algo de válido, y los pocos procedimientos que reportaban eficacia eran atribuibles a procesos ya conocidos como el condicionamiento operante de Skinner. Finalmente, expertos en neurociencias han hecho revisiones de los libros de PNL encontrando uso inadecuado y equívoco de terminología de la estructura y funcionamiento cerebral. Para finales del siglo XX, la PNL se enseñaba ya en las universidades de Estados Unidos para ejemplificar cómo se constituye una pseudociencia.
¿Y por qué sigue siendo popular? Por el sesgo cognitivo denominado negligencia de la proporción base, o que es lo mismo, el hecho de que los seres humanos no estamos acostumbrados a pensar en términos probabilísticos, algo que la PNL aprovecha a su favor para hacer parecer sucesos azarosos como explicables a través de algún concepto de la PNL. Casi todos los postulados de la PNL obedecen la famosa “ley de los tercios”, es decir que de un 100% de sucesos explicadosa prior por un postulado, el 33% seguramente serán acertados, otro 33% probablemente serán acertados, y un 33% no serán acertados. En el caso del ejemplo de los movimientos oculares, si le pedimos a una persona que recuerde el canto de un canario, existe un 33% de probabilidad de que mueva los ojos a los lados, tal como lo dice la PNL. Esta coincidencia da la impresión de que efectivamente, un movimiento ocular a los lados refleja pensar en un sonido.
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