Es genial que los hechos estén de nuestra parte. Cuando el fundamentalista religioso encuentra un hallazgo arqueológico que concuerda con lo que dicen las Escrituras, su fe se consolida. De la misma forma, cuando el ateo descubre evidencias que contradicen la existencia de Dios, se siente aún más fuerte y seguro.
Sin embargo, la lógica nos dice que cuando las evidencias van en contra de nuestras creencias, estas deberían vacilar o, cuanto menos, debilitarse. Aún así, como la mente humana es particularmente compleja, no siempre funciona siguiendo la lógica.
De hecho, un estudio muy curioso realizado por investigadores de las universidades de Waterloo y de Duke desvela que cuando la evidencia va en contra de nuestras creencias, somos aún menos propensos a cambiar. Al contrario, preferimos criticar la validez de los hechos en cuestión o su procedencia.
Todo parece indicar que la percepción de que están amenazando nuestras creencias, nos lleva a minimizar el valor de los hechos e incluso nos impulsa a recurrir a otras razones (aunque estas sean poco válidas) que sustenten nuestro punto de vista.
Preferimos agarrarnos de un clavo caliente, antes que cambiar nuestras creencias
Los psicólogos diseñaron una serie de experimentos, en los cuales participaron cientos de personas. En el primero de ellos, presentaron a los participantes un resumen de una conferencia sobre la ciencia y Dios. Cuando se sugirió que la ciencia algún día podría resolver la cuestión de la existencia de Dios, los participantes religiosos no vacilaron en sus convicciones sino que dijeron que la ciencia no estaba calificada para responder a tales preguntas. Así, se apreció que la mera posibilidad de que su creencia fuera falsa, les hizo vulnerables y les llevó a negar la fuente de donde podrían provenir los datos.
En un segundo experimento, se hizo referencia al descubrimiento del bosón de Higgs, solo que en algunos casos se presentó como una amenaza real para las cuestiones de fe. Después de leer el artículo, les preguntaron a las personas cuáles eran las razones que sustentaban sus creencias. Curiosamente, quienes no pensaron que el descubrimiento afectaba sus creencias, respondieron que «sería imposible vivir una vida moral sin Dios«. Sin embargo, quienes pensaron que sus creencias estaban en peligro, recurrieron a otros argumentos, diciendo que «existen evidencias históricas y arqueológicas de que Dios intervino en la creación del mundo«.
Por supuesto, este efecto no se limita exclusivamente a las creencias religiosas. En otro estudio se involucraron a partidarios y opositores del matrimonio entre personas del mismo sexo. A cada participante les dieron datos estadísticos sobre los resultados de la vida de los niños criados por parejas del mismo sexo. En algunos casos, los datos se utilizaban para socavar sus creencias. Curiosamente, cuando los datos iban en contra de sus creencias, las personas no los aceptaban y decían que se trataba de una “mera cuestión de opinión”.
¿Qué implicaciones tiene este estudio para la vida práctica?
En realidad, no se trata del primer estudio que desvela que cuando sentimos que algo o alguien amenaza nuestras creencias, nos volvemos irracionales y tenemos la tendencia a recurrir a argumentos poco fiables para sustentar nuestra postura.
Esto se debe a que experimentamos una disonancia cognitiva. Es como si, de repente, nuestro autoconcepto de viera obligado a romperse en dos. Por eso, como nuestro cerebro odia las incongruencias, prefiere sostener su antigua postura, aunque para ello tenga que hacer caso omiso a la razón. Sin embargo, de esta forma logra mantener la coherencia y no entrar en crisis. Así, rechaza ideas que pueden llegar a ser angustiosas o desorientadoras, que pueden hacerle perder la brújula.
En la vida cotidiana, nos vemos expuestos continuamente a situaciones que ponen en tela de juicio nuestras creencias. Por eso, la próxima vez que notes que te aferras con demasiada intensidad a una postura, quizás es el momento de dar un paso atrás, tomar un respiro y preguntarte si te estás comportando de manera irracional.
Recuerda que es importante mantenerse abiertos a nuevas ideas porque solo así podemos crecer. Si nos atamos a nuestras creencias y estereotipos, solo nos estaremos limitando y condenando al inmovilismo.
http://www.rinconpsicologia.com/2015/05/cuando-amenazan-nuestras-creencias-nos.html
Si nuestras creencias están bien ancladas en nuestra mente de forma racional, no hay porque tener ninguna reacción.