Mujeres rurales mexicanas resisten la crisis múltiple

TLAXCALA, México, 11 oct (IPS) – Adelaida Avelino, de 60 años, aún no se repone de la tristeza por la pérdida de su siembra de maíz y trigo debido a la helada que un mes atrás golpeó al estado mexicano de Tlaxcala, donde vive. Pero al menos sus plantas medicinales sobrevivieron.«Algunas se afectaron, otras resisten mucho. Pero la cosecha de maíz y trigo es irrecuperable y no sabemos si el gobierno nos dará algún apoyo», contó a IPS Avelino, de la comunidad de Españita, a pocos kilómetros de Tlaxcala, la capital del centro-oriental estado homónimo, situada a 130 kilómetros al sur de Ciudad de México.

Como otro medio centenar de productores rurales, Avelino acude cada semana al Mercado Alternativo de Tlaxcala, que se instala en un céntrico parque de la ciudad y funciona como canal de distribución para campesinos de las zonas cercanas.

Allí vende ungüentos y pócimas a base de las plantas medicinales como ajenjo, manzanilla, salvia, ruda, árnica y sábila (aloe vera), que cultiva en su traspatio, como se llaman en México a las mini explotaciones hortícolas y/o pecuarias instaladas detrás de las viviendas.

Cifras rurales con género

Unos 13 millones de mujeres viven en zonas rurales de México, de una población total de 112 millones. De ellas, un 25 por ciento habita en localidades con menos de 2.500 habitantes, según el Instituto Nacional de las Mujeres.

Desde 2008 la pobreza se recrudeció en México, hasta abarcar a 52 millones de personas, en un fenómeno que se ceba más con las mujeres y en particular con las que viven en el campo.

Por cada 100 varones pobres, hay 115 mujeres, indica el estatal Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo. Además, indica, la pobreza se aceleró más en las zonas rurales que urbanas entre 2008 y 2010. En el campo pasó de 62,4 a 64,9 por ciento y en las urbes de 39,1 por ciento a 40,5 por ciento.

De hecho, en la segunda economía latinoamericana hay 19 millones de hogares, de los que 39 por ciento son rurales. En estos últimos, un 11 por ciento, equivalentes a 852.000 hogares, están encabezados por una mujer y son en su mayoría pobres.

Avelino ejemplifica los avatares de las mujeres del campo azteca que desde 2008 se enfrentan a la mezcla de crisis económica, alimentaria y climática, a lo que se suma la creciente inseguridad en diferentes regiones de este país latinoamericano.

Ante esas circunstancias, ellas han buscado formas de organizarse para enfrentar las dificultades como productoras del campo, destacan colectivos que defienden sus derechos, cuando este sábado 15 se celebra el Día Mundial de la Mujer Rural.

«Las mujeres constatan que hay menos comida y de menor calidad. Han diversificado su trabajo en las parcelas y el traspatio», explicó a IPS Rosa Govela, miembro de la Red Nacional de Promotoras y Asesoras Rurales (RedPar), que impulsa los derechos de las mujeres del campo mexicano.

Además, abundó, «ellas tienen todo el trabajo doméstico, en la parcela y buscan más trabajo para tener más ingreso».

El estudio «El impacto de la crisis alimentaría en las mujeres rurales de bajos ingresos en México», elaborado en 2009 por RedPar, concluyó que ellas soportan un aumento de trabajo, ingresos inmóviles, menos consumo de alimentos y la combinación del impacto de bajos precios de sus productos y alza de bienes básicos de consumo, como aceite, carne y otros.

El colectivo dio en 2010 seguimiento a esa investigación participativa con el documento «Resistencias y estrategias de mujeres rurales frente a la crisis alimentaria, el cambio climático y la migración», en el cual ahondó en las medidas que las mujeres del campo han adoptado para enfrentar las diferentes facetas de la crisis.

«Hay un movimiento organizativo a nivel de familia para la producción de autoconsumo y comercialización. Tenemos que trabajar sobre la alimentación, la equidad de género», planteó a IPS Clara Sánchez, del Proyecto de Desarrollo Rural Integral Vicente Guerrero en Tlaxcala.

«No podemos dejar toda la carga a las mujeres, hay que integrar a los hombres y a los niños», añadió.

Esa organización, surgida en 1990, ha capacitado a mujeres en técnicas agroecológicas, uso de suelos y de biofertilizantes. En el traspatio, las cultivadoras siembran hortalizas, plantas medicinas, algunas frutas y crían gallinas y cerdos.

El Mercado Alternativo, instituido en 2005 y adscrito a la Red de Tianguis (puntos de venta ambulante) y Mercados Orgánicos de México, es uno de los resultados del proceso y ha creado un espacio de distribución directa para los productores.

Abre cada viernes y desde las siete de la mañana se ofrecen verduras, artesanías, barbacoa de carne de borrego, quesos, huevos y platillos a base de masa de maíz, que pueden degustarse allí o llevarse para consumir en otra parte.

La meta próxima es que los vendedores cuenten con un sello orgánico que certifique sus prácticas productivas, explicaron a IPS sus promotoras durante un recorrido por la plaza que lo acoge.

A pocos metros del puesto de Avelino, María Carvente, de 49 años, se afana en otro frente a un fogón a gas, junto a su madre, su hija y dos ayudantes, en la preparación de quesadillas, un plato típico mexicano, cuya base en este caso son setas cultivadas en un invernadero por el grupo en la cercana comunidad de Zacatelco.

«Una vecina los sembraba, vimos cómo lo hacía y empezamos en 2006. Hay mucha demanda, ahora queremos crear una marca y montar un laboratorio para mejorar la producción», relató a IPS Carvente, que desde que se separó es la cabeza de familia y logró ampliar el negocio con un crédito gubernamental por unos 11.000 dólares.

Cada mes, Avelino produce 30 tarros pequeños de pomada y tres litros de líquidos medicinales, con el auxilio de una parrilla eléctrica para procesar las plantas, y ya adquirió un motor para extraer la esencia de las hojas por unos 660 dólares, que sacó de sus ganancias semanales.

«Así ahorramos y podemos producir más», apostó Avelino, madre de cinco hijos y quien inició el negocio medicinal en 1999, para completar las exiguas y volátiles ganancias de la parcela agrícola que gestiona su marido con ayuda de toda la familia.

Carvente corta diariamente entre 40 y 50 kilogramos de hongos de su invernadero de unos 84 metros cuadrados.

«Las mujeres no están paralizadas. El traspatio sigue siendo un espacio donde trabajan, cuidan las semillas y hacen un esfuerzo por producir sin agroquímicos. En algunas regiones encontramos que se hacen compras en común o buscan maneras de garantizar el abastecimiento de maíz», explicó Govela.

Durante las investigaciones de la RedPar, las campesinas plantearon siete propuestas específicas, entre ellas incentivar cultivos de alimentos básicos en traspatios y parcelas, luchar por el pago justo de los productos del campo y por el reconocimiento de los derechos de las mujeres rurales e indígenas, así como defender y proteger semillas y recursos naturales.

«Han mejorado el nivel de vida, con salud y mayores ingresos. El cultivo de la tierra les da identidad, patrimonio y cultura», resaltó Sánchez, al sintetizar el saldo para las productoras rurales que participan en el mercado de Tlaxcala, en el estado más pequeño de México

http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=99339

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