La figura de una raza de seres de sobredimensionado tamaño existente en la más remota antigüedad es común a una amplia diversidad de tradiciones. Uno de los ejemplos más conocidos de gigantes mitológicos se encuentra en la mitología griega: los titanes.
La palabra empleada para designar a estas criaturas, titán (Τιτάν) viene a designar una persona de tamaño gigantesco y, según los relatos, mucho antes de la existencia de la humanidad, otros seres poblaban el mundo, los más importantes fueron los titanes, que nacieron de la primera pareja que dio a luz a las diferentes criaturas primigenias de esta mitología: Urano y Gea.
La primera raza de dioses, que precedieron a los famosos dioses del Olimpo, fueron, durante mucho tiempo, los dueños del universo. Un total de 12 titanes y titánidas componían la primera generación y, al unirse entre ellos, dieron lugar a una segunda generación.
Su líder era Cronos, el más joven de sus hermanos, que le arrebató el poder a su progenitor. Para ello, fue ayudado por su madre Gea. Cronos castró a su padre con una hoz y consiguió liberar a sus hermanos de su prisión en el Tártaro, donde su padre les había retenido por temor de que se alzaran contra él.
En la historia de Cronos, éste, temía compartir el destino de su progenitor por lo que, para prevenir que sus hijos le derrocasen, se los tragaba vivos al nacer. Pero su mujer y hermana Rea consiguió salvar al más joven de sus hijos de acabar en las entrañas de su padre dándole astutamente a su esposo una roca envuelta en pañales en lugar del niño, de este modo, el joven Zeus fue enviado a Creta donde creció en secreto y pudo, ya siendo adulto, enfrentarse a su padre y hacerle vomitar a sus hermanos.
Con este acontecimiento dio comienzo la titanomaquia o guerra entre la nueva generación de dioses, liderados por Zeus, en el monte Olimpo y los titanes, sus antecesores, que ostentaban el poder desde el monte Otris.
Estas guerras entre dioses o ciertos grupos de carácter divino por el gobierno del mundo también son comunes a varias culturas; aparecen ejemplos en las batallas nórdicas entre los Aesir y los Jotun o las luchas entre Marduk y Tiamat en los textos babilónicos y otras tradiciones semíticas. En la versión védica, los dioses derrotan a los asuras y a su líder Vritrá quien se traga vivo al dios Indra, al que sus compañeros rescatan obligando a su enemigo a vomitar.
Sería fácil pensar que todas estas similitudes se deben a una fuente común indoaria de los mitos pero existen historias muy parecidas al otro lado del Atlántico en las que un dios o varios dioses vencen a otros para hacerse con el poder. En algunos casos, es un monstruo gigantesco que les hostigaba y que actuaría como gigante primordial del que se crearía el mundo como hemos visto con anterioridad, un ejemplo sería el caso del monstruo Cipactli en la mitología azteca.
En la mayoría de ocasiones los dioses tienen un carácter beligerante y no dudan en hacer la guerra para colocarse en los puestos de poder. En la mitología griega, la guerra contra los titanes se libró durante 10 años hasta que vencieron los dioses olímpicos ayudados por otros seres de grandes proporciones: los hecatónquiros y los gigantes.
Se dispuso encerrar a los titanes en el Tártaro, el espacio más profundo del inframundo. Pero no todos los titanes sufrieron el cautiverio pues no se castigó a aquellos que habían permanecido neutrales durante el conflicto y para algunos se determinó un castigo especial; el titán Atlas sujeta la bóveda celeste por toda la eternidad ya que, debido a la cruenta batalla, ésta había quedado seriamente dañada y amenazaba con desplomarse sobre la tierra.
Un caso especial es el del titán Prometeo al que Zeus decidió no castigar ya que cambió de bando durante la guerra uniéndose al de los dioses olímpicos pero que más tarde, sí recibió una castigo peculiar por otro motivo: favorecer a la humanidad. En el mito, este titán, que no mostraba temor hacia los dioses, engañó a Zeus de modo que, en el sacrificio de un buey, dividió las porciones del animal en dos partes; por un lado, ocultó la carne y las vísceras en el estómago de la bestia y por otro lado, cubrió los huesos con la grasa que, en tantos otros relatos resulta extremadamente apreciada por los dioses. Zeus, al ver la suculenta grasa, escogió esta parte de la ofrenda y, encolerizado al descubrir el engaño, determinó como castigo que la humanidad no pudiese disponer del fuego por lo cual Prometeo decidió robarlo y entregárselo a los hombres.
Por estos actos, el castigo del titán fue el de permanecer encadenado para que un águila devorase su hígado eternamente ya que el ave comía de día pero el hígado volvía a crecer durante la noche.Resulta interesante que, a día de hoy, sepamos que precisamente el hígado es el único órgano capaz de regenerarse.
Finalmente Prometeo no tuvo que enfrentarse a tal castigo eternamente pues, por fortuna, fue liberado por Heracles.
No podríamos obviar el paralelismo de este mito con el de los Nefilim bíblicos que también eran gigantes que fueron castigados por favorecer a la humanidad.
Pero los titanes no eran los únicos gigantes presentes en la mitología griega ya que se mencionan varias razas de seres de desproporcionadas dimensiones.
Una de ellas era la de los hecatónquiros, al igual que los titanes, descendientes de Urano y Gea,tenían 100 brazos y 50 cabezas y fueron encerrados por su padre en el Tártaro, después, rescatados por Cronos para obtener su ayuda y poder derrocar a Urano. Cuando esto hubo sucedido, Cronos volvió a encerrarles en el mismo lugar y más tarde volvieron a ser rescatados, esta vez por Zeus, con la misma pretensión que su antecesor y le fueron de gran utilidad en la guerra ya que estos Hecatónquiros arrojaban rocas de 100 en 100 contra sus enemigos. Tras la rebelión, se convirtieron en los guardianes de las puertas del Tártaro, donde los titanes fueron encarcelados por Zeus.
Otras de estas criaturas, fueron los gigantes propiamente dichos, que también serían hombres de gran tamaño con serpientes en lugar de piernas en la mayoría de las representaciones que fueron exterminados por los dioses debido a una gran insolencia cometida.
Se caracterizaban, además de por su gran tamaño, por su enorme fuerza. En una ocasión quisieron tratar de destronar a los dioses olímpicos para lo que apilaron varias montañas, unas sobre otras, con la intención de alcanzar el cielo pero fueron derrotados.
Por último, encontramos a los cíclopes, también de sobredimensionadas cualidades y con un solo ojo en mitad de la frente. De nuevo, hijos de Urano y Gea, eran extremadamente refinados en la forjafabricando los rayos de Zeus, el tridente capaz de provocar terremotos de Poseidón y el arco y las flechas de Artemisa entre otros objetos.
De entre las numerosas similitudes entre todos los mitos relacionados con los gigantes habría quedestacar la mención constante a que la humanidad no ha sido la primera raza inteligente en habitar el mundo y las incesantes guerras entre los dioses por el dominio del planeta.
“ ¡Tanto estruendo se produjo al chocar los dioses en combate! Al mismo tiempo. Los vientos expandían con estrépito la conmoción, el polvo, el trueno, el relámpago y el llameante rayo, armas del poderos Zeus, y llegaban el griterío y el clamor en medio de ambos. Un estrépito impresionante se levantó, de terrible contienda; y saltaba a la vista la violencia de las acciones. Declinó la batalla; pero antes, atacándose mutuamente, luchaban sin cesar a través de violentos combates’’.
Teogonía, Hesíodo
http://www.ufopolis.com/2015/09/ciclo-gigantes-mitologicos-iii-los-titanes-griegos/