Salvo el Sí Mismo, todo conocimiento es objetivo. Como consecuencia el Sí no es conocido más que de forma no dual. En este conocimiento, el Sí se revela como pura existencia, pura conciencia sin objeto y pura felicidad.
Vivimos en un mundo de objetos que cambian perpetuamente. Nuestro mismo psiquismo está en continuo cambio. Tenemos la impresión de un devenir universal porque hemos olvidado completamente que el Sí (el sujeto supremo) subyace al yo y al mundo, del que es el «motor inmóvil» y el Conocedor último. Sâdhana no es nada más que un retorno a la conciencia del Sí inmutable y bienaventurado, que es el fondo de las cosas y de nosotros mismos. La pérdida de la conciencia del Sí es descrita en la tradición del Vedânta como un proceso de identificación con los objetos. Es una especie de olvido, de fascinación, de atracción. El mito de Narciso ilustra perfectamente esta caída en el objeto, esta absorción «aparente» del Sí en las olas del samsâra. A partir de ese momento, el Sí se ha velado, el paraíso se ha perdido y un ego surge diciendo: «soy yo quien hace esto, soy yo quien sufre, soy yo quien piensa». A causa de esta identificación, lo impersonal deviene ilusoriamente personal. La búsqueda de la felicidad se vuelve entonces una búsqueda desesperada ya que el ego, habiendo perdido su conciencia del Sí, que es al mismo tiempo beatitud perfecta, busca la felicidad en los objetos finitos y efímeros. Tarde o temprano se verá obligado a reconocer la imposibilidad de encontrar la verdadera felicidad en los seres y las cosas, verificando el aserto de Schopenhauer para quien: «la vida es un combate llevado a cabo con la certeza de ser vencido». Seguir leyendo El Sujeto Supremo →