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Creo que faltaba una guía por autores. A lo largo de los post hemos visto como determinadas personas son especialmente relevantes a la hora de aportar una información trascendente sobre nuestra historia.
Vamos a crear esta guía de autores en la parte de etiquetas, mostrada en el menú de la derecha del blog.
Empezaremos por una persona que tiene mucho que contar. Su formación científica y sobre todo sus experiencias y sus libros nos aportan, una información muy valiosa que ha sido muy poco difundida y por lo tanto resulta muy poco conocida. Se trata de Preston B. Nichols
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En el post de hoy nos cuenta su vida y además la VIDA DE LOS PLEYADIANOS.
Libro: Encuentro en las Pléyades
Por Preston B. Nichols
En 1968, Preston Nichols conmocionó y dejó consternados a los servicios de inteligencia estadounidenses cuando anunció públicamente en Chicago, ante un grupo de unas trescientas personas, su intervención en un ‘proyecto negro’ secreto que tuvo lugar en Long Island. Conocido con el nombre oficial de Proyecto Fénix por el servicio de inteligencia y los círculos militares, coloquialmente se le llamó proyecto Montauk (recibió el nombre por el lugar donde se llevó a cabo: Montauk, en el estado de Nueva York) y constituye el tema de un popular libro titulado The Montauk Project: Experiments in Time (El proyecto Montauk: experimentos con el tiempo) escrito por Preston Nichols en colaboración con Peter Moon. Este libro, por el que el señor Nichols se hizo famoso, relataba importantes acontecimientos que comprendían ciencias secretas como el control del tiempo meteorológico y el control mental. Supuestamente, estas actividades llevaron a una teleportación a gran escala y a la materialización de objetos, que a su vez condujeron a un control del tiempo cronológico.
Aunque su investigación ha sido celebrada por muchos y condenada por otros, nadie puede negar que Preston posea una gran maestría sobre la tecnología electromagnética y que haya estado involucrado en investigaciones secretas gubernamentales. En esos círculos siguen requiriendo sus opiniones y consejos profesionales.
Encuentros con los ovnis
Mi primera experiencia paranormal tuvo lugar cuando tenia cinco o seis años. En una ocasión me desperté y vi lo que yo creí que era el rostro de Dios mirándome desde la puerta. Estaba claro que no era la cara de mi padre ni de mi madre. Tenía la piel de un color muy claro y estaba rodeado por un largo cabello blanco. Aunque me encontré con ese rostro muchas veces, no recuerdo ninguna otra experiencia inusual hasta la adolescencia. Todavía no sé si la cara que veía estaba directamente relacionada con mi ulterior relación con los ovni.
Fue en 1961 o en 1962, a la edad de quince o dieciséis años, cuando vi mi primer ovni. Justo antes de esa Época, mis padres me habían construido un pequeño cobertizo rojo en el extremo de nuestro patio posterior. Yo estaba loco por la electrónica y ellos querían que tanto yo como mis juguetes saliéramos del interior de la casa. Decían que mientras llevaba a cabo mis experimentos hacía los ruidos más espeluznantes que jamás habían oído. Naturalmente, en esa Época todavía no había aprendido a instalar correctamente el retroalimentador negativo de un amplificador de sonido.
Si esto se hace mal, salen gritos y lamentos que parecen los de un alma en pena. Tardé cierto tiempo en saber por qué. Resultó que todo lo que hacía falta para anular los alaridos era invertir los conductores de las terminales de salida de los transformadores, pero hasta que lo descubrí puede que el amplificador estuviera emitiendo chillidos durante una semana. Mediante la construcción del cobertizo, mis padres me permitían continuar con mi afición y al mismo tiempo se aseguraban de que estuviera lo más lejos posible de la casa.
En poco tiempo tuve la cabaña llena de receptores de radio y un par de viejos televisores. Incluso conseguí cierto equipo de pruebas que parecía sacado del laboratorio de Marconi. Como yo tenía más material de pruebas que todos mis compañeros de clase juntos, supongo que, como estudiante de instituto, lo estaba pasando todo lo bien que podía.
Una noche en que estaba haciendo chapuzas en mi laboratorio, no lograba que los transmisores de radio conectaran con otra cosa que no fuera un extraño zumbido. Seguía apareciendo por los transmisores. De repente, se fue la electricidad y las luces se apagaron. Salí fuera y observé un objeto refulgente en forma de disco que flotaba en el patio a unos 60 metros del suelo. Calculé que el ancho sería de unos 15 metros y la altura quizá de seis. El color era un blanco brillante. De forma repentina, el disco pasó encima de mi cabeza y se marchó. Subió en vertical y después realizó algunas maniobras imposibles antes de ascender de nuevo en línea recta. También me di cuenta de que mi casa y las de toda la vecindad se habían quedado a oscuras. Al cabo de un rato volvió la electricidad.
Lo siguiente que observé fue a mi madre saliendo a toda prisa de la casa. Estaba muy excitada y dijo: ¿Viste eso? ¿Viste eso?
-Sí, mamá, claro que lo vi -respondí-.
-¿Sabes lo que era? -dijo.
-No lo sé. Me pareció un platillo volante.
Ella me dijo que, fuera lo que fuera, había hecho que el televisor dejara de funcionar. Entonces le comenté que las radios de mi taller también lo habían hecho.
Esta experiencia en particular fue mi primer “encuentro en la primera fase”. Éste es un término popular dentro del mundo de la ufología que se refiere al avistamiento de un ovni. Un “encuentro en la segunda fase” es cuando se ve al ovni aterrizar en una vecindad inmediata. El “encuentro en la tercera fase” es cuando o bien la persona es llevada a bordo o entra en comunicación con los alienígenas. A veces las experiencias de abducción se denominan “encuentros en la cuarta fase”.
Ese avistamiento de un ovni en el patio de mi casa resultó ser el primero de muchos. Aproximadamente por esa época (primeros años de la década de los sesenta) se dieron muchos avistamientos por la zona de Islip, la ciudad de Long Island donde crecí y todavía sigo viviendo. Un día, recuerdo que fue en 1964, me encontraba con un grupo de chicos del instituto. De repente, la escuela empezó a vaciarse y todos los estudiantes corrieron hacia fuera. Sobre el campo de béisbol maniobras aéreas. Era muy extraño y parecía medir solamente unos 120 centímetros de diámetro. Todavía no estoy seguro de lo que era, pero de súbito desapareció. Ése fue mi segundo encuentro con un ovni.
A bordo de un ovni
Durante la mayor parte de la década de los setenta estuve trabajando para un importante contratista de defensa de Long Island. Fue en 1974 ó 1975 cuando mi jefe me dijo que había sido seleccionado para formar parte de un grupo especial que analizaría cierta tecnología extranjera localizada en una base no especificada de las Fuerzas Aéreas estadounidenses. Supuse que lo que íbamos a examinar era algún tipo de tecnología rusa o china y comenté que me encantaría unirme al grupo. Entonces simplemente me dijo que la tarea no era voluntaria tenía que ir.
Fuimos seis los que subimos al avión que despegó del aeropuerto Republic Field de Long Island. Finalmente, después de ser informados sobre varios factores de seguridad, nos llevaron a otro hangar, donde vimos un ovni con forma de disco.
Yo miré a uno de los empleados de las Fuerzas Aéreas y le dije: ¡Eh!, eso es un ovni. El piloto dijo: “A callar. Se supone que no debemos decir cosas como ésta. Es un aparato extranjero.”
Desde fuera, el aparato era plateado y tenía el aspecto del típico platillo volante en forma de disco. Parecía tener unos 15 metros de diámetro y 6 metros de alto. También tenía una cúpula de quizá unos 4,5 metros de ancho. Toda la nave descansaba sobre tres patas que salían de la parte inferior. Había una rampa que ascendía desde el suelo hasta una puerta situada en el borde del artefacto.
El aspecto más sorprendente de este platillo volante se hizo patente cuando subí a bordo. Por dentro era absolutamente enorme. La nave sólo medía unos 15 metros de diámetro, y sin embargo caminamos en una dirección durante lo que me parecieron unos diez minutos. El espacio era de literalmente cientos o miles de pies. En aquel momento no lo supe explicar. Con los conocimientos que ahora poseo, está claro que penetramos en una realidad artificial cuando entramos en la nave.
Este es un aspecto clave para la construcción de un ovni y su capacidad de viajar de un lugar a otro. Aunque he dicho que caminábamos por una realidad artificial, era algo tan real como la habitación en la que usted está sentado ahora mismo. El siguiente punto de interés que observé es que no se podía ver ningún tipo de control. Ni botones, ni palancas, ni mandos. Mientras caminábamos por el pasillo de compartimento en compartimento, las luces se encendían justo antes de que entráramos.
Miré hacia atrás y vi que las luces se apagaban cuando nosotros salíamos de una zona. La iluminación estaba muy bien controlada. Mientras seguíamos inspeccionando el aparato, uno de los empleados de las Fuerzas Aéreas nos informó de que el platillo originalmente había tenido una atmósfera extraña, pero que había sido ‘retroequipado’ para que ésta fuera compatible con los seres humanos.
Por la tecnología que pude observar, quedaba claro que la propulsión del aparato estaba basada en principios electromagnéticos. Las cuatro cápsulas contenían antenas que generaban un campo eléctrico. El campo magnético lo aportaba la bobina eléctrica antes citada. Tras regresar a mi trabajo en Long Island, mis compañeros no hicieron mención alguna a la visita al platillo volante. Se trataba de un asunto confidencial y no debíamos hablar sobre el mismo.
Para mi está claro, por lo que he podido experimentar personalmente, que el ovni de Wright Patterson era la forma más avanzada disponible y podríamos considerarlo como el Cadillac de los platillos volantes. La única cosa más avanzada sería un vehículo puramente espiritual.
Contacto
Crecí siendo algo enfermizo. Tenía alguna irregularidad física en la lengua que me impidió hablar hasta que tuve cinco años. Tan pronto como la descubrieron, mi médico me operó y empecé a hablar inmediatamente. De hecho, mi madre decía que era todo un charlatán.
Sabía hablar, pero no había tenido la posibilidad de hacerlo antes. A pesar de esta mejora, tenia frecuentes enfermedades y problemas. Estos culminaron a la edad de doce años cuando me desmayé dos veces debido a un soplo en el corazón.
Al entrar en la pubertad, las cosas no mejoraron. Tenía mucha menos coordinación a esa edad que un adolescente normal. Finalmente descubrimos que tenía un cierto tipo de dolencia neurológica, más popularmente conocida como parálisis cerebral. Esto significa que aunque era capaz de pensar y mantener la mente activa, las señales no llegaban correctamente a la estructura muscular y por esa razón parecía ser muy desmañado.
Para cuando llegué a los diecisiete años, estos problemas habían desaparecido de forma súbita y sin explicación alguna. Aunque ahora podía hacer físicamente todo lo que quería, mi anterior historial médico hizo que el facultativo de la familia me declarara inútil para el servicio militar. Es posible que ya se me estuviera eligiendo como futuro empleado del proyecto Montauk.
Aunque sigue sin existir una explicación oficial para la recuperación de mi salud, posiblemente podría estar relacionada con algunos sueños muy extraños que empecé a tener a la edad de dieciséis o diecisiete años. El más común era el de un perro grande con ojos azules, pelo rubio y un aspecto muy humano. Me llevaba con Él y visitábamos distintos lugares.
Más o menos por la misma Época en que empecé a tener estos sueños, apareció de repente una voz en mi cabeza. No era demoníaca ni negativa, sino muy inteligente. Podía mantener conversaciones con ella.
Aunque mi salud había mejorado considerablemente, los sueños y la extraña voz hacían que me preguntara qué estaba ocurriendo. Tenía que considerar la posibilidad de que estuviera loco, ya que obviamente no se trataba de experiencias ‘normales’ que la sociedad pudiera comprender.
Como resultado, entré en la universidad y decidí hacerme psiquiatra. Después supe que la mayoría de estudiantes de psicología estudian la carrera para poderse entender a sí mismos. Yo encajaba plenamente dentro de esa categoría.
Al principio me preocupaba que pudiera estar sufriendo el síndrome de personalidad múltiple, pero pronto lo descarté. El conocimiento que había obtenido de mis experiencias era demasiado amplio para atribuirlo a otra identidad que acechaba desde el interior de mis circuitos mentales. Había alguna otra cosa, de un orden superior.
No pasó mucho tiempo antes de que me convirtiera en el centro de mi clase de hipnosis. Me hacían regresiones y me llevaban al momento de mis sueños. Mi profesor de hipnosis estaba convencido de que yo era sincero y que creía totalmente que gozaba de la confianza de ‘alienígenas’ altos y rubios, de buena planta y de entre 2,10 y 2,25 metros de altura.
Otras regresiones revelaron que yo creía que estas criaturas eran muy amables y benévolos. Les había preguntado si me iban a hacer daño y me habían dicho que no. Respondieron que yo debía de haber estado pensando en los Zetas (Grises) que llevan a cabo exámenes médicos que representan una intrusión para el cuerpo. Yo no recuerdo el nombre de este ‘dios’, pero Él me dijo que su raza no tenía necesidad alguna de inmiscuirse en lo físico. Me hizo poner de pie al lado de un poste mediante el cual podía realizar una lectura completa de mis condiciones médicas. En total pasé por ocho regresiones delante de toda la clase de hipnosis. Esto no deja de ser notable porque si en la actualidad alguien intenta hipnotizarme, no lo consigue.
Según estas regresiones, los pleyadianos depositaron en mi su confianza aproximadamente a la edad de quince años y me transportaron a su planeta para una rehabilitación médica y una educación más avanzada. Si estos encuentros se dieron en un estado onírico o en otra constelación, no lo sabría decir. Todo lo que sé es que después de tener estas experiencias, de repente pareció que dominaba por completo el arte de la electrónica. Mis padres inmediatamente se dieron cuenta y para ellos resulto muy enigmático. También tenía una voz en la mente que me guiaba y me hablaba, y me decía dónde encontrar respuesta a las preguntas que surgían. Fuera lo que fuera lo que hubiera ocurrido en el universo objetivo, mi vida había cambiado drásticamente para bien. Había obtenido un conocimiento increíble y un cuerpo más sano de lo que jamás tuve. Es importante recordar estos hechos al evaluar la verdad relativa de lo que lo pleyadianos me enseñaron sobre ellos y su planeta.
Las Pléyades
A la edad de quince años fui transportado en una nave espacial a una pequeña base situada en una de las lunas de Júpiter. Creo que fue Europa. Allí fui examinado y me hicieron muchas pruebas. No tengo malos recuerdos de la experiencia. De hecho, fueron bastante buenos. Incluso recuerdo haber comido como un rey. También me mostraron sus formas de diversión, que eran muy similares a las nuestras. Tenían cine, videojuegos, etc. Estaba claro que estos seres eran básicamente humanos y que disfrutaban de las mismas cosas que nosotros.
Después me pusieron de nuevo en la nave para un viaje que duró lo que yo pensé que era un día terrestre. Pronto desembarqué en un mundo muy hermoso, verde y exuberante, que ellos llamaban Alderón. Entonces me llevaron por ciudades que tenían altas torres y edificios hechos de lo que parecía cristal. El cielo era azul y las vistas eran increíblemente hermosas. El aire era tonificante, sin contaminación. Me dijeron que el agua era muy pura. Tiempo atrás habían tenido problemas con la contaminación, que se había filtrado hasta la cadena alimenticia. Los corrigieron y hacía tiempo que habían quedado subsanados.
La fauna y la flora de Alderón son muy parecidas a la de la Tierra. La atmósfera es más rica en oxígeno que la de la Tierra, con un contenido de un 28 a un 30 por ciento. La luz solar parece similar y la distancia de su Sol es más o menos de 148.800.000 kilómetros. Diferencia principal entre la Tierra y Alderón está en las construcciones y los paisajes. Allí donde nosotros tenemos ciudades llenas de carreteras, asfalto y casas, su planeta está dominado por la fauna y los jardines. Existen amplias llanuras herbosas y bosques así como grandes zonas de selva primigenia.
Lo que yo vi fue un entorno ajardinado de belleza absoluta, donde los edificios estaban colocados de tal manera que acentuaban el jardín. La idea de este entorno era que el ecosistema tenía prioridad. El reabastecimiento de oxígeno estaba en el primer puesto de la lista y la civilización humana se colocaba como un adjunto al jardín. Se suponía que no debía destacar, sino más bien mezclarse con el entorno ajardinado.
Me acompañaron a hacer una visita guiada de la ciudad. Las personas tenían un aspecto humano y parecían gozar de muy buena salud. No parecían estar controlados ni drogados. Por lo que me dijeron, los distintos individuos del planeta hacían aquello para lo que estaban mejor dotados, según lo que ellos querían hacer. No tenían sistema monetario tal como lo conocemos nosotros. Seguir leyendo Encuentro en las pléyades