“El salvaje es sobre todo eso, la amenaza que en cualquier momento puede poner en cuestión el orden establecido.”
Roger Bartra, antropólogo
“Si se sigue estrictamente esta prescripción facultativa, esta práctica preocupante que muchos negros tienen de huir se puede prevenir casi en su totalidad. En el caso de los esclavos “rebeldes e insatisfechos sin causa, azotes diabólicos como “medida preventiva”
Samuel A. Cartwrigh, médico.
Roger Bartra, antropólogo y sociólogo de formación, ha dedicado buena parte de su actividad investigadora al mito del salvaje, y explica que Europa ha vivido obsesionada con la idea del Otro y en todo momento le ha necesitado para configurarse. Que para ello tuviera que inventarse un arquetipo, manipularlo para adecuarlo a sus necesidades, poco le ha importado.
“Esa es una paradoja de la cultura occidental: la extrema dificultad para conocer al Otro junto a la extrema creatividad para inventarlo”.
Juntos con lo salvaje, lo monstruoso. Fueron los romanos los inventores de esta palabra: monstro, monstrare, monstravi, monstratum, que significamostrar. Eran seres y hechos sobrenaturales en los que intervenía la voluntad de los dioses, que los usaban como advertencia, para mostrar algo oculto que no iba bien. Se consideró en efecto como un aviso del cielo, y casi siempre con carácter de castigo (que afectaba no sólo a la familia, sino a todo el pueblo), el nacimiento de criaturas monstruosas. Pero también se les asignaba determinadas cualidades: de ahí viene la superstición de que da buena suerte tocar la joroba de un jorobado o pasar por ella un billete de lotería; de ahí también la bendición de los hijra (tercer sexo, algunos eunucos) en la India, a los que se les llama para estar presentes en las bodas, nacimientos, etc.
LA INCAPACIDAD O MINUSVALÍA.
Hasta que la modernidad trajo la defensa de lo cuantitativo y propuso como incontestable el número, y trajo la revolución industrial, donde sólo tiene valor económico lo que puede expresarse en términos monetarios.
Fue desde esta Revolución Industrial cuando se resaltó la noción de validez/invalidez acorde a las exigencias en la producción industrial, descalificando al inválido en la fuerza de trabajo, lo que conllevó a su marginación en la vida social. Es así como el concepto de discapacidad fue cultural y socialmente construído como patología, y por ende, alejado de los aparatos de representación y de las prácticas de gobierno.
La medicina occidental, como la ciencia clásica occidental, analiza la realidad a partir de una serie de oposiciones: cuerpo/mente, individuo/sociedad, enfermedad/salud, etc., que deben ser estudiados separadamente. El mismo cuerpo está fraccionado en partes cada vez más pequeñas, creando especializaciones (cardiólogo, neurólogo, etc.) Si no tienes o aparentas tener todas las partes de tu cuerpo flamantes y nuevas, se te dirige al estrato de “patología” clínica (junto con la de enfermo mental, homosexual, tuberculoso, prostituta, epiléptico, sordomudo, hemofílico…).
EL ORIGEN DE LA PALABRA FEMINISMO.
Beatriz Preciado, filósofa feminista, queer y del género, nos explica que:
“La palabra feminismo aparece por primera vez en un texto de diagnóstico y tratamiento de la tuberculosis titulado Del feminismo y del infantilismo en los tuberculosos que publicó en 1871 un médico francés llamado Ferdinand Valére Faneau de La Cour. En ese texto, Faneu de La Cour aseguraba que un gran número de hombres tuberculosos, especialmente si padecían esta enfermedad de forma hereditaria, presentaban una serie de
rasgos infantiles y “feministas”: cabello fino, pestañas largas, piel blanca y blanda, barba escasa, genitales pequeños, mamas voluminosas… Es decir, la primera vez que se utiliza la noción de “feminismo” es para designar un efecto secundario de la tuberculosis que tiene como signo más claro la
feminización del cuerpo masculino. Una feminización que, por tanto, se concibe como patológica. Curiosamente, el texto de Faneau de La Cour tuvo bastante “éxito mediático” y Alejando Dumas (hijo), que era un periodista muy activo en la época, utiliza la noción de feminista para
descalificar a aquellos hombres que apoyaban la “causa de las ciudadanas”. Hombres que, según Dumas, corrían el “peligro” de sufrir un proceso de feminización similar al que padecían los tuberculosos.
No será hasta finales del siglo XIX cuando la noción de feminismo empieza a ser empleada por los movimientos sufragistas que reclamaban que las mujeres pudieran participar en igualdad de condiciones que los hombres en el juego democrático. Se trata, por tanto, de una noción que se acuña en el ámbito de los discursos médicos-jurídicos-disciplinarios, al igual que la mayor parte de los conceptos que se utilizan en el campo de las políticas sexuales.” “Por eso nuestras luchas están tan estrechamente vinculadas a las políticas de higiene y de gestión de la salud”.
LA HISTERIA FEMENINA.
Para la década de 1980 fue eliminada de los libros de neuropsiquiatría la condición de “histeria femenina”, que por decenios se estuvo diagnosticando a mujeres.
La histeria femenina fue diagnosticada en la era victoriana de manera muy habitual debido al dato comprobado “científica y bíblicamente” de que la mujer solo servía para procrear y no para obtener placer de la relación sexual. Solo a las prostitutas se les permitía tener emisiones parecidas a las eyaculaciones masculinas. La definición de este término fue responsabilidad directa de los médicos y peritos de la época e incluía los siguientes síntomas: desfallecimientos, insomnio, retención de fluidos, pesadez abdominal, espasmos musculares, respiración entrecortada, irritabilidad, pérdida de apetito y “tendencia a causar problemas”.
Para tratar la histeria, se recomendaba como tratamiento en 1860, masajes pélvicos únicamente ejercidos por doctores y masajes de agua por parte de las parteras. Las pacientes diagnosticadas debían recibir esta estimulación de los genitales hasta llegar al orgasmo, una o dos veces en semana. Al considerar el deseo sexual reprimido de las mujeres como una enfermedad, los negocios de clínicas de frotaciones y masturbaciones que curaban el falso padecimiento estuvieron muy en boga. A finales del siglo XVIII ya se vendían dispositivos de hidroterapia con pulsión directa al clítoris, y a mediados del siglo XIX ya existían balnearios de lujo para mujeres en Europa y los Estados Unidos, algo así como un recinto de bidets, en donde las mujeres se reunían a descargar-desahogar sus energías. La compañía Sears incluyó en 1918 el primer consolador en su catálogo de artículos.
Otras mujeres tuvieron peor suerte: en Europa durante los siglos XVIII y XIX se practicó la cliterodectomía a las mujeres. En la Inglaterra victoriana perduró mucho tiempo la controversia acerca de si la clitoridectomía curaba “enfermedades” como la histeria, la melancolía, la epilepsia o el exceso de masturbación y el lesbianismo. Así, por estas creencias se siguió practicando por indicaciones sanitarias hasta bien entrado el siglo XX en países desarrollados como los EE.UU. e Inglaterra.
LOS ESCLAVOS DRAPETOMANÍACOS
La esclava Jacinta, a quien han bautizado cristianamente con ese nuevo nombre para invisibilizar sus orígenes yorubas, se escapa por cuarta vez de la hacienda cafetalera. Sus amos ofrecen, de nuevo, una recompensa por su captura. Alegan que Jacinta padece de sus facultades mentales y que como ella, cualquier otro esclavo que escape, estará alterando el orden natural de las cosas, aquellas que gracias a la iglesia y la biblia dictan que la esclavitud es una institución bendecida y avalada por el único dios verdadero y sus seguidores. Aquellas que alegan que todo esclavo que no desee el cautiverio debe ser considerado un paciente mental.
Los dueños de la hacienda siguen de este modo y con la bendición de párrocos y obispos, los preceptos de las autoridades en medicina de la época que denuncian que todo fugitivo está enfermo de“drapetomanía”. La palabra “drapetomanía” fue creada en 1851 y acuñada por el reconocido cirujano y benemérito psicólogo del estado de Luisiana, Dr. Samuel A. Cartwright quien alegaba que los negros y negras se contagiaban de la discapacidad de querer escaparse epidémicamente. De hecho, él y sus colegas de las ciencias entendían el padecimiento como “el deseo incontrolable de los negros y negras por la libertad” y se llegó a afirmar que la misma era una consecuencia de los dueños de esclavos que “se dieron a la tarea de comportarse con demasiada familiaridad con los cautivos, tratándolos como iguales”.Dicha disfunción psicológica “inducía al negro a huir de servicio”, y que consideraba el acto como“cualquier otra especie de enajenación mental que debía ser curada para el bien de la humanidad”.
Debido a ello, muchos ancestros fueron atendidos médicamente para incitar la eliminación de los síntomas, así que además de identificar la drapetomanía, Cartwright recetó un remedio:
“Si se sigue estrictamente esta prescripción facultativa esta práctica preocupante que muchos negros tienen de huir se puede prevenir casi en su totalidad. En el caso de los esclavos” “rebeldes e insatisfechos sin causa o señal de advertencia de inminente vuelo” ”azotes diabólicos” como ”medida preventiva”.
Como un remedio para esta enfermedad, los médicos también recomiendan una imposibilidad física prescribiendo la extirpación de ambos dedos gordos.
Algunas noticias relacionadas:
Fuentes:
“¿La muerte de la clínica?” Beatriz Preciado.
“El salvaje artificial” Roger Bartra.
Cambiar las gafas para mirar el mundo. Una nueva cultura de la sostenibilidad. – Yayo Herrero, Fernando Cembranos y Marta Pascual (coords.)