.http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/como-china-esta-reescribiendo-el-libro-sobre-los-origenes-de-los-
El cráneo reconstruido del ‘Hombre de Pekín’, el fósil que puso en marcha las discusiones sobre los orígenes humanos en China. DeAgostini/Getty
En las afueras de Pekín, una pequeña montaña de piedra caliza llamada
Hueso de Dragón se eleva por encima de la extensión de los alrededores. Junto al lado norte, un camino conduce hasta unas cuevas cercadas que atraen a 150.000 visitantes cada año, desde escolares hasta pensionistas de cabello gris. Fue aquí, en 1929, cuando los investigadores hallaron un antiguo cráneo casi completo, el cual determinaron tenía aproximadamente medio millón de años. Apodado el ‘
Hombre de Pekín’, fue uno de los primeros restos humanos descubiertos, y ayudó a convencer a muchos investigadores de que la humanidad había evolucionado primero en Asia.
Desde entonces, la importancia central del ‘Hombre de Pekín’ se ha desvanecido. Aunque los métodos de datación modernos sitúan al fósil con hasta 780.000 años de antigüedad, el espécimen ha sido eclipsado por los descubrimientos realizados en África, los cuales han proporcionado restos mucho más antiguos de parientes humanos. Tales hallazgos han cimentado al continenete africano como
la cuna de la humanidad -el lugar a partir del cual los seres humanos modernos, y sus predecesores, se expandieron por todo el mundo- y relegando la evolución en Asia a una especie de
cul-de-sac.
Pero la historia del Hombre de Pekín ha obsesionado a generaciones de investigadores chinos, quienes han luchado por comprender su relación con los humanos modernos.
«Es una historia sin final», dice
Xinzhi Wu (izquierda), un paleontólogo del Instituto de Paleontología y Paleoantropología (IVPP) de la Academia de Ciencias China, en Pekín. Ellos se han preguntado si los descendientes del ‘Hombre de Pekín’, y otros miembros de la especie
Homo erectus, desaparecieron o evolucionaron hasta convertirse en una especie más moderna, y si contribuyeron a la reserva genética de la China actual.
Dispuestos a llegar al fondo de los ancestros de sus gentes, China ha intensificado en la última década sus esfuerzos tendentes a descubrir evidencias de los primeros seres humanos en todo el país. Se han vuelto a analizar antiguos fósiles hallados y vertido decenas de millones de dólares al año en excavaciones. Y, además, el gobierno ha establecido un laboratorio en el IVPP de 1,1 millones de dólares para
extraer y sencuenciar ADN antiguo.
La inversión se produce en un momento en que los paleoantropólogos de todo el mundo están comenzando a prestar más atención a los fósiles asiáticos y cómo se relacionan con otros antiguos homínidos. Hallazgos en China y en otras partes de Asia han dejado claro que una deslumbrante variedad de especies del género Homo poblaron alguna vez tal continente. Y están desafiando las ideas convencionales sobre la historia de la evolución de la humanidad.
«Muchos científicos occidentales tienden a ver los fósiles y artefactos asiáticos a través del prisma de lo que estaba ocurriendo en África y Europa«, dice Wu. En estos continentes han prestado, históricamente, más atención a los estudios de la evolución humana debido a la antigüedad de los fósiles allí encontrados, y porque estos científicos están más vinculados a las principales instituciones de investigación paleoantropológica, argumenta. «Pero cada vez está más claro que muchos materiales asiáticos no encajan en la narrativa tradicional sobre la evolución humana».
Chris Stringer (derecha), un paleontólogo del Museo de Historia Natural de Londres, está de acuerdo:
«Asia ha sido un continente olvidado», dice.
«Su papel en la evolución humana puede haber sido en gran parte subestimado».
Historia de la evolución
En su forma típica, la historia del Homo sapiens comienza en África. Los detalles exactos varían de un relato a otro, pero los personajes y los acontecimientos clave generalmente siguen siendo los mismos. Y el título es siempre ‘Memorias de África’ (Out of Africa).
Desde este punto de vista estándar de la evolución humana, el
Homo erectus evolucionó allí por primera vez hace más de 2 millones de años. Después, en algún momento anterior a 600.000 años atrás, surgió una nueva especie: el
Homo heidelbergensis, cuyos restos más antiguos han sido encontrados en Etiopía. Hace unos 400.000 años, algunos miembros de
Homo heidelbergensissalieron de África y se dividieron en dos ramas: una se aventuró en Oriente Medio y Europa, donde se convirtieron en
Neandertales; y la otra se fue al este, donde sus miembros se convirtieron en
Denisovanos, un grupo
descubierto por primera vez en Siberia en 2010. La población restante de
Homo heidelbergensis en África evolucionó hasta convertirse en nuestra propia especie,
Homo sapiens, hace unos 200.000 años. A continuación, estos primeros humanos se expandieron hacia Eurasia hace unos 60.000 años, donde sustituyeron a los homínidos locales produciéndose un mínúsculo entrecruzamiento.
Una característica distintiva del Homo heidelbergensis -el potencial ancestro común de los Neandertales, Denisovanos y los humanos modernos- es que sus individuos tienen una mezcla de rasgos primitivos y modernos. Al igual que los linajes más arcaicos, el Homo heidelbergensis tiene un arco superciliar marcado y no ostenta barbilla. Pero también se asemeja al Homo sapiens con sus dientes más pequeños y un neurocráneo más grande. La mayoría de los investigadores han visto al Homo heidelbergensis -o algo similar- como una forma de transición entre el Homo erectusy el Homo sapiens.
Por desgracia, las evidencias fósiles de este periodo -los albores de la estirpe humana- son escasas y a menudo ambiguas. Es el episodio menos comprendido de la evolución humana, dice
Russell Ciochon (izquierda), un paleoantropólogo de la Universidad de Iowa.
«Pero es central para nuestra comprensión del origen último de la humanidad».
El relato es confuso aún más debido a los fósiles chinos analizados durante las últimas cuatro décadas, los cuales ponen en duda la progresión lineal desde África del Homo erectus hacia los humanos modernos. Ellos muestran que, aproximadamente entre 900.000 y 125.000 años atrás, el este de Asia estaba repleto de homínidos dotados con características que los colocan en algún lugar entre el Homo erectus y el Homo sapiens, dice Wu.
«Estos fósiles son un gran misterio», dice Ciochon. «Representan claramente a especies más avanzadas que el ‘Homo erectus’, pero nadie sabe lo que son, ya que no parecen encajar en ninguna de las categorías conocidas».
Las características de transición de estos fósiles han llevado a investigadores, como Stringer, a considerarlos como Homo heidelbergensis. Dada a la antigüedad de estas formas, dos cráneos descubiertos en Yunxian, en la provincia de Hubei, y que datan de hace 900.000 años, Stringer sugiere incluso que el Homo heidelbergensis podría haberse originado en Asia y que luego se extendió a otros continentes.
Sin embargo, muchos investigadores, entre ellos la mayoría de los paleontólogos chinos, sostienen que los materiales procedentes de su país son diferentes a los fósiles de Homo heidelbergensishallados en Europa y África, a pesar de algunas similitudes aparentes. Un cráneo casi completo descubierto en Dali, en la provincia de Shaanxi, y con una antigüedad de 250.000 años, tiene una caja craneal más grande, una cara más corta y pómulos menores que la mayoría de los especímenes de Homo heidelbergensis, lo que sugiere que la especie era más avanzada.
Dichas formas de transición persistieron durante cientos de miles de años en China, hasta que aparecieron especies con tales rasgos modernos y que algunos investigadores los han clasificado como
Homo sapiens. Uno de los más recientes está representado por dos dientes y una mandíbula inferior que datan de hace unos 100.000 años, descubiertos en 2007 por el paleontólogo del IVPP,
Liu Wu (derecha) y sus colegas. Hallados en Zhirendong, en una cueva de la provincia de Guangxi, la mandíbula tiene una apariencia moderna humana clásica, pero conserva algunas características arcaicas del ‘Hombre de Pekín’, como una constitución más robusta y una barbilla menos prominente.
La mayoría de los paleontólogos chinos -y unos pocos partidarios de Occidente- piensan que los fósiles de transición son evidencia de que el ‘Hombre de Pekín’ fue un antepasado de los asiáticos modernos. En este modelo -conocido como
multirregionalismo o continuidad con hibridación-, los homínidos descendientes del
Homo erectus en Asia se cruzaron con grupos procedentes de África y otras partes de Eurasia, y su progenie dio lugar a los ancestros de los modernos asiáticos del este, dice Wu.
El apoyo a esta idea también proviene de los artefactos hallados en China. En Europa y África, las herramientas de piedra cambiaron notablemente con el tiempo, pero los homínidos en China utilizaron el mismo tipo de instrumentos simples de piedra de hace unos 1,7 millones de años hasta hace 10.000 años. De acuerdo con
Gao Xing (izquierda), un arqueólogo del IVPP, esto sugiere que los homínidos locales evolucionaron de forma continua, con poca influencia de poblaciones de fuera.
¿Política en juego?
Algunos investigadores occidentales sugieren que hay un indicio de nacionalismo en los paleontólogos chinos en apoyo del modelo de la continuidad. «Los chinos, que no aceptan la idea de que el Homo sapiens evolucionó en África, quieren que todo provenga de China», dice uno de los investigadores.
Los científicos chinos rechazan tales acusaciones. «Esto no tiene nada que ver con el nacionalismo», dice Wu. «La cuestión se reduce a las evidencias de los fósiles de transición y los artefactos arqueológicos», dice. «Todo apunta a una evolución continua en China desde el Homo erectus al ser humano moderno».
Pero el modelo de ‘continuidad con hibridación’ es contrarrestado por los abrumadores datos genéticos que apuntan a África como la fuente de los humanos modernos. Los estudios de poblaciones chinas muestran que el 97,4 % de su composición genética proviene de los primeros humanos modernos de África, junto con el resto de formas extintas como los Neandertales y Denisovanos.
«Si hubiera habido importantes contribuciones del Homo erectus de China, se habrían mostrado en los datos genéticos«, dice
Li Hui (derecha), un genetista de poblaciones en la Universidad de Fudan, en Shanghai. No obstante, Wu responde que la contribución genética de los homínidos arcaicos de China no pudo haber sido detectada ya que todavía no se ha recuperado ADN de ellos.
Muchos investigadores aducen que hay maneras de explicar los fósiles asiáticos existentes sin tener que recurrir al modelo de ‘continuidad con hibridación’. Los homínidos de Zhirendong, por ejemplo, podrían representar un éxodo de los primeros humanos modernos de África hace entre 120.000 y 80.000 años. En lugar de permanecer en el Levante, en el Medio Oriente, como se creía anteriormente, podrían haberse expandido hacia el este de Asia, dice
Michael Petraglia (izquierda), un arqueólogo de la Universidad de Oxford, Reino Unido.
Otras evidencias respaldan esta hipótesis: excavaciones en una cueva en Daoxian, en la provincia china de Hunan, han proporcionado 47 dientes fósiles de aspecto tan moderno que podrían proceder perfectamente de la de gente de hoy en día. Sin embargo, los fósiles tienen al menos 80.000 -y quizás 120.000- años de antigüedad, informaron Liu y sus colegas
el año pasado.
«Esos primeros inmigrantes pudieron haberse cruzado con poblaciones arcaicas en su camino, o en Asia, lo que podría explicar los rasgos primitivos de los individuos de Zhirendong», dice Petraglia.
Otra posibilidad es que algunos de los fósiles chinos, incluyendo el cráneo de Dali, representen a los misteriosos Denisovanos, una especie identificada a partir de fósiles siberianos que tienen más de 40.000 años de antigüedad. Los paleontólogos no saben cómo eran los Denisovanos, pero los estudios de ADN recuperado en sus dientes y huesos indican que esta antigua población contribuyó al genoma de los humanos modernos, y especialmente entre los aborígenes australianos, en Papua Nueva Guinea y en los polinesios, lo que sugiere que los Denisovanos podrían haber vagado por Asia.
María Martinón-Torres (derecha), una paleontóloga del Colegio Universitario de Londres, está entre aquellos que proponen que algunos de los homínidos chinos eran Denisovanos. Ella ha trabajado con investigadores del IVPP en un análisis
-publicado el año pasado– sobre un conjunto de fósiles descubierto en Xujiayao, en la provincia de Hebei, el cual incluye mandíbulas parciales y nueve dientes que datan de hace 125,000-100,000 años. Los dientes molares son enormes, con raíces muy sólidas y ranuras complejas que recuerdan a los Denisovanos, sostiene ella.
Una tercera idea es aún más radical. Surgió cuando Martinón-Torres y sus colegas compararon más de 5.000 dientes fósiles de todo el mundo: el equipo encontró que
los especímenes de Eurasia son más similares entre sí que los afric…. Ese trabajo e interpretaciones más recientes de cráneos fósiles sugieren que los homínidos euroasiáticos evolucionaron por separado de los africanos durante un largo lapso de tiempo. Los investigadores proponen que los primeros homínidos que salieron de África hace 1,8 millones de años fueron la eventual fuente de los humanos modernos. Sus descendientes se establecieron mayoritariamente en Oriente Medio, donde el clima era favorable, y luego se producen oleadas de homínidos de transición que se propagan a otras partes. Un grupo de euroasiáticos fue a Indonesia, otro dio lugar a los Neandertales y a los Denisovanos, y un tercer grupo se aventuró de nuevo hacia África donde evolucionó hasta convertirse en
Homo sapiens, y más tarde se extendería por todo el mundo. En este modelo, los humanos modernos evolucionan en África, pero su antepasado inmediato se originó en Oriente Medio.
Ahora bien, no todo el mundo está convencido.
«Las interpretaciones de los fósiles son notoriamente problemáticas», dice
Svante Pääbo (izquierda), un paleogenetista del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig, Alemania. No obstante, el ADN de los fósiles euroasiáticos que datan del comienzo de la estirpe humana podría ayudar a revelar qué historia -o combinación- es correcta.
China está haciendo un esfuerzo en esa dirección.
Qiaomei Fu (derecha), una paleogenetista que hizo su doctorado con Pääbo, regresó a su casa el año pasado para establecer el laboratorio del IVPP en el que extraer antiguas secuencias de ADN. Uno de sus objetivos inmediatos es ver si algunos de los fósiles chinos pertenecen al misterioso grupo de los Denisovanos. Los dientes molares prominentes de Xujiayao serán un primer objetivo.
«Creo que tenemos un excelente sospechoso aquí«, dice ella.
Imagen borrosa
A pesar de las diferentes interpretaciones de los registros fósiles de China, todo el mundo está de acuerdo en que la historia evolutiva en Asia es mucho más interesante de lo que la gente apreciaba antes. Pero los detalles siguen borrosos, dado que muy pocos investigadores han excavado en Asia.
Cuando lo han hecho, los resultados han sido sorprendentes. En 2003, una excavación en la isla de Flores, en Indonesia, dio como resultado un
homínido diminuto que los investigadores llamaron
Homo floresiensis y es conocido como el
Hobbit. Con su extraña variedad de características, la criatura todavía provoca el debate sobre si es una forma enana de
Homo erectus o algún linaje más primitivo que hizo todo el camino desde África hasta el sudeste de Asia y vivió hasta tan recientemente como hace 60.000 años. El mes pasado, más sorpresas surgieron en la isla de Flores, donde los investigadores
encontraron los restos de un homínido como el Hobbit en un yacimiento de alrededor de 700.000 años de antigüedad.
La recuperación de más fósiles en todas partes de Asia ayudará claramente a llenar los vacíos. Muchos paleoantropólogos también exigen que se mejore el acceso a los materiales existentes. La mayoría de los fósiles de China -incluyendo algunos de los mejores ejemplares, como los cráneos de Yunxian y Dali- son solo accesibles a un puñado de paleontólogos chinos y sus colaboradores.«Que estuvieran disponibles para estudios generales, con réplicas o exploraciones de TC, sería fantástico», dice Stringer. Por otra parte, los yacimientos fósiles deben ser datados mucho más rigurosamente, preferiblemente mediante múltiples métodos, según los investigadores.
Pero todos coinciden en que Asia -el continente más grande de la Tierra- tiene mucho más que ofrecer en términos de desentrañar la historia humana. «El centro de gravedad se está desplazando hacia el este», dice Petraglia.