Las imágenes y el ruido de las manifestaciones son frecuentes en la Plaza Tahrir, en la capital de Egipto, El Cairo. Hace más de un año que Hosni Mubarak dejó su cargo y ante la inminencia de las elecciones presidenciales los opositores han salido de nuevo a las calles.
Con el anuncio de la lista de candidatos presidenciales, la atención de la gente ha virado del curso político actual a los cambios que debería implementar el nuevo presidente.
La semana pasada miles de manifestantes de nuevo arribaron a la plaza para protestar contra los gobernantes militares y mostrar apoyo a alguno de los candidatos que competirán en la primera ronda de las presidenciales el próximo 23 y 24 de mayo.
“Pienso que los egipcios elegirán lo correcto. Espero que después de una revolución podamos tomar la decisión. Y si no, lucharemos hasta el final”, dice el manifestante egipcio Andrew Onsy.
En un encuentro organizado para discutir las consecuencias de la ‘primavera árabe’ en Egipto, un hombre preguntó al público cómo se sentirían si hubiesen estado en el lugar de uno de los jóvenes revolucionarios.
Después hubo una pausa embarazosa y ni una respuesta clara, pero la interrogante también preocupa a otros participantes del encuentro.
“Las fuerzas armadas y su administración dicen que tras el derrocamiento de Mubarak ellos protegen la revolución, que van a dar a la gente lo que quiera, van a darnos libertad, democracia”, asegura un doctor.
Pero también se habla de muchos jóvenes frustrados, todos los que salieron a la plaza Tahrir se preguntan: “¿dónde está la democracia que nos prometieron?”.
Sin embargo, lo más importante que los ciudadanos egipcios dicen haber aprendido el año pasado es que la revolución sola no puede traer la democracia y las acciones de protesta no pueden durar para siempre.
“No preveo una segunda oleada revolucionaria pero podemos esperar diferentes protestas populares contra ciertas acciones y así es la democracia en todas partes”, pronostica Mostafa El Feki, un ex funcionario del régimen de Mubarak.
“Debemos tener paciencia y abrir nuestros corazones a la nueva generación por un tiempo. Seguro que un día van a darse cuenta de que deben ir en otra dirección, ser más realistas y entender que los intereses reales de Egipto no son solo consignas o gritos, al final de la jornada, es la economía, la cultura y la política”, cree.
Y esto no es una voz aislada sino la opinión de muchos ciudadanos egipcios que ya se han opuesto a las autoridades una vez y están dispuestos a hacerlo de nuevo.
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