Archivo por meses: noviembre 2012

Yggdrasil “El Misterio de los Nueve Mundos”

El árbol cósmico Yggdrasil es, en cierta forma, el “armazón del mundo” para la mitología escandinava. Yggdrasil, alberga los nueve mundos en los que se divide el Universo. Cada uno de estos universos se caracterizan dependiendo de las características de sus habitantes.

Los Nueve Mundos están repartidos según niveles. Nosotros te los vamos a presentar desde el nivel más alto hasta el nivel más bajo.

Los mundos del nivel más alto son:

Asgard o Gotheim, el reino de los dioses Ases o Aesir. Allí encontramos Walhalla, la morada de Odin. Cada dios posee una morada diferente. Asgard está conectado con Midgard, el reino de los hombres mediante el puente arcoíris llamado Bifrost que está vigilado por el dios Heimdall.

Vanaheim, el reino de los dioses Vanir.

Ljösalfheim o  Alfheim, la Tierra de los elfos de luz.

Al nivel central encontramos los siguientes mundos:

Midgard o Mannheim, el mundo de los hombres.

Jötunheim o Utgard, es el reino de los gigantes.

Svartalfheim, es el reino de los enanos y de los elfos negros.

Y ya por último, y a nivel más bajo, encontramos los mundos de…

Niflheim, el mundo del hielo y de las brumas.

Muspellheim, el mundo del fuego.

Helheim, el dominio de los muertos.

Yggdrasil «El Misterio de los Nueve Mundos»

La Montaña de los Muertos (25 de enero de 1959) I Parte

El 25 de enero de 1959, diez experimentados esquiadores de la antigua Unión Soviética, se reunieron al norte de los Montes Urales para participar en una expedición que prometía ser divertida, esquiando monte a través por una ruta conocida, que supondría un ejercicio de entrenamiento para una futura expedición a las regiones árticas, más difíciles y peligrosas, o eso creían ellos. Solo uno sobrevivió. Los nueve restantes murieron de manera tan extraña y espantosa que todavía sigue siendo un misterio, pese a tener el material fotográfico del equipo y tratarse de la búsqueda mejor documentada de la historia rusa.
El líder de la excursión era Igor Dyatlov, el equipo lo formaban dos mujeres y ocho hombres: un instructor de esquí, tres ingenieros y siete estudiantes del Instituto Politécnico de los Urales, ubicado en la ciudad entonces conocida como Sverdlovsk (antes y ahora, Ekaterinburgo) ,su destino era la cercana Sierra Otorten, al norte de los Urales.
Igor, Yuri Yudin y Lyudmila
Además de Igor Dyatlov (23 años), iban Yuri Yudin (en la fotografía con gorro de rayas), Yuri Doroshenko (21), Zinaida Kolmogorova (22), Lyudmila Dubinina (21), Alexander Kolevatov (25), estudiantes; Alexander Zolotariov (37), guía; Rustem Slobodin (23), Georgyi Krivonischenko (24) y Nicolás Thibeaux-Brignollel (24), ingenieros.
Establecieron el primer campamento en el asentamiento de cabañas de madera de Vizhai. Allí es donde Yuri Yudin, el único superviviente, cayó repentinamente enfermo y tuvo que abandonar la expedición. Una antigua lesión en la espalda le impedía seguir adelante. En aquel momento sintió envidia por sus compañeros, el resto de su vida la angustia de no saber qué les había ocurrido. ¿O sí sabia algo y por eso no los acompañó?.
Lyudmila, Georgyi, Nicolas y Rustem.
Dos días después partía la expedición. Su primer destino era la montaña Gora Otorten (N 61° 51′ 39” E 59° 21′ 54”), de allí viajarían durante 100 kilómetros al sur a lo largo de la cresta principal de los montes Urales, hasta el pico Ojkachahl. Después seguirían al norte por el curso del río Toshemka, al este de la ciudad de Vizhai. Actualmente ésta sería una ruta de dificultad “promedio”, para ellos era mucho más extrema, pero no hay que olvidar que en ese tiempo la URSS valoraba a los deportistas de élite, lo que llegaba a exigirles más de la cuenta. Llegaron a Gora Otorten y allí establecieron el primer y último campamento base, algo ocurrió esa misma noche que acabó con la vida de los nueve esquiadores que sigue siendo un misterio, muy documentado, pero un misterio.
Su ruta, según los mapas de Igor Dyatlov, seguía el valle del río Auspii, cruzaba una zona boscosa hasta la base de la montaña Kholat-Syakhl (que en el dialecto mansi, tribu que habitaba el norte de los Urales, significa “la montaña de los muertos”), a 10 kilómetros de Gora Otorten. Allí es dónde colocan el campamento. Durante el camino siguieron una ruta de un cazador de ciervos mansi, que había marcado el camino el día anterior. Estas fotos fueron las últimas que sacaron una vez instalado el campamento, se les ve muy alegres y tranquilos.
Lyudmila, Rustem, Nicolás y Zinaida.
Según los cálculos realizados y las previsiones del equipo, llegaron al lugar el 1 de febrero. Todos murieron durante la noche.
La fecha prevista de regreso era el 11 de febrero. Una vez hubieran llegado al campamento de Vizhai, tenían previsto envíar telegramas a sus parientes anunciando el éxito de la misión. Al transcurrir más de una semana y no tener noticias de los jóvenes, las familias piden al Instituto Politécnico que comience su búsqueda. El rastreo empezó el 21 de febrero, pero no tardan en darse cuenta de la complejidad del rescate y se pide ayuda militar y civil.
Un compañero del Instituto Politécnico de los desaparecidos, Mikhail Sharavin, encabeza el grupo de rastreo. Al equipo de búsqueda se unen dos aviones y un helicóptero. El 25 de febrero, un avión militar que sobrevuela la zona encuentra los restos del campamento.
El equipo de rastreo se dirige al lugar. Al llegar, encuentran el campamento abandonado en la ladera oriental de la montaña, conocida como la zona 1079, Kholat-Syakhl o Montaña de los Muertos, según con quien hables, militares, senderistas o tribus de la zona. La ladera occidental de la montaña es famosa por los aludes que allí se producen con facilidad, pero esa noche no hubo ninguno.
Descubren una tienda de campaña cubierta de nieve y destrozada. Dentro no hay rastro de los chicos, pero sí todas sus pertenencias, ropa y zapatos incluidos. Rodeando a la tienda hay numerosas huellas de pisadas, de al menos ocho personas, unas descalzas, otras con un solo zapato, sin un rumbo claro, más bien caótico.
Del grupo de pisadas surge una hilera en dirección noreste, descendiendo hacia el bosque, que al menos siguieron dos personas. El equipo sigue el rastro.
Sharavin explora la zona y cerca de los árboles encuentra lo que parece ser los restos de una hoguera o un fuego improvisado, a apenas 500 metros de la tienda.
Y allí mismo, junto a un árbol, encuentran los dos primeros cadáveres, se trataba de Krivonischenko y Doroshenko, los dos descalzos y en ropa interior, pese al frío que hizo esa noche. Los dos estaban cubiertos por ramas caídas del árbol llenas de nieve. El fuego había quemado las ramas del árbol hasta casi los cinco metros.
Cuando el forense investigó el tronco, vio que estaba cubierto de trozos de piel y carne humanas. Los cadáveres tenían las manos destrozadas, por lo que se supone que intentaron trepar desesperados, cediendo las ramas a su peso. No había rastro de ningún animal, pero algo tuvo que aterrorizarlos hasta tal punto de hacerles salir corriendo de la tienda sin vestirse e intentar subir a un árbol desollándose las manos.
Cerca del lugar, a unos 270 metros y en dirección a la tienda de campaña, encontraron el tercer cadáver, el del líder del grupo,Igor Dyatlov . Su encuentro no es menos sorprendente, estaba tumbado boca arriba, con la cabeza en dirección a la tienda, en una mano sujetaba una ramita, y con el otro brazo se cubría la cara, protegiéndose.
180 metros más adelante en dirección a la tienda, encuentran el cadaver de Rustem medio cubierto por la nieve, de cara al suelo y con una fractura de 17 centímetros en la cabeza.
Cerca hay restos de sangre, los siguen y encuentran a Zinaida, la que más se acercó a la tienda después de haber huido. La sangre no se pudo comprobar que fuera suya, pero no parecía serlo.
Las sorpresas no acababan aquí. Al examinar la tienda, comprobaron que estaba hecha jirones, pero los cortes no se produjeron desde el exterior, sino desde el interior de la misma, por lo que fueron los propios chicos los que en un intento desesperado de huir, rasgaron la tienda.
Entre los restos de la tienda junto a la ropa encontraron sus diarios y varios royos de película sin revelar, de los que salieron parte de las fotografías mostradas. Lástima que no hubiese filmación en vídeo, porque la historia recuerda a películas tipo bruja de Blair.
El resto del equipo no apareció hasta que se produjo el deshielo. El cuatro de mayo aparecen los restos de los desaparecidos en un barranco de unos cuatro metros de profundidad, bastante cerca del árbol donde encontraron los dos primeros cadáveres. A diferencia del resto de sus compañeros, que aparecieron en ropa interior, éstos estaban vestidos, pero con prendas al azar. Todos los cuerpos sufrían graves daños. Lyudmila tenía fracturas simétricas en las costillas con hundimiento de la caja torácica a la altura del corazón. Zolotarev tenía rotas las costillas del lado derecho. Thibeaux tiene el cráneo aplastado y de Alexander Kolevatov no se dice mucho, salvo que estaba allí.
Pero esto no es todo, al examinar el cadaver de Lyudmila, la cabeza estaba echada hacia atrás (con la fractura en el torax le costaría mucho respirar), la boca muy abierta y sin lengua ni la carne que recubre la cavidad bucal. Respecto a la ropa, el pie de Dubinina fue envuelto en una pieza hecha jirones del pantalones de lana Krivonishenko y Zolotaryov llevaba el sombrero de piel sintética Dubinina y su abrigo.
Durante los funerales, fueron varios los familiares que afirmaron que la piel de los fallecidos era de un extraño color naranja, y su cabello se había vuelto gris. Además, se encontraron mediciones altas de radioactividad es varias prendas analizadas, que aunque en posesión de otros, pertenecían a Lyudmila.
¿Y a qué conclusión llega el equipo forense?
Según el estudio de los cadáveres todos murieron de hipotermia, algo lógico al encontrarse a 20 º bajo cero. Las fracturas de Lyudmila, Zolotarev y Thibeaux eran mortales, pero no se descarta la hipotermia como causa final o acelerante.
Nadie sabe qué ocurrió aquella noche , pero paradójicamente, el caso está documentado al detalle. De las fotografías tomadas por el propio equipo y sus diarios, se pueden reconstruir todos sus pasos. Se les ve felices y sin ningún problema que les afecte al llegar al lugar donde acamparían. Comieron de 18.00 a 19.00, como demuestra el contenido de los estómagos, y la comida sin digerir indica que el incidente y la sucesiva muerte de los nueve se produjo entre los intervalos que van desde las 21:30/23:30 del 1 de febrero y las 01:30/02:45 de la madrugada del 2 de febrero.
Fue en el primer intervalo de tiempo cuando se produjo lo que los investigadores llaman “evento desconocido”, algo que les produce tanto miedo que les impulsa a romper la tienda para huir colina abajo casi sin ropa, señal de que el peligro que les acechaba en la tienda era más temible que morir de frío.
Se dispersan en tres direcciones distintas en tres grupos, pero se las apañan para reunirse cerca del árbol donde encienden el fuego. Un fuego puede atraer a aquello que les asusta, que sigue en la tienda porque no regresan a ella, pero se están muriendo literalmente de frío.
Llegados a este punto se barajan tres hipótesis de por qué Krivonischenko y Doroshenko se suben al árbol, la hipótesis de buscar protegerse de algo pierde fuerza, o bien intentaban conseguir más leña para la hoguera o alcanzar un punto de visión de la tienda, ladera arriba, para ver si podían volver. Al estar congelados, tal vez ni notasen que se destrozaban las manos. Ellos dos son los primeros en morir de frío, probablemente sus compañeros les cubren con las ramas, y el grupo vuelve a separarse. Dyatlov, Rustem y Zinaida deciden acercarse a la tienda, pero van cayendo sucesivamente. Los tres mueren de hipotermia, aunque Dyatlov parece protegerse de algo o alguien y Rustem presenta una herida en la cabeza.
Los cuatro restantes se esconden, en este momento pueden sufrir las lesiones que el forense compara con un accidente de tráfico. Lesiones extrañas, ya que dañan el interior pero no producen ninguna lesión ni hematoma externo, aunque no es de extrañar debido a la congelación de los cuerpos. Cayeron por el barranco o se refugiaron en él. Una caída podría provocar los daños, aunque la altura es mínima, pero ellos ya estaban en malas condiciones. El primero en morir es Thibeaux, le sigue Lyudvina, que ha hecho girones los pantalones de Krivonischenko, ya muerto (lo que justifica que apareciera en ropa interior) para cubrirse los pies. Cuando ella muere, Zolotarev se pone su gorro y su abrigo, aunque no le sirve de mucho porque es el siguiente en fallecer. Kolevatov es el último en morir de hipotermia. Probablemente fue él el que cubrió a su compañero con el abrigo de la fallecida.
Monumento a los fallecidos en el cementerio de Sverdlovsk.
¿Qué pudo aterrorizar a un grupo de nueve personas, acostumbrados a acampar en parajes extremos, y con una gran fuerza física?. No eran colegiales de campamento con miedo a la oscuridad.
El hecho de que no llevaran ropa también es extraño, porque aun refugiados en la tienda de campaña, con una temperatura tan baja ningún experto se quitaría la ropa. Su comportamiento parece un ataque de histeria colectiva, pero al analizar sus pasos, se aprecia que eran completamente conscientes de lo que estaba ocurriendo, son capaces de reunirse después de la huida, se mantienen juntos o en grupos y hasta son capaces de encender una hoguera en la nieve.
Otro dato curioso es que un ayudante del forense aseguró que fueron 11 los cadáveres encontrados, pero los otros dos desaparecieron inmediatamente.
No tardaron en circular diversas hipótesis, desde las más descabelladas a las que parecen más razonables. El caso tuvo mucha publicidad por tratarse de nueve jóvenes, pero se cerró con otra incógnita más: los nueve esquiadores murieron por “causa mayor” o “fuerza sin identificar”, según el ejército ruso, que cerró el paso de la montaña durante tres años. El mismo que ahora lleva el nombre del jefe de la expedición, paso de Dyatlov, donde una placa recuerda a los nueve fallecidos.
Las preguntas son muchas, las respuestas más, pero ninguna da una explicación satisfactoria.
http://ccoo-chilecomparte.blogspot.com.es/2012/11/la-montana-de-los-muertos-25-de-enero.html

No hay avance sin miedo

Una colaboración de MJM

¿Crees que eres la única que tiene miedo?

¿Piensas que las personas que admiras no lo tienen?
Quiero que sepas que este artículo me lo dedico a mí también.
Cuando alguna persona me dice que tiene miedo le digo: “Bienvenida al club, aquí la presidenta…”
Tengo el gusto de confesarte que yo también tengo miedo. Tengo miedo cada vez que me propongo avanzar, tengo miedo cuando voy a hacer algo nuevo, tengo miedo al ir a conseguir un objetivo, tengo miedo de luchar por mis sueños.
Si lo piensas bien, es la manera de crecer y mejorar. Si no tuvieras miedo significaría que todo lo que haces no te cuesta, te resulta fácil, lo dominas, lo conoces…
Entonces, ¿dónde está el avance, el crecimiento, el reto?
El miedo es parte de la vida, parte del camino. El verdadero sentido de la vida es tener metas, querer ser mejor, proponerse avanzar. El miedo está presente y la recompensa la encuentras una vez que lo has superado.
Sé que estás pensando que qué fácil es decirlo ¿verdad? Tienes razón, es fácil de decir pero difícil de hacer. Quiero decirte que si empiezas a enfrentar tus miedos verás como poco a poco saldrá la persona valiente que llevas dentro. Todos la tenemos.
¿A qué tenemos miedo? Tenemos miedo a lo desconocido, a fracasar, a triunfar, al qué dirán, a merecer el premio, al cambio.
Tengo una noticia que parece mala pero es genial. Y es que una vez que has superado un miedo y creces, el seguir avanzando supone un miedo quizá mayor. Es mala pero a la vez estupenda porque si te conviertes en “come miedos” te “comerás el mundo”.

TE PUEDE AYUDAR pensar qué es lo peor que te puede pasar si te enfrentas a tus miedos.
TE PUEDE AYUDAR pensar qué puedes perder, qué puedes ganar.
TE PUEDE AYUDAR preguntarte si merece la pena conseguir lo que quieres, si te va a llevar hacia donde quieres.
TE PUEDE AYUDAR pensar que no es tarde; que aún puedes; que mientras estés viva, tengas ilusión, ganas de disfrutar y de conseguir lo que quieres, merece la pena intentarlo.
TE PUEDE AYUDAR reconocer que un intento tras otro ha llevado a los valientes a conseguir sus metas.
TE PUEDE AYUDAR creer que no eres menos que nadie, creer que si otros pueden tú también.
TE PUEDE AYUDAR conocer las historias de las personas que admiras y saber que están donde están porque también vencieron miedos, se atrevieron, se arriesgaron. Pero no se rindieron.
TE PUEDE AYUDAR empezar a moverte, a ir hacia donde quieres, a poner de tu parte, a dejar la apatía a un lado. Verás cómo empiezan a ocurrir cosas inesperadas y sorprendentes. Es el Universo acompañándote.

Aprovecha la próxima vez que tengas miedo para enfrentarlo. Cuando lo superes te preguntarás por qué no lo hiciste antes… Porque tenías miedo.

http://entrenandoapapas.blogspot.com.es/2012/11/no-hay-avance-sin-miedo.html

La Historia de Findhorn -Recopilación de Iván Santandreu

Findhorn es una bahía azotada constantemente por vientos fríos sobre una “tierra” que consiste principalmente en arena y grava. En palabras de los protagonistas de esta historia, “un lugar extremadamente feo” y que fue transformado en un vergel gracias a la ayuda de los ángeles. Una historia real que parece sacada de un cuento de hadas y que ha sido documentada por la BBC y The History Channel.

Eileen y Peter Caddy, junto a Dorothy Maclean, habían seguido durante muchos años, en forma individual y como grupo, un camino espiritual disciplinado bajo la guía de Sheena Govan, y se habían entrenado específicamente para seguir la voluntad de Dios. Ellos llegaron por primera vez al noreste de Escocia, en 1957, para administrar el mal conservado Cluny Hill Hotel, en el pueblo de Forres; lo que hicieron con un éxito notable.

Eileen recibió una guía interior en sus meditaciones, que ella llamó “la tranquila y pequeña voz del interior”. En el hotel, Dorothy y los Caddy vivieron y trabajaron en estrecha proximidad y practicaron una vida de acuerdo con su guía interior. Peter administró el hotel según esta guía, siguiendo al pie de la letra las instrucciones de la “voz”, con una confianza plena. De esta forma tan poco ortodoxa, el Cluny Hill se convirtió rápidamente en un próspero y exitoso hotel de cuatro estrellas. Sin embargo, después de varios años, se dio término al contrato de Peter y Hielen; y con poco dinero en el bolsillo y sin tener ningún lugar a donde ir, se trasladaron con sus tres pequeños hijos y con Dorothy a un estacionamiento de casas rodantes en la cercana aldea costera de Findhorn, a un lugar que ellos despectivamente llamaban “el vertedero” cuando trabajaban en el prestigioso hotel de cuatro estrellas.

Meditaban separadamente y juntos cada día, prestaban atención a cualquier intuición interior y actuaban según lo que parecía razonable, a pesar de que no tenían la menor idea de a dónde les conducía. Tanto Peter como Dorothy continuaron entrevistándose para conseguir empleo, los cuales extrañamente no resultaban. Peter y Dorothy quedaron definitivamente cesantes.

El Huerto

Alimentarse con el subsidio de desempleo era difícil, así es que Peter, sin conocimiento alguno de horticultura, decidió empezar a cultivar verduras alrededor de la casa rodante. La tierra en el estacionamiento de remolques estaba seca y cubierta de arena, pero él perseveró. La voz interior de Eileen continuó diciéndoles que iban por buen camino, y ellos siguieron pensando que su estancia en Findhorn pronto se acabaría. ¡Dios seguramente les proporcionaría buenos trabajos y un lugar decente para vivir!

Dorothy trabajaba en el huerto desde temprano por la mañana hasta que se hacía de noche, igual que Peter. Ella también continuó meditando (siempre anotando sus percepciones interiores), tiempo en el cual empezó a recibir mensajes de estar preparada: “Mantente preparada, Mi niña, y alerta para Mis avisos. Espera ideas nuevas…”

Entonces, el 8 de mayo de 1963, ella recibió el siguiente mensaje: “Uno de los trabajos para ti, como Mi niña libre, es el sentir las fuerzas de la Naturaleza, tal como el viento. Siente su esencia y su propósito para Mí, y sé positiva y armoniza con esa esencia. No será tan difícil como tú te imaginas, porque los seres de estas fuerzas estarán contentos de sentir un poder amistoso….”

Mientras que Dorothy pensó que esto era una buena excusa para irse y gozar de las caminatas en la Naturaleza, Peter entendió inmediatamente que esta guía se podría utilizar para ayudar con el huerto. Como él tenía poca experiencia en cuestiones de horticultura, estaba abierto a sugerencias, y ciertamente recibirlas como consejos de la Naturaleza parecía posible. Pronto Dorothy recibió el siguiente mensaje durante la meditación:

“Sí, tú deberás cooperar en el huerto. Comienza pensando sobre los espíritus de la Naturaleza –los espíritus de más alta iluminación de la Naturaleza- y sintoniza con ellos. Eso será tan excepcional como atraer su interés hacia aquí. Ellos estarán encantados de encontrar algunos miembros de la raza humana ansiosos por recibir su ayuda. Ese es el primer paso. Por espíritus más altos de la Naturaleza, me refiero a aquellos tales como los espíritus de las nubes, de la lluvia y de los vegetales. Los espíritus individuales más pequeños de la Naturaleza están bajo su jurisdicción.”

Dorothy descubrió que ella era capaz de contactarse intuitivamente con los ángeles de las plantas (devas), quienes le dieron instrucciones de lo que debían hacer para obtener el mayor rendimiento de su inexperto jardín.

La Historia Contada por Dorothy Maclean

“Así comenzó un desarrollo cotidiano de comunicación con las fuerzas detrás de la Naturaleza. Peter, por supuesto, intentaría hallar por sí mismo la razón por la que una planta funcionaba mal; pero cuando no la encontraba y no sabía qué hacer, me daría las preguntas. Entonces, yo armonizaba con el espíritu del vegetal en cuestión para buscar la respuesta. Habiéndolo ya hecho una vez, no podía usar como excusa que se trataba de un imposible. En realidad, ahora me doy cuenta de que la creencia en la propia limitación es el mayor obstáculo para el logro de algo. De modo que las circunstancias, valiéndose de Peter como hábil instrumento, continuaron forzándome a volver hacia las fuerzas de la Naturaleza.

“Por ejemplo, teníamos dos hileras plantadas de porotos enanos. El primer lote no prosperó, mientras que el segundo se presentaba prometedor. La esencia espiritual de los porotos enanos me dijo que el primer lote había sido sembrado a demasiada profundidad y antes de que el suelo tuviese suficiente nutrición; pero que el otro iba bien y se estaba trabajando en él.

“Durante los dos primeros años, hasta que nos familiarizamos con esta concepción poco habitual de la horticultura, Peter hacía preguntas con frecuencia. No obstante, él actuaba de inmediato según le era sugerido. De no haber sido así, creo yo, la cooperación no habría continuado.

Ángeles y Devas

“En cuanto a quiénes eran estos seres de la Naturaleza, rápidamente comprendí que cada uno de ellos no era el espíritu de la planta en particular, sino el ser superior luminoso de la especie. Descubrí que el ser que estaba detrás de la arveja contenía en su conciencia el plan arquetípico de todas las plantas de arveja del mundo, y velaba por su bienestar. Obviamente, tales seres deben funcionar en otras dimensiones además de nuestras tres, pero mi contacto telepático previo me había familiarizado con ese concepto. Un conocimiento ligero de la literatura teosófica, junto con mis impulsos interiores, y la tremenda pureza, alegría y alabanza que emanaba de esos seres, me llevaron a la conclusión de que eran algún tipo de ángeles. Como la palabra ángel poseía en mi mente una imagen muy limitada y estereotipada, contraria a la impresión de levedad, libertad y carencia de forma que daban estos seres, decidí denominarlos en general como devas, palabra sánscrita que significa “aquél que brilla”. Sin duda, esa palabra era usada con frecuencia en la India, pero no le resultaba trillada o convencional a mi mente.

“Durante varios años, la huerta ocupó todo nuestro tiempo y energía. Peter actuaba instantáneamente según los consejos impartidos por los ángeles y pronto contamos con una buena provisión de vegetales para que Eileen los cocinara. Se introdujeron muchas variedades diferentes, incluidas algunas que nunca habíamos visto antes. Al agregar constantemente abono, la arena comenzó a transformarse en tierra fértil. Era una tarea muy intensa. Muy pronto, todo el terreno alrededor de la casa rodante estaba cultivado, así como la ladera de la hondonada, en la que hicimos terrazas. Plantamos hierbas y las probamos en nuestras ensaladas cotidianas. Iniciamos una plantación de manzanas y de grosellas. Antes de colocar cada manzano, removíamos más de veinticinco carretillas llenas de arena y piedras, reemplazándolas con igual cantidad de arena y abono. Afortunadamente, los arbustos de grosellas requerían menos trabajo. Acarreamos, literalmente, toneladas de arena.

“Comenzamos a tener excedentes suficientes para venderlos a otras personas en el estacionamiento de casas rodantes. Los horticultores del mercado local tenían tan alta opinión de nuestras plantas jóvenes que hasta empezaron a comprárnoslas.

“El resultado de trabajar con la Naturaleza fue asombroso. Los vegetales eran vibrantes, deliciosos y abundantes, con algunos que crecieron hasta tamaños extraordinarios ¡inclusive una coliflor de 18 kilos! Con el tiempo, los árboles frutales prosperaron, como así lo hicieron innumerables hierbas y flores, muchas de las cuales eran típicas de climas más cálidos y de tierra ciertamente mejor.

“Nos sentíamos complacidos y agradecidos por la buena producción que, en nuestra ignorancia, no podíamos evaluar. Cuando visitamos el Castillo de Cawdor, cuyas grandes huertas amuralladas habían sido bien atendidas por un equipo de horticultores profesionales durante siglos, y que se abrían al público una vez al año, vimos que nuestros vegetales y frutas eran más sanos que los suyos. Comenzamos a comprender que la efectividad de este trabajo de cooperación con los devas estaba más que demostrado.

“A requerimiento de Peter, el Consejo de Horticultura Provincial vino a analizar el suelo. Declaró que, como todo el suelo del distrito, carecía de ciertos componentes; pero tomó muestras para estudiarlas. No obstante lo esperado, el análisis no mostró deficiencia alguna: el suelo era perfectamente equilibrado. El Consejero estaba asombrado y simplemente no podía entenderlo; los devas sí, y dijeron:

Sabíamos que esta huerta confundiría a los expertos, porque no es como las otras. Sí, podemos y, en nuestra labor, extraemos lo necesario de la sustancia eterna de la vida. Este proceso se acelera cuando el material que requerimos se halla disponible en una forma fácil de utilizar, es decir, cuando ya ha sido transmutado. Aquí, por supuesto, es donde la cooperación, al poner elementos en el suelo, resulta importante para las plantas.

Este proceso es también más fácil para nosotros cuando su poder creativo fluye hacia la tierra, cuando lo que proviene de ustedes es superior. El ser humano anula nuestra labor, no sólo por los venenos que pone intencionalmente, sino también por las diversas maneras en que quiebra las leyes cósmicas con su egoísmo. Cuando todo está más o menos en orden, como en esta huerta, nuestra creación avanza no sólo sin impedimentos, sino aceleradamente.

“Como pensamos que el Consejero no creería en la ayuda de los ángeles ni estaría dispuesto a aceptar su posibilidad, no le dijimos nada al respecto. Pero él, estaba tan impresionado por el resultado del análisis del suelo y el crecimiento de las plantas, que le pidió a Peter que participase en un debate sobre horticultura por la radio de la BBC. En ese programa, Peter atribuyó el éxito de la huerta a los buenos métodos de abono y al trabajo duro. Pensó que los horticultores escoceses tampoco estarían dispuestos a aceptar la idea de la ayuda angélica.

‘Los antiguos, por supuesto, aceptaban el reino de los espíritus de la Naturaleza sin cuestionarlo, como un hecho de visión y experiencia directos. Los devas y los elementales están trabajando con la ley de Dios en el crecimiento de las plantas. El ser humano está continuamente violándola. Con todo, su deseo es trabajar en cooperación con el hombre, a quien le ha sido dada la tarea divina de cuidar de la Tierra. Por generaciones, el humano las ha ignorado y hasta ha negado su existencia. Ahora, un grupo de individuos conscientemente los invita a su huerta. Literalmente, ellos están demostrando que el desierto puede florecer en una rosa. También muestran a qué paso asombroso puede lograrse. Si esto ocurre tan rápidamente en Findhorn, puede hacerse también en el Sahara. Si suficientes personas pudieran realmente comenzar a usar esta cooperación conscientemente, los alimentos podrían crecer en grandes cantidades en las regiones menos fértiles.’

‘El vigor, salud y florecimiento de las plantas en esta huerta a mediados del invierno, en tierra que es casi arena polvorienta árida, no pueden explicarse con la aplicación moderada de abono, ni tan siquiera con la aplicación de ningún método conocido de cultivo orgánico. Hay otros factores y éstos son vitales…es la expresión práctica de una filosofía que podría ser la forma suprema de la sabiduría… y la libertad.’

“Fue la realidad del crecimiento de la huerta lo que nos convenció de la existencia de los devas. De esto, surgió un nuevo método de horticultura, y una comprensión más profunda de la vida en su totalidad. Aprendíamos de los primeros principios del trabajo grupal la importancia de cooperar no sólo con la Naturaleza, sino también entre nosotros. Estaba la interacción entre lo que las fuerzas de la Naturaleza decían a través de mí, la aplicación que de esto hacía Peter en la huerta, y la orientación de Eileen animándome y confirmando los actos de Peter. Estaba la interacción de nuestras personalidades y, sobre todo, estaba el deseo individual de cada uno de nosotros de movernos con nuestros aspectos más elevados. Aunque ocasionalmente surgiera alguna tensión, estábamos aprendiendo cómo combinar nuestra comprensión práctica en un todo creativo. A medida que Peter se transformaba en un horticultor a través de la práctica, los devas comenzaban a relacionarse más y más como educadores. De la misma forma en que nos enseñaron a ver los aspectos más sutiles de la Naturaleza, nos enseñaron cómo vivir en contacto con los aspectos más sutiles de nuestro propio ser.

 Dorothy Maclean
y su Contácto Ángelico

 

Sí, hablo con ángeles, admirables seres cuyas vidas inspiran y crean todo en la Naturaleza. En otra época y cultura, podría haber sido enclaustrada en un convento o en una iglesia o, mucho peor, quemada en una hoguera como una bruja. En esta época y cultura de escepticismo, es casi seguro que tal afirmación sea recibida con descreimiento burlón o considerada como las divagaciones de una soñadora. Siendo una persona práctica y realista, nunca me propuse aprender a hablar con ángeles, ni jamás imaginé que tales contactos podrían resultar posibles o útiles. No obstante, cuando esa comunicación comenzó a producirse, lo hizo de una manera irrefutable.

La prueba concreta se desarrolló en la huerta de Findhorn, que se transformó en las bases de lo que llegaría a ser la Comunidad de Findhorn. Esta huerta se plantó en arena, en condiciones que ofrecían escasas posibilidades para el crecimiento de otra cosa que no fueran arbustos resistentes y pastos escoceses, que requieren poca humedad y alimento. Sin embargo, mediante un contacto telepático con los seres angélicos que supervisan y dirigen el crecimiento vegetal, obtuve instrucciones específicas y asistencia espiritual.

Aprender a hablar con los ángeles es, en realidad, aprender a hablar con nosotros mismos y con nuestros semejantes de un modo nuevo y más profundo. Es aprender a comunicarnos más abiertamente con nuestro universo y a estar más sintonizados con nuestro papel de co-creadores y participantes en su evolución. Las comunicaciones modernas se han desarrollado maravillosamente y con rapidez en el aspecto físico y tecnológico, pero otras formas de comunicación más profundas y sutiles permanecen aún inexploradas. En pro del futuro de nuestro mundo y de nosotros mismos, debemos comenzar ahora por utilizar esas formas más profundas de comunicación que es, en realidad, una comunión con la esencia, con la alegría y con el poder de la vida.

Hacerlo no requiere técnica alguna. Carezco de métodos fáciles para enseñarles a hablar con los ángeles, o con su yo más profundo, en diez lecciones o en dos fines de semana. En culturas industriales, la gente parece esperar y desear resultados instantáneos, pero la verdadera comunicación surge de nuestro propio ser y de la totalidad de nuestra vida. Es algo en que nos transformamos en el transcurso de nuestra existencia y no algo que aprendemos. Lo que realmente comunicamos es aquello que somos, no tanto lo que podemos expresar con palabras. Comunicarse con los ángeles requiere, en verdad, una actitud particular de totalidad hacia la vida, hacia nuestros semejantes y hacia nosotros mismos.

Afirmo que cualquiera de nosotros puede hablar con los ángeles. El hecho de que yo, con mis flaquezas y percepciones meramente humanas, haya aprendido a hacerlo significa que el camino está abierto a quienquiera que se proponga modificar ortodoxias y explorar su mundo de una manera nueva. Ello requiere una ampliación gozosa de nuestra visión de la realidad, el estar dispuestos a abrirnos a nosotros mismos y a lo que nos rodea, y a un movimiento consciente para abarcar nuestra totalidad.

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