Hay algo de siniestro -de diabólico decía Freud- en esta repetición puesto que el concepto de retorno de lo idéntico puede definirse como la vuelta de lo mismo, de lo propio disfrazado con los ropajes de la alteridad, de lo otro. Lo que vuelve no es pues lo mismo sino algo íntimo que aparece en la realidad como si fuera un otro, algo que se le parece mucho sin ser exactamente lo mismo, algo asi como un fractal, algo que se presenta de forma autosimilar pero en distinta escala.
Para la psicología la eterna manía de la repetición ha representado y representa aún uno de esos enigmas que se constituyen en verdaderas “patatas calientes” para los investigadores, si descontamos a Freud que elaboró una doctrina explicativa sobre lo que el llamó la compulsión repetitiva el resto de investigadores han ignorado el problema de manera muy parecida lo que ha sucedido con los sueños: sencillamente nadie se interesa por ellos en la neurociencia actual.
La tendencia a equivocarse siempre en la misma dirección, la elección de objetos amorosos inadecuados, la tendencia compulsiva al fracaso o la ruina, la adicción al trauma, los hábitos nocivos, la tendencia a hacer algo a sabiendas que nos perjudica son los representantes conductuales de la compulsión repetitiva, algo de lo que cualquiera de nosotros podemos ser testigos puesto que todos de una manera u otra nos vemos afectados por ese misterio psicológico de la repetición.
Freud desarrolló a lo largo de su vida dos teorías para explicar la repetición de patrones de conducta que tendían a ser -en sus pacientes- destructivas para sus intereses y su salud, la psicología se ocupa pues de los efectos perversos de la repetición aunque veremos más abajo como la repetición es la condición de la causalidad psíquica y que solo cuando lo que repite son contenidos poco saludables es cuando hablamos de compulsión repetitiva. La primera teoría que Freud desarrolló fue la teoría de la represión, en “Recordar, repetir y elaborar” manifiesta que aquellos contenidos que escapaban al flujo psíquico y eludían su descarga en la realidad tendían a constituirse en cuerpos extraños que pugnaban por emerger, la compulsión repetitiva sería como la presentificación en la realidad de aquello que había escapado a la simbolización. Más tarde Lacan postuló la celebre máxima que reza así: “Aquello que no ha sido adecuadamente simbolizado vuelve a aparecer en lo real”. Más tarde Freud volvió sobre el problema en “Más allá del principio del placer”, en ese artículo Freud reconoce que no está todo dicho sobre el asunto contando sólo con la represión y es entonces cuando apela a una instancia psíquica misteriosa y diabólica que para él es constitutiva de lo humano, le llamo instinto o pulsión de muerte. Para el último Freud la compulsión repetitiva era pues un delegado de una pulsión destructiva, tanática que acompaña al deseo y lo envuelve enmascarado detrás del placer, algo estructural en el psiquismo humano e irreductible.
Una de las ideas que conviene recordar acerca de la compulsión repetitiva es que se trata de una instancia antiempirica que se opone a cualquier aprendizaje, es como si el sujeto que se viera apresado por ella estuviera enjaulado por una ignorancia ontológica fundacional acerca de su propia cautividad. Es decir que se vivencia como algo ajeno al propio Yo, algo alienado que viene de afuera y que deja al sujeto en un permanente desvalimiento con respecto a esa fuerza que parece operar al margen de la autonomía que se le supone al Yo. La mujer maltratada que elige a sus parejas precisamente por serlo no es capaz de concienciar que esa clave repetitiva está en algo suyo y no en una confluencia de factores externos debidos a la casualidad, dado que no hay acto volitivo sin intencionalidad es posible afirmar que la mujer maltratada repetidamente no es que sea masoquista como dicen algunos o tenga una “adicción al trauma” que dicen otros sino que hay algo en sus elecciones que siguen un patrón determinado y siniestro: a esa elección es a lo que Freud llamó compulsión repetitiva, en este caso de efectos funestos para la salud o la integridad de la víctima.
Y es ahora cuando conviene salir al encuentro de un concepto que no procede de nuestra tradición psicológica o filosófica sino de la tradición oriental, del budismo más concretamente. me refiero al concepto de karma.
El karma es una de esas palabras que los occidentales hemos adoptado y a la que hemos despojado de su acepción original, como sucede con la palabra yoga (yugo) u otras. Para la mayor parte de la gente karma significa destino o predestinación, una especie de sustituto de nuestras Moiras griegas o del fatum latino. Sin embargo el karmaalude a las leyes de la causalidad psicológica y que los budistas imaginan como una rueda, es decir bajo una concepción cíclica como en nuestra tradición occidental.
El karma explica como nuestros hábitos se perpetuan con el tiempo y la Rueda (samsara) nos ofrece un esquema visual para entender y mostrar como opera la causalidad kármica, sin embargo a diferencia de las tradiciones occidentales la rueda kármica puede sortearse (más abajo veremos cómo) lo que de alguna manera se opone a la fatalidad de la idea del destino y tambien a las ideas filosóficas y psicoanaliticas que descansaban en la idea de la pulsion de muerte o de retorno inexorable de lo idéntico.
En el circulo más externo existen doce nidanas dispuestos como las horas del reloj y si se utiliza la estructura del circulo es para señalar acontecimientos de cualquier duración, un momento o una vida entera y desde la perspectiva budista sucesivas vidas, metafóricamente podemos decir que cada uno de estos doce motivos tienen un carácter fractal: los mismo modelos se repiten aunque modifiquemos la escala de observación, se trata de doce eslabones que ruedan constantemente y donde cada uno de ellos es causa del que le precede y no podría darse sin él. Otro motivo geométrico muy utilizado para ilustrar esta ciclicidad es la espiral que es probablemente una imagen relacionada con el acto de parar la rueda kármica o de alcanzar la sabiduría por la razón de que la espiral es una curva que se aleja paulatinamente del centro lo que es lo mismo decir que elude la causalidad.
Los doce nidanas de la rueda de la causalidad.-
- La ignorancia es el fundamento de toda acción causal kármica, nosotros la llamamos más psicológicamente como ese estado deficitario que nos hace depender de nuestros cuidadores, nuestra indefensión ignorante con la que venimos al mundo y nos condena a la dependencia, en el psicoanálisis se considera que es precisamente este estado de déficit el que causa el segundo eslabón.
- El acto volitivo o apetitos, es precisamente por ignorancia (por la necesidad de nuestra condición) por lo que comenzamos a operar en términos volitivos e intencionales: asi tenemos hambre y recibimos leche, dolor y consuelo, etc. El acto volitivo intencional dejará rastros de por vida en nuestra mente, tal y como sugirió brentano y hussel la intencionalidad es la matriz de todo acto mental por más que muchas veces nos resulte difícil de aprehender precisamente porque determinados actos volitivos se transforman en compulsiones. El concepto de Bowlby, “apego” (attachment, descrito en este post) también se correspondería con este nidana, pero ya veremos como el apego psicoanalitico no tiene nada que ver con el concepto budista que más bien podría traducirse como aferramiento.
Los nidanas 1 y 2 descritos hasta ahora nos determinan sobre todo a través de la ignorancia y la intencionalidad: se trata de los primeros rastros del karma pero por pertenecer al pasado no son susceptibles de poderse modificar.
3.- Los actos volitivos intencionales conducen a la conciencia entendida como conciencia sintiente.
4.- La conciencia sintetiza y organiza las informaciones intencionales y rastros de los primeros estadios que proceden de los sentidos y dota a la experiencia de un sentido psicofisico fluctuando desde los sensorial hacia lo mental pues para los budistas el pensamiento es un sexto sentido. Cuerpo y mente quedan unidos en una unidad.
5.- Los seis sentidos, cuerpo y mente juntos significa poseer seis sentidos y seis conciencias sensoriales con sus respectivos canales.
6.- Contacto o dicho más picológicamente: las relaciones objetales proceden y son causa de los contactos sensoriales que cada uno de los seis sentidos establecen con objetos del entorno. Toda conciencia sensorial tiene su objeto.
7.- La sensación, surge naturalmente del contacto y genera tres tipos de estados, placer, aversión o indiferencia, en la sensación somos -desde el punto de vista cognitivo- arrojados al mundo. La sensación es equivalente al impulso y es la causa del deseo.
8.- El deseo o como dicen los budistas el afán o anhelo, es el eslabón de empalme de la rueda kármica y de la cadena causal, es equivalente a los que nosotros llamamos recompensa- placer o al principio del placer freudiano que divide el mundo en dos partes: lo agradable y lo desagradable. Es en este eslabón donde el individuo puede romper la cadena causal, desde aqui puede cortar la cadena bien mediante la satisfacción o el rechazo o bien puede dejarse llevar hacia el próximo eslabón de la cadena, tambien es posible retroceder en la cadena causal hasta el tercer eslabón: el afán de placer requiere sensaciones sensoriales, para tener sensaciones debe haber contacto con los objetos de los sentidos, para lo que es necesario la integridad de los seis canales sensoriales, para lo que es necesario el organismo psicofisico y la conciencia.
9.- Apego-aferramiento, el apego alude no solo a lo que se desea, a veces un objeto, a veces pertenencias y otras veces al propio Yo, también se refiere cuando el rechazo es el deseo causal al apego de desprenderse de algo. El exceso de apego es la causa -según el budismo- de todos los sufrimientos mentales, de la enfermedad y probablemente también la causa de esa tendencia tan humana a repetir aquello que ya fracasó en otro tiempo u otro instante que pasó sin posibilidad de transformación, en este sentido lo que impulsa a la rueda a girar es la propia causalidad kármica que rueda independiente a partir de nuestra imposibilidad de pararla dando la impresión ilusoria de que se mueve por sí misma. La compulsión repetitiva freudiana se explica en este modelo por un exceso de apego a algo, ese algo es usualmente nuestro propio modelo cognitivo, nuestros condicionamientos, ese rastro que aprendimos en eslabones anteriores y que es en rigor el karma. En este sentido la única manera de librarse de la repetición es deshacerse del apego.
10.- El apego desarrolla inmediatamente una reacción frente al devenir, el apego propone planes, una forma de estar en el mundo que se proyecta en el futuro mientras se vive aun en el presente. El apego propone la ilusión y mueve la rueda hacia adelante por la acumulación de actos volitivos impulsados en primer lugar por la intencionalidad. El devenir es el apego proyectado en el futuro.
Los nidanas 11 y 12 pertenecen al futuro y tampoco podemos hacer nada con ellos tal y como sucedía con los nidanas 1 y 2. La rueda kármica no puede detenerse cuando está situada encima del nidana 11.
11.- Nacimiento, en el sentido de nacer algo nuevo no importa qué, en cualquier caso algo que procede del deseo, que recorrió el apego y se proyectó en el porvenir. Es precisamente en este eslabón cuando algunas personas precisan hacer algo con su cadena causal y es precisamente en este nivel donde la voluntad no puede hacer nada. El individuo tendrá que aprender algo y no volver a “tropezar en la misma piedra”, pero habrá que esperar la próxima vuelta de la rueda, el Kairós de los griegos, la oportunidad.
12.- Porque todo lo que nace muere. Muerte en este sentido puede ser tomada literalmente o como la finalización de una ilusión, como un desencanto o una decepción pero tambien puede ser utilizada en su vertiente de renacimiento, de una nueva oportunidad. Efectivamente sabemos que para que cualquier empresa psicológica tenga éxito antes hay que liquidar las empresas anteriores que fracasaron, retirar nuestros esfuerzos por mantener vivas algunas relaciones con el pasado es la condición -por ejemplo- de establecer relaciones nuevas que vuelven a nacer en la ignorancia. El ciclo ha terminado y comienza otra vuelta iniciada en la ignorancia, en la necesidad y en la dependencia.
En este sentido podemos asegurar que la próxima vuelta de la rueda será tan autosimilar a la anterior como menos presencia consciente haya tenido el sujeto en cada uno de esos nidanas. En este sentido la repetición es la condición de haberse mantenido en la ignorancia mientras la rueda da vueltas y vueltas. Lo que se repite son aquellos contenidos mentales que dirigidos por la ignorancia, la intencionalidad y los distintos aprendizajes derivados de ella hayan conducido inevitablemente a establecer un excesivo apego por los propios condicionamientos. En este sentido adquiere relevancia la frase apolínea del “Conócete a ti mismo” una de las formas de eludir la inexorabilidad de la rueda kármica sin embargo los budistas reniegan tambien de la introspección, no se trataría tanto de conocerse a uno mismo (cualquier forma de Yo es ilusoria) sino de estar presente en todas y cada una de las decisiones que tomamos en las bifurcaciones.
Lo que nos lleva a una de las acepciones fuertes del karma: :aquello que vuelve es el resultado de nuestras acciones en el mundo, no somos demasiado conscientes de ello porque la mayor parte de decisiones que tomamos se producen de una forma acelerada sin darnos tiempo a pensar o sea de forma compulsiva o impulsiva. Pero los responsables de nuestros actos, incluso de aquellos más alineados, somos nosotros mismos. Y estas acciones retornan tanto las buenas como las malas.
Naturalmente este concepto choca con nuestras concepciones asistenciales paternalistas donde suponemos que los sujetos no son responsables de su propia conducta, siempre hay alguna justificación psicológica para cualquier tipo de conducta lo que aliena a los sujetos de forma doble: no es suficiente con su propia no-presencia sino que además el discurso científico le libera de cualquier responsabilidad, algo que sucede usualmente en todos los delitos o faltas. La locura por ejemplo es una elección, algo que hacemos en el nidana 6 a nivel de nuestras relaciones objetales, algo que no queremos ver, algo que obturamos con nuestro apego-aferramiento a nuestro propiokarma, no hay pues nada fatalista en ella, los individuos toman decisiones erróneas o no en cada nidana, y en este sentido me gustaría aprovechar este ultimo suspiro del post para ilustrar por ejemplo lo que le sucede a un individuo cuando tiene que enfrentarse a una emoción frustrante en el nidana 7 por ejemplo. Supongamos que es la ira la sensación que predomina, el sujeto puede hacer dos cosas y de hecho la mayor parte de la gente no se dejan envenenar por esta emoción, no la pasan al acto, sin embargo hay otros que deciden lo contrario para liberarse de esa sensación desagradable y a veces intolerable. Uno puede elegir si tiene presencia y además existe otra opción: el individuo enfrentado a esa bifurcación puede transformar la envidia o la codicia en generosidad, la agresión o la rabia en compasión.
El libre albedrío existe en todos los eslabones de la rueda kármica exceptuando aquellos que están en el futuro o en el pasado y somos por lo tanto responsables de lo que nos pasa hoy pues fuimos responsables de lo que hicimos ayer, aunque saliéramos bien parados.
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