Una colaboración de La lunbagatuna
Una colaboración de La lunbagatuna
Una colaboración la lunagatuna que nos muestra no solo la información del artículo sino donde está recogido La Biblioteca Digital Mundial, una fuente de documentación al alcance de todos. http://www.wdl.org/es/
El Códice Techialoyan de Cuajimalpa es uno de los códices Techialoyan: una denominación genérica con que se conoce a un grupo de documentos producidos por el mismo equipo de personas en una amplia área del centro de México, principalmente entre 1685 y 1703. El códice describe una solemne reunión de autoridades del pueblo de San Pedro Cuajimalpa, hecha para confirmar los límites territoriales de la ciudad, los parajes que comprendía, los barrios que la integraban y los pueblos que le tributaban. El objetivo de esta ceremonia, fusión de las antiguas prácticas culturales de origen mesoamericano y europeo, era la legitimación de la posesión de la tierra.
Texto y pictografía se complementan, y aparecen las firmas de los principales presentes. La iconografía es rica en representaciones de vegetales, arquitectura y personas, tanto indígenas como europeos. El pueblo de San Pedro Cuajimalpa utilizó a lo largo de su historia este documento para sustentar el derecho a la posesión de sus tierras, derecho que conservó hasta 1865. En ese año, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota visitaron el convento del Desierto de los Leones y los pueblos vecinos, donde conversaron con los pobladores. A raíz de este encuentro, los pobladores de Cuajimalpa presentaron el documento ante un juzgado para su traducción (del náhuatl al español) y su autentificación, que realizó ese mismo año el paleógrafo Francisco Rosales.
A fines del siglo XVII, la población indígena de México había crecido e intentaba recuperar aquellas tierras absorbidas por haciendas, ranchos o por otros pueblos, y el gobierno virreinal buscaba mecanismos para regularizar la posesión de la tierra. Los documentos indígenas se utilizaban como documentos probatorios de la antigüedad de los pueblos y la legítima posesión territorial. A los pueblos les interesaba demostrar que eran cabeceras (y no poblaciones sujetas a estas) y fundaciones antiguas, con límites establecidos antiguamente.
Existen cincuenta ejemplares del tipo Techialoyan. Muchos de estos documentos están escritos con tinta de origen europeo y en lengua náhuatl, escrita con caracteres latinos con letra grande y poco refinada, a menudo sobre papel amate. Los elementos iconográficos se repiten entre uno y otro ejemplar y, en su mayoría, fueron plasmados con una pintura densa tipo acuarela. Entre las imágenes que aparecen con mayor frecuencia están los indígenas, las iglesias, las colinas y la vegetación. Los textos también se repiten en muchos de los documentos, aunque en cada caso hacen referencia a un pueblo en particular.
Los asentamientos que encargaban la elaboración de un códice Techialoyan cuidaban que en este quedase plasmada la información esencial sobre la fundación y la historia de su pueblo. Es por eso que contienen menciones o pinturas sobre tierras agrícolas y de monte, elementos geográficos que marcaban los límites de las propiedades, e información sobre los caciques y principales fundadores o representantes, y el tamaño de los asentamientos y barrios. Actualmente, el Códice Techialoyan de Cuajimalpa está en el Archivo General de la Nación de México, Colección Tierras, volumen 3684, archivo 1, fojas 1-27.
Yo, libre: Un viaje al instante presente” es una película consciente que acompaña al espectador a mirar su vida y su forma de ver el mundo. Hemos olvidado algo que siempre hemos sabido y ahora es el único momento para recordarlo. De la mano de Sergi Torres y David del Rosario, surge esta invitación a reflexionar acerca de nosotros mismos y a darnos cuenta del inmenso potencial que ocultamos debajo de nuestras creencias.
Ventana externa
“La caza de brujas está relacionada con una nueva división sexual del trabajo que confinó a las mujeres a los muros del hogar”
“Trataban de pasarlo lo mejor posible, regalándose una fiesta tras otra sin pensar en el futuro”, escribe Federici.
Al descender bruscamente el número de trabajadores, la gente empezó a desafiar el poder de los señores feudales.”La mezcla de población diezmada y abundancia de tierras hizo que las amenazas de los señores dejaran de ser efectivas. Los campesinos podían moverse libremente y hallar nuevas tierras para cultivar”.
La aristocracia terrateniente y los nuevos Estados contraatacaron con una serie de medidas que sentaron las bases del capitalismo en los siguientes tres siglos.
“Tengo una amiga que volvió de Ghana hace poco y me explicó que, por la noche, en la televisión, hacen unos programas donde te enseñan cómo reconocer a una bruja. Hay un documental muy interesante que salió el año pasado, llamado The Witches of Gambaga, que habla sobre los campos de brujas que hay al norte de Ghana, donde viven mujeres que han tenido que dejar sus pueblos e ir a vivir allí, acusadas de ser brujas, porque sino las hubieran matado. Estos campos están financiados por el gobierno, y cuando han pasado unos años, en algunos casos, las dejan volver a sus pueblos, pero a otras muchas las matan. Pero no sólo es Ghana, es también Tanzania, Kenya…”
“Y voy a poner un ejemplo: el Banco Mundial ha llevado a cabo una campaña para mostrar que la agricultura de subsistencia es causante de la pobreza.” “La agricultura y el comercio de subsistencia significan la diferencia entre la vida y la muerte para centenares de miles de millones de personas.” Pero, en la lógica capitalista, “la tierra sólo es buena si se sitúa bajo el control de los bancos y de las relaciones monetarias”
Es lo que ha sucedido con los microcréditos: “Los préstamos se otorgan a grupos de mujeres -vecinas, amigas- que antes eran un sistema de apoyo mutuo. Así que cuando les dan un préstamo al grupo, cada una de las mujeres es responsable. Si tú no pagas, yo te voy a perseguir, voy a ser la que te vigile y persiga. Así, has pasado de ser parte de mi grupo de apoyo a mi policía. Incluso se ha mostrado en muchas casos como esta es la causa del incremento de violencia entre mujeres porque cuando una no paga el resto van a ir a su casa, a criticarla e, incluso, a darle una paliza. Así que ha habido un incremento de la violencia, incluso de la violencia entre mujeres, como resultado de los microcréditos. (…)
Fuente:
Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria. Silvia Federici.
http://depoliticaehistoria.blogspot.com.es/2012/12/silvia-federici-la-caza-de-brujas.html
http://www.publico.es/culturas/341987/capitalistas-contra-brujas
http://info.nodo50.org/La-caza-de-brujas-revela-aspectos.html
Estimados lectores de maestroviejo:
Hoy se publica un nuevo capítulo del libro
Recuerdo los enlaces de los capítulos publicados:
Es quizás una de las partes más difíciles del despertar, al menos para mí. Como BillQuick dice no se trata de luchar contra el apego sino de desanclarlo de nuestra esencia.
Todo aquello que nos rodea, que nos gusta y que nos define supone un peso que no nos deja avanzar. Supone un impedimento para tener nuevos aprendizajes y evolucionar como ser espiritual.
Solo con pensarlo muchas personas dicen no y renuncian a seguir. Se estancan dejándose inundar por el placer de los sentimientos del apego.
Es fácil, porque nos han educado para ello, rechazar lo malo, lo que va en contra de nuestras creencias, lo que atenta contra nosotros. Sin embargo desanclarnos, del apego es algo para lo que no estamos preparados. De hecho se diría que la sociedad y la cultura conspiran para que en nuestras mentes, la sola idea, se nos antoje mala o dañina.
La libertad del ser desaparece y queda atrapada en una celda muy atractiva pero prisión a fin de cuentas.
Nuestro círculo de confort nos impide llegar a la plenitud de nuestra consciencia y desarrollo.
La mariposa de nuestra existencia necesita volar para ser libre.
Cada ser viviente siente afinidad por aquellas cosas que le resultan familiares y agradables, que le dan una sensación de bienestar o seguridad. Esto es algo absolutamente comprensible y normal. La familia, el trabajo, la comida, la cultura, los amigos, están intrínsecamente ligados a nuestra propia identidad. Son factores que nos acompañan desde el momento del nacimiento hasta el día de la muerte, convirtiéndose, gradualmente, en parte integral de nosotros mismos. Prescindir de ellos resulta impensable, tan impensable como arrancarnos la propia piel.
El término “apego” designa aquello de lo que no queremos separarnos bajo ningún concepto, aquello a lo cual nos aferramos a toda costa, eso que estaríamos dispuestos a defender, en algunos casos, con la propia vida.
La mayoría de nosotros no hemos profundizado lo suficiente en este asunto. A menos que hayamos reflexionado mucho a raíz de una pérdida significativa, lo más probable es que no nos hayamos hecho conscientes de la existencia, alcance y profundidad de nuestros apegos.
Nos apegamos a cualquier cosa, sin siquiera darnos cuenta de ello: Un punto de vista (yo creo que; estoy seguro de que…cualquier cosa), una canción, un programa de televisión, una persona (no puedo vivir sin ti), un deseo (ojalá que…), una mascota y, aunque nos parezca absurdo, a un temor o una preocupación. Cuando no podemos dejar de pensar en algo, cuando nos acostumbramos a quejarnos mentalmente o, a preocuparnos por múltiples causas, nos quedamos “pegados” en un surco repetitivo que tiende a perpetuarse de una manera perversa. Puede que el motivo de la preocupación cambie, pero el hecho de preocuparse se convierte en un hábito del cual no podemos zafarnos, lo cual no es sino otra forma de decir que se ha convertido en parte de nosotros, o sea, un apego.
Y si no, basta con observar lo que sucede cuando un estímulo irrumpe en nuestro campo visual o auditivo: en seguida nuestros sentidos, conjuntamente con el pensamiento, se abalanzan sobre él como un pulpo hambriento sobre su presa.
Si vemos una muchacha bonita en la calle u, oímos una conversación, nuestros tentáculos mentales se adhieren a ellos con una tenacidad inusitada. Hasta el punto de que, si algo interrumpe la percepción del estímulo, nos sentimos molestos, como el pulpo cuando se le escapa la víctima y pensamos ¡Qué fastidio! ¿Por qué tiene que atravesarse justo ahora? ¿No podía esperar un minuto?
Cuando estamos escuchando música o, realizando cualquier actividad y, somos interrumpidos, nos molesta tener que dejar de lado lo que estábamos haciendo para prestar atención a la nueva situación.
Y, si respondemos con impaciencia e irritación ante estímulos casuales y sin importancia, ¿Cómo no lo haremos cuando nos deje la novia o nos roben el carro?
No hace falta entrar en detalles. El caso es que estas reacciones de frustración y rabia ante la pérdida, ocurren porque estamos a-pegados (adheridos a… x). Y, así como estamos a-pegados al carro, es inevitable que nos a-peguemos a nuestra reputación, a nuestros hijos, nuestros placeres, opiniones, vicios, prejuicios, etc. y, estemos dispuestos a defenderlos a capa y espada. El apego a nuestra forma de ver las cosas hace que consideremos como “equivocado” a todo el que las vea de distinta manera. Es una identificación enfermiza con todo lo que consideramos “nuestro”.
Aquí, sin embargo, no estamos tratando de establecer juicios de valor. No estamos discriminando entre apegos ´buenos´ y ´malos´. Nos podemos apegar, tanto al éxito, al dinero, la fama, el poder; como a la música, el deporte, la preocupación, el miedo, las drogas y, muchas cosas más.
Estar apegado significa también el miedo inconsciente a perder lo que tenemos o, tener que renunciar a lo que quisiéramos tener. El apego a las cosas, a los sueños y, a la misma vida, nos hace permanecer a la defensiva, porque siempre cabe la posibilidad de que uno u otro nos sea arrebatado por una circunstancia imprevista. Y el que está a la defensiva no puede ser libre. Sus apegos se lo impiden. Está atado a ellos.
No queremos decir con esto que el afecto por la familia o, por una circunstancia o actividad particular, no resulte legítimo. Cada cual debe observar, lo más objetivamente posible, todos sus apegos y, determinar hasta qué punto le privan del tiempo y la energía que podría estar dedicando a su trabajo espiritual.
Por ejemplo: Si decimos que estamos interesados en la práctica espiritual, pero no disponemos del tiempo para ello, lo más probable es que nos estemos engañando a nosotros mismos. ¿Podemos asegurar, con la mano en el corazón, que no estamos dándole prioridad a la televisión, al pensamiento automático, a la divagación, a las actividades sociales , a escuchar la radio, leer el periódico, por encima de nuestro interés espiritual? ¿Que no disponemos en nuestra vida del menor resquicio para dedicárselo a lo más importante de todo?
Cuando realmente nos interesa hacer algo, buscamos la manera de hacerlo, así tengamos todo en contra. Eso implica fijar prioridades, lo que a su vez significa que debemos renunciar a ciertas cosas que consideramos menos importantes, aunque no nos guste. Precisamente eso es lo que nos cuesta. ¿Por qué? Pues simplemente porque nos hemos vuelto adictos a ciertos estímulos y patrones de pensamiento y no queremos dejar de repetirlos. Es más fácil fluir con la corriente que nadar en contra de ella.
Una forma de cazar monos es poniendo algo de comida en una botella amarrada a una estaca. El mono mete la mano dentro de la botella, coge la comida y, cierra el puño. Al cerrar el puño, no puede sacar el brazo de la botella y, como no quiere soltar la comida, llega el cazador y lo atrapa.
Así nos pasa a nosotros. Queremos el mundo espiritual, pero sin soltar el material. Somos tan adictos a nuestras comodidades, opiniones, expectativas, deseos, temores etc., que no queremos renunciar a ellos por nada del mundo. Somos capaces de los malabarismos intelectuales más retorcidos con tal de justificar o legitimar nuestros apegos. Pero es inútil. El mundo espiritual no se alcanza sin poner en ello toda el alma, mente y corazón. Sólo un anhelo semejante es capaz de romper los formidables apegos que nos encadenan al mundo material.
Pero se equivoca el lector/a si asume que estamos hablando de una guerra sin cuartel para destruir el apego a cualquier precio. No se trata de violencia. Se trata de Amor y Comprensión. Si veo claramente que el apego me aleja de aquello que más quiero, dejo de interesarme en él de forma natural, no forzada. Puede que, aún así, me cueste desapegarme de mis patrones habituales de conducta y pensamiento; sin embargo, estaré dispuesto a ese sacrificio con tal de acercarme a mi objetivo prioritario. Es como caminar diez kilómetros para ir a ver a la novia. Es un sacrificio, pero vale la pena.
La buena noticia es que todos los apegos, absolutamente todos, tienen una raíz común: la sensación de ser o, conciencia de estar vivo. Solo un ser consciente puede sentir su separación de las cosas que lo rodean, y percibir su propia vulnerabilidad, vacuidad y, falta de plenitud. Cuando la persona se da cuenta de su propio vacío, trata de anexarse otros objetos (esposa, casa, títulos, pólizas de seguro, etc.), con la vana esperanza de arropar su desnudez emocional y obtener cierto sentido de seguridad o protección duradera. Y así nos vamos apegando a más y más cosas. En lugar de libertad obtenemos dependencia.
El apego a la vida o, instinto de supervivencia, es el padre de todos los apegos y, quizá, el más difícil de identificar como tal. Es la base sobre la cual aparecen todos los demás: identidad personal, nombre, profesión, nacionalidad, religión, status, etc.; aunque no estemos acostumbrados a considerarlos como tales. ¿Quién no está apegado a su nombre, su identidad profesional, su cuerpo, etc.?
Por eso, la adicción más difícil de romper es la identificación con una forma y un nombre. Una vez roto ese apego, todos los demás se desvanecen. Somos Espíritu. La persona que creemos ser es sólo una asociación pasajera con la materia, un hábito, una costumbre, una mentira repetida mil veces, que hemos tomado por la realidad.
Se aconseja escuchar la música mientras se lee el artículo
I URBAN VEGAN FESTIVAL (Daganzo, Febrero 2011)
Buenas tardes, mi nombre es Mª Victoria Simona y vengo a hablaros sobre esta nueva conciencia entre especies.
El punto de vista desde el que os vengo a hablar puede resultar un poco particular, cuando menos poco oído hasta el día de hoy en nuestro país. Es el punto de vista de los animales y demás especies que conviven con nosotros.
Para ello lo mejor será empezar contándoos en qué consiste mi profesión. Soy terapeuta de animales y personas por igual, pero la razón principal por la que estoy aquí hablando hoy es que soy una Comunicadora entre especies, esto es, me dedico a comunicar telepáticamente con individuos de distintas especies, normalmente uno de ellos es un humano… pero no siempre; y también me dedico a dar cursos para que cada vez más gente vaya aprendiendo a comunicarse con otras especies por si mismos, que es lo realmente bello.
Todas esas actividades las auno en un espacio llamado ENTRESPECIES dedicado al desarrollo del lenguaje común a todos los seres vivos, la Telepatía, la comprensión y el respeto así como la sanación entre las diferentes especies.
Vale… ¿y en qué consiste eso de la telepatía entre especies?
Bien, provenientes del griego antiguo el prefijo Tele tiene que ver con distancia, y patía, con sentimiento o sensación. La telepatía es por lo tanto la capacidad de sentir al otro a través de la distancia, sin importar kilómetros, condiciones geográficas, posibles muros o fronteras entre los individuos en cuestión… A través del canal telepático están unidos todos los seres vivos sobre la Tierra, incluida ella misma, por supuesto, que es un magnífico ser vivo, lleno de vida y consciencia, y tremendamente generoso.
La Telepatía no es un don especial vedado a unos pocos especialmente dotados o sensibles, ni mucho menos un superpoder de ciencia ficción, como aún hay quien cree por ahí. Se trata de una capacidad innata a todas las especies, incluido el ser humano, ¿por qué no? Al fin y al cabo somos uno más; esta es una de las características de la telepatía. Se trata de una comprensión consciente e inconsciente al mismo tiempo del otro, de sus pensamientos, su estado de ánimo y de su experiencia, una comprensión tan profunda que uno llega a sentirse el otro.
Y llegados a este punto seguramente hay quien se esté preguntando: ¿cómo es que estoy tan segura de haber establecido dicho contacto y no estar viviendo una fantasía de mi propia creación? Esta es una pregunta estupenda y muy sana que surge cuando uno se plantea la posibilidad de la comunicación telepática y que conviene seguir haciéndose durante nuestros primeros pasos telepáticos, cuando decidimos recuperar esta capacidad y nos ponemos manos a la obra.
La respuesta es que la comunicación se confirma repetidamente por los resultados: los aprendizajes, los cambios de comportamiento como resultado de una comprensión mutua, la tranquilidad, una más estrecha colaboración…Porque como he comentado, la comunicación telepática no depende de la distancia. Depende de la sintonización, de saber con quién estas comunicando, de ser capaz de entender al otro como un igual, identificarte con él, con su individualidad, su espiritualidad, emociones, sentimientos, sus propios valores.
Cuando un ser humano y otro animal trabajan juntos en la comprensión mutua se apela a la nobleza y al respeto mutuo, así es como la armonía y la dignidad sustituyen al temor y su fruto más inmediato, la agresión.
La conexión telepática nos hace sentir, nos hace vivir, la realidad de que somos uno más, uno con todo lo que está vivo a nuestro alrededor. Nos aleja de la idea de estar solos y aislados, como cada día más y más personas se sienten de forma continuada; nos saca de la idea de estar solos en el planeta como única especie inteligente porque comienzas a entender los valores del otro y a contar con ellos al tomar decisiones.
Mediante la expansión de la capacidad telepática se amplía nuestro concepto de vida, comenzamos a entender que hay mucha más vida a nuestro alrededor de la que nos habíamos permitido observar hasta ese momento.
A través de la telepatía se crea un vínculo totalmente distinto a las relaciones neuróticas que a menudo desarrollamos con individuos de otras especies, por ejemplo con nuestras mascotas, (y uso la palabra mascotas conscientemente, por sus implicaciones de propiedad y dependencia).
¿que a qué me refiero? esto lo entendemos muy bien cuando vemos a alguien maltratando a su perro, por ejemplo. Es fácil ver que la rabia acumulada por esa persona no era principalmente por que el perro hizo lo que no debía, porque pisó las flores del jardín que acaba de plantar, o porque se hizo adulto, o algo así. Es fácil entender que eso fue solo la chispa que encendió el polvorín y que fueron sus circunstancias de vida, sus propias frustraciones acumuladas las que crearon toda esa rabia, y que probablemente la pagó con el perro porque lo siente cercano, se identifica con él, proyecta sobre él su rabia y le hace lo que en realidad quiere hacerse a si mismo.
Proyectamos sobre nuestros animales nuestros apegos, anhelos, ansiedades, y ellos, por amor a nosotros intentan satisfacer estas expectativas.
En un caso parecido de maltrato en el que tuve la ocasión de contactar con el perro Maltratado, éste me decía: “él me necesita, es la única manera en la que se permite expresar ese sentimiento. Mientras me pega él se libera y se alinea con quien vino a ser. Tal vez un día pegándome vea que es momento de dar un paso más y dejar de hacer lo que tanta rabia le causa y comenzar a hacer lo que realmente le hace felíz. Me necesita.”
Y hay otros casos, puede que no tan llamativos, pero igualmente neuróticos e insanos, tanto para el animal como para el humano. Nuestro compañero animal siempre querrá echar una mano como sea, estando a la altura…
Hace poco unos amigos aumentaron su familia con un perrito, precioso, simpático y listo. Un perro de raza con un gran pedigrí también, mis amigos fantaseaban con llevarlo a campeonatos de belleza, estaban seguros de que romperían la pana juntos. Sin embargo una semana antes de los campeonatos el perrito siempre enfermaba. Me llamaron para una consulta para preguntar al animal a qué se debía su malestar, resultó que el perrito se ponía enfermo de ansiedad sólo de pensar en las competiciones, no era nada competitivo, y la idea de no estar ala altura le enfermaba. Cambiaron mis amigos sus expectativas y el perrito no volvió a tener recaídas.
El afán de nuestros compañeros animales por ayudar, su deseo de asistirnos sea como sea, incluso a costa de su salud, es lo más parecido que conozco al amor incondicional.
Pero no solo establecemos este tipo de relaciones con nuestras mascotas, también proyectamos nuestras neurosis sobre animales que no lo son y ya de por sí denominamos “salvajes” (¿no hacían eso mismo los romanos en su día cuando todo aquello del Imperio? Ellos también llamaban “salvajes” a quienes vivían fuera de sus fronteras, les costaba identificarlos como seres de su misma especies, incapaces de desarrollar una “cultura” según sus valores). Permitirme que los llame libres, sólo por hoy.
En mis cursos de telepatía suelo hacer una dinámica a través de la cual los alumnos contactan cada uno con un animal que les elige a ellos, a menudo son animales libres, alguno que ni siquiera ha tenido mucho contacto con el hombre en sus vidas. El cambio de las personas en sus opiniones y sentimientos sobre el animal con el que hacen el trabajo es inmediato y a menudo esclarecedor para todo el grupo de cuán infundadas suelen estar nuestras ideas preconcebidas sobre estos animales y los miedos que en ellas se basan.
Una vez caminando por el campo decidí hacer una práctica que me había contado un amigo mío mejicano, que suelen hacer los indios huicholes. Ellos caminan descalzos por el desierto de Sonora incluso en luna nueva. No se preocupan de los cactus, ni de los alacranes, ni las serpientes… consideran que nada puede pasarles teniendo, como tienen, porque se lo trabajan, el corazón limpito.
Total, comencé a caminar campo a través, no descalza, (era invierno en Calatayud) pero sí sin mirar al suelo, confiando, y/o poniendo a prueba el nivel de limpieza de mi corazón. Al cuarto paso, no sé bien si por miedo o por inercia miré al suelo según iba a apoyar el pie, ¡y menos mal!, la serpiente más grande que he visto yo suelta por España estaba justo en el lugar hacia el que se dirigía mi bota. Evité pisarla por los pelos y aún con el susto en el cuerpo me salió del alma pedirle perdón, no telepáticamente, a viva voz “Ay, perdona!”. La serpiente, completamente en guardia, claro, primero por la amenaza de pisada, pero luego porque se trataba de un humano asustado, y eso es sin duda una pedazo de amenaza suelta en la naturaleza, quedó atónita al recibir mi solicitud de perdón, se recuperó con la rapidez de las serpientes, supervivientes natas, y ya relajada se quedó escrutándome con una pregunta que ya me había hecho algún otro animal salvaje antes “¿quien eres tú?”
Tal vez os ayude a entender la trascendencia de ese momento la definición de respeto que un amigo animal me dio una vez. Me comentó que los animales entienden el respeto como una amable mezcla entre tolerancia e interés. Y una amable mezcla entre tolerancia e interés, eso es lo que sentí que la serpiente me enviaba en su pregunta “¿quién eres tú?”Es una buena pregunta, ¿verdad?, desde hace un tiempo procuro hacérmela siempre que tengo un rato.
El caso es que eso es lo que nos encontramos los seres humanos cuando nos decidimos a abrirnos a la comunicación y comprensión por las demás especies, interés y respeto, a menudo también, tanta tolerancia que nos confunde y pensamos que es que no se enteran, “no se han enterado, por eso no hay rencor”… pero se enteran, si se enteran. Es sólo que… hay tanto amor ahí fuera… (fuera de nuestra burbuja). A pesar de los miles de años ignorándoles, utilizándoles como objetos de consumo, considerándonos únicos y especiales cuando lo único que pasa es que hemos decidido no escuchar, en el momento en que nos abrimos a ellos, ahí están, ni rencores ni venganzas, solo interés y tolerancia.
No sé cuántos de aquí han estado cerca de un delfín alguna vez… es una verdadera maravilla, esos animales respiran amor y solo estar cerca de ellos te abre el corazón irremediablemente. A todo el mundo le gustan los delfines… ¿alguna vez os habéis preguntado por qué?… esos animales tienen tanto amor propio, tanto amor a sí mismos, que lo irradian a todo lo que les rodea.
Según vas reconectándote a través de la telepatía con la naturaleza, vas recuperando el amor por ti mismo y por los que te rodean, me refiero a Amor de verdad, del que es eterno e incondicional, no del neurótico que todos conocemos y con el que hacemos canciones desesperadas o tiramos fuegos artificiales según venga el aire.
La relación con los animales que se desarrolla a través de la telepatía es inmensamente distinta a la desesperada condición de dependencia que establecen muchos humanos con sus mascotas, y vamos a aprovechar este momento para decir que los animales prefieren ser llamados amigo animal o compañero animal y evitar las connotaciones de propiedad y dependencia del término mascota. Sólo con este cambio nosotros proyectamos sentimientos más sanos y sobre la relación y es para ellos más fácil encontrar su sitio sin verse envueltos en los desequilibrios de sus compañeros humanos debido a la dependencia y a su profundo deseo de servir y ayudar a éstos.
El animal puede ponerse enfermo cuando trata de curar, limpiar o proyectar las emociones no digeridas de su compañero humano. La falta del suficiente contacto con la naturaleza, de dietas sanas o suficiente ejercicio no les ayuda en el proceso y terminan por sufrir las mismas enfermedades que sus dueños o, a menudo, sufriendo las enfermedades en vez de sus dueños.
Recuerdo una vez en que llamó a mi consulta una mujer para que hablara y tratara a su gato, enfermo del hígado de la noche a la mañana, estaba siguiendo cuidados veterinarios pero quería preguntarle al gato si sabía de donde venía su dolencia y si había algo más, que él supiera, que ella pudiera hacer. Al hablar con aquel gatito, él lo tenía muy claro, su hígado estaba procesando la sobrecarga de ira acumulada por su dueña durante la última semana, pues hacía solo unos días que había sido despedida sin motivo ni aviso previo de la empresa donde llevaba trabajando toda la vida.
Al oír la versión de su gato la mujer, que llevaba desde entonces paralizada por las emociones, negándose la ira, y sin ser capaz de avanzar, reaccionó. Hizo por su gato lo que no pudo en un principio hacer por ella misma, afrontó y encauzó su ira hasta digerir la experiencia como un valioso aprendizaje de vida y el gato se recuperó al mismo ritmo en que ella fue avanzando en su proceso.
Aprender a manejar nuestras emociones aceptándolas y trasmutándolas, permitiendo que se conviertan en energía de aprendizaje no es sólo algo que nos ayude a nosotros mismos, todo está conectado, es una manera de ayudar al mundo, desde luego, de ayudar a nuestros animales.
La naturaleza no está ahí para servirnos, pero nuestra sordera ha propiciado nuestra ceguera, pensamos que si están ahí es porque nos lo hemos ganado. ¿Cómo? pregunto yo. Lo cierto es que la idea de la Naturaleza era justamente la contraria, que los seres humanos pudieran estar ahí y echar un cable a los demás seres vivos, uniendo los diferentes reinos y ayudando (que no manipulándolos).
Se diría que nos hemos perdido y hemos estando avanzando en dirección equivocada, pero los animales celebran que, al menos ahora, nos estamos dando cuenta. Y eso amigos es lo que hemos venido a celebrar hoy aquí, ¿no es así? Lo empezamos a sentir donde comienzan todas las sensaciones, en el estómago, a través de su conexión directa con el corazón, esta es la dirección, y nos estamos poniendo manos a la obra.
Porque aquí, hoy, ESTAMOS MANOS A LA OBRA. Estamos dándonos cuenta, aprendiendo, y disfrutando con ello.
Como un amigo animal me dijo una vez, “la especie humana está floreciendo, sus corazones se están, por fin, abriendo a la vida. Este es un cambio largamente esperado por todos los seres vivos en todo el Universo.”
A menudo, al final de mis cursos los animales que nos ayudan me piden que les diga a mis alumnos de su parte, que son unos valientes, valientes capaces de volver a mirar para entender ¿recordáis la definición animal sobre el respeto?, la capacidad de volver a mirar con una amable mezcla entre interés y tolerancia.
Mi perro Gastby me dijo una vez, “Si quieres conocer a algo o a alguien respétalo y deja que ese respeto vaya convirtiéndose en conocimiento.”
Los animales, en general, me han pedido que diga algo aquí hoy, para todos vosotros.
Ellos querían estar presentes, están felices por una iniciativa como ésta y esperanzados por toda esta gente reunida celebrando unos valores que abren paso a una nueva conciencia entre todas las especies del planeta, una conciencia en la que todas las especies participan, sin miedo a ser explotadas, ni siquiera utilizadas, sino colaborando entre ellas. Una celebración de gente dispuesta a cambiarse a sí mismos para hacer más espacio al Amor en sus vidas.
Estamos viviendo momentos turbulentos, en la especie humana se dan hoy en día muchas distintas conciencias creando juntas. Y los temas que nos ocupan hoy aquí todos los estamos aún aprendiendo a integrar en las diferentes facetas de nuestra vida.
Igual que ocurre con las diferentes especies sobre la Tierra, cada uno de nosotros hemos llegado hasta aquí por caminos distintos, cada uno ha hecho sus elecciones de vida desde sus propios criterios, no necesariamente los mismos para cada uno de nosotros aunque nos hayan reunido finalmente en un mismo lugar. Aunque sí creo que todos los que estamos aquí sabemos por nuestras propias experiencias de vida lo importante que es saber respetar los valores y formas de vida de los que te rodean, todos lo deseamos para nosotros y eso nos capacita para saber hacerlo con los demás.
Incluso en momentos turbulentos como éstos, unos valores de vida basados en el Amor no pueden imponerse a nadie, eso lo sabemos, pero si pueden compartirse; y en eso estamos aquí hoy, compartiéndolos y celebrándolos, creando nuevos espacios para que esto suceda.
Los autores del estudio, publicado por la revista Evolution, proponen asimismo que el altruismo – la protección de los recursos sociales y del bien común a través del castigo a los “tramposos”- no se desarrolló como reacción a la avaricia.
Según los investigadores, el repudio colectivo hacia la codicia se habría originado cuando los individuos egoístas, que competían por el control, comenzaron a anularse los unos a los otros. Con el tiempo, los esfuerzos directos de los personajes más dominantes por contener a sus propios competidores se transformó en un deseo comunal de protección del bienestar propio. Por último, los autores del artículo proponen que un sistema de avaricia y codicia dominante era simplemente más fácil de manejar para nuestros antepasados.
El presente trabajo desafía las teorías dominantes -que señalan que los acuerdos sociales egoístas y altruistas se formaron de manera independiente- al afirmar que ambas estructuras serían fases evolutivas de una misma interacción grupal, publica la Universidad de Princeton en un comunicado.
Andrew Gallup, ex investigador de ecología y biología de la Universidad de Princeton, profesor de psicología del Bard College y segundo autor de la investigación, trabajó con Omar Eldakar, profesor de biología del Oberlin College, y William Driscoll, doctorando en biología y ecología evolutiva de la Universidad de Arizona.
Para probar su hipótesis, los investigadores desarrollaron un modelo de simulación con el que calibraron cómo una comunidad soporta un sistema basado en el castigo al altruismo o en el castigo al egoísmo.
Descubrieron así que el altruismo exige un coste inicial mayor al grupo, en términos de tiempo comunal, de recursos, y de riesgo por represalias por parte de los castigados; así como altos niveles de conocimientos y de cooperación.
Por otra parte, el modelo reveló que estructuras sociales en las que unos pocos actores derrochadores mantienen a raya a individuos similares a ellos condicionarían no solo a estos miembros de la comunidad, sino que además permitirían a otros miembros beneficiarse de dicho control pasivamente.
Al mismo tiempo, los individuos controladores disfrutarían de botines no cuestionados e, incluso, en algunos casos, de la reverencia y el respeto del resto.
Ejemplos naturales y sociales
Los órdenes sociales mantenidos por aquellos que ajustan las reglas se han dado de siempre tanto en la historia humana como en la naturaleza, afirman los investigadores.
Por ejemplo, algunas células cancerígenas evitan la formación de otros tumores, los caballeros medievales saqueaban a los mismos civiles que defendían contra invasores; y los barrios dominados por la mafia italiana tradicionalmente han tenido los niveles más bajos de delincuencia.
Lo que se deriva de estos órdenes, concluyen los investigadores, es un sentido de orden y de igualdad que el grupo finalmente intenta reforzar, lo que a su vez da lugar al altruismo.
Omar Tonsi Eldakar, Andrew C. Gallup, William Wallace Driscoll. When Hawks Give Rise To Doves: The Evolution and Transition of Enforcement Strategies. Evolution (2013). DOI: 10.1111/evo.12031.
En 1992 los geólogos rusos que buscaban oro en la zona de Narda Creek, en plenos Urales, no salían de su asombro cuando descubrieron unas pequeñas espirales metálicas similares a muelles en estratos geológicos muy antiguos.
La noticia apenas fue divulgada, pero pronto se convirtió en el tema de conversación de aventureros, buscadores de oro y geólogos que visitaban las orillas de los ríos Narada, Kozom y Balbanju donde estas extrañas espirales se encontraban por centenares.
Todas ellas guardaban la particularidad de ser extremadamente pequeñas (algunas median menos de 0,05mm y no mas de 3cm) y estaban formadas de cobre y materiales poco comunes como wolframio o molibdeno. Además, no parecían responder a ninguna clase de formación natural.
Imagen cortesía de Luc Bürgin. “Enigmas Arqueologicos” Edit. Timus Mas
Los más escépticos pronto etiquetaron el enigma de las espirales como un fraude. Otros abogaban por que estas piezas no eran más que cristales de wolframio procedentes de la ruta de despegue de los cohetes rusos desde la estación espacial de Plisezk, de tal manera que el tema casi cayó en el olvido hasta unos años después.
Y es que en 1995 la noticia llego a oídos del periodista e investigador ruso Valery Uvarov que organizo una expedición a los Urales junto con la geologa Elena Matveeva con el propósito de investigar este desconcertante misterio. Uvarov y Matveeva localizaron más espirales en un estrato del río Balbanju de 100.000 años de antigüedad compuestas de cobre y wolframio. El wolframio (mas popularmente conocido como tungsteno) es uno de los metales que mas temperatura puede soportar (en concreto 3396ºC) y se usa actualmente para, entre otras cosas, la elaboración de componentes y resistencias eléctricas.
Imagen cortesía de Luc Bürgin. “Enigmas Arqueológicos” Edt. Timus Mas
Tras los estudios que se llevaron a cabo, a instancia de los descubrimientos de Uvarov, en elInstituto de Helsinki, en la Academia Rusa de Ciencias Syktyvka y en el Instituto Central de Investigación de Geología y Reconocimiento de metales no ferrosos y nobles de Moscú (ZNIGRI) se arrojaron conclusiones cuanto menos desconcertantes.
Los estratos de lodo y guijarros, así como la erosión por lavaje que presentaban las espirales situaban su datación en torno al pleistoceno superior (es decir, su antigüedad rondaba los 100.000 años). Por otra parte, la capa vítrea que se había formado alrededor de algunas de ellas indicaba que habían sido sometidas a temperaturas muy elevadas y, además, después del pormenorizado estudio de las espirales con microscopios de las 100 aumentos dieron como resultado que sus anillas guardaban la proporción perfecta del circulo basada en conocimientos del numero Phi.
Así pues, el 29 de noviembre de 1996 Elena Matveeva redacta un dossier con las conclusiones del estudio del ZNIGRI en el cual concluye diciendo: “…con todos los datos expuestos, se plantea la cuestión del posible origen ‘no terrestre’ de los objetos.”(18/485-29.11.96)
Imagen cortesía de Luc Bürgin. “Enigmas Arqueologicos” Edt. Timus Mas
Las teorías al respecto de la naturaleza de estos extraños Ooparts ha disparado todas las hipótesis: ¿un simple fraude?, ¿antiguos componentes de dispositivos electro-mecánicos?, ¿partes de algún tipo de antigua antena de comunicaciones de una civilización desconocida?, ¿fragmentos de alguna clase de transporte?, ¿restos arqueológicos de una antigua “guerra” extraterrestre en nuestro planeta?…
Tras la muerte en el año 1999 de del Dr. Johannes Fiebag, el investigador cabecera del hallazgo junto con la “Ancient Astronaut Society”, el caso dejo de investigarse, pero casi 20 años después de su hallazgo, la incógnita de estas espirales sigue en el aire.Totalmente descartada la posibilidad de una formación natural y de manufactura humana…¿Quién las hizo? ¿Con que propósito? De no ser un fraude, la respuesta esta a 100.000 años de distancia, en algún oscuro rincón de nuestra historia.
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La aplicación de la tecnología del ADN están cobrando impulso. De hecho, ¿por qué no tomar ventaja de este material único que puede almacenar grandes cantidades de datos a una cantidad despreciable? Y ahora, la policía y los militares, también se unieron a los últimos logros.
Hace unos días, una empresa británica mostró Selectamark nuevo a la policía y los servicios de seguridad – las armas no letales marca SelectaDNA Sistema de Alta Velocidad. Pistolas y rifles de disparar bolas con ADN sintético. Cada tienda contiene 14 cartuchos de un peso de 1 gramo cada uno. El rango es de 30-40 metros.
No, no. Esta arma no es para juegos de paintball corporativos. Área de compromiso es todavía muy estrecho, como el nombre implica. Bolas con ADN sintetizado se aplicará para el marcado de los delincuentes y sospechosos para facilitar su posterior descubrimiento y detención.
De acuerdo con un comunicado Selectamark, esta marca es invisible para el gas desnudo es inofensivo y puede persistir por varias semanas.
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