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MEDITAR

La palabra proviene de una raíz Indoeuropea que significa, “tomar medidas adecuadas”; en Latín es meditare ó meditatio y relaciona esta práctica con un ejercicio que puede ser, intelectual,espiritual, ó religioso.

El fin de la meditación es variado, pero el camino es la contemplación que se hace a través de un viaje interior profundo.

Lo que se está realizando en este blog es “Un estado de concentración profunda y consciente para iluminar con nuestros mejores deseos e intenciones llegar a iluminar el planeta y sus habitantes.

No importan aquí las ideologías ó tendencias, solo la buena intención y el deseo de que todo lo que nos llegue, sea lo mejor, sin distinción de razas, ni de credos.

La meditación es solo una herramienta mas para usar las energías conscientes a través del amor por el planeta.
Para la filosofía Zen, los Maestros dicen que “meditar el bien es llegar a tocar el corazón”.

Mira a los problemas de frente

Una colaboración de MJM

Un gran maestro y un guardián compartían la administración de un monasterio zen. Cierto día el guardián murió, y había que sustituirlo. El gran maestro reunió a todos sus discípulos para escoger a quien tendría ese honor. “Voy a presentarles un problema —dijo—. Aquel que lo resuelva primero será el nuevo guardián del templo”.
Trajo al centro de la sala un banco, puso sobre este un enorme y hermoso florero de porcelana con una hermosa rosa roja y señaló: “Este es el problema”.
Los discípulos contemplaban perplejos lo que veían: los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y elegancia de la flor… ¿Qué representaba aquello? ¿Qué hacer? ¿Cuál era el enigma? Todos estaban paralizados. Después de algunos minutos, un alumno se levantó, miró al maestro y a los demás discípulos, caminó hacia el florero con determinación y lo tiró al suelo.
“Usted es el nuevo guardián —le dijo el gran maestro, y explicó—: Yo fui muy claro, les dije que estaban delante de un problema. No importa qué tan bellos y fascinantes sean, los problemas tienen que ser resueltos. Puede tratarse de un florero de porcelana muy raro, un bello amor que ya no tiene sentido, un camino que debemos abandonar pero que insistimos en recorrer porque nos trae comodidades.
Sólo existe una forma de lidiar con los problemas: atacarlos de frente. En esos momentos no podemos tener piedad, ni dejarnos tentar por el lado fascinante que cualquier conflicto llevan consigo”.
Los problemas tienen un raro efecto sobre la mayoría de nosotros: nos gusta contemplarlos, analizarlos, darles vuelta, comentarlos… Sucede con frecuencia que comparamos nuestros problemas con los de los demás y decimos: “Su problema no es nada… ¡espere a que le cuente el mío!” . Que tiene de fascinante tu problema para que te mantenga hechizado?. Busca la solución y desaparecerá el hechizo!. La pregunta o la pócima es la siguiente: ¿Qué quieres en vez de eso? Y a partir de ahí traza un plan de acción.!!

La consciencia: de misterio a objetivo científico muy preciado Revisión de diversas concepciones sobre la mente humana

Revisión de diversas concepciones sobre la mente humana

La consciencia es probablemente uno de los temas de moda en el panorama científico actual. Ha pasado de ser un misterio o un aspecto del psiquismo a convertirse en “el trofeo más preciado” de la neurociencia, la inteligencia artificial (I.A.) y la psicología. Nuestro objetivo en este artículo es poner de manifiesto algunas de las debilidades de las que adolece la concepción estrictamente mecanicista de la mente humana, revisar críticamente algunos de los planteamientos alternativos sobre el tema esgrimidos hasta la fecha, y presentar nuestra propia propuesta. Por Juan Pedro Núñez Partido.

Imagen: .shock. Fuente: PhotoXpress.

Imagen: .shock. Fuente: PhotoXpress.

La consciencia es probablemente uno de los temas de moda en el panorama científico actual, ha dejado de ser un misterio o un aspecto del psiquismo que se dejaba de lado por las gigantescas dificultades que su investigación entrañaba y ha pasado a convertirse en “el trofeo más preciado” de la neurociencia, la inteligencia artificial (I.A.) y la psicología. Además, por tratarse de la dimensión primera de la mente, a la única que tenemos acceso de forma directa, y por ser la responsable de nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos, su abordaje científico estrecha el cerco entorno al “alma humana”, a la naturaleza misma de lo que somos como individuos.

Por otro lado, su estudio pone encima de la mesa, con intención de cerrarlo definitivamente, el espinoso tema de considerarnos a nosotros mismos seres libres, con capacidad de decisión y responsables de nuestros actos. Si tenemos en cuenta que la posición más ampliamente aceptada en las ciencias de la mente es que, básicamente, somos un complejo mecanismo, comprenderemos fácilmente la “amenaza” que esto implica a la concepción del ser humano de las tres grandes religiones monoteístas ya que desmantela el principio de responsabilidad moral del individuo.

El mecanicismo nos advierte de que la libertad, entendida como la capacidad para tomar decisiones no determinadas por ningún tipo de regla o proceso pre establecido, podría ser una mera ilusión basada en la falsa sensación de “control” que tenemos. De igual manera que durante siglos creímos que el sol giraba alrededor de la tierra, pues ésa es la sensación que nos transmiten nuestros ojos.

Por tanto, cuando conscientemente pensamos, sopesamos las ventajas e inconvenientes de distintas opciones y valoramos la alternativa más conveniente para nosotros y tomamos una decisión, lo que vivimos y experimentamos sería exclusivamente la consecuencia de procesos inconscientes que están fuera de nuestro control, por lo que dicha experiencia consciente no tendría ninguna función causal sobre nuestras acciones ni sobre nuestros estados internos.

Nuestro objetivo en este artículo es, simplemente, poner de manifiesto algunas de las debilidades de las que adolece la concepción estrictamente mecanicista de la mente humana, así como revisar críticamente algunos de los planteamientos alternativos esgrimidos hasta la fecha y presentar nuestra propia propuesta.

¿Científicamente libres?
La libertad como tal no es un concepto objeto de estudio científico. La ciencia busca desvelar las regularidades causa-efecto que explican el comportamiento de los elementos de la naturaleza. Y la libertad, de existir, es por definición un principio de acción indeterminado, no sujeto a reglas, pues no es otra cosa que el criterio caprichoso y arbitrario que cada individuo utiliza para tomar sus decisiones. Por tanto, no sería posible “atraparlo” científicamente, ya que no puede ser causada por ningún otro fenómeno, ni su actividad es suficientemente estable ya que no se ajusta a principio alguno.
Esta dificultad “conceptual” tiene una segunda lectura y es que si existiera algo parecido a la libertad, tal y como la concebimos, al menos una de las premisas universales sobre las que se asienta el método científico se vería claramente cuestionada.
La posibilidad de que las decisiones que toma una persona, no sean la consecuencia inevitable de la combinación de una serie de procesos que siguen determinadas reglas, negaría directamente el supuesto de que todo fenómeno tiene una causa y que dicha relación causa-efecto está determinada por la naturaleza de las propiedades físicas de ambos.

 

Mejor hablamos de la consciencia
Con lo expuesto anteriormente, es fácil entender que el debate científico sobre la libertad se desviara, sutilmente, al papel de la consciencia en el devenir de nuestros actos y de nuestra vida psíquica.

Por un lado, porque ciertamente es imposible hablar de libertad si la consciencia no fuera activamente relevante, es decir, si fuera un mero epifenómeno. Dicho de otra manera, la libertad no puede residir en el inconsciente, pues no tenemos acceso a sus contenidos ni control sobre su actividad. Así pues, en la medida en que logremos determinar si la consciencia tiene un papel y en qué consiste éste, automáticamente podremos concluir si hay margen o no para hablar de libertad en el ser humano.

Por otro lado, aunque lo hemos señalado de pasada, las leyes de la ciencia son las leyes de la física. Vivimos en un mundo físico y a través del conocimiento de sus propiedades es como hemos llegado a entender los principios que lo rigen. Pero resulta que la consciencia, su naturaleza última al menos, se resiste a poder ser inequívocamente identificada con los procesos neurológicos en los que reside o de los que surge.

Es decir, sensaciones como el rojo, el frío, el dolor etc. sólo existen en nuestra mente consciente y no son idénticas ni a los estímulos que las provocan, ni a las estructuras o actividades neurológicas que las soportan porque poseen características completamente distintas [1] . Por eso no es de extrañar que, recientemente, sea al amparo de la “misteriosa” física cuántica, donde muchos investigadores hayan puesto sus esperanzas para dar con la clave que desvele la naturaleza última de la consciencia.

De ahí que el debate en torno a la consciencia sea un reto sin parangón para poner a prueba los límites del método científico y el valor de algunos supuestos de los que parte.

Encrucijada ciencia-religión 
Así pues, “con las grandes religiones amenazadas y la ciencia en entredicho”, el debate en torno a la consciencia se ha visto inmerso en el epicentro del cada vez más radicalizado debate entre ciencia y religión [2] . Por eso, algunos de los científicos y pensadores más relevantes del momento han tratado de “resolver el misterio” de la consciencia, aprovechando que la psicología no tiene un modelo claro de la mente y sí planteamientos contradictorios con respecto a su papel [3] y que tanto la neurociencia como la I.A. parecen ofrecer datos inequívocos sobre el mecanicismo cerebral.

En este sentido, para situar al lector, vamos a aclarar nuestro punto de partida con respecto a algunas de las cuestiones implicadas:

1. La ciencia como forma de conocimiento no está amenazada. Si alguno de sus supuestos tuviera que ser revisado para el ámbito específico de la actividad consciente, no sólo no sería un drama sino que estaría ampliamente justificado por la excepcional naturaleza de la consciencia [4].
2. Debido al escaso conocimiento que a día de hoy tenemos del funcionamiento de la mente en general y de la actividad consciente en particular, pretender cerrar rápidamente el debate sobre el papel de la consciencia, nos resulta poco razonable pues conlleva un alto riesgo de hacerlo de forma simplista.
3. El debate no es si somos o no somos libres genéricamente, sino que asumiendo que somos básicamente un mecanismo, pues así lo indican claramente la mayoría de los datos que conocemos sobre el funcionamiento de nuestro sistema nervioso, se trata de establecer si lo somos al 100% o queda margen para que parte de nuestra actividad psíquica no esté determinada por principios físico-biológicos o computacionales.
4. La simulación que la I.A. hace de muchas funciones psicológicas humanas, incluidas las que están estrechamente ligadas a la actividad consciente, no demuestra que la consciencia sea funcionalmente irrelevante [5] (en la medida que las máquinas no tienen experiencia subjetiva) sólo que hemos sabido pormenorizar y ordenar eficazmente nuestro conocimiento consciente en ámbitos muy específicos, para que el sistema artificial lo reproduzca [6].
5. Que reconozcamos nuestra ignorancia sobre la naturaleza última de la consciencia, no implica necesariamente ningún tipo de dualismo [7], ni abre la puerta al esoterismo o a conceptos ajenos al debate científico como son el alma o el espíritu. Basta con asumir que la consciencia es una dimensión o forma de manifestación de la materia de la que desconocemos sus propiedades y que como tal emerge de la actividad neuroquímica del cerebro (emergentismo).
6. Atribuirle a la actividad consciente un papel causal no es un problema mayor que el de explicar cómo la actividad neuroquímica del cerebro se transforma en las experiencias conscientes. Desconocemos cómo ocurre dicho proceso, pero basta que el proceso se invierta, lo cual no es excepcional en la naturaleza, para que la causalidad de lo consciente sobre lo neurológico quede explicada.
7. Como ya veremos, hablar de un “yo que toma decisiones con libertad” (es decir, no determinadas al 100%) tampoco implica necesariamente un modelo de la mente a modo de “teatro cartesiano” [8] con el consiguiente problema del homúnculo interno [9].

Un modelo de la mente
Un debate de esta envergadura requeriría partir de un modelo de la mente mínimamente estructurado, basado en los datos que sobre las distintas funciones psicológicas tenemos en la actualidad y que tenga como eje central la interacción entre la consciencia y el inconsciente. De lo contrario, los límites de lo “razonable” se vuelven demasiado amplios. Desgraciadamente esa es la situación en la que nos encontramos en la actualidad, no existe un modelo de la mente ampliamente aceptado del que podamos partir y menos aun con las características mencionadas [10].

Así pues, no nos queda más remedio que partir de “nuestro” propio modelo, y al no tener espacio aquí para desarrollarlo, al menos vamos a especificar algunos de sus elementos fundamentales:

1. Entendemos como consciencia, el continuo fluir de contenidos y actividades de los que tenemos una vivencia subjetiva directa, por lo que podríamos dar cuenta de ellos en un momento dado. Como vemos, la consciencia queda definida por la calidad de los contenidos que la configuran (qualia) los cuales son excepcionales y su valor o significado es en sí mismo irreducible a ninguna otra cosa.
2. En la medida que ninguno de nosotros tiene experiencia directa alguna sobre el modo en cómo se generan dichos contenidos (frío, rojo, hambre, miedo, etc.) el proceso de gestación de los mismos se realiza de forma inconsciente. Es decir, toda experiencia consciente está en alguna medida soportada por la actividad inconsciente [11].
3. Por tanto, necesariamente los modos de procesar consciente e inconsciente de la mente están estrechamente vinculados y configuran una unidad de trabajo perfectamente armonizada [12] en todas sus facetas: percepción, atención, memoria, aprendizaje, emociones, pensamiento…
4. La excepcionalidad de los contenidos conscientes reside, entre otras cosas, en la coordinación de distintos dispositivos inconscientes que crean unas experiencias multidimensionales [13] , pero unificadas de la realidad: vemos, oímos, tocamos, olemos, sentimos…, los objetos del mundo de forma integrada (incluidos nosotros mismos) [14].
5. El mero fluir de los contenidos conscientes posibilita un espacio de trabajo único, pero la actividad consciente propiamente dicha sería la manipulación que la mente hace de dichos contenidos [15]. En sí misma es una actividad relativamente sencilla. lo que la hace excepcional son las posibilidades que ofrecen los contenidos que la configuran.
6. Cuando la mente trabaja en modo consciente está al límite de su capacidad de computación ya que, por un lado, varios de sus dispositivos inconscientes tienen que actuar coordinadamente para crear determinados contenidos conscientes y simultáneamente, por otro lado, tiene que manipular dichos contenidos [16]. De ahí que la actividad consciente vaya unida a la sensación de esfuerzo y cansancio y sea mucho más precaria computacionalmente hablando que la inconsciente, es decir, procese pocos datos y de forma secuencial (en serie).
7. La capacidad de trabajo de la mente en modo inconsciente es enorme ya que puede procesar rápidamente una gran cantidad de datos, así como realizar multitud de tareas a la vez (en paralelo).
8. El modo de trabajo en formato inconsciente es el mecanismo óptimo cuando se sabe qué respuesta dar ante determinada señal, ya que permite ejecutar simultáneamente un montón de procesos en cuanto se detectan los estímulos correspondientes. Esto obliga a la mente tener almacenada mucha información sobre la regularidad de los acontecimientos, para que la eficacia de la respuesta esté suficientemente “garantizada”, pues su ejecución es tan rápida que es muy difícil y costoso rectificar sobre la marcha.

Características y papel de la conciencia 
El alto coste que la actividad consciente conlleva, así como su reciente aparición en el desarrollo de las especies “exigen”, evolutivamente hablando, que sea una mejora o complemento al modo de procesamiento inconsciente. Y así parece, puesto que sus características nos permiten actuar con relativa eficacia en las situaciones en las que nos faltan datos para saber cuál es la respuesta más adecuada, es decir, para aquellas que no tenemos una regla de actuación funcionalmente operativa.

Como ya hemos señalado, la consciencia surge de la capacidad de la mente para reproducir internamente, en un código sin parangón, los aspectos más relevantes del mundo externo e interno, para después poder manipularlos con cierta coherencia. Dichos contenidos generados por la actividad inconsciente son vivencias sensorial y afectivamente integradas de los distintos aspectos de la realidad.

Cada dispositivo especializado crea una señal diferenciada (qualia) pero compatible con el resto. La consciencia es el resultado de esa integración coordinada de señales y como tal es un “experimento” cuyo resultado la mente desconoce de antemano, puesto que cada combinación de elementos es distinta [17] y además depende de los recursos disponibles y del estado del organismo en cada momento.

1. Gracias a las características de los contenidos conscientes podemos evaluar la importancia y la eficacia “global” de la respuesta que es, precisamente, lo que conviene cuando desconocemos qué aspecto de la realidad es relevante, o qué respuesta la más eficaz. Dicha evaluación se desarrolla de tres formas:
1.1. Evaluando hasta qué punto los efectos reales (previstos o no) de la respuesta que estamos improvisando nos perjudican o nos benefician y/o se alejan de nuestro objetivo, en cualquiera de las dimensiones internamente representadas.
1.2. Comparando las consecuencias en las distintas dimensiones, lo que nos permite hacer un versátil balance de costes y beneficios.
1.3. Integrando en la evaluación la necesidad de responder o no a cualquier otra señal o demanda del medio que irrumpa súbitamente.
2. Como la probabilidad de error es muy alta, que el procesamiento consciente se realice en serie posibilita en gran medida corregir la respuesta sobre la marcha.
3. Además, el conocimiento consciente permite establecer rápidamente nuevas y originales asociaciones basadas en las semejanzas “cualitativas” entre las situaciones y no sólo en función de la acumulación “cuantitativa” de interacciones regulares con los acontecimientos (conocimiento inconsciente) [18] lo que amplia enormemente nuestro abanico de respuestas.
4. Otra ventaja es que cuando especulamos conscientemente sobre posibles estrategias de acción y tanteamos su puesta en práctica, “experimentamos” sin sufrirlas realmente las consecuencias a corto, medio o largo plazo de dicha acción imaginada, lo que posibilita “valorar su eficacia” sin correr riesgos.
5. Este modo de procesamiento es único en la evolución de las especies y es tan sofisticadamente costoso como eficaz, por lo que su mantenimiento y aprovechamiento lo colocan en el “centro” de nuestra actividad psíquica. Por eso, aunque una situación sea conocida, como siempre está sujeta a imprevistos, es también en modo consciente como la mente “supervisa” la evolución de la respuesta (motora) que estemos dando. Y también es, presumiblemente, la razón por la que genéticamente tenemos menos respuestas prefijadas, ya que a largo plazo es más eficaz poder ajustarlas y corregirlas rápidamente a la particularidad de cada circunstancia e individuo.

Déficits del mecanicismo 
La explicación mecanicista del funcionamiento de nuestra mente es más que razonable, si bien hay ciertas limitaciones en su estructura argumental que no conviene ignorar.

1. No es lícito atribuirle al inconsciente la causalidad de todo proceso mental. En la medida que la actividad inconsciente sólo puede desaparecer totalmente con la muerte, dicha forma de argumentación se vuelve en la práctica circular. Además, ya hemos señalado cómo en gran medida los contenidos conscientes surgen de la actividad inconsciente. Por tanto, la clave está en demostrar si la actividad consciente aporta algo a nuestro funcionamiento psíquico y a nuestra adaptación al medio.
1.1. La psicología está llena de investigaciones en distintos campos (percepción, memoria, atención, aprendizaje, emociones etc.) en las que determinados procesos ven alterado su funcionamiento cuando participa la consciencia, resultados que no encajan fácilmente con la concepción de la consciencia como mero epifenómeno.
1.2. Además, estos resultados siguen un patrón coherente con el papel que le hemos atribuido al modo consciente de procesamiento ya que, básicamente, se establecen asociaciones más rápidamente, son más flexibles, inestables y menos fiables, y dicha actividad suele tener cierta prioridad sobre el procesamiento inconsciente [19].
2. Exactamente igual ocurre con la atribución exclusiva de causalidad al soporte neuronal (al menos mientras no se haya identificado la naturaleza física diferencial de la experiencia consciente). Al considerar la actividad neuroquímica como la causa única del comportamiento del organismo y simultáneamente de nuestras experiencias conscientes (doble causalidad) el debate queda cerrado de principio.
2.1. Además, no se puede negar tan fácilmente que, por ejemplo, sea el dolor el que nos lleva a retirar la mano cuando nos pinchamos con algo argumentando que, al detectar la destrucción del tejido, se disparan a la vez en el cerebro los impulsos para quitar la mano y sentir dolor (por lo que éste último no sería más que un mero fenómeno colateral) ya que cuando se elimina la sensación consciente de dolor, el sujeto no sólo no retira la mano sino que deja de gritar. Suponer “porque sí” que los analgésicos han actuado simultáneamente inhibiendo la actividad motora de la mano y de las cuerdas vocales, así como de los centros cerebrales del dolor, en nuestra humilde opinión, es mucho suponer a día de hoy. Si la presencia o no del dolor genera comportamientos distintos, no es tan sencillo eludir la capacidad causal de los contenidos conscientes.
2.2. Del mismo modo, si la causalidad fuera sólo en una dirección, parece difícil explicar los efectos que nuestra actividad mental tienen sobre el tejido neurológico (plasticidad cerebral). El entrenamiento cognitivo para la recuperación de funciones dañadas, el neuro feed-back, etc. implican que la actividad mental, especialmente en modo consciente, genera cambios en nuestro sistema nervioso. Pretender explicar estos resultados sólo a través del impacto físico de los estímulos externos es complicado, entre otras razones, porque sin el procesamiento consciente dichos efectos tardan más en producirse [20] y, por otro lado, basta la simulación consciente de la realidad (imaginación, sueños, alucinaciones…) para obtener efectos similares en el cerebro.
3. Si funcionalmente la consciencia no aportase nada, su aparición y su costoso mantenimiento como característica de la actividad cerebral, no sólo dejaría sin explicación por qué unas veces la información adopta ese formato y otras no [21] , sino que su existencia pondría en jaque los principios de la evolución.
4. Las normas culturales y sociales controlan una amplia gama del comportamiento humano, por lo que explicar cómo surgen, cambian o se mantienen es fundamental.
4.1. Las explicaciones mecanicistas que tratan de hacerlo al margen de la actividad consciente son cuanto menos cuestionables ya que plantean modelos de la mente con ciertas limitaciones [22] .
4.2. Además, que se recurra a la selección natural para explicar el origen de dichas normas como necesariamente ventajosas para la supervivencia [23], resulta paradójico cuando, como acabamos de señalar, es precisamente la teoría de la evolución la que se contradice al restarle valor adaptativo a la consciencia.
4.3. Algunas de esas normas son demasiado arbitrarias y cambiantes (modas, supersticiones, juegos, etc.) como para ser el resultado de procesos mecánico-biológicos y/o reglas establecidas mediante regulares contingencias ambientales.
5. Un sistema mecánico sólo es operativo cuando está perfectamente establecido su protocolo de acción, o el algoritmo de cómputo que ha seguir en cada circunstancia y además recibe todas las señales o datos necesarios para maniobrar en dicha situación. Por tanto, quedaría por explicar cómo el ser humano es capaz de responder con relativa eficacia en aquellas situaciones que son impredecibles, no tenemos información suficiente, ni sabemos cuál es la respuesta más adecuada [24]. Pues bien, resulta que las dos hipótesis mecanicistas más utilizadas para explicar cómo nos enfrentamos a dichas situaciones resultan básicamente insatisfactorias.
5.1. Una posibilidad sería que la mente diera respuestas al azar, pero en ese caso el nivel de eficacia de las mismas sería bajísimo, es decir, nuestra supervivencia estaría claramente amenazada. Además, sería necesario que el cerebro dispusiera de un dispositivo de selección aleatoria de alternativas, algo que a día de hoy no ha sido identificado.
5.2. La otra opción sería que se dispusiera de un exhaustivo y versátil sistema de atribución de probabilidades que, automáticamente, seleccionara la respuesta con mayor probabilidad de eficacia aunque ésta fuera mínima. El problema no es sólo imaginar el funcionamiento de dicho sistema (cómo atribuye probabilidades sin criterio claro y con pocos datos disponibles) sino que de existir, lo difícil sería entonces explicar la aparición de respuestas creativas y novedosas en contextos conocidos, pues las respuestas un poco más probables tenderían fácilmente a perpetuarse.
5.3. Por último, en ambos casos sería imposible explicar el fenómeno de la duda ya que ambos dispositivos seleccionarían una respuesta en cuestión de milésimas. En segundo lugar, puesto que la situación psicológica de duda existe, dicha experiencia consciente sería un artefacto terriblemente absurdo e innecesario, una especie de bucle que sólo serviría para perder un tiempo precioso y gastar energía. En tercer lugar, porque la cantidad de información no afecta por igual a un sistema mecánico que a un ser humano. Una persona tiende a dudar más cuanta más información tiene entre opciones equivalentes y opta con más facilidad cuando apenas tiene datos. Mientras que un sistema mecánico pondera mejor cuantos más datos tiene y tiende bloquearse si le faltan. Y en cuarto lugar, porque básicamente dudamos por no querer experimentar las consecuencias negativas de una opción ni renunciar a las positivas de la otra, y no tanto por no saber qué es objetivamente un poco mejor o un poco peor.

Imagen: caironbohemio. Fuente: PhotoXpress.

Imagen: caironbohemio. Fuente: PhotoXpress.

Neurología de la intención
Son muy conocidos los experimentos en los que se detecta actividad neurológica previa a la decisión de realizar un movimiento simple [24] , lo que indicaría que la “decisión” estaría causada por dicho proceso neurológico. El problema es que este razonamiento asume una fiabilidad en las medidas neurológicas actuales y realiza unas atribuciones a dichos datos algo desmedidas.

1. El rigor experimental exigiría identificar todo patrón neurológico de actividad consciente presente durante el experimento (pues ésta obviamente no desaparece) y descartar que no tiene relación causal con el patrón neurológico inconsciente detectado. Algo que inexplicablemente nunca se contempla. De hecho, la actividad neurológica registrada pudiera no ser más que una parte del proceso de decisión.
Cuando informamos de nuestra decisión nos referimos al momento final del proceso (el ¡ahora! definitivo) no a su inicio, lo que podría justificar en parte dicho desfase. Lo normal sería que durante el proceso se mezclasen los modos de procesar consciente e inconsciente, de forma que cierta evaluación-determinación consciente podría ir aumentando hasta alcanzar un punto en el que se desencadenara, de forma inconsciente, cierta actividad preparatoria, tanto emocional como motora, que a su vez podría llegar a precipitar el momento final de la decisión si supera cierta intensidad [25].
2. No tiene sentido dudar de la capacidad consciente del ser humano para juzgar la relación causal entre sus decisiones y sus comportamiento cotidianos, pero sí asumir como fiable el informe que los sujetos hacen en una situación extremadamente difícil a nivel consciente como es: tomar la decisión de realizar un movimiento [26] , además ejecutarlo y simultáneamente valorar el momento exacto en que han tomado dicha decisión, e informar de ello. Por lo que el desfase de un segundo que suele detectarse, no parece demasiado esclarecedor para todo lo que se le exige a nuestra capacidad de procesamiento consciente que, como ya hemos indicado, no es especialmente rápida.
3. Sin libertad de decisión, la instrucción “mueve el dedo cuando quieras”, típica de estos experimentos, sólo es resoluble mecánicamente a través de un sistema de toma de decisiones por azar, cuyas limitaciones ya hemos señalado.

Soluciones híbridas
Aunque no podemos ser exhaustivos, este debate ha propiciado concepciones de la consciencia y de la libertad razonablemente compatibles con el mecanicismo que, si bien para nosotros no son válidas, conviene conocer.

Probablemente, el primer y único modelo de la mente moderno (surgido de la investigación en psicología cognitiva) sea el de Baars [27] , el cuál atribuye a la consciencia la función de ser una “pizarra común”, es decir, el formato necesario que debe adoptar la información para ser intercambiada entre los distintos dispositivos inconscientes. De esta manera, la consciencia tendría un papel que justificaría su existencia desde un punto de vista evolutivo, sin cuestionar el modelo mecanicista de la mente. El problema es que los subsistemas inconscientes interaccionan e intercambian información sin necesidad de que ésta pase por consciencia [28] .

Por otro lado, algunos autores plantean que aunque seamos un mecanismo y la consciencia no aporte nada o casi nada [29] a nuestro funcionamiento psíquico, seguimos siendo responsables de nuestros actos, no moralmente, pero si como el organismo agente de los mismos [30]. O al menos nos interesa tratarnos unos a otros como si lo fuéramos ya que es una forma útil de organizar la interacción social [31].

La consecuencia: un yo que decide
Para cualquier organismo o sistema de procesamiento de información es crucial diferenciar qué señales provienen del exterior y cuáles del interior. Esta diferenciación es sencilla ya que todo organismo tiene unos límites bien establecidos, así como claramente identificadas las entradas de información externa. Los organismos con consciencia, lógicamente, deben mantener esta diferenciación en la representación interna que hacen de la realidad para evitar que el sistema se vuelva caótico [32].

La representación en modo consciente que la mente hace de las señales más frecuentes y constantes que recibe (señales del cuerpo [33], reacciones emocionales que se repiten, estrategias de pensamiento habituales, la percepción estable de que nuestras acciones generan consecuencias etc.) son la base de lo que denominamos nuestro “yo”.

Estos elementos comunes a la mayoría de las situaciones nos terminan resultando familiares y son los que nos permiten reconocernos como lo que somos: organismos estables, únicos y diferenciados del resto.

Si bien, no se trata de un conjunto rígido, uniforme e inalterable de elementos ya que, lógicamente, a lo largo de la vida se pueden añadir otros contenidos de presencia similar y tampoco es esperable que toda respuesta sea coherente con dicha estructura, pues hay aprendizajes específicos para situaciones concretas, así como respuestas puramente creativas y de tanteo [34].

Es importante caer en la cuenta de que, cualitativamente hablando, la representación consciente de dichos elementos no es más compleja que la de otros contenidos conscientes. Por tanto, no supone “una mente dentro de otra mente”, ni ningún extraño misterio o compleja función, sólo la representación en modo consciente de la parte más permanente de la realidad. Si bien las consecuencias que acarrea posibilitan un modo de procesamiento extremadamente excepcional [35]:

1. Gracias a que el sistema puede reconocerse en todo momento, es por lo que puede proyectar y mantener su acción a largo plazo en la maraña de cambiantes circunstancias y el consecuente replanteamiento de objetivos que constantemente le exige la realidad. Sin dicho “anclaje”, la versatilidad y adaptabilidad a las circunstancias presentes que posibilita el modo consciente entrañaría un alto riesgo de inoperancia. Si a la vivencia del “yo” se vincula un objetivo, éste es recuperable fácilmente por el sistema en cualquier momento aunque las circunstancias ya no lo demanden.
2. La sensación consciente de uno mismo posibilita reevaluar cualquier objetivo y estrategia a corto, medio y largo plazo con un criterio constante e “independiente” de las circunstancias y adaptado a lo que el sistema sabe de sí mismo (intereses y competencias).
3. Así pues, lo que llamamos LIBERTAD es la vorágine que implica especular y tantear con la simulación consciente de la realidad, evaluando multidimensionalmente los efectos de las distintas opciones, con la constante y familiar sensación del yo, en una espiral sin límites claros porque carecemos de los conocimientos que permitirían determinar la respuesta correcta. Podríamos decir que se trata de un proceso de creación de “reglas particulares” de actuación con pocos datos disponibles, lo que las hace poco estables en sí mismas. Pero si bien dicha especulación no está determinada a concluir de ninguna manera (alta flexibilidad) si queda básicamente delimitada por:
3.1. La información (veraz o no) a la que accedemos conscientemente sobre la realidad.
3.2. Las reacciones emocionales activas en ese momento y/o asociadas a las experiencias que tanteamos internamente con cada opción [36].
3.3. El conocimiento (realista o no) de nuestras propias habilidades intelectuales, motoras, sociales y emocionales.
3.4. Nuestra competencia consciente para tantear y configurar posibilidades más o menos complejas y originales (inteligencia y creatividad).
4. El “final” de la especulación, la decisión [37], puede sobrevenir “accidentalmente” por muchos factores: cansancio, irrupción de datos contundentes, presiones o influencias externas, planteamientos simplistas o muy sesgados etc. Pero el criterio de cierre más frecuente es conseguir “dar” con cualquier opción cuyo balance de costes y beneficios (según se cree/imagina) resulte “rentable” para el individuo en función de sus intereses y su capacidad para asumir las consecuencias, es decir, valor para enfrentarse a los riesgos que conlleva y voluntad para ejecutar y mantener la respuesta el tiempo necesario (capacidad de sacrificio y de esfuerzo).
5. La eficacia relativa del sistema de diseño de respuestas y toma de decisiones consciente va más allá de las puntuales ventajas obtenidas con cada éxito o acierto, ya que nos permite: a) adquirir cierta “sabiduría” relativa a nuestras circunstancias específicas y peculiaridades individuales, b) aprender de la mera observación de otros [38] y c) gracias a que las estrategias diseñadas en dicho formato son fácilmente comunicables, la vida en grupo nos permite acumular y beneficiarnos de un gran número de conocimientos “valiosos” (cultura, ciencia y religión).

Notas:
[1] Ley de Leibniz.
[2] En pleno siglo XXI podemos encontrar personas que reniegan del conocimiento científico porque no encaja con algunos postulados de su tradición religiosa. Y otras que han hecho de la ciencia su religión y de las teorías científicas verdades absolutas.
[3] Desde los inicios de la psicología hasta nuestros días podemos encontrarnos con planteamientos contradictorios, tanto teóricos como prácticos, respecto al papel de la consciencia (mentalismo, conductismo, psicoanálisis, humanismo, cognitivismo, racionalismo).
[4] Véase Searle (1992).
[5] Como propone, entre otros, Chalmers (1996).
[6] Véase Núñez (2012).
[7] Por otro lado, es posible que nunca seamos capaces de reconocer como válida la naturaleza física de la consciencia, ya que difícilmente podremos identificar los contenidos conscientes (qualia) con otra cosa que no sean ellos mismos. Es decir, estaríamos atrapados en una paradoja sin solución posible, precisamente, porque nuestro conocimiento directo es a través de los contenidos conscientes. Es lo que hemos denominado “dualismo por disparidad” (Núñez, 2012) pues al “externalizar/objetivar lo interno/subjetivo” inevitablemente lo convertimos en otro qualia y ya no podemos reconocerlo como lo mismo.
[8] Tal y como lo asume categóricamente Dennett (1991).
[9] El cual refiere a un “misterioso” sistema cerebral (casi humanoide en el fondo) al que se le atribuiría el control de nuestra actividad psíquica y que encarnaría nuestra auto consciencia.
[10] Esta deficiencia no sólo es relevante para el tema que nos ocupa. Sin un modelo mínimamente consensuado, los vertiginosos avances que cada día se producen en áreas súper especializadas y desconectadas entre sí, generan “mini modelos” ad hoc, lo que dificulta cada vez más cualquier debate futuro con un mínimo de coherencia sobre el funcionamiento de la mente.
[11] Cerebros más desarrollados suponen procesos inconscientes más complejos y, por tanto, mayor capacidad de computación consciente.
[12] En clara contradicción con aquellos modelos que presuponen que nuestra actividad psíquica es el resultado del conflicto entre sus distintos subsistemas (psicoanálisis o modelos “ecológicos”).
[13] Por lo que técnicamente la consciencia, según la hemos definido, no es quién posibilita dicha integración (Damasio, 2003) sino el resultado de la misma.
[14] Conviene señalar que, por tanto, la mera acumulación de actividad inconsciente no produce la consciencia, de igual manera que la mera acumulación de sonidos de distintos instrumentos no genera una sinfonía. En el caso de la mente, la “partitura” en torno a la que se organiza la actividad de los dispositivos inconscientes es la realidad.
[15] El acto de pensar en todas sus variantes: verbalmente, con imágenes u otros contenidos senso-emocionales.
[16] Es lo que hemos denominado metafóricamente “actividad al cuadrado” (Núñez, 2012).
[17] Obviamente no tiene sentido almacenar todas las combinaciones posibles, es mejor reproducirlas “ad hoc”.
[18] Existe cierto paralelismo entre la I. A. simbólica y nuestro conocimiento/actividad consciente y la I.A. de redes conexionistas y nuestro “conocimiento”/actividad inconsciente, que facilita comprender las diferencias asociadas a ambas formas de computación y conocimiento, así como las limitaciones de cada tipo de I.A. (Núñez, 2012).
[19] Véase Nuñez (2012).
[20] Por ejemplo, si se utilizan estímulos subliminales. Además, las instrucciones para realizar la tarea funcionan porque el sujeto entiende su significado, es decir, tiene experiencias conscientes asociadas al lenguaje utilizado, y no debido a la calidad física del mensaje.
[21] Precisamente para evitar explicarlo, Dennett (1991) considera que los contenidos de la consciencia son fruto del azar.
[22] Dennett (1991) lleva el mecanicismo de la mente hasta sus últimas consecuencias con total coherencia, lo que le obliga a hacer planteamientos demasiado extravagantes.
[23] Véase Pinker (1997).
[24] Libet (1985).
[25] Utilizar dichas señales neurológicas preparatorias para sorprender al sujeto anticipándonos a la ejecución de su decisión, como se hace en algunos de estos experimentos, sólo indica que hemos alterado los intervalos de tiempo a los que está acostumbrado el sujeto, no que la decisión no sea fruto de su actividad consciente.
[26] Al tratarse de un movimiento sencillo y muy automatizado, presumiblemente la interacción consciente-inconsciente estaría muy bien ensamblada-solapada.
[27] Baars (1988).
[28] Es lo que el propio Baars denomina la “paradoja del umbral”, es decir ¿por qué unos datos adoptan este formato y otros no?
[29] A veces se le atribuye a la consciencia la capacidad para inhibir las conductas aunque éstas se activen mecánicamente (Gazzaniga, 2011).
[30] Veáse Blackmore (2005).
[31] Gazzaniga (2011).
[32] Es lo que ocurre con las alucinaciones, donde el sujeto vive como real lo que no lo es.
[33] Véase Damasio (1999).
[34] Como alternativa a los modelos que postulan una estructura de “yo múltiple”.
[35] A diferencia de Damasio (2003) no consideramos que la principal función del “yo” sea la auto conservación, pues ésta es inherente a todo organismo vivo aunque no tenga consciencia. Otra cosa es que cuando se tiene consciencia de yo se vincule estrechamente a dicha función.
[36] La importancia de las emociones es central y su activación, incluida la de las emociones desagradables, no es la “cadena” que necesariamente debamos romper para ser libres (Damasio, 2003) y pretender lograrlo utilizando la imaginación según nos “convenga” no es fácil, precisamente, porque si pudiéramos alterar a capricho el poso que la realidad ha dejado en nosotros, nos alejaría peligrosamente de ésta, algo que parecen olvidar algunos planteamientos psicoterapéuticos recientes.
[37] El proceso puede reabrirse en cualquier momento, incluso cuando no hay marcha atrás.
[38] No existe el aprendizaje por observación inconsciente.

 

Referencias bibliográficas:
Baars, B.J. (1988). A cognitive theory of Consciousness. Cambridge: Cambridge University Press.
Blackmore, S (2005). Conversations on consciousness. New York: Oxford University Press.
Chalmers, D. (1996). The conscious mind: In search of a fundamental theory. New York: Oxford University Press.
Copeland, B.J. (1993). Artificial Inteligence. A Philosophical Introduction. Oxford UK and Cambridge, Mass.: Basil Blackwell.
Damasio, A. (1999). The feeling of what happens: Body and emotion in the making of consciousness. Fort Worth, TX US: Harcourt College Publishers.
Damasio, A. (2003). Looking for Spinoza: Joy, sorrow, and the feeling brain. New York: Harcourt.
Dennett, D. C. (1991). Consciousness explained. Boston: Little Brown.
Gazzaniga, Michael S. (2011). Who’s in Charge?: Free Will and the Science of the Brain. New York: Ecco.
Libet, B. (1985). Unconscious cerebral initiative and the role of conscious will in voluntary action. Behavioral and Brain Sciences, 8(4), 529-566.
Núñez, J.P. (2012). La mente: La última frontera. Madrid: Universidad Comillas.
Pinker, S. (1997). How the mind works. N.Y.:W.W. Norton & Company Inc.
Searle, J. R. (1992). The rediscovery of the mind. Cambridge, MA: MIT Press.

Artículo elaborado por Juan Pedro Núñez Partido. Departamento de Psicología. Universidad Pontificia Comillas

http://www.tendencias21.net/La-consciencia-de-misterio-a-objetivo-cientifico-muy-preciado_a14761.html

¿La más terrible extinción masiva fue provocada por un microbio?

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En la historia biológica de la Tierra se han sucedido diversas extinciones masivas. La más conocida de ellas es la que borró a los dinosaurios de la faz del mundo. Sin embargo, la mayor ola de desapariciones se dio en periodo Pérmico, hace 251 millones de años. En ella, más del 90% de las especies se extinguieron, al punto que la Tierra fue por millones de años un páramo habitado apenas por hongos. ¿Qué fue lo que causó una ola de mortandad que, según las evidencias fósiles, se extendió a lo largo de un millón de años?

Una bacteria: responsable de la peor extinción biológica

Se han desarrollado diversas especulaciones sobre las causas de la devastación que cambió para siempre el curso de la evolución, numerosos árboles genéticos se vieron arrancados de cuajo y especies enteras de aves, mamíferos y reptiles se perdieron.

Entre las causas que los paleontólogos manejan para explicar la extinción masiva al final de Pérmico se encuentra la caída de un asteroide, actividad volcánica irrefrenable y emanaciones de gas tóxico. Sin embargo, ha surgido nueva evidencia que señala a otro culpable: una bacteria.

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Las nuevas evidencias que explican la extinción del Pérmico

Según un investigador del MIT (Massachusetts Institute of Technology), Daniel Rothman, existe evidencia que cambiará nuestra visión sobre esta extinción masiva; sedimentos que datan del final del Pérmico señalan un repentino aumento de las emisiones de carbono, en forma de gas metano. Este aumento del gas parecería corroborar las dos hipótesis más valoradas sobre la ola de extinciones: el meteoro o la actividad volcánica. Ambos fenómenos por sí mismos harían elevarse los niveles de este gas. Pese a ello, Rothman cree que la explicación no es tan obvia.

En un artículo aparecido en la revista New Scientist, Rothman asegura que el responsable de estas extinciones fue una bacteria.

Las bacterias metanógenas (que pueden producir gas metano a partir de la descomposición de materia orgánica) son responsables de la mayor parte del metano biogénico de la Tierra. El investigador del MIT cree que se tienen pruebas de que el Methanosarcina adquirió su capacidad de sintetizar el gas tóxico hace 231 millones de años; fecha cercana a la de la extinción masiva.

Un metanógeno es un organismo que descompone la biomasa (restos de seres vivos) en metano: un gas rico en carbono, que no es tóxico para la mayoría de las especies, pero que es altamente inflamable.

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Al mismo tiempo que estas bacterias adquirieron la capacidad de sintetizar metano, por alguna razón aún por explicar, se dispararon en el suelo terrestre los niveles de níquel. Este metal potencia la capacidad de las bacterias metanógenas de crear el gas metano. ¿El resultado? Ante el aliciente del níquel, las bacterias elevaron las cantidades de metano, que en el mejor de los casos habría elevado varios grados la temperatura de la Tierra, aniquilando la vida. Sí, un efecto invernadero.

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http://www.ojocientifico.com/4168/la-mas-terrible-extincion-masiva-fue-provocada-por-un-microbio

Danza “de las mil manos”

Una colaboración de Marge

Existe una danza llamada “de las mil manos” que está circulando alrededor del mundo por Internet.

Teniendo en cuenta la gran sincronización necesaria, el resultado esta al borde de lo espectacular, incluso si no fueran todas sordas.

Sí, has leído bien.

Las 21 bailarinas son todas sordomudas, contando sólo con las señales de las monitoras en la cuatro esquinas del escenario.

Estas extraordinarias artistas realizan un espectáculo visual que es al mismo tiempo intrigante y estremecedor. Su primer gran debut internacional fue en Atenas, en la Ceremonia de clausura de los Juegos Paraolímpicos del 2004.

Este vídeo se grabó en Pekín durante la Celebración de las Fiestas de la Primavera.

Pincha en el enlace y disfrútalo:

Un antropólogo en Disneylandia y Center Parcs: el viaje imposible.

“La fotografía es nuestro exorcismo. La sociedad primitiva tenía sus máscaras, la so­ciedad burguesa sus espejos. Nosotros tenemos nuestras imágenes”.
Jean Baudrillard, filósofo y sociólogo.


“Los arquitectos de Disneylandia fueron designados para remodelar el centro de Nueva York, Times Square, revitalizar la Quinta Avenida y animar Central Park.”
Marc Augé, antropólogo.

Extractos de: 
“El viaje imposible” 
Marc Augé, antropólogo.

El viaje imposible es ese viaje que ya nunca haremos más.
Ese viaje que habría podido hacernos descubrir nuevos paisajes y nuevos hombres, que habría podido abrirnos el espacio de nuevos encuentros. Eso ocurrió alguna vez y es lo que nosotros experimentaríamos hoy si una señal indiscutible nos probara la existencia, en alguna parte delespacio, de seres vivos capaces de comunicarse con nosotros. Pero, mientras esperamos ese improbable o remoto encuentro, ya nuestra ciencia ficción le presta los colores de la guerra.
Los que viajan a lejanas regiones, generalmente en grupo, para hacer provisión de sol y de imágenes, se exponen, en el mejor de los casos, a encontrar solamente aquello que esperaban encontrar: a saber, hoteles extrañamente semejantes a los que frecuentaban en otros lugares el año anterior,
habitaciones con televisión para mirar el programa de CNN,
las series norteamericanas o la película pornográfica del momento, piscinas situadas junto a las playas y, en el caso de los más venturosos, algunos leones de Kenya fieles a la cita que les asigna por la tarde un hábil guía,
algunos flamencos rosados,
algunas ballenas argentinas,
algunos canastos o mostradores en los que los descendientes de los salvajes de antes venden sus baratijas a las puertas de sus reservas o hasta en el centro mismo de las ciudades donde,
empobrecidos,
se proletarizan.
Pero, entendámonos bien: viajar, sí, hay que viajar, habría que viajar, pero sobre todo no hacer turismo. Esas agencias que cuadriculan la tierra, que la dividen en recorridos, estadías, en clubes cuidadosamente preservados de toda proximidad social abusiva, que han hecho de la naturaleza un “producto”, así como otros quisieran hacer un producto de la literatura y del arte, son las primeras responsables de la ficcionalización del mundo, de su desrealización aparente; en realidad, son las responsables de convertir a unos en espectadores y a otros en espectáculo. El mundo existe todavía en su diversidad. Pero esa diversidad poco tiene que ver con el calidoscopio ilusorio del turismo.
Vivimos en una época que pone la historia en escena, que hace de ella un espectáculo y, en ese sentido, desrealiza la realidad. Esa distancia para crear el espectáculo es notable en los anuncios publicitarios de turismo, los cuales nos proponen “tours”, una serie de visiones “instantáneas” que nunca tendrán más realidad que cuando, al regresar del viaje, las “volvemos a ver” a través de las diapositivas.

Un antropólogo en Disneylandia.

La gente va a Disneylandia para poder decir que ha estado allí y para dar la prueba de ello. Se trata de una visita al futuro que cobra todo su sentido después, cuando se muestran a los parientes y a los amigos, acompañadas de comentarios pertinentes, las fotografías que el pequeño ha tomado de su padre mientras éste filmaba y luego la película del padre a manera de verificación.

En Disneylandia, es el espectáculo mismo lo que se ofrece como espectáculo: la escenografía reproduce lo que ya era decoración y ficción, a saber, la casa de Pinocho o la nave espacial de La guerra de las galaxias. No sólo entramos en la pantalla, sino que, detrás de la pantalla sólo encontramos otra pantalla. Así la visita a Disneylandia viene a serturismo elevado al cuadrado, la quinta esencia del turismo: lo que acabamos de visitar no existe. Allí tenemos la experiencia de una libertad pura, sin objeto, sin razón, sin nada que esté en juego. Disneylandia es el mundo de hoy, ese mundo con lo que tiene de peor y de mejor: la experiencia del vacío y la experiencia de la libertad.

Un antropólogo en Center Parc. 

 

El placer real que experimentan centenares de veraneantes felices en Central Parc se debe a la conciencia que ellos tienen de estar jugando. Pero no se trataba de jugar en el sentido directo del término. Se trata de jugar a“hacer como si”, de jugar en el sentido en que los niños juegan al doctor, al papá y a la mamá, al policía y al ladrón. Visiblemente juegan cuando fingen tomar por un verdadero lago la pequeña extensión de agua barrosa sobre la que se deslizaban algunos botes de pedal; también visiblemente juegan cuando se desplazan en familia y en bicicleta para detenerse en cada cruce de las sendas y consultar el mapa, o bien hacen resonar alegremente la campanilla de sus bicicletas para llamar la atención del peatón que ya los había visto llegar hacía un rato.

A todo esto, el orden reinaba en Center Parcs. Aparentemente no había allí ningún policía (ni siquiera disfrazado, como en Disneylandia). También aquí tenía uno la sensación de un juego. El estado de los senderos era inmaculado; amos disciplinados llevaban todos los días a sus perros atados con una correa a los lugares que tenían éstos reservados para hacer sus necesidades; los automóviles, tanto a la entrada como a la salida, se deslizaban lentamente; las bicicletas conservaban la mano derecha. Padres irreprochables enseñaban a sus hijos el arte derespetar a los demás y al ambiente. Aquello era casi demasiado hermoso para ser cierto. Pero,¿era realmente cierto? ¿no prefiguraba Central Parcs lo que pronto sería para una buena parte de la humanidad la única realidad posible que pudiera vivirse? Hubo un tiempo en el que lo real se distinguía claramente de la ficción, un tiempo en el que se podía infundir miedo contando historias aun sabiendo que uno las inventaba, un tiempo en el que iba uno a lugares especiales y bien delimitados (parques de atracciones, ferias, teatros, cinematógrafos) en los que la ficción copiaba la realidad. En nuestros días se está produciendo lo inverso: lo real copia a la ficción. El menor monumento de la más pequeña aldea se ilumina para parecer una escenografía.

Espectacular!!

Esta manera de poner como espectáculo lo real, se extiende por todo el mundo. Muchos factores concurren a producir este resultado. Evidentemente el turismo es el primero de ellos. También hay que considerar la función creciente de las imágenes (en Center Parcs están disponibles nueve canales de televisión). Pero otro factor es también la ecología (cada vez nos habituamos más a bañarnos en piscinas instaladas junto a las playas y desde ellas podemos mirar, sin tocarlo, el mar, a lo largo de golfos contaminados). Otro factor es también la demografía y la lucha de clases: hoy existen residencias que son como castillos y plazas fuertes con puentes levadizos electrónicos, existen villas privadas, villas para ancianos donde éstos pueden hacer como si fueran jóvenes y existen fortalezas para ricos en las que éstos pueden hacer como si estuvieran solos.

Los arquitectos de Disneylandia fueron designados para remodelar el centro de Nueva York, Times Square, revitalizar la Quinta Avenida y animar Central Park.
Después de la expulsión de un gran número de habitantes de modestos recursos, se ha previsto la construcción de un gran hotel atravesado por una brecha; por ésta habrá de pasar un “rayo galáctico”; se ha considerado también la construcción de un centro comercial provisto de pantallas gigantes: lo que la ciudad real va a imitar hoy es la ciudad de Superman y de los dibujos animados. Así se cierra el círculo que, desde un estado en que las ficciones se nutrían de la transformación imaginaria de la realidad, nos hace pasar a un estado en el que la realidad se esfuerza por reproducir la ficción. Tal vez, a su término, este movimiento pueda llegar a matar la imaginación, a agostar lo imaginario y traducir de esta manera algo de las nuevas parálisis de la vida en la sociedad. Dentro del espacio urbano y del espacio social en general, la distinción entre lo real y la ficción se hace imprecisa.

La ciudad del futuro.

Me encontraba en este punto de mis recelosos pensamientos, cuando me di cuenta de que caminando al azar acababa de salir de aquellos dominios.
Una niña de unos doce años con el rostro animado y atento no dejaba de contemplar el paisaje y de pronto exclamó con una alegría comunicativa que nos hizo sonreír a todos:

“¡Papá, papá! ¡Esto huele a campo!” 

Yo la habría besado. La muchacha no lo sabía, pero en ella acababa de encontrar a la primera representante de la resistencia.
No hablo de las poluciones o contaminaciones atmosféricas. Más precisamente quiero hablar de una triple sustitución: sustitución de los lugares de habitación por lugares de trabajo, sustitución de los espacios de paseo por vías de circulación y sustitución de los lugares de vida por un decorado (o si se quiere: sustitución de la vida real por la ciudad virtual).

Hace cuatro años tuve ocasión de frecuentar a un grupo de indígenas que vivían en la frontera de Colombia y Venezuela. Poco importa aquí su nombre. Lo interesante del caso está en que esos indios, desprovistos de todo, volvían a encontrar cada noche en sueños a sus dioses y a sus antepasados. Los veían vivir en una ciudad inmensa, luminosa; al encontrarlos en el sueño, los indios podían también ellos dejarse conducir en automóviles automáticos y silenciosos, dejarse llevar por aviones que aterrizaban en el centro de la ciudad. Conversaban con sus parientes difuntos y al despertarse se regocijaban al pensar en que pronto ellos volverían definitivamente a unirse a esos difuntos.
Pero aquellos indios sabían también que estaban a punto de desaparecer de la tierra y que su ciudad de ensueño era una ciudad de muertos.
Quizás los volvamos a encontrar algún día.”

Ventana externa
La película “Cannibal Tour” sigue a un grupo de ecoturistas europeos y estadounidenses mientras viajan de pueblo en pueblo a lo largo del río Sepik en Papúa Nueva Guinea, quienes pagan para ver antiguas ceremonias sagradas y toman fotografías de cada aspecto de la vida “primitiva”. Los turistas sin querer revelan el etnocentrismo dominante en las cámaras de Dennis O’Rourke.

-¿Por qué no podemos regatear en las tiendas cuando compramos y en cambio ellos regatean constantemente?, pregunta un nativo.

El documental completo, aquí:

 

¿Qué fue primero: el huevo o la gallina?

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Esta pregunta que seguramente todos nos hemos hecho marcó desde la antigüedad uno de losdilemas de causalidad más importantes y duraderos de la filosofía. Si bien muchas veces, luego de tanto tiempo de repetir la pregunta, parece más bien destinada a plantear un enigma biológico divertido y ocurrente, fue durante mucho tiempo una pregunta que servía como metáfora. Esta pregunta implicaba remontarse a los orígenes mismos de la vida y de todo lo que conocemos, y cuyo planteo se dio en áreas como la filosofíala ciencia y la religión.

En este artículo vamos a ver algunas de las principales teorías y posibles respuestas a este antiguo dilema sobre si fue primero el huevo o la gallina, aunque durante mucho tiempo aún en el ámbito científico no existió consenso acerca de esta interrogante. Muchas respuestas apuntan principalmente hacia el huevo, pero la naturaleza metafísica de la pregunta, permite que esta siga manteniendo su vigencia a pesar de los estudios científicos.

El enigma a lo largo de la historia

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La pregunta se podría extender si se formula de la siguiente manera: “¿Qué fue primero: un elemento X que no puede existir sin otro elemento Y, o un elemento Y que no puede existir sin otro elemento X?”, por eso las implicancias de la pregunta son más profundas de lo que en principio parece y, por ejemplo, se puede trasladar este enigma al hombre.

De hecho, ya el filósofo griego Aristóteles (Siglo III A.C) lo comparó con la situación del hombre y dijo que si hubo un primer hombre este existió sin padre ni madre, lo que desde la naturaleza parece imposible. La interrogante fue abordada por varios científicos reconocidos, tales como Stephen HawkingChristopher Langan y, evidentemente, Charles Darwin.

La mención de Charles Darwin en este artículo era casi inevitable ya que esta pregunta se relaciona en gran medida con las principales teorías, sin ir más lejos, la teoría de la evolución. De acuerdo a ésta, la respuesta sería que primero fue el huevo, pero entendido este como el huevo en general y no un huevo del que luego nació una gallina (es decir, que en el mundo existían huevos antes de la existencia de la gallina).

Posibles respuestas

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Más recientemente, un estudio científico a cargo de investigadores genéticos así como también de productores granjeros de gallinas, pareció llegar a una respuesta definitiva. Este grupo de investigadores llegó a la conclusión de que fue primero el huevo, basados en una simple razón: el material genético de una especie no puede modificarse durante la vida del animal.

Hay consenso científico, de acuerdo a la teoría de la evolución de Darwin, de que lo que hoy conocemos como gallina evolucionó desde otra especie de ave y, si como decíamos, la información genética no puede ser modificada en vida, la mutación necesariamente se tiene que haber dado en un embrión dentro de un huevo preexistente.

De todas maneras, esta teoría deja algunas dudas, ya que no puede surgir una nueva especie de ave (en particular las gallinas) desde un único huevo modificado genéticamente, es decir, que necesariamente tiene que haberse creado una población de huevos modificados genéticamente que constituyeran el nacimiento de muchas gallinas y así el surgimiento de una nueva especie, algo que suena menos probable y más difícil de probar.

Lo cierto es que este enigma resultó tan interesante que, como toda pregunta que vale la pena formular, más que respuestas claras y concretas despertó debates y análisis tanto filosóficos como científicos, lo que siempre es bienvenido.

http://www.ojocientifico.com/4171/que-fue-primero-el-huevo-o-la-gallina

«MUCHAS» CIUDADES EN AMÉRICA LATINA ESTÁN EN ZONA DE RIESGO

En América Latina una gran parte de la población urbana está expuesta a sufrir un desastre natural, ya que muchas ciudades se han expandido de forma desmedida producto del crecimiento económico, aseguró el viernes en Panamá una funcionaria de las Naciones Unidas.

«Un 80% de la población (latinoamericana) vive en las ciudades y muchas están ubicadas en zonas de muy alto riesgo» de desastres naturales, aseguró Margareta Wahlström, representante especial del secretario general de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Según Wahlström, en la región se construyen muchas infraestructuras destruyendo el medio ambiente, lo que hace a las poblaciones más vulnerables ante un sismo, un huracán o las inundaciones.
«Estos son los riesgos que crecen en las zonas urbanas y son bastante serios a corto plazo», insistió Wahlström a la AFP.
La representante de la Ban Ki-moon concluyó el viernes una visita de 48 horas a Panamá, donde trató con autoridades locales y miembros de organizaciones internacionales acciones para prevenir desastres naturales, provocados por una aceleración del cambio climático.
«Claro que el propio desarrollo empuja los riesgos. El crecimiento rápido lleva un riesgo. Eso es evidente», dijo Wahlström, según la cual muchas de las ciudades de América Latina son «ancianas» y no están planificadas.
Según la ONU, más de 80% de las pérdidas reportadas por desastres en América Latina se producen en las zonas urbanas. En la región, entre cuatro y siete de cada diez desastres reportados a nivel nacional ocurren en centros urbanos de menos de 100.000 habitantes.
Mientras que la población mundial aumentó en 87% entre 1970 y 2010 (de 3,7 a 6,9 mil millones) en América Latina y el Caribe pasó de 285 millones en 1970 a 590 millones en 2010, lo que representa un aumento del 107%, según la ONU.
Para Wahlström los gobiernos de la región «no piensan en el riesgo a desastres», como un problema propio y único.
Según la ONU, principalmente en los países de ingresos bajos y medio-bajos, se presenta un movimiento neto de las personas y las actividades económicas hacia áreas propensas a inundaciones y ciclones tropicales.

 http://villatriinfo.blogspot.com/2013/01/muchas-ciudades-en-america-latina-estan.html

La salud no es un negocio

Xavier Caño Tamayo*/Centro de Colaboraciones Solidarias

En España, la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública ha reclamado a la Fiscalía General del Estado que paralice, en la región autónoma de Madrid, el cobro de 1 euro por receta médica dispensada. Una tasa recién impuesta por el gobierno regional del Partido Popular en Madrid para garantizar la sostenibilidad del sistema de salud, dicen. Garantizar la sostenibilidad es el subterfugio falaz de todas las contrarreformas neoliberales que vulneran derechos. La otra excusa esgrimida por el gobierno regional es que se malgastan muchos medicamentos, como indican varios estudios: casi la cuarta parte de españoles reconoce que guarda cajas de medicinas en casa que ya no usan.

Hay otras medidas efectivas para un uso racional y efectivo de medicamentos que nada tienen que ver con el afán recaudatorio de cobrar 1 euro por receta, como utilizar fármacos en dosis unitarias que ajusten la terapia necesaria. Pero esa medida no gusta a la industria farmacéutica, a la que no le importa que se desechen toneladas de medicamentos, porque finalmente los cobran (se desechen o no), y otras dosificaciones supondrían más costos para la industria.

Ya el Consejo de Estado había considerado que podía ser inconstitucional el cobro de 1 euro por receta –tasa que se aplica desde hace meses en la autonomía de Cataluña–, porque discrimina a la ciudadanía de la región de Madrid respecto a la de otras comunidades autónomas. Y, para rematar el despropósito, las farmacias madrileñas no disponen de infraestructura informática adecuada para contabilizar el cobro de 1 euro por receta para la administración regional.

En realidad, esa tasa forma parte de la consideración de la salud como negocio y no como derecho indiscutible. Para los neoliberales que desgobiernan es además negocio con pingües beneficios. Será por eso que el gobierno del Partido Popular de la región de Madrid ha privatizado seis hospitales y 27 centros de salud de atención primaria. Y como estos neoliberales son tan tramposos, a la privatización la llaman “externalización” sanitaria.

Dicen que su plan de “externalización” permitirá aprovechar recursos y reducir costos. Pero la experiencia privatizadora en la comunidad autónoma de Valencia demuestra justamente lo contrario: disminución de la calidad en la atención sanitaria y bastante más gasto. El costo de una cama en un hospital privado es de 1 mil 660 euros diarios, cuando en un hospital público sólo es de 955 euros, según un estudio de sindicatos del sector sanitario. Y en Alemania, a la cabeza de las contrarreformas neoliberales en Europa, además de varios repagos sanitarios (volver a pagar quien ya ha pagado con sus impuestos), que ellos insisten en llamar “copagos”, no pueden presumir de que la privatización de hospitales públicos haya sido un éxito. Un estudio de la Munich School of Management deja muy claro que “los resultados empíricos muestran que los hospitales privados son menos eficientes en controlar costos que los públicos”. Otro estudio, publicado en Health Policies en 2012, concluye que “la evidencia de Alemania muestra que los hospitales privados no son una mejora de eficiencia respecto a los públicos”.

El otro argumento falaz para maquillar tales contrarreformas es que no hay dinero estatal para ofrecer sanidad pública de calidad. Pero el profesor Vicenç Navarro explica que, “de 2007 a 2011, las empresas declararon en España 851 millones 933 mil euros de beneficios, por los que tributaron 101 millones 421 mil euros: esto roza un 12 por ciento de tipo impositivo. Si hubieran pagado un 28 por ciento sobre beneficios (tipo impositivo medio, según la Agencia Tributaria), sin tantas deducciones y elusiones que alegremente concede el gobierno, el Estado hubiera obtenido ingresos por 141 mil millones de euros. La diferencia entre ambas recaudaciones (ingresada y que se hubiera podido ingresar) coincide con el volumen de recortes de gasto público (sanidad incluida) que los gobiernos imponen desde hace 4 años a la ciudadanía española”. España continúa siendo escaparate de Europa.

Pero la salud no es negocio, sino un derecho humano. Además, cobrar 1 euro por receta no resuelve nada y es una medida miserable. Por fortuna, también crece la objeción ciudadana a pagar ese euro; tan es así que el gobierno de la región de Madrid ha preparado un formulario que los objetores a abonar 1 euro por receta deberán cumplimentar para luego cobrarles ese euro con recargo de 20 céntimos por vía de apremio.

Lo dicho, miserable, además de que esta tasa perjudica especialmente a los enfermos crónicos que precisan terapia continua y serán los que más paguen.

*Periodista y escritor

Fuente: Contralínea 318 / enero de 2013

http://www.voltairenet.org/article177200.html

Emir de Qatar financia campaña electoral de primer ministro israelí

La presidenta del partido israelí Hatuna, Tzipi Livni, ha revelado este domingo que Qatar ha brindado una ayuda financiera por un monto de tres millones de dólares a la campaña electoral del primer ministro de Israel, Benyamin Netanyahu.

Además ha divulgado que el partido Israel Beiteinu también ha recibido un apoyo de 2,5 millones de dólares por parte de Qatar, destinado a su campaña electoral.

El canal 1 de la televisión israelí ha informado, asimismo, que Livni ha reconocido que mantiene una buena amistad y una relación “muy íntima” con la esposa del emir qatarí, el jeque Hamad bin Jalifa Al Thani.

Las elecciones parlamentarias israelíes se celebrarán el venidero martes, 22 de enero.

Desde hace muchos años, Qatar tiene relaciones comerciales con Israel, cuyas compañías trabajan en ese país árabe.

Anteriormente Qatar intentaba encubrir esa amistad, empero, actualmente, habla sin tapujos al respecto.

Hispan TV

http://www.librered.net/?p=24006

Ecuador: 15.000 personas en la marcha por la dignidad en Cuenca

El candidato por la Unidad Plurinacional arribó a Cuenca a las 9h45 y se trasladó inmediatamente a la avenida Loja donde se realizó la rueda de prensa para pronunciarse sobre temas de interés nacional.

Durante su intervención Alberto Acosta se refirió a la Uunidad Plurinacional, a la desigualdad en la campaña electoral, al compromiso en la defensa del agua y de varios derechos sociales vulnerados. Habló también sobre la juventud y su derecho a la educación.

Mientras tanto, en las afueras, los convocados a la marcha por la dignidad seguían llegando.

En la disputa por el electorado del Azuay entre Alberto Acosta y Rafael Correa es evidente la inclinación de la ciudadanía por la candidatura de la Uunidad Plurinacional.

Alrededor de 15.000 personas participaron en la marcha de Cuenca que copó las calles céntricas de la ciudad mostrando una enorme diversidad social, mucha alegría y vistosidad.

Seis muñecotes que representaban a los principales candidatos animaron la caminata. No faltaron durante todo el trayecto muestras de apoyo desde los balcones, portales y veredas mientras más ciudadanos y ciudadanas se sumaban voluntariamente en las calles.

La plaza de Santo Domingo quedó estrecha para acoger a la multitud, que tuvo que ubicarse en las cuadras aledañas.

LibreRed

http://www.librered.net/?p=24012