Borneo es (en los años 20-30) uno de los últimos lugares exóticos y casi desconocidos del mundo, una gigantesca selva virgen donde aún hay mucho por descubrir. Situada al sur de la península malaya y rodeada por Sumatra, Java y las islas Célebes (además de un sin fin de diminutas islas sólo parcialmente cartografiadas) atrae a muchos aventureros por sus promesas de riqueza y a científicos por sus misterios aún por descubrir. También hay rumores sobre antiguas ruinas y criaturas aún más extrañas en lo más profundo de las selvas que pueden atraer a los buscadores más exóticos. En la ficción de los años 20 y 30 Borneo es el epitome del territorio salvaje e indómito, así aparece en películas como East of Borneo o en las revistas pulp, como los relatos ambientados allí de Carl Jacobi y Hugh B. Cave o The Spottef Panther de James Francis Dwyer.
Cierto que la era dorada de la piratería en esta zona ha quedado ya muy atrás para los años 30, lejos quedan las expediciones españolas de la década de 1850, desde sus bases en Filipinas, o los enfrentamientos entre los piratas, particularmente los temidos tigres de Mompracem, y el ya mencionado James Brooke. Sin embargo no es una lacra que haya desaparecido totalmente, aunque ahora los piratas utilizan naves de vapor (e incluso en alguna ocasión aviones) más que los tradicionales
praos de fondo plano para llevar a cabo sus asaltos, en ocasiones desde algunas de las múltiples islas sin explorar antes mencionadas, sobre navíos de línea y barcos mercantes.
La mayor parte de la isla es una posesión colonial holandesa, mientras que el extremo norte está dominado por los británicos, estando dividido en tres provincias o regiones separadas: Sabah, que es administrada por la North Borneo Chartered Company, el sultanato de Brunei, actualmente un protectorado británico aunque aún es gobernada por un sultán, y Sarawak, que se trata de un caso mucho más curioso. Fue un estado vasallo de Brunei hasta 1841, cuando la recibió en posesión el aventurero británico James Brooke como premio por colaborar en ahogar una revuelta local, utilizándolo como base para su lucha contra los piratas y los cazadores de cabezas. Hoy es gobernada de forma absoluta por su sucesor Charles Vyner Brooke, un personaje mucho menos pintoresco que su antepasado, un gobernante absoluto al modo oriental, pero nacido y criado en Londres, además de educado en Oxford y que mantiene buenas relacionados con el Imperio.
Mientras que la costa de Borneo ha recibido diversas influencias y establecido contactos comerciales con la India o China desde la antigüedad y con occidente desde el siglo XVI, el interior ha permanecido más aislado, desarrollándose un fuerte contraste entre una y otra región. En especial los chinos, y sus descendientes nacidos en Malasia (normalmente de madre nativa) conocidos como chinos de los estrechos o Peranakan, ocupan aún posiciones importantes en el comercio, sobre todo de Sabah y Sarawak, mientras que los occidentales (especialmente en la parte holandesa) dominan las instituciones coloniales, militares y educativas. El término malayo se utiliza a menudo para referirse a todos los borneanos de religión musulmana que residen en la costa, mientras que dayak se reserva a las más independientes tribus del interior (de las que hablaremos más adelante).
La forma más sencilla de acceder a estas regiones aisladas es a través de alguno de los grandes ríos de la región, que en muchos casos sirven como única posible arteria de comunicación, pero aún entonces son ríos plagados de peligros, de los cuales los cocodrilos y los rápidos no son los menores. En la costa y cerca de la desembocadura de muchos ríos, especialmente en la costa oriental, aparecen los manglares, territorio incierto entre el mar y la tierra en que los mangles (árboles con gran resistencia a la sal) prosperan. El norte y, especialmente el centro de la isla, es muy montañoso y de aún más difícil acceso lo que hace que allí el dominio colonial sea más nominal que real. En algunas zonas sin embargo se han abierto, con gran esfuerzo, precarias líneas de ferrocarril de mercancías ganando con gran esfuerzo terreno a la selva.
La isla cuenta con abundantes riquezas naturales, incluyendo las maderas exóticas, el caucho e incluso diamantes (normalmente diamantes pequeños arrastrados por los ríos y cribados cerca de la desembocadura) también es importante el comercio y producción de copra (pulpa de coco de la que se extrae aceite), realizada aún en gran medida de forma artesanal por los nativos.
La flora y fauna de Borneo es muy variada, y muy imperfectamente conocida por los científicos. Posiblemente el más famoso habitante de estas junglas sea el orangután, el único simio antropoide nativo de esta región del globo (si exceptuamos claro el caso polémico del Megaprimatus y su refugio en la cercana Isla Calavera) aunque si existen multitud de especies de monos y macacos. También podemos encontrar en sus junglas elefantes asiáticos y rinocerontes de Sumatra, osos malayos, jabalíes y ciervos de diversa especie; pero el mayor peligro pueden ser las múltiples variedades de serpientes que pueblan el área: tanto de las variedades venenosas, que incluyen la cobra real, como las constrictoras, especialmente la pitón reticulada, que puede superar los seis metros y, se dice ,tragarse a un hombre entero. Sin embargo no existen tigres en Borneo y el único gran felino de importancia es la esquiva pantera nebulosa, un cazador nocturno casi desconocido por los científicos y que raramente ataca al hombre.
Cazadores de cabezas…
Pese a que la costumbre de la
caza de cabezasentre los habitantes del interior de Boreno, los dayaks, está oficialmente prohibida y perseguida por todas las administraciones que gobiernan alguna parte de Borneo (y ha sido especialmente perseguida por la dinastía Brooke y sus soldados, los conocidos como Sarawak Rangers) , pero ni mucho menos está erradicada. La mayoría de estas se producen en luchas entre tribus y entre clanes pero ocasionalmente el cráneo de un occidental ha pasado a decorar la baranda de una
longhouse,casa comunal, dayak.
Los clanes y las tribus guardan disputas étnicas y territoriales que estallan con facilidad. Es una creencia generalizada que la cabeza es la residencia de una de mas múltiples almas que posee el ser humano y que al hacerse con la cabeza de un enemigo se obtiene fuerza y poder. En algunas tribus era costumbre que una muchacha no aceptara a un pretendiente que no hubiera conseguido uno de estos trofeos. Se valora más la astucia y la sorpresa que la mera fuerza a la hora de hacerse con ellas. Las cabezas posteriormente eran expuestas en postes, durante el proceso de descarnación, y después exhibidas en lugares privilegiados de la longhouse de la tribu. El arma tradicional para estas prácticas es el mandau, o parang en indonesio, unos terroríficos machetes con elaboradas decoraciones, a menudo realizadas con cabellos humanos.
El término dayak (también dayakos o dyaks) se utiliza para referirse a diversas poblaciones y tribus nativas (Iban, llamados también dayaks del mar, Bidayuh, Kayan, Kenyah y Ngaju son los más importantes, pero ni mucho menos los únicos) que pueblan amplias regiones de la isla de Borneo, para distinguirlos de las poblaciones más afectadas por otras culturas; en realidad se trata de un grupo muy heterogéneo que proviene de distintas migraciones a lo largo de los siglos desde el continente, Sumatra o Java y muestran una variedad interna considerable, pero a ojos de los extranjeros a menudo es difícil distinguirlos. Los nativos, salvo los iban que según parece constituyen la última oleada migratoria en llegar a la isla, no utilizan el término dayak para referirse a si mismos e incluso lo consideran peyorativo o ofensivo.
Existen decenas de idiomas hablados por las distintas tribus a su vez divididos en dialectos, derivados del aislamiento casi total de muchas de estas poblaciones (en términos de juego esto suele representar un problema grave, ya que los personajes suelen poseer únicamente un número muy limitado de idiomas, aconsejo dejar el realismo a un lado en este punto y permitir una única habilidad de “Idiomas dayakos” para representar un conocimiento general de todo este babel selvático).
La mayoría viven en “longhauses” comunales, construcciones de madera y palma sobre postes elevados que agrupan a todo un clan bajo un único techo, con dependencias unifamiliares, separadas en su interior (llamadas en iban bilek). Estas longhouses están gobernadas por un jefe, hereditario en algunas tribus, electo en otras, pero no existe unidad política más allá de este nivel fuera de laxas alianzas y lazos de amistad tradicionales.
La principal actividad económica es el cultivo de arroz en las colinas que rodean los ríos, así como la caza; crían también cerdos (que suelen vivir debajo de la longhouse y se alimentan de los desperdicios que caen de ella), perros y gallinas. También cultivan pequeñas parcelas de tabaco, que utilizan para mascar o para liar gruesos cigarros, a menudo deficientemente secados. También producen un fuerte licor de arroz (llamado borak entre los kanyan) que consumen en grandes cantidades durante alguna de las múltiples celebraciones religiosas o profanas.
También existen algunas poblaciones, como los punams, berusu y basap, que siguen siendo nómadas, es decir que no residen en longhouses ni cultivan arroz (viviendo únicamente de la caza y la recolección), y que los mismos dayaks consideran primitivos y salvajes, aunque magníficos cazadores.
Para la caza, y también para la guerra, utilizan largas cerbatanas, de más de dos metros, cargadas con dardos de bambú impregnados de un veneno paralizante (aunque una dosis lo bastante alta puede provocar la muerte al detener la respiración o el latido del corazón), cuya formula de elaboración varía de una tribu a otra. Estas cerbatanas también cuentan con una punta metálica, que permite usarlas como lanzas si es necesario. Los dayaks no desprecian el uso de una buena emboscada y son maestros moviéndose por la selva, a menudo un miembro de la partida de guerra atraerá la atención hacia él, mientras sus compañeros se acercan en silencio desde otro lugar. Además de para obtener cabezas-trofeo, la guerra puede servir como fuente de esclavos, pero estos suelen ser poco numerosos y su situación (en comparación con los hombres “libres”) no demasiado dura.
El vestuario también varía mucho, y en gran medida está siendo sustituido por modas foráneas en los últimos años. Tradicionalmente utilizan taparrabos, sombreros hechos de palma y diversos tipos de turbantes; también suelen llevar, collares, anillos, pendientes (los guerreros a menudo realizados con dientes de depredadores) y a menudo dilatadores; es bastante común la práctica de limarse los dientes en punta o el empaste con oro o cobre. En tiempos de guerra utilizan vestuarios más llamativos, con escudos ovalados pintados, sombreros a los que añaden plumas y placas de piel de animal curtida, para proteger el pecho y la espalda.
Los tatuajes, en ocasiones de cuerpo entero, tienen también una significación mágica y espiritual para los dayaks, aunque las costumbres concretas varían mucho de un pueblo a otro. Los motivos incluyen aves, plantas, diseños abstractos y figuras antropomórficas y reflejan las hazañas y victorias de su portador, entre otras cosas indican el número de cabezas obtenidas en la guerra. El primer tatuaje, a menudo en el cuello, normalmente se obtiene en la adolescencia tras sufrir un ritual de iniciación que puede ser bastante cruento e identifica al portador como miembro, y guerrero, de una tribu determinada.
A lo largo de los siglos muchos dayaks se han convertido al islam (y más recientemente el cristianismo, en alguna de sus múltiples denominaciones), especialmente en la costa; pero una parte significativa siguen siendo fieles a la religión tradicional, que entre los iban se conoce como kaharingan y entre los kenyha como Bungan Malan Peselong Luan. Se trata de creencias de tipo animista: una visión del mundo en que espíritus, buenos, malos y neutrales, animan cada elemento de la existencia, sean lugares, animales, plantas, rocas o seres humanos, vivos y muertos. Por ello existen multitud de normas, ritos y costumbres para llevar a cabo todas las acciones cotidianas, especialmente la caza, sin ofender a estos seres inmateriales que pueden descargar sobre el ofensor la enfermedad y la desgracia. También por eso algunas de las zonas de la selva son consideradas tabú y cualquiera que penetre en ellas (por ejemplo antiguos cementerios) puede arriesgarse a provocar la ira de cualquier comunidad dayak.
Durante décadas algunos dayaks, aunque se desconoce la etnia concreta, han servido como asesinos y sicarios de la siniestra organización llamada
Si-Fan y el más famoso de sus líderes, el conocido como Doctor
Fu Manchú. Esto nos lleva a suponer que dicha organización poseé alguna clase de base o establecimiento en la isla.
…y cazadores de orquídeas
Aunque para los años 30 ya ha pasado la “orquideomanía” de finales del siglo XIX lo cierto es que aún se pueden obtener pingues beneficios por una de estas plantas, si pertenece a una especie rara o (aún mejor) desconocida hasta el momento. Muchas personas de buena posición económica (entre ellos el famoso detective Nero Wolfe) poseen invernaderos dedicados al “coleccionismo” de estas plantas exóticas, procedentes de diversos países tropicales. Suelen ser plantas de colores y formas espectaculares, pero en muchos casos de olor más bien desagradable, se cuenta incluso la historia de una orquídea con un olor tan fuerte que podía provocar la muerte al infortunado que la oliera.
Aunque el principal campo de los buscadores de orquídeas sea centro y Sudamérica (especialmente Colombia) las junglas de Borneo son un lugar perfecto para encontrar muchas especies de orquídeas y, debido a su inaccesibilidad, también el lugar ideal para que se esconda alguna especie aún por descubrir (y por tanto de precio desorbitado).
En ocasiones se habla de la esquiva Orquídea Sangrienta, una planta rarísima que sólo crece en una región excepcionalmente remota del centro de la isla y que los dayaks, que la conoce como kling, consideran una panacea para todos los males, e incluso capaz de alargar la vida. Sin embargo también se dice que esa misma región está poblada de pitones excepcionalmente desarrolladas debido al consumo de dicha planta por sus presas.
Monolitos y dragones
Cerca de la frontera interior de Sarawak, en una región de tierras altas de difícil acceso habita la tribu kelabit, uno más de los múltiples pueblos que se agrupan bajo el paraguas de “dayak”. Son, por su situación en tierras altas (más de 1200 metros de altitud media) de difícil acceso y siguen manteniendo la mayor parte de sus costumbres tradicionales. Entre ellas se encuentra la práctica, única entre los habitantes actuales de Borneo, de elevar monumentos megalíticos en honor a sus difuntos, cubiertos con intrincados símbolos de origen incierto. Y aún más curioso, a menudo (cuando pueden conseguirlas a través de un largo proceso de intercambio intertribal) los huesos son enterrados dentro de antiguas jarras de origen chino conocidas como jarras de dragón. En realidad los dragones son presencia constante en la iconografía y la mitología de este pueblo remoto.
Esta unión de construcción megalítica y simbolismo dracónico haya llamado ya la atención de alguno de nuestros lectores más versados en los asuntos de lo oculto. De ser así no será necesario mencionar las similitudes con historias y mitos que relacionan megalitos y dragones en otras partes del globo, como las recogidas en puntos de Gales, Iraq, el Líbano, Ceilán o Providence (Rhode Island). Mitos que en muchos casos han demostrado tener una directa vinculación con las criaturas conocidas como lloigor. Debemos recordar que en el cuerpo de los Mitos los lloigor (no confundir con la divinidad conocida con el mismo nombre, gemela del terrible Zhar) están vinculados
al supuesto continente antiguo de Mu,cuya localización especulativa en el pacífico lo situaría cerca de la isla de Borneo. En el mismo sentido también se puede señalar supuestos avistamientos de grandes saurios en las selvas de Borneo.
Por supuesto estos monolitos, casi perdidos en la jungla, son considerados un lugar sagrado por los kelabit, y la investigación en cualquiera de ellos se ve dificultada increíblemente por los prejuicios y supursticiones que convierten estos lugares en tabú, además de los otros peligros naturales y sobrenaturales que conllevaría dicha pesquisa.