Archivo por meses: febrero 2013

Arquitectura insólita. El “Palacio Ideal” del cartero Cheval.

Una colaboración de lalunagatuna

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Le Palais Idéal du Facteur Cheval

Hace un tiempo os hablábamos de Raymond Isidore y de la mansión Picassiette, un excéntrico personaje que levantó con sus propias manos, y sin ningún conocimiento sobre arquitectura o albañilería, una construcción realmente sorprendente. Hoy os hablamos de otro personaje un tanto similar que, al igual que Isidore, empleó buena parte de su vida en construir, piedra a piedra, su sueño arquitectónico.

Ferdinand Cheval era cartero de la villa de Hauterives, en el departamento de Drôme, en el sur de Francia, donde además se le tenía por el “tonto del pueblo”. Todos los días, lloviera o hiciese sol, Cheval realizaba la misma ruta a pie, recorriendo en solitario e inmerso en sus pensamientos, los 32 kilómetros de la zona de reparto que le había sido asignada.

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Ferdinand Cheval

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Él mismo contaba que en una de sus expediciones encontró una piedra cuya forma le inspiró el palacio; a partir de ese día se dedicó a recoger cuantas piedras encontraba mientras realizaba las entregas. Primero las guardaba en los bolsillos, luego en una cesta, y al final las transportaba en una carretilla.

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Inició la construcción de su “palacio ideal” en abril de 1879; levantar los muros exteriores le ocupó las dos siguientes décadas y el resto de las obras trece años más. Cuando las autoridades, como le sucedió a Raymond Isidore, le negaron la posibilidad de ser enterrado en ella – por entonces ya era un anciano de setenta y ocho años- , adquirió un terreno en el cementerio y dedicó los siguientes ocho años de su vida a construir su propio mausoleo, obra que finalizó veinte meses antes de que le llegara la muerte (en 1924, a los ochenta y ocho años).

El Palacio Ideal de Cheval es una estructura de 12 por 26 metros y 14 de altura. Los muros exteriores reflejan, en una abigarrada maraña, distintos tipos de edificios y estilos arquitectónicos, muchos de los cuales, según su autor, correspondían a visiones que formaban parte de sus fantasías infantiles. Los materiales empleados fueron piedras de forma curiosa, fósiles y arena, amalgamados con ayuda de cemento.

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La construcción recuerda, en cierto modo, a los castillos de playa realizados con pegotes de arena húmeda que se deja escurrir entre los dedos. Un estilo que se parece bastante a lo que Gaudí aplicaría después en la fachada principal de la Sagrada Familia.

La decoración interior está formada por esculturas de personajes tan diversos como Adán y Eva, Vercingetorix o Arquímedes, y por sentencias compuestas por Cheval y esculpidas en las paredes, casi siempre relacionadas con su proceso de creación. Una de ellas reza: “1879-1912. 10000 días, 93000 horas, 33 años de sacrificios. Si hay alguien más obstinado que yo, que se ponga a trabajar”.

En el lado este, la fachada principal está presidida por tres gigantescas figuras antropomorfas de piedra; junto a ellas hay una especie de construcción de aspecto egipcio. En el lado noreste se alza una gran torre rectangular, mientras que la fachada oeste está decorada con una serie de reproducciones en miniatura de construcciones diversas: un templo hindú, un chalet suizo, la Maison Carrée de Argel, un castillo medieval y una mezquita musulmana, sobre cuyo pórtico se lee: “Entrada al palacio imaginario”.

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Dado que Cheval nunca se alejó más de 50 kilómetros del pueblo, debemos suponer que se inspiró en postales de la época, quizá las mismas que repartía como cartero, para elegir los motivos. El interior está decorado con esculturas, relieves y sus propios poemas grabados en los muros.

La construcción fue declarada monumento histórico en 1969, por el entonces ministro de Cultura francés, el escritor André Malraux. Entre los ilustres visitantes que recibió se cuentan Breton y el grupo de los surrealistas y Dubuffet.

En la actualidad está abierta al público y desde 1994 pertenece al municipio, que a veces la utiliza como escenario de veladas musicales. Durante los meses de verano se organiza un espectáculo de luz y sonido que rinde homenaje a la obra y a su autor.

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Fotografías de Mélisande

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Posteado por Sinuhé

Fuentes

Extracto de “Guía de arquitectura insólita”, de Natalia Tubau (Alba)

http://www.linternaute.com

http://www.facteurcheval.com

http://tejiendoelmundo.wordpress.com/2010/11/17/arquitectura-insolita-el-palacio-ideal-del-cartero-cheval/

MEDITAR

La palabra proviene de una raíz Indoeuropea que significa, “tomar medidas adecuadas”; en Latín es meditare ó meditatio y relaciona esta práctica con un ejercicio que puede ser, intelectual,espiritual, ó religioso.

El fin de la meditación es variado, pero el camino es la contemplación que se hace a través de un viaje interior profundo.

Lo que se está realizando en este blog es “Un estado de concentración profunda y consciente para iluminar con nuestros mejores deseos e intenciones llegar a iluminar el planeta y sus habitantes.

No importan aquí las ideologías ó tendencias, solo la buena intención y el deseo de que todo lo que nos llegue, sea lo mejor, sin distinción de razas, ni de credos.

La meditación es solo una herramienta mas para usar las energías conscientes a través del amor por el planeta.
Para la filosofía Zen, los Maestros dicen que “meditar el bien es llegar a tocar el corazón”.

Magical Healing Mantra: Aum Shree Ram

AUM SHREE RAM JAY
RAM JAY JAY RAM.

El mantra es una palabra o grupo de palabras sin un contenido semántico específico. Un mantra es un conjunto de sílabas en sánscrito (lengua sagrada del hinduismo y del budismo tántrico) que se recita un determinado número de veces para conseguir un logro, que puede ser mundano (obtener algo, lograr alguna habilidad) o trascendente (el logro supremo, que en el budismo tibetano consiste en la iluminación no solamente racional, sino de la verdadera naturaleza de la mente). También puede definirse como un sonido o combinación de palabras que por su construcción, significado y ritmo, posee la capacidad de concentrar la mente, elevandola.

La palabra es sonido. El sonido es vibración. Vibración es energía. Según el hinduismo, el mantra Om es el sonido primigenio del universo, el origen y principio de todos los mantras.

En la tradición hindú, la función primordial de los mantras es liberar a la mente del condicionamiento material y elevar la conciencia a un plano superior o espiritual
En el budismo tibetano, cada mantra se considera el sonido correspondiente a un cierto aspecto de la iluminación y se recita para identificarse con ese aspecto de la mente iluminada.

Los mandalas son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y el microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo. Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es generalmente representado como un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular. En la práctica, los yantra hindúes son lineales, mientras que los mándalas budistas son bastante figurativos. A partir de los ejes cardinales se suelen sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mandala.

Celtic Woman – Nella Fantasia (En la fantasía) – subtitulado

Una colaboración de Linterna Blanca

En la fantasía yo veo un mundo justo
donde todos viven en paz y honestidad.
Yo sueño con almas que son siempre libres
como las nubes que vuelan
llenas de humanidad en el fondo del alma.

En la fantasía existe un viento cálido
que sopla sobre la ciudad como un amigo.
Yo sueño con almas que son siempre libres
como las nubes que vuelan
Llenas de humanidad en el fondo del alma.

Más allá de la ira

“Cualquiera puede enfadarse, eso es fácil; pero enfadarse con la persona adecuada, en la medida correcta, en el momento oportuno, con el conveniente propósito y de la forma apropiada, eso ya no es tan fácil”.

Así escribía Aristóteles, hace más de 2000 años, en su obra clásica “El arte de la Retórica”. Sus palabras no cuadran muy bien con nuestro moderno concepto de la ira. Hoy día, tendemos a pensar que es una emoción destructiva que puede arruinar relaciones y derribar carreras profesionales. De hecho, el manejo de la ira es un campo lleno de teorías sobre la mejor manera de controlar o reprimir la ira excesiva. Pero la ira, parece ahora, que no es del todo mala. De hecho, haríamos bien en cultivar nuestra ira en algunas situaciones, en las relaciones personales, en la negociación de algunos negocios y dentro de los grupos de acción social, por ejemplo.

“En la medida que la ira suele ser una experiencia desagradable, se ve como una emoción negativa”, dice el psicólogo Brett Ford, de la Universidad de California, Berkeley. “Pero experimentar la ira puede ayudarnos a perseguir nuestras metas, y ser más feliz y saludables a largo plazo”. Para cultivar estos beneficios, la destreza, tal como entendía Aristóteles, es saber cuándo, dónde, cómo y por qué te enojas. Tenemos que aprender a utilizar nuestra ira de manera estratégica, en lugar de dejar que nos controle.

Los filósofos han reflexionado largo y tendido acerca de las causas de la ira, pero en general la reconocen como una respuesta emocional a ser provocado. Una llamada de atención de un empleado, un insulto dirigido a tu hijo, la decisión que sugiere tu jefe acerca de que tus sentimientos son irrelevantes, todas estas cosas tienden a desencadenar sentimientos de ira, y por lo general son vienen acompañadas por cambios físicos, como el aumento de la frecuencia cardíaca y los niveles de adrenalina. El cómo respondemos a estos desencadenantes, cuánta rabia sentimos y en qué medida lo expresamos, varía de una persona a otra (ver anexo 2 “La brigada de la ira”). No hay duda de que las personas que experimentan y expresan enojo con frecuencia, padecen de una rabia desinhibida. Aunque el impacto sobre su salud sea discutible, el efecto en sus relaciones está claro. “Sus hijos, esposas, jefes, familias les temen, y asustan a cualquiera”, señala Mike Fisher, director de la Asociación Británica de manejo de la ira, con sede en East Grinstead. “No te creerías la cantidad de personas que hay así. No tienen amigos. Su familia les ha dejado. Todos ellos funcionan o actúan con toda una variedad de adicciones”.

Desde la rabia desencadenada en las revueltas, nadie está discutiendo que la ira no pueda ser enormemente destructiva, sin embargo, la idea de que a veces también puede ser beneficiosa está ganando terreno. Un estudio de especial influencia se produjo a raíz de los ataques terroristas del 11/9 en EE.UU. Jennifer Lerner, ahora en la Universidad de Harvard, recopiló información sobre las emociones y actitudes de los casi 1000 adultos y adolescentes estadounidenses, apenas a nueve días tras dichos ataques, con estudios de seguimiento en años posteriores. Ella encontró que las personas que se sentían molestos con el terrorismo se mostraron más optimistas sobre el futuro que los que tenían miedo al terrorismo. Los hombres del estudio estaban más enojados que las mujeres, y en general, eran más optimistas. También encontró que, el enfoque de las historias de los medios de comunicación para enojar a la gente, les hacía tener menos miedo a ser heridos en un atentado terrorista y más dispuestos a apoyar una respuesta pública agresiva en lugar de conciliadora (Psychological Science, vol 14, p 144).

Una ira sana

En un estudio de laboratorio, Lerner descubrió que la gente enojada, en vez de miedo por una situación de estrés, tienen una menor respuesta biológica, en términos de presión arterial y niveles de estrés hormonal (Biological Psychiatry, vol 61, p 253). Esto demuestra, señala ella, que cuando estás en una situación desesperante, y tu ira está justificada, la emoción no es necesariamente mala para usted. Investigaciones recientes de Ford dan un paso más allá. Trabajando con Tamir Maya, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, Israel, descubrieron que las personas tienden a sentirse enojadas en vez de felices, cuando se confrontan otros casos de mayor bienestar general (Emotion, vol 12, p 685). La naturaleza irascible también puntuó más alto en inteligencia emocional, que puede parecer contrario a la intuición, sin embargo, es coherente con la idea de sentirse enojado, aunque desagradable, puede tener sus usos.

La investigación de Lerner del 11/9, también pone de relieve la importancia de la ira que provocó la acción colectiva contra una amenaza común, una idea que está siendo explorada por Andrew Livingstone, de la Universidad de Stirling, Reino Unido. Su equipo estudió a grupos de personas con algo en común (p. ej., procedentes de Gales del Sur) y grupos al azar, y midió las reacciones emocionales de los participantes a factores desencadenantes, como la sugerencia de que iba a ser retirado el apoyo gubernamental a lugares de patrimonio en el sur de Gales. Ellos encontraron que la ira, más que cualquier otra emoción, ayudaba a unir a las personas con una convicción compartida, y les planteó que pasaran a la acción.

“Por su naturaleza, la ira tiende a ser una emoción muy energizante”, dice Ford. Su trabajo sugiere que el sentirse enojadas hace que las personas busquen recompensas (Psychological Science, vol 21, p 1098). Si el deseo de recompensa promueve la mejora las condiciones de trabajo, por ejemplo, o cambios sociales más amplios, la ira puede jugar un papel muy importante para ayudar a alcanzar estos objetivos. “Mahatma Gandhi y su resistencia pasiva, es un bello ejemplo de la ira controlada”, afirma Fisher. “Se ha visto con Nelson Mandela, con Malcolm X, estas son enormes figuras de nuestra historia que se destacan como líderes increíbles, que han canalizado su ira y han transformado naciones. Sin embargo, esta canalización de su ira se ha dirigido a curar en lugar de hacer daño.”

La ira es de vital importancia para la movilización que apoya a un movimiento social, señala Nicole Tausch, de la Universidad de St. Andrews, Reino Unido. Cuando examinaron las protestas estudiantiles contra los costes de matrícula en Alemania, la respuesta de los musulmanes indios a la desigualdad en la India, o cómo los musulmanes británicos reaccionaron ante la “guerra contra el terrorismo” del gobierno británico, Tausch y sus colegas hallaron que la ira jugaba un papel positivo. En particular, la gente estaba motivada a realizar manifestaciones pacíficas esperando persuadir a su adversario para rectificar las injusticias sociales ((Journal of Personality and Social Psychology, vol 101, p 129). En contextos políticos, la ira puede ser la señal de que las personas todavía se sienten conectadas y representadas por un sistema político, “las expresiones de enojo, como en las protestas, podrían no ser vistas como una amenaza para el sistema, sino como signos de una democracia saludable”.

Si la ira puede servir a una causa superior, también puede ser aprovechada para nuestros fines personales. Hay muchas pruebas de que la ira puede ser beneficiosa en un contexto profesional, siempre y cuando se tenga cuidado de cómo se expresa y ante quién.

La explosión de ira puede pagar dividendos en el lugar de trabajo, si los gerentes posteriormente abordan los problemas de fondo, en lugar de simplemente castigar a las personas agraviadas (Human Relations, vol 64, p 201). Algunos gerentes con visión de futuro, incluso quieren fomentar la ira, al menos en determinados momentos, parece que las personas que se sienten enojadas producen una lluvia de ideas de forma más estructurada, coherente además con una resolución creativa de problemas (Journal of Experimental Social Psychology, vol 47, p 1107).

La ira profesional

También hay pruebas de que los líderes políticos y empresariales que se enojan más que sentir tristeza, en respuesta a un escándalo se les concede un estatus más alto (Revista de Personalidad y Psicología Social, vol 80, p 86), siempre y cuando sea hombre, es así. Tanto los hombres como las mujeres confieren un menor estatus a las mujeres profesionales montadas en cólera que a sus homólogos profesionales masculinos, ya sea la mujer un CEO o una aprendiz. Las reacciones emocionales de una mujer se atribuyen generalmente a su carácter (“ella es una persona enojada”) mientras que en los hombres se percibe como una mera reacción a las circunstancias externas. La secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton, es una mujer política que ha sufrido críticas por ser “demasiado iracunda”, reseña Victoria Brescoll, de la Universidad de Yale (Psychological Science, vol 19, p 268).

Diversos estudios han descubierto que los negociadores enojados pueden obtener un mejor resultado en su haber. Pero en 2010, Hajo Adán, de INSEAD, una escuela de negocios en Francia, halló una importante excepción. Su investigación se inspiró, en parte, al observar cómo sus colegas en INSEAD (que cuenta con campus en todo el mundo) reaccionaban de manera distinta a los arrebatos de ira, y cómo los enviados comerciales de Japón respondió negativamente al ex presidente de EE.UU. Bill Clinton tomó una postura enojada en las negociaciones a principios de 1990. En los estudios en laboratorio con estudiantes voluntarios de la Universidad de California, Berkeley, el equipo de Adán descubrió que los estadounidenses de ascendencia europea hacían más concesiones a un rival enfadado que a uno no-emocional, en tanto que los asiáticos y asiático-americanos hacían menos concesiones (Psychological Science, vol 21, p 882). Adán piensa que esto refleja las normas culturales acerca de cuándo es o no apropiado enojarse.

Advertencias aparte, la ira, usada juiciosamente, tiene todo tipo de beneficios tanto en el ámbito laboral como en la más amplia esfera social. Sin embargo, ¿qué ocurre con la vida familiar? Sin duda, cuando se trata de tus seres queridos, ¿es siempre mejor mantener la calma y evitar un altercado?

No, dice Ernest Harburg, profesor emérito de la Universidad de Maryland, en la Escuela de Salud Pública en Washington DC. Él cree que una pelea con tu pareja en realidad podría ser saludable. Su equipo ha encontrado que, las personas que suelen reprimir su ira en disputas con su compañero/a mueren antes que aquellos que permiten su ira y resuelven conflictos. Y últimamente, en los resultados aún no publicados de un estudio que abarca más de tres décadas, las parejas donde ambos expresan su enojo tienen una vida significativamente más larga. Harburg cree que la represión de la ira aumenta la presión arterial y, a largo plazo, esto afecta la vida útil. “La idea de inhibir la ira todo el tiempo, lo cual es promovido por las religiones y los pacifistas, no da lugar a un pensamiento saludable.”

Fisher advierte que al enojarse en una relación, hay que ser respetuoso. “Es tan simple como decir: Me siento mal y enojado, necesito que me escuches y me tomes seriamente, que te ocupes de mi y me hagas caso”. Eso, admite, no es lo que la gente suele decir.

Como ya reconoció Aristóteles, el control de la ira no es nada fácil. Pero hasta eso no es suficiente. También tenemos que aprender a responder adecuadamente a la ira de los demás. Si se le impulsa a más ira, o incluso simplemente se le ignora, las consecuencias pueden ser graves. Todo el mundo tiene una experiencia personal de esto, y si esto se da en un contexto político, los resultados pueden ser desastrosos. Tausch y su equipo, han encontrado que si el objetivo de la ira expresada por un grupo político no responde a los cambios, el grupo puede llegar a ser desdeñar el objetivo (quizás al gobierno), y dedicarse a lo que se llama “fuera de sistema” de la acción política, es decir, la violencia o el apoyo al terrorismo.

Razón de más, entonces, para “enfadarse con la persona adecuada, en la medida correcta, en el momento oportuno, con el conveniente propósito y de la forma apropiada”. Y razón de más para prestar atención a la ira, en lugar de ignorarla. La ira no debe ser vista como una forma destructiva del comportamiento, subraya Tausch, sino más bien como una forma de fomentar los comportamientos para que sean positivos y constructivos para las relaciones sociales.


Anexo 1. La fisiología de la furia
El estallido de ira tiene efectos poderosos en el cuerpo humano

  •     Los ojos se fijan
  •     La cara enrojece
  •     Se aprieta la mandíbula
  •     La voz se vuelve estridente (mujeres)
  •     La voz se profundiza (hombres)
  •     El corazón late fuerte
  •     Nerviosismo en el estómago o náuseas
  •     Las extremidades tiemblan
  •     La adrenalina se dispara
  •     Incremento del flujo de sangre en las manos
  •     Respiración más fuerte
  •     Aumenta la sudoración
  •     Elevación del torso
  •     Se abren los orificios nasales

Anexo 2. La brigada de la ira

El mismo rol social puede hacer a una persona ansiosa, a otra irritada y a una tercera tan enojada que reaccione con los puños. Nadie está muy seguro de por qué algunas personas tienen miedo cuando se les provoca y otros se enojan, pero lo cierto es que hay gente que tiende a enojarse más que otros.

Para empezar, los hombres se enojan más que las mujeres. Y dentro de cada sexo, los hombres físicamente fuertes son más iracundos que los débiles, y las mujeres hermosas suelen enojarse más que las mujeres menos atractivas, de hecho, la diferencia está en un 20 por ciento de variación en la ira masculina, según Aaron Sell, de la Griffith University, Queensland, Australia (Human Nature, vol 23, p 30). “La teoría es que la fuerza y ​​el atractivo conduce individualmente a hombres y mujeres a sentirse con más derecho”. En nuestro pasado evolutivo, tales atributos les habría dado una ventaja en la competencia con los demás. “Si el mundo no les da estos beneficios, son más propensos a volverse furiosos como consecuencia de ello”, señaló Sell.

Siguiendo una lógica similar, algunos investigadores creen que una alta autoestima crea a gente más enojada. Sin embargo, Mike Fisher, director de la Asociación Británica de Control de la Ira, cree que lo contrario también es cierto. Su experiencia le ha convencido de que las personas con baja autoestima (que puede incluir a alumnos de alto rendimiento) sufren más de estrés, lo que alimenta su ira. La gente se enoja más en momentos de estrés como ahora, cuando gran parte del mundo desarrollado se preocupa por la economía, argumenta Fisher.

La susceptibilidad al estrés también podría explicar el por qué de un alto nerviosismo, Las personas Tipo A, se cree que se enojan más que el más relajado Tipo B. La fisiología, a veces, podría ser responsable: hay un vínculo entre un pobre control de la glucemia y el estado de ánimo alterado, incluso enfadado (Diabetes Technology & Therapeutics, vol 14, p 303). La ira incluso se ha relacionado con un gen, el MAO-A, conocido como el gen “guerrero”. Sin embargo, mientras que las personas con este gen tienden a ser más agresivos, esto no significa necesariamente que sea porque se sienten más enojados.

Y nadie sabe realmente lo que hay detrás de un trastorno explosivo intermitente, dice Ronald Kessler, de la Harvard Medical School. Es una enfermedad psicológica caracterizada por erupciones de ira incontrolable, que generalmente se desarrolla en la infancia tardía. En 2012, el equipo de Kessler informó que alrededor de 1 de cada 12 adolescentes y adultos estadounidenses lo padecen, una tasa mucho más alta de lo que nadie habría sospechado (Archives of General Psychiatry, vol 69, p 1131).

Cualesquiera que sean las causas, no existe una “cura” para la ira excesiva. Una persona que se siente con frecuencia inapropiadamente enojada, por lo general, debería siempre trabajar en su gestión, señala Fisher. Como él mismo lo sufre, sabe lo difícil que puede ser. Pero hay un rayo de esperanza. Como regla general, tendemos a estar menos enojados, o por lo menos menos agresivos, a medida que envejecemos.


Anexo 3. Hacer unos tests

¿Controlas tu ira, o la ira te controla a ti? La Asociación Británica de Control de la ira tiene un test en línea que le dirá dónde se sitúa.

Mike Fisher, director de la Asociación Británica de Control de la ira, es también el fundador de Stress Experts, un test de estrés de la compañía en línea puede dar una guía de lo bien que está hacer frente a las pruebas de la vida.


Artículo original: “Do get mad: The upside of anger”, apareció en prensa como “Do get mad”.
Imagen: La ira.

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Serás lo que debas ser…

¿Qué son los mandatos? Órdenes explícitas o tácitas que nos condicionan. Y aunque no se manifiesten verbalmente, se van grabando en nuestro cerebro casi sin que lo percibamos.

Los mandatos son creencias familiares, religiosas, culturales, etc., que muy pocos se atreven a cuestionar. Porque además, a veces no son tan fáciles de reconocer… como para rebelarse a ellos.

Los padres son los primeros en transmitirnos esos mensajes inconscientes, pero no son los únicos. Los mandatos se irán registrando silenciosa pero firmemente a lo largo de toda nuestra vida y en diferentes áreas: carrera, trabajo, familia, comportamiento social, etcétera.

Contra la corriente

El proceso de socialización se realiza tradicionalmente desde las instituciones sociales en las que primero somos incluidos: la familia y la escuela a las que hoy se suman los medios de comunicación. Los tres contribuyen a la construcción y el mantenimiento de un sistema generalmente desigual entre mujeres y varones, dibujando roles estipulados y diferentes para cada quien. De allí la importancia de revisar los mandatos sociales que circulan en nuestra familia de origen, mediante las expectativas que definen lo que “deberíamos ser”.
Adriana Retamoso, licenciada en Psicología

Nuestros maestros, la televisión, la moda, los amigos y los códigos sociales en general nos irán “diciendo” cuáles son los patrones de conducta y las elecciones que corresponden para ser exitosos. Y hay diferentes tipos de mandatos, y distintas reacciones ante ellos. Tantos, como personas disímiles.

Que una mujer que se precie de tal debe enfocar su vida a la familia y la maternidad es uno de los más fuertes. Y que una buena mujer debe ser ante todo una buena madre, capaz de renunciar a sus propios deseos por el bien de sus hijos, es el que lo sigue de cerca.  Pero además, en los últimos tiempos han aparecido mandatos último modelo, que exigen a la mujer (además de cumplir a rajatabla con los dos anteriores) trabajar, ser una profesional exitosa y una buena amante, obvio… ¡siempre con el marido!

Esta sobreexigencia laboral-maternal-sexual genera idealizaciones casi imposibles, conflictos, y ansiedad, que se proyectan, por ejemplo, a la hora de tomar decisiones sobre el futuro. Y así, muchas mujeres, rebeldes ante los mandatos, expresan desde la adolescencia que no se casarán, que vivirán solas y trabajarán, por ejemplo.

Los varones, por su parte, no la pasan mejor con respecto a este tema. Hay también una serie de mandatos para ellos, que los obligan a demostrar permanentemente su masculinidad: ser exitosos profesionalmente, física y emocionalmente fuertes, potentes en su vida sexual, conquistadores permanentes –en lo posible mujeriegos- , ejercer siempre la autoridad en la pareja, ser heterosexuales, agresivos y duros.

No poder negarse nunca a una propuesta sexual “porque soy hombre” es otro de los mandatos, y por supuesto, ocultar sus sentimientos y debilidades también, porque es demasiado femenino y se corre el riesgo de perder la hombría. Seguir adelante con la empresa familiar, adoptar la profesión del padre, elegir una carrera universitaria –si sus padres no tuvieron la posibilidad de hacerlo- y en lo posible la que ellos consideran conveniente…es otro de los temas en los que opera el mandato tácito…o no tanto.

En general, es la adolescencia el momento en el que se presenta el conflicto de la identidad personal y de la elección profesional. Y en esa etapa, como podemos, vamos definiendo quiénes queremos ser y qué se espera de nosotros. Y ¿cuántas veces nos sentimos atrapados por los mandatos y expectativas familiares y de nuestro entorno?

Y respecto, por ejemplo, de la elección de la carrera, ya es una exigencia tremendamente grande que la decisión de definir la profesión para toda la vida se nos plantee a los 17 años. ¡Cuanta responsabilidad, cuando hasta entonces sólo teníamos que decidir adónde ir a bailar o cómo vestirnos!

Obviamente que hay excepciones: las de aquellos que han manifestado una vocación muy profunda desde muy temprana edad y más allá de las expectativas del afuera…pero no es lo más común. Y en la mayoría de los casos, los mandatos son los que ganan con mayor facilidad.

Los padres -con la mejor de las intenciones, obviamente- ven al hijo como su propio proyecto, que los continúa y los hace trascender, por eso le transmiten sus deseos personales. Y a la vez, lo tratan como un ser débil al que hay que sobreproteger, eligiendo por él su camino y evitando que haga sus propias elecciones –por si se equivoca y sufre-Y así, conciente o inconscientemente proyectan su vida en ellos.

Queda un último gran capítulo, y es el de la elección de la pareja. Ahí también operan los mandatos: la chica que le gusta a mamá, o el muchacho que papá debe aprobar, son estigmas que, lejos de estar superados, siguen vigentes en lo más profundo del subconsciente.

Rebelarse a los mandatos es otra opción. Pero… ¿cuál es el costo? Porque además es importante darse cuenta si la elección contraria a lo que se esperaba de nosotros fue una decisión genuina y libre, o rebeldía pura…

A vos… ¿Cómo te fue con tus elecciones de vida? ¿Sentís que fuiste fiel a los mandatos o te rebelaste contra ellos? ¿Sos lo que se esperaba de vos, o el producto de tus deseos?

http://asusta2.com.ar/2013/02/20/seras-lo-que-debas-ser/?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed%3A+com%2FzGDM+%28Asustados%29

Página Negra Walt Disney: El brujo negro de la fantasía

Fundó una gigantesca factoría de sueños y promovió la imagen de un tío canoso y bueno, pero, en realidad, era un misógino, racista, explotador y codicioso como Rico McPato.

Hay hombres que tienen alma de ratón. Y aprendices de brujo que, en lugar de corazón poseen un caldero donde hierve la envidia, el egoísmo, el miedo y cuecen brebajes de sombras aderezadas de ilusiones.

Nadie opacaba su fulgor ni siquiera su hermano Roy, que lo protegió de las palizas paternas; tampoco los artistas que crearon los dibujos animados que lo hicieron archimillonario y, menos aún, los cientos de operarios que construyeron su castillo encantado.

Walter Elías Disney vivió abrumado por la duda de ser un hijo expósito e ignorar el paradero de sus verdaderos padres, como sus personajes insignia: Blancanieves, Pinocho, Peter Pan, Cenicienta o los perritos de 101 Dálmatas.

De pregonero en las calles y en los trenes, pasando por dibujante y empresario fracasado, subió por la escalinata del “hombre autosuficiente” y fundó un imperio de fantasía que factura anualmente $30 mil millones, ganó decenas de premios Óscar y centenares de reconocimientos, construyó 18 parques de atracciones, montó estudios de cine, canales de televisión y emplea a más de 100.000 personas.

Su vida fue un sueño y, para otros, una pesadilla. Amado y temido sin medias tintas por sus biógrafos, recién estrenaron en España la ópera El americano perfecto, con partitura de Philip Glass y Christopher Purves en el papel del Disney.

La obra está basada en la novela de Peter Stephan Jungk, El americano perfecto: tras la pista de Walt Disney. El libro destapa el lado oscuro del más grande mito norteamericano del entretenimiento. Lo muestra como alguien con el extraordinario don de apropiarse de las ideas de los otros, explotarlos hasta la inanición y montar una fábrica de sueños que lo hizo nadar en dinero, como el avaricioso Rico Mc Pato.

“Walt Disney nunca dibujó ni uno solo de sus personajes. ¡Ni uno! Lo hacían cientos de personas que trabajaban para él, todos hombres, por cierto; las mujeres solo coloreaban”, dijo Jungk.

Durante décadas, circuló la versión romántica de cómo el tío Walt, así le gustaba que le llamaran, había inventado y delineado a Mickey Mouse; más tarde, se comprobó que Ub Iwerks, compañero de habitación y primer socio de Disney, fue quien diseñó al inmortal roedor, pero luego se separaron porque Walt nunca quiso cederle los créditos.

Por el patrio trasero de Disney, se metió Marc Eliot, autor de Walt Disney: el príncipe negro de Hollywood, al divulgar los archivos secretos del FBI en torno al papel del empresario como soplón e inquisidor de cientos de personalidades artísticas simpatizantes del comunismo, durante los años 50 en Estados Unidos.

Eliot presenta a Disney como un pelele manipulado por J. Edgar Hoover, sempiterno director del FBI, quien lo usó como “agentes especial” a cambio de averiguar quiénes eran los verdaderos padres del dibujante.

Un viejo empleado de Disney, Arthur Babbit, aseguró que en los años 30 su jefe asistió a varias manifestaciones pronazis; otros alegan que ese testimonio es prejuiciado porque Babbit era judío y enemigo de Walt porque lo despidió.

Un tío raro

Bajo el Mundo Mágico de Walt Disney World, en Orlando –Florida–, serpentea una vasta red de pasillos grises de 3,5 m. de alto por 4,5 m. de ancho, que abarcan 3,5 hectáreas, y se utiliza para el tránsito del personal y el equipo que hace realidad los sueños infantiles de millones de visitantes. Desde esas entrañas, surgen animales que hablan, hadas, príncipes gallardos y doncellas aleladas, calabazas que son carruajes y enanos de corazón puro.

Ese mundo perfecto –por fuera– es controlado por fuerzas invisibles –desde adentro–; similar a la vida de su creador: oscura, impenetrable, egocéntrica, misógina, racista y llena de dobleces. En El americano perfecto, le atribuyen esta frase: “Soy un líder, soy un pionero, soy uno de los grandes hombres de mi época. Soy un mito. Mi nombre está en boca de más personas que el de Jesucristo”.

Algo sí es cierto, Disney era una máquina de fabricar billetes. El 21 de diciembre de 1937, la plebe y luminarias, como Marlene Dietrich o Charles Laughton, hicieron fila por horas, para ver en el Carthay Circle, de Los Ángeles, la premier de Blancanieves y los siete enanitos.

La película, con innovaciones técnicas nunca vistas, pasó de costar $250.000 dólares a casi $1,5 millones; pudo haber sido un soberano fracaso, de no ser porque recaudó $8 millones en su estreno.

Esa noche maravillosa, Disney recordó aquella granja en las afueras de Chicago, el 5 de diciembre de 1901, cuando Flora Call parió al cuarto de sus cinco retoños, concebidos con la ayuda de Elías Disney. Este era un hombre de muchos oficios, uno de ellos carpintero, pero con un carácter endiablado y agresivo.

El pequeño Walt creció como Tambor, el conejito bueno; inocente como Bambi, buen tipo como el pato Donald, simpático como Mickey Mouse y viéndose –como dijo una vez a un niño– “como una abejita que va de un lado a otro del estudio recogiendo polen y estimulando a todos”. Ese es el tono de las biografías edulcoradas escritas por Bob Thomas (Un americano original) o, la de Leonard Mosley (El verdadero Walt Disney).

Otros –como el periódico El Mundo – señalan que Disney pudo ser el hijo bastardo del médico Ginés Carrillo, natural de Almería (España), que en sus años mozos dejó embarazada a Isabel Zamora, lavandera. Tales mezclas interclasistas eran un estigma y la avergonzada madre emigró a Estados Unidos.

En el olvido quedaron los vericuetos afrontados por Isabel en busca del sueño americano; al parecer, dejó al bebé en casa de los Disney y si te vi, no me acuerdo. Un dato verídico es que nunca se encontró la partida oficial del bautizo, el 5 de diciembre de 1901, pero si una de junio de 1902, según el biógrafo Eliot.

Tal vez todo sean chismes de comadres, pero ese nacimiento oscuro siempre atormentó a Walt y este pactó con el director del FBI para que encontrara la verdad a cambio de ser un delator.

De Chicago, la familia se trasladó a Misuri, pero el padre cayó enfermo, por lo cual viajaron a Kansas y alquilaron una pobre vivienda. Ahí, Walt y su hermano Roy trabajaron repartiendo periódicos. Tenía que levantarse a la medianoche y en la mañana pasaba dormido sobre el pupitre escolar; soñaba despierto y llenaba el cuaderno de garabatos.

Dejó la escuela a los 15 años; vendió diarios y chucherías en el ferrocarril de Santa Fe; de ahí, derivó una gran pasión por los trenes, por eso es que en sus parques de atracciones ese el medio de transporte.

Inflamado de patriotismo falsificó el acta de nacimiento y lo mandaron a Francia en la Primera Guerra Mundial, como chofer de ambulancias, pero nunca disparó un tiro. Ahí, dibujó mucho y aprendió a beber licor y fumar tres cajetillas diarias de Lucky Strike, vicio que lo llevaría a la tumba –el 15 de diciembre de 1966 – a causa de un enfisema pulmonar.

Doble cara

De vuelta al terruño, comenzó como creativo publicitario en periódicos, revistas y cines y trabó amistad con Iwerks; ambos fundaron Iwerks-Disney Commercial Artists en 1920, germen del futuro imperio de los dibujos animados.

Aunque la empresa fracasó, siguieron trabajando juntos, al punto que Iwerks creó a Mickey Mouse en 1928, pero Walt le escatimó el mérito y más bien su hija Diana, en la La historia de Walt Disney, vendió la idea de que su padre fue el inventor del bichillo durante un viaje en tren en Misisipi.

Walt se casó en 1925 con Liliam Bounds, una de sus empleadas, pero más por necesidad que por afecto. Resultó que su hermano Roy se marchó del departamento que compartían y Walt buscó alguien que hiciera los oficios domésticos. Con Liliam, tuvo a Diana y adoptaron a Sharon.

El controversial libro de Marc Eliot asegura que la familia siempre fue el foco de las crisis emocionales de Disney. La madre murió asfixiada por una fuga en un calentador a gas; otros dicen que se suicidó. Al parecer, Walt tuvo amoríos secretos con una masajista –Hazel George – y padecía de insomnio crónico, por lo cual ingería cantidades industriales de pastillas, alcohol, fumaba más que una ramera desocupada, era un dipsómano y tenía extraños tics en el rostro.

A trancas y barrancas consolidó los Studios Disney, fundados en 1923, que según Marie Stimson Beardsley –sindicalista purgada tras una huelga en 1941 – “se ha negado a reconocer todos estos años el talento ingente que produjeron sus trabajadores en horas sin fin y a bajo precio”.

 

La tacañería de Walt era tan proverbial como su aversión a los sindicatos, a los hippies, a los judíos, a los extranjeros, a los negros y a las mujeres, tanto así que sus personajes reflejan esos laberintos de su personalidad, analizados por Ariel y Armand Mattelart en Para leer al Pato Donald.

 

Como Mickey Mouse, en El aprendiz de brujo, hurgar en los pasadizos de Walt Disney sería invocar las fuerzas inescrutables de un hombre que siempre pensó, creyó y se atrevió a realizar un sueño que empezó con un ratón.

Fuente: http://www.nacion.com/2013-02-17/Teleguia/Pagina-Negra-Walt-Disney–El-brujo-negro-de-la-fantasia.aspx

http://apocalipticus.over-blog.es/article-pagina-negra-walt-disney-el-brujo-negro-de-la-fantasia-115478474.html