Hoy se publica un nuevo capítulo del libro
“Guía espiritual para tiempos desesperados”
Recuerdo los enlaces de los capítulos publicados:
INTRODUCCIÓN AL ÁMBITO SAGRADO DE LA EXISTENCIA
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/09/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick/
El Ámbito de lo Sagrado
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/14/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-2/
Capítulo 5 Conciencia sin Contenido
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/21/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-3/
Capítulo 7 Apego
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/01/28/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-4/
Capítulo 12 Las trampas del pensamiento automático
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/02/04/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-5/
Capítulo 14 El Gran Soñador
http://maestroviejo.wordpress.com/2013/02/11/guia-espiritual-para-tiempos-desesperados-por-billquick-6/
En el capítulo de hoy se habla de iluminación y de cualidades que se experimentan desde ese estado.
La iluminación es el fin de la mente y del ego y la consciencia plena del yo.
Significa ser uno con todas las cosas.
Quiero contarles una pequeña anécdota personal.
Yo me encontraba en una clase de tenis y el entrenador había colocado en medio de la red, un cartón con un agujero justo por encima de la red y no más grande de una cabeza humana.
Era preciso golpear la bola e introducirla justo por ese hueco. A pesar de que lo intenté no conseguía que entrara ni una.
Entonces me aislé un momento, me liberé de mi ego, de mis deseos de alcanzar metas, de quedar bien… dejé la mente en blanco y sentí la paz, el cielo, los pájaros la vegetación.
Miré la bola y me uní a ella y me imaginé esa bola penetrando por el hueco, sin dudas, sin tiempo, sin miedos.
Cuando sentí eso, entonces volví al ejercicio y cuando golpee la bola no miré para ver qué pasaba, en realidad no miré con mis ojos, miré con mi ser y ratifiqué, por los gritos de alegría de mis compañeros, que la bola y yo habíamos sido uno.
Quiero decir, que después he realizado ese ejercicio nuevamente, me refiero al tenis no a la meditación, y la bola volvió a ser “ella misma”.
Eso me produjo satisfacción porque no era mi habilidad la que había conseguido la prueba, había sido mi consciencia del yo.
Una consciencia que no podemos mantener, pero a la que podemos acudir, y de la que, les aseguro obtendremos una paz y bienestar imposibles de describir.
Capítulo 15
La Experiencia del Iluminado
Seguramente el lector sentirá cierta curiosidad por saber cómo es la vida de un Iluminado y, en qué modo difiere de la suya propia. Si llegar a la Iluminación resulta un empeño tan exigente como hemos descrito – ¿Es que vale la pena? ¿No sería mejor conformarse y aceptar las cosas tal como parecen ser?
La respuesta a esta pregunta es un asunto puramente individual. Sólo uno mismo puede determinar si todavía está dispuesto a creer en las vanas promesas de la vida material o si, habiendo tomado consciencia de su falsedad, no le queda otro anhelo que volar hacia el infinito en las alas de la Libertad.
Decía Maharaj que uno puede morir cien veces sin una interrupción en el barullo mental. O, conservar el cuerpo y, morir sólo en la mente. Y remataba: “La muerte de la mente es el nacimiento de la Sabiduría”.
Con esto quería decir que no es la muerte física la que pone fin a la tortura del pensamiento automático, sino la Iluminación. La Iluminación es la muerte de la mente, o sea, del sentido de ser una “persona”.
El “ser soñado”, o “persona”, teme a la muerte, porque ésta representa el fin de sus apegos, adicciones y dependencias. Siempre está buscando cómo sobrevivir, cómo sacar ventaja, cómo protegerse; se esconde detrás de una coraza de auto-defensa. El buscador de la Verdad, por el contrario, busca morir a todo apego mediante el trabajo de des-condicionamiento y las diferentes formas de “oxigenar” la mente que ya hemos mencionado. Y, el Sabio Iluminado, es el que ha trascendido el aspecto personal del Ser y se ha liberado de todos sus apegos e impedimentos. No se le puede considerar una “persona”.
Pero escuchemos las palabras de Maharaj, que es quien, en todo caso, puede darnos testimonio directo desde esa Realidad:
“No soy una persona en el sentido que usted le da a la palabra; aunque a usted le parezca una persona, soy el Océano Infinito de la Conciencia en el que todo ocurre. Estoy más allá de toda existencia y cognición, soy pura Bienaventuranza del Ser. No hay nada de lo que me sienta separado, por consiguiente soy todo, nada es yo, yo soy nada. El mismo poder que hace que el fuego arda y el agua fluya, que las semillas germinen y el árbol crezca, me hace responder las preguntas de usted. No hay nada personal en mí, aunque el lenguaje y el estilo puedan parecer personales. Una persona es un conjunto de pautas de pensamiento y deseo y, de las acciones resultantes; en mi caso no hay tal pauta. No hay nada que desee o tema ¿Cómo podría considerárseme una persona?”*
El Iluminado carece de miedo, lo cual no quiere decir que actúe de manera temeraria o irreflexiva. Más bien quiere decir que, al ver las cosas sin la distorsión del temor o el apego, las ve tal como son y, hace lo correcto sin dejarse confundir por las emociones y los condicionamientos.
“No tengo miedo porque no soy nada que pueda experimentar miedo o pueda estar en peligro. No tengo forma ni nombre. El apego a la forma y el nombre es lo que teje el miedo. No tengo apegos, soy Nada, y la Nada no tiene miedo a nada. Por el contrario, todo le tiene miedo a la Nada, porque, cuando una cosa toca la Nada, se convierte en Nada. Es como un pozo sin fondo, cualquier cosa que cae allí, desaparece”.*
El miedo y, la consciencia de ser un individuo separado (ego o persona), son una y la misma cosa. La Unidad (léase Dios, lo Supremo, etc.) no puede experimentar miedo porque no está separada, es completa en sí misma, no existe nada que pueda amenazarla.
Al igual que la luz pura, al atravesar un prisma, se descompone en colores sin dejar de ser luz; la Unidad, al atravesar el prisma de la ´sensación de ser´, se descompone en multiplicidad, sin dejar de ser la Unidad. Al identificarse con cada una de estas aparentes individualidades, que son meramente reflejos de sí misma, asume las limitaciones de cada una de ellas, incluyendo el miedo a la muerte. Pero la Unidad o, Iluminación, no es la aniquilación, dice el Iluminado, sino “Un estado más Real, Consciente y Feliz de lo que se pueda pensar. Sólo que ya no hay conciencia de ser un individuo”.
Pero sigamos escuchando a Maharaj:
“Mi mundo no está lleno de personas y cosas, sino que está lleno de mí mismo. Parece que oigo, hablo y actúo, pero para mí todo eso simplemente sucede, como para usted sucede la digestión o la transpiración. El cuerpo/mente se encarga de ello, dejándome a mí fuera. Así como usted no necesita preocuparse por que le crezca el pelo, yo no necesito preocuparme por la palabras y las acciones. Simplemente ocurren y me dejan indiferente, pues en mi mundo no hay nada que pueda marchar mal.” *
Estas citas nos dan una idea aproximada de lo que significa la Iluminación, aunque es bueno aclarar que el término “Iluminado” es un contrasentido porque, cuando la Iluminación tiene lugar, la identificación personal desaparece. No hay “nadie” que se “ilumine”.
“Un Iluminado dispone de un modo espontáneo de percepción no-sensorial, que le hace conocer las cosas directamente, sin el intermedio de los sentidos. Él está más allá de lo perceptible y lo conceptual, más allá de las categorías de tiempo y espacio, de nombre y forma. Él no es ni lo percibido ni el percibidor, sino el factor simple y universal que hace posible el percibir”.*
“Una vez que ve que no hay nada en este mundo que pueda tener por propio, usted mira el mundo desde fuera como mira una obra en un escenario o, una película en la pantalla, admirando y gozando, pero realmente impasible. Mientras usted imagine ser algo tangible y sólido, una cosa entre otras cosas, realmente existiendo en tiempo y espacio, vulnerable y breve, naturalmente estará ansioso por sobrevivir y crecer. Pero cuando se conoce a sí mismo como algo más allá del tiempo y del espacio – en contacto con ellos sólo en el punto del aquí y ahora; por otro lado todo-penetrante y todo-abarcante, inaccesible, inalcanzable, invulnerable, entonces ya no tendrá miedo. Conózcase a sí mismo como es – no hay otro remedio contra el temor”.*
Llegados a este punto, haremos una reflexión final: La ciencia nos dice que el universo se originó mediante una gran explosión o “big bang” que ocurrió hace miles de millones de años. Esta es una apreciación basada en el tiempo. De haber hablado sobre el asunto, yo intuyo que Maharaj lo hubiera hecho desde la intemporalidad, haciéndonos ver que el “big bang” está ocurriendo en este mismo instante. ¿Qué más “big bang” que la explosión incalculable de nuevos seres que están naciendo ahora mismo en los tres reinos – mineral, vegetal y animal? ¿Qué más “big bang” que lo Desconocido irrumpiendo en la esfera de lo conocido a través del vientre de una madre? ¿Qué más “big bang” que el espacio infinito expandiéndose continuamente más… y más…y más?
El “big bang” es el momento de la Creación. Ocurre aquí y ahora, o sea, en todas partes en todo momento, dando lugar a la dualidad, al tiempo y al espacio. Es una fuerza centrífuga; es decir, dirigida hacia fuera, desde la Unidad, hacia la variedad y la multiplicidad. Un potencial latente invisible que se desborda en lo visible, generando la infinitud de seres, formas y mundos temporales que conocemos.
Cuando “alguien” se “Ilumina”, la energía comprometida en su mundo se recoge sobre sí misma, reabsorbiéndose en esa Conciencia Pura, Auto-existente, Auto-radiante, Bienaventurada, Inmutable, Amorosa e Indescriptible que llamamos Dios. Es el retorno del hijo pródigo a su verdadero hogar: el Ámbito Sagrado de la Existencia.
“Cuando muere un Iluminado, él deja de existir en el mismo sentido que un río deja de existir cuando entra en el océano; el nombre y la forma ya no existen, pero el agua permanece y se hace una con el mar. Cuando un Iluminado se une a la mente universal, toda su bondad y sabiduría se convierten en la herencia de la humanidad y elevan a todo ser humano”.*