Archivo por días: febrero 5, 2018

“Estoy muerto… Ya es tarde”: Un ruso sobrevive cinco días en un bosque a 30 grados bajo cero

Por RT

“Estoy muerto… Ya es tarde”, deliraba Andréi Anúfriyev mientras los rescatadores lo llevaban hacia el coche.

Andréi Anúfriyev, de 31 años, sobrevivió milagrosamente durante cinco días en un bosque de la región de Cheliábinsk a temperaturas de hasta 30 grados bajo cero.

El hombre se perdió en su tercer día de trabajo en la tala de árboles. “Vi huellas humanas, pero no encontré el camino”, relata Anúfriyev al periódico Komsomolskaya Pravda. “El bosque es como un hormiguero, hay muchos caminos. Pero cualquiera que tomes conduce solo al siguiente cruce de caminos, es un laberinto sin fin”, explica.

“Un día interminable”

Al encontrar un pequeño mechero en el bolsillo, el hombre recordó cómo iba de acampada cuando era niño. Entonces, encendió un fuego que mantuvo vivo agregando rama a rama.

Para sobrevivir, masticaba agujas de pícea y comía nieve. Asimismo, la derretía en una lata de metal para beber. Trataba de no dormir para no congelarse: solo alrededor de media hora, junto al fuego.

El tiempo transcurrido entre el tercer y el quinto día se le antojó “un día interminable”. Además de debilitarse y ser presa del hambre y la deshidratación, relata que empezó a perder la cabeza y “no entendía nada”.

“Estoy muerto”

Finalmente, Anúfriyev fue hallado por rescatadores voluntarios cuando su fallecimiento parecía inminente.

Cuando lo encontraron, estaba acurrucado sobre la nieve, sin chaqueta y sin gorro. Según explicó uno de los rescatadores, “en la agonía de la muerte” la persona que se congela a menudo siente “una falsa sensación de calor”.

“Si una persona se quita la ropa, entonces, le queda una hora o dos hasta el final“, aseguró.

“Estoy muerto… Ya es tarde”, deliraba Andréi mientras los rescatadores lo llevaban al coche para trasladarlo a un hospital, donde pasó seis días.

Sorprendentemente, al hombre solo se le congelaron los dedos de una mano, mientras que la propia mano presentaba quemaduras después de que intentara calentarla junto al fuego sin darse cuenta de que se quemaba. Por otro lado, ni siquiera se resfrió, ni tampoco sufrió neumonía.

Ni pérdidas ni ganancias: Esta parábola nos recuerda que la vida es más rica fuera de la dualidad

Por Pijamasurf

UNA FÁBULA CONTADA POR ALAN WATTS SOBRE LA FALSA DUALIDAD ENTRE PÉRDIDA Y GANANCIA, BUENA Y MALA SUERTE.

Parte de nuestra cultura nos inclina con frecuencia e intensidad al pensamiento dual, esto es, a  pensar y experimentar la realidad desde premisas que implican dos términos opuestos y excedentes entre sí: lo bueno y lo malo, el éxito y el fracaso, la vida y la muerte, etc. En Occidente estamos especialmente habituados a codificar así la realidad, y mucho del sistema y la cultura en la que vivimos lo fomenta.

Ciertas escuelas de pensamiento, sin embargo, nos invitan a vivir y entender la vida con mucha menos rigidez y, a cambio, darnos cuenta de que es propio de la existencia presentarse con matices. De hecho, esa es la esencia de la vida: es tan amplia, tan llena de circunstancias, tan impredecible, que difícilmente puede ajustarse a los límites estrechos de una noción absoluta.

El video es una preciosa muestra de por qué la vida desborda fácilmente el pensamiento dual. Se trata de una historia tradicional china contada por Alan Watts, el filósofo de origen británico que sobre todo en la segunda mitad siglo XX difundió las enseñanzas del budismo zen.

Grosso modo, la parábola nos recuerda lo difícil que es hablar de ganancias o pérdidas cuando se intenta hacer un balance de la vida, pues el cambio propio de ésta puede tornar un suceso afortunado en uno desafortunado y viceversa.

La mente dual nos dirá que esto es un contrasentido o que vivir de ese modo es caer en cierta forma del relativismo o del nihilismo en donde nada importa, pues todo es impredecible. No se trata de eso, sin embargo, sino de intentar entender que la única forma de navegar el flujo de la vida es en la atención de las circunstancias presentes, experimentando a cabalidad el instante y actuando en función de eso, sin temor a la pérdida ni ansiedad por la ganancia.

Sólo aquí y ahora, con las manos abiertas para aceptar los dones de la vida pero también para dejar ir lo que nos pide a cambio.

Cerebros destruidos

Elisa Beni | El Diario

Un sindicato quiere que se prohiban los disfraces sexys de enfermera. El sindicato mayoritario de la Enfermería ha pedido que se retiren de los centros comerciales. Una incautación masiva de batas desbocadas, faldas prietas y uniformes reventones. Una razia en busca de cualquier disfraz sanitario que pueda provocar calores morbosos en las frías noches de las carnestolendas. Atentan a la dignidad del colectivo, dicen, y oigo levantarse desasosegados a todos los colectivos que pueblan las fantasías lúdicas y eróticas de la humanidad entera. Los guerreros romanos, saliendo de sus tumbas. Las brujas volviendo de sus cenizas para exigir respeto y disfraces adecuados que no muestren una imagen erotizada de su exterminio. Los piratas. La pobre Caperucita, niña devorada por el lascivo lobo, exigiendo que la largura de las capas sea la adecuada a una tragedia de este tenor. Policías y militares en pie de guerra para requisar todo pantalón ceñido, guerrera entreabierta y esposa mal usada por la población en general. Vaqueros e indios, para los que hubiera sido imposible montar caballos desbocados con la piel rozando en la silla con esas faldas imposibles y esos calzones abiertos en demanda de pasión. Bomberos indignados, ante esos hombretones semidesnudos y con la piel brillante cuyos disfraces incitan a lanzarse a fuegos que sólo la saciedad extingue. Veo brigadas de inspectores de fantasías y deseos. Veo a la Santa Inquisición en busca de monjas desvestidas y provocadoras y de curas que apenas lucen alzacuellos.

Veo que nos hemos vuelto locos y que la espiral de represión y puritanismo, de estupidez y de sinsentido nos está alcanzando como una ola a la que no sólo no nos resistimos sino que amplificamos en una voluntaria ordalía de buenos ciudadanos contra nuestras propias libertades. Ya no estamos contentos con no preocuparnos de que nos las cercenen sino que les entregamos nuestra propia censura en bandeja de colectivo sensible. Lo machista, lo infumable, es que el capital obligue a trabajadoras de la sanidad o de cualquier otro colectivo a adoptar vestimentas determinadas que sexualicen la actividad para rentabilizarla. Eso es inaceptable. Que a la gente le ponga cachonda una cosa u otra eso, me van a perdonar, es libre. Se pongan como se pongan los de SATSE.

El Carnaval es transgresión. Una fiesta religiosa también. Un desenfreno previo a la penitencia muy propio del catolicismo en el que no pesa tanto lo que hagas sino los trabajos necesarios para obtener el perdón de lo hecho. En eso se basa el Carnaval justo antes de entrar en la Cuaresma que todo lo borrará con la penitencia, el ayuno y la abstinencia. Sobrarse antes de reprimirse. Y la transgresión permitía lo no imaginable. Y tan libre y desmadrada y crítica con el poder era que el 13 de enero de 1940, el BOE de Franco publicaba su absoluta prohibición.

Prohibir. Un verbo que quizá se conjugue en más tiempos y personas en español que en ningún otro idioma. El tiempo de la permisividad y el descontrol por antonomasia no podía escaparse de este retroceso generalizado de las libertades al que asistimos. Hemos visto cuestionar algo tan incuestionable como las letrillas del carnaval de Cádiz. Irreverentes, provocadoras, soeces o directamente faltonas. Es su naturaleza, independientemente de a quién rebanen la cabeza o a quién pongan en la picota y de si son machistas o blasfemas o impertinentes. Son.

En este país, el gremio de los panaderos le ha pedido, nada más y nada menos que a la Real Academia de la Lengua, que “suprima” un refrán. Nadie sabe cómo los insignes académicos hubieran podido acometer tal represión si rebanando lenguas o inspeccionando hogares y tabernas para interceptar cualquier atisbo de recurrir a un acervo cultural que nos pertenece a todos y que se ha considerado siempre un compendio de sabiduría popular.

Prohibir. Menos aquello que merme derechos y libertades. Eso que lo cercenen con alegría porque será para nuestro provecho y mejor vivir. Hace como un año, un nuevo partido como Ciudadanos se unió a la fiesta pidiendo que se suspendiera en Santander un concierto homenaje a La Polla Records, Kortatu y Eskorbuto. De este último y mítico grupo he tomado mi titular hoy. Letras que corrían como adrenalina en los ochenta y que escuchaban jóvenes de toda suerte y condición, se convierten ahora en sospechosas de delitos inaceptables.

“Estamos en una época histórica especial en la que la libertad masiva da lugar a coacciones”, ha escrito mi también mítico Han. El mismo que explica que sin negatividad, sin esa negatividad intrínseca a lo humano, la vida se atrofia. Aprendan pues sindicatos y gentes de orden a convivir con ese fragmento de negatividad y de incomodidad que les volverá inmensamente humanos y dejen a las gentes que se disfracen y gocen y fantaseen con lo que deseen. Así estaremos seguros de que no han sido destruidos aún los cerebros. Al menos, no todos.

http://iniciativadebate.net/2018/02/04/cerebros-destruidos/


España se entrega a la explotación de animales en megagranjas para producir alimentos

Los animales que sirven de alimento en España, se crían cada vez más en un modelo industrial, al estilo estadounidense, que favorece las explotaciones de gran tamaño y producción intensiva.

La proliferación de proyectos de megagranjas de cerdos o vacas ha levantado sospechas en las comarcas donde se planean ya sea Castilla-La Mancha, Castilla y León o Aragón. Se enumeran motivos de protección de un modelo productivo de cercanía y escala más reducida y argumentos medioambientales como el de la gestión de grandes cantidades de residuos ganaderos: hasta el 65% de los vertidos a aguas provienen de deshechos de granjas, según el Sistema Español de Información sobre el Agua. Grupos ecologistas y animalistas añaden que esta manera producir es la que luego se asocia a instalaciones donde se descubre maltrato animal.

Aunque no existen unos baremos oficiales que expliquen a partir de que punto se considera técnicamente una megagranja, la concentración y crecimiento de explotaciones es una pauta reflejada por los datos de control del Ministerio de Agricultura en el sector porcino, el vacuno o el de las aves.

España es una potencia en el sector del cerdo. Segundo país de la Unión Europea con 47 millones de cabezas sacrificadas. La gran mayoría de explotaciones utilizan el modelo intensivo que implica el alojamiento en instalaciones donde se confina y alimenta al animal. Suponen el 84% de las 86.641 granjas censadas en España por el Ministerio de Agricultura. Además, a pesar de que ha caído en número total de explotaciones, ha crecido el de las de mayor capacidad de producción (mayor número de cerdos en sus instalaciones). España ha perdido 12.900 granjas porcinas desde 2007. Pero ha ganado 504 en el grupo de gran producción, un 32% más.

En Guadalajara han tratado de frenar un par de proyectos de estas características.  Sendas explotaciones intensivas de 1.500 y 6.000 cerdos en Riofrío del Llano y Brihuega. Otra granja por encima de las 2.000 cabezas se avecina en Cuenca. La Junta explica que «son una oportunidad para que la gente se incorpore a la actividad agraria».

Una de las organizaciones más beligerantes sobre el sistema de producción alimentario, Igualdad Animal, subraya que, aunque la ley prohíbe infligir lesiones, sí permite que ciertas prácticas [realizadas en granjas intensivas] se realicen sin anestesia como la reducción de los dientes o el acortamiento del rabo. La normativa exige un tamaño mínimo para albergar ejemplares, según el tamaño del animal «pero la privación de movimiento les crea frustración», insisten. IA no defiende ningún tipo de producción.

Detectan el primer caso de gripe aviar en una explotación avícola danesa

La asociación profesional Interporc sostiene que «a día de hoy, todas las granjas de porcino en España cumplen con la normativa comunitaria aprobada en 2001 que determina las normas mínimas para la protección de cerdos para contribuir a la mejora y mantenimiento de la competitividad de las exportaciones ganaderas».

Pocas ‘gallinas felices’

Aunque en grandes superficies comerciales puedan encontrarse con más facilidad huevos que provienen de gallinas no enjauladas (códigos 0,1,2), la real idad es que del censo total de gallinas ponedoras en España -que llega a 43 millones-, solo el 7,1% están en «cría alternativa». Y de estas, las camperas o ecológicas son todavía menos: un 4,6%. El resto viven en jaulas. En Europa, la media de cría alternativa está situada en el 44%. Alemania se dispara al 90% de sus gallinas. Holanda el 80%,  Reino Unido el 60%, Italia el 34% y Francia el 30%. España es el cuarto producto de huevos de la UE con 828.000 toneladas, superada por, precisamente, Francia, Alemania e Italia. La demanda de huevos de gallinas felices en España ronda el 13%, según el Ministerio.

La normativa sobre granjas avícolas fue revisada a nivel europeo en 2012.  Los empresarios calcularon que las nuevas reglas de bienestar animal, que les daba más espacio a los animales, encarecían hasta un 7% sus costes de producción.

Con todo, la Comisión Europea acaba de publicar un informe sobre el impacto de la aplicación de las normas de bienestar animal en la industria y ha concluido que «los costes generales para cumplir con los estándares se mantienen muy bajos comparado con otros costes de producción  que afectan a la competitividad».

Los productores españoles de ASEPRHU, que pidieron un IVA reducido para su producto con la idea de amortiguar la inversión para llegar a esos estándares, recogían en una guía que «es prioritario contribuir a la implantación de la normativa sobre bienestar de las ponedoras» este modelo «se basa en promover la sostenibilidad de la producción, la protección del medio ambiente, del bienestar y la sanidad animal».

En Soria, en el municipio de Noviercas, se proyecta la mayor lechería de Europa. 20.000 vacas para producir 180 millones de litros al año. Es una dimensión descomunal pero ilustra hacia donde está virando el sector: enormes granjas lecheras.

Vacas de leche estabuladas, en Canarias

La media de una explotación en EEUU es de 180 vacas lecheras. En España, sin llegar a estas cifras, la media no ha parado de crecer. En 2006 se contaban 26 reses por unidad y en 2015 ya eran cuarenta (el último dato publicado por el Ministerio). Las explotaciones más densas están en la Comunidad Valenciana con una media de 222 vacas por granja.

http://www.eldiario.es/sociedad/modelo-animales_0_735977294.html