En la historia de las religiones hay un tema que suele despertar curiosidad. Se trata de los ángeles caídos, también conocidos en algunos ámbitos como demonios. Se relata que los ángeles caídos serían, en realidad, de los primeros ángeles que Dios creó, pero que se alejaron de él y se rebelaron contra él, lo que motivó que fuesen desterrados del cielo y muchos de ellos enviados al infierno. La principal fuente para tener información sobre los ángeles caídos la encontramos en el Libro de Enoc, una antigua obra atribuida a Enoc, el bisabuelo de Noé, que contiene un rico material sobre el origen de los demonios y de los gigantes, la explicación sobre por qué algunos ángeles cayeron del cielo, e incluso una explicación de por qué fue necesario el Gran Diluvio. Algunos estudios han estimado que las secciones más antiguas del Libro de Enoc, principalmente el Libro de los Vigilantes, datan de alrededor del año 300 a.C., y la última parte, el Libro de las Parábolas, del siglo I a.C. Al principio, los ángeles caídos pertenecían al grupo celestial que salvaguardaba los inicios de la humanidad. Se dice que fueron creados específicamente por Dios para velar por el hombre, y se les otorgó de entendimiento y libertad. Estas características llevaron a que muchos de estos ángeles comenzasen a cuestionar a su creador, alejándose de él y cometiendo diferentes pecados, lo que llevó a que Dios los expulsara del cielo, desterrándoles al infierno. Se cuenta que la mayoría de los ángeles cayeron por lujuria, aunque también por vanidad como motivos principales. ¿Por qué razón cayeron estos ángeles? Aquí existen dos versiones distintas, según las fuentes. Por un lado, encontramos los relatos bíblicos en que se refieren a Lucifer; pero por otro encontramos el Libro de Enoc, en donde vemos que cayeron 200 ángeles en total, con Semyazza como líder principal, aunque no el único, ya que eran 20 líderes en total. A éstos se les conoce como los Vigilantes, aunque también fueron llamados Grigori. Se relata que fueron enviados por Dios a la Tierra para velar por la humanidad, pero les gustaron las hijas de los hombres, se unieron a ellas y engendraron hijos. Sus hijos fueron los Nephilim mencionados en la Biblia, semidioses gigantes, hijos de ángeles y humanas. Pero no sólo fue por lujuria, ya que incluso en el caso de los Grigori o Vigilantes, muchos cayeron por enseñar a los hombres el arte de la guerra y la creación de armas, entre otra serie de conocimientos, lo que creó un desequilibrio entre los primeros hombres. Lucifer (“portador de luz”), es también conocido como Satanás, aunque originalmente su nombre es Luzbel (“luz bella”). Es el ángel caído más conocido de todos y quien más veces aparece reflejado en la Biblia, a diferencia de otros que aparecen en el Libro de Enoc. Se dice que Lucifer fue creado por Dios como su hijo pródigo. Le dotó de gran belleza, inteligencia y perfección, con el objetivo que organizase al resto de ángeles.
En Mateo, Jesús dice: “Apártate de mí, Satanás“. Por otro lado, Shakespeare en su obra Rey Enrique IV, nos dice: “Y tal enredo de patrañas y majaderías que me apartan de mi fe. Os digo que anoche me tuvo lo menos nueve horas recitándome los distintos nombres del diablo“. Eliphas Lévi, nombre adoptado por el mago y escritor ocultista francés Alphonse Louis Constant, en su obra Dogma y ritual de la alta magia, nos relata que: “A la terrible y justa potestad que eternamente mata los abortos, la llamaron Tifón los egipcios, Samael los hebreos, Satán los orientales y Lucifer los latinos. El Lucifer de la Kábala no es un ángel caído y protervo, sino el ángel que ilumina y regenera después de la caída“. El escritor inglés Daniel Defoe afirma que: “Aunque el diablo es malo de por sí, los hombres echan sobre él todas sus maldades y le maltratan y acusan injustamente“. Según H.P Blavatsky, hace bastantes años un cabalista anónimo escribió estas terribles palabras: “Creo en el Diablo, omnipotente Padre del Mal, destructor de todas las cosas, perturbador de cielos y tierra. Y en el Anticristo, su único Hijo y perseguidor nuestro, que fue concebido por obra del Espíritu maligno y nació de una sacrílega y loca virgen. Fue glorificado por los hombres y reinó sobre ellos. Subió al trono de Dios todopoderoso, y sentado junto a Él insulta desde allí a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu del Mal, en la sinagoga de Satanás, en la comunión de los malvados, en la perdición del cuerpo y en la muerte e infierno perdurables. Amén“. Este blasfemo credo parece totalmente fuera de lugar. Pero según el periódico Sun, de Nueva York, a finales del siglo XIX hubo un clérigo de Brooklyn que afirmaba lo siguiente: “Los predicadores bautistas se congregaron ayer en la capilla de los marinos con asistencia de algunos misioneros. El reverendo Sarles, de Brooklyn, leyó un discurso en que defendía la proposición de que todo adulto infiel que muere sin tener conocimiento del Evangelio se condena eternamente. Esto equivale a decir que el Evangelio es maldición en vez de bendición, y que los judíos obraron en justicia al crucificar a Cristo, con lo que se derrumba todo el edificio de la religión revelada“.
Seguir leyendo ¿Qué nos dicen la mitología y las religiones sobre el concepto del demonio? →