Desde la perspectiva de ciertos pensadores humanistas (por calificarlos de cierto modo), una de las características fundamentales de la cultura de nuestra época es la entrega a cierta forma de goce inconsciente que se fomenta sistémicamente, pues sirve a otros mecanismos sociales como la producción y el consumo de bienes y servicios, por ejemplo.
Esta palabra, goce, podría parecer desde cierta perspectiva ambigua, pues en el lenguaje común puede emplearse de diversas maneras, algunas de ellas incluso un tanto ingenuas (como sinónimo de placer, por ejemplo, o de disfrute), pero al menos en el caso de la psicología y el psicoanálisis, la noción de goce tiene implicaciones profundas y, de hecho, específicamente en el marco de los desarrollos teóricos elaborados por Jacques Lacan, el goce es uno de los opuestos directos del placer.
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