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Biología evolutiva del desarrollo. Entrevista a Stuart A.Newman.

 Aunque ha sido lo convencional argüir que a los organismos muy diferentes de su población de origen probablemente les irá mal en la lucha por la existencia, tenemos ahora numerosos ejemplos en animales y plantas en los que tales “monstruos prometedores” han llegado a ocupar nuevos nichos ecológicos en lugar de competir a muerte con sus parientes. Así que, en principio, el modelo de Darwin de cambio gradual debido a la ventaja selectiva de variantes menores no es necesario para dar cuenta de la transformación evolutiva de los organismos de un forma compleja a otra.
 Imagen de: http://www.desdeelexilio.com

1. Se ha dicho que los organismos se desarrollan a partir de un plan establecido en los genes. Los genes se comparan también a una receta de cocina a partir de la que se elabora la “tarta” con las condiciones ambientales apropiadas. Para usted ¿qué son los genes, respecto al organismo al que dan forma y función?

20041209_cuny_4Los genes, que se componen de ADN, especifican directamente las secuencias de las moléculas de ARN e, indirectamente, las secuencias de aminoácidos de las proteínas. Antes de que hubiese formas multicelulares, evolucionaron organismos unicelulares durante hasta dos mil millones de años, evolución impulsada en parte por cambios genéticos y también por el establecimiento de relaciones simbióticas persistentes entre células más simples. Durante todo este período, ninguna estructura ni función celular quedó especificada exclusivamente por los genes de una célula. Las proteínas y moléculas de ARN que las células producen se asocian entre sí de manera dependiente del contexto o, en muchos casos, catalizan reacciones químicas (generando lípidos, polisacáridos y otras moléculas) cuyas tasas dependen de la temperatura y composición del ambiente externo. Así que la población de moléculas dentro de la célula puede variar ampliamente aun si los genes no lo hacen.

Se creyó largo tiempo que la forma tridimensional de una molécula de proteína, de la que depende su función, está unívocamente determinada por su secuencia de aminoácidos. Pero sabemos ahora que esto no es siempre cierto; la tasa a la que se sintetiza una proteína, que depende de factores internos y externos a la célula, afecta al orden en el que se pliegan sus diferentes porciones. Así que aun con la misma secuencia una proteína dada puede puede tener diferentes formas y funciones. Además muchas proteínas no tienen forma intrínseca, sino que cumplen diferentes papeles en diferentes contextos moleculares. Así que, aunque los genes especifican las secuencias de las proteínas, tienen sólo una tenue influencia sobre sus funciones.

El propio despliegue de la información de los genes, además, depende de la presencia en la célula de ciertas moléculas de ARN y proteínas. Ya que, como se ha descrito arriba, la composición del interior de la célula y la actividad de muchas de sus proteínas depende de más cosas que sólo los genes, la porción del contenido de información de los genes que la célula acaba usando la determinan, en parte, factores no genéticos. Así pues, para recapitular, los genes no determinan unívocamente lo que hay en la célula, sino que lo que hay en la célula determina cómo se usan los genes. Sólo si la tarta se alzase, tomase el libro de recetas y reescribiese las instrucciones para su propia factura sería pertinente esta popular analogía para el papel de los genes.

Cuando pasamos a los organismos multicelulares, que surgieron de antepasados unicelulares por vez primera hace unos 700 millones de años, las cosas se complican aún más respecto a la determinación genética. Ciertas proteínas unicelulares y otras moléculas movilizan en el contexto multicelular efectos físicos que no se anticiparon durante su anterior evolución. Por poner un ejemplo sencillo, todos los organismos unicelulares pueden secretar moléculas de proteínas al ambiente que los rodea. Estas moléculas en general se dispersarán alejándose del organismo, pero pueden servir para atraer presas, repeler predadores, etcétera. Cuando el ambiente externo consiste en otras células, como es el caso en un agregado multicelular, la molécula secretada puede formar una señal distribuida, un gradiente “morfogénico”, que puede hacer que un extremo del agregado sea diferente de otro. El gen involucrado simplemente especifica la secuencia de la proteína secretada. Qué función acaba asumiendo la proteína en el nuevo contexto multicelular no tiene nada que ver con la historia evolutiva del gen o con la selección a la que estuvo sometido. A estas asociaciones, activas durante el desarrollo, de antiguos productos genéticos con los efectos físicos que movilizan en agregados multicelulares las hemos llamado “módulos de formación dinámica de patrones” (MFDP). Hay muchos ejemplos parecidos.

2. El desarrollo de la biología del desarrollo nos lleva a considerar la evolución de las especies a una luz diferente. ¿Cómo se afectan recíprocamente los procesos de evolución de las especies y desarrollo de los organismos? ¿Explica el desarrollo, más bien que la selección natural darwiniana, la especiación?

Lo que hemos ido aprendiendo sobre el desarrollo es que los mecanismos que emplea para la producción de la forma pueden ser tanto no lineales como condicionales. Esto es, sus resultados pueden variar de manera abrupta (“saltacional”) en respuesta directa a pequeños cambios en una señal, y las señales cambiadas pueden proceder tanto de dentro como de fuera del organismo, en forma de genes mutados o “ruido” bioquímico o una alteración en la temperatura, la dieta, etcétera.

Aunque ha sido lo convencional argüir que a los organismos muy diferentes de su población de origen probablemente les irá mal en la lucha por la existencia, tenemos ahora numerosos ejemplos en animales y plantas en los que tales “monstruos prometedores” han llegado a ocupar nuevos nichos ecológicos en lugar de competir a muerte con sus parientes. Así que, en principio, el modelo de Darwin de cambio gradual debido a la ventaja selectiva de variantes menores no es necesario para dar cuenta de la transformación evolutiva de los organismos de un forma compleja a otra.

En el caso de la mayoría de los organismos del presente, sin embargo, vías redundantes de desarrollo conspiran para estabilizar la producción de un resultado fenotípico estándar. El hecho de que las formas orgánicas sean típicamente resistentes al cambio saltacional fue la base del incrementalismo de Darwin. Pero aunque los organismos de nuestra experiencia no sufren a menudo reorganizaciones morfológicas importantes, la propia circuitería que estabiliza el desarrollo es un producto de la evolución. Los organismos más antiguos, que tenían menos mecanismos de “canalización”, eran de desarrollo más plástico y propensos a cambios de gran escala. La conclusión inevitable de estos argumentos “EvoDevo” es que la evolución a la escala de filos precedió a la evolución a la escala de especies.

3. ¿Cuáles son los principales hitos del desarrollo? ¿Qué pasos básicos se recorren en el camino que lleva del cigoto al cuerpo?

Confinando la cuestión al desarrollo animal, que es mi especialidad, encontramos que la formación de un agregado de células de tamaño relativamente similar, variamente llamado bástula, pregástrula o masa celular interior, es común a todos los filos. Esto puede ocurrir, como en los mamíferos, mediante la división de un pequeño cigoto (esto es, un huevo fertilizado) y ulterior multiplicación de un subconjunto de su progenie celular, o, como en otros vertebrados y en la mayor parte de los demás filos, al henderse un gran huevo fertilizado. Las células generalmente se mantienen unidas mediante una o varias cadherinas, una familia de proteínas de superficies celulares.

Después de la etapa de agregado celular hay un conjunto de transformaciones obligatorias y opcionales que ocurren en las diferentes clases de organismos, no siempre en el mismo orden aun en formas estrechamente emparentadas. Incluyen el que las células adopten diversos estados bioquímicos o tipos (a pesar de tener genomas idénticos), sin que ningun tipo celular domine el agregado entero. Generalmente este equilibrio lo garantiza la vía de señalización Notch, que se activa mediante el contacto entre diferentes tipos celulares. En los casos en los que diferentes tipos celulares tienen diferentes propiedades adhesivas sus poblaciones forman capas de tejido diferenciadas, un fenómeno que se observa en todos los tipos de embriones animales.

Los agregados celulares que constituyen los embriones precoces desarrollan a menudo uno o más espacios interiores y pueden sufrir también estrechamiento y elongación. Estos dos efectos dependen típicamente de ramas de la vía de señalización Wnt, que causa variamente que las células devengan polarizadas en su forma o en propiedades de su superficie. A veces los agregados huecos se pliegan, un efecto típicamente mediado por el endurecimiento de una porción de la superficie debido a la secreción por algunas de las células de un material que forma una matriz extracelular, como el colágeno.

En algunos filos los embriones también se segmentan. Este motivo morfológico puede surgir de dos maneras distintas. En ciertos insectos, incluida la mosca de la fruta, se forman en un huevo elongado, antes de que se hienda, ondas estacionarias de moléculas de regulación génica. En los vertebrados, los segmentos se forman cuando células que sufren oscilación en su estado bioquímico quedan localmente sincronizadas, pero desplazadas en fase a lo largo del eje de elongación del embrión. Bloques apareados de tejido se separan del tejido adyacente no segmentado en una fase específica de la oscilación, pero sólo en las regiones fuera de la influencia de un gradiente morfogénico (como el descrito arriba en la respuesta a la pregunta 1) con su máximo en en un extremo del embrión. Este mecanismo de segmentación emplea algunas de las mismas vías arriba mencionadas, por ejemplo Notch y Wnt, así como el morfógeno secretado FGF. También algunos insectos y otros artrópodos pueden usar este mecanismo de “reloj y frente de ondas”.

En todos estos ejemplos, mecanismos básicos de generación de un plan corporal emplean antiguas moléculas que habían evolucionado para desempeñar funciones en organismos unicelulares. Estas moléculas adoptaron nuevas funciones en agregados multicelulares utilizando mecanismos físicos relevantes a la escala mayor, constituyendo así módulos de formación dinámica de patrones (MFDP). El MFDP más fundamental es la adhesión celular, que genera agregados multicelulares. Los otros MFDP fueron una consecuencia directa del nuevo contexto físico de la multicelularidad. Pero aunque no hubo así necesidad de prolongados períodos de adaptación selectiva para que emergieran los procesos básicos del desarrollo y la producción de formas, la evolución subsiguiente ha refinado y coordinado la acción de los MFDP, lo que hace a los embriones del presente muy diferentes de los primeros organismos multicelulares.

En etapas más avanzadas de la embriogénesis, cuando nuevos agregados celulares inician el desarrollo de órganos como corazón, pulmones, riñones y miembros, emplean las mismas moléculas y mecanismos, esto es, los mismos MFDP, para generar variantes de los mismos motivos morfológicos que se observan en el desarrollo temprano.

4. ¿Cómo se comunican y coordinan entre sí las células? ¿Cómo es posible semejante complejidad sin un director de orquesta?

Las células en agregados, como los embriones en etapas tempranas o los organismos multicelulares más antiguos, exhiben autoensamblaje y autoorganización de forma y de patrones. Tienen estas propiedades no simplemente a causa de sus genes, o de las proteínas y otras moléculas en cuya producción intervienen los genes, sino a causa de los efectos físicos utilizados por un subconjunto de estas moléculas y las funciones de los resultantes MFDP.

Un ejemplo de autoensamblaje es la ordenación de células de diferente adhesividad en distintas capas de tejido, como se ha mencionado arriba. Este fenómeno se parece a la separación de aceite y vinagre en una botella de aderezo para ensaladas que se ha agitado, y ocurre por razones similares. Una mezcla de dos tipos de células con diferentes tipos o cantidades de moléculas adhesivas homofílicas en sus superficies es físicamente análoga a una mezcla de aceite y agua. En ambos casos las subunidades (células, moléculas) con la afinidad más fuerte se unen entre sí, excluyendo a las de afinidad más débil. El resultado es un sistema de dos fases. En el caso de los tejidos la fase más cohesiva acaba incluida en la fase menos cohesiva, un fenómeno que se ve también con aceite y agua cuando se los suspende en un tercer medio en el que se neutralizan los efectos gravitatorios. Lo notable es que aun si los dos tipos celulares surgen aleatoriamente en un agregado, ocurrirá esta ordenación y la relación espacial final de los tejidos resultantes será siempre la misma.

La autoorganización es más complicada, ya que las estructuras producidas no son estados de equilibrio sino que su establecimiento requiere interacciones activas y opuestas. Un ejemplo es la formación del esqueleto de los miembros de los vertebrados. Esta estructura se basa en la emergencia de una serie de varillas y nódulos de cartílago regularmente espaciados que, en la mayoría de las especies, son después reemplazados por hueso. La formación de patrones en el cartílago resulta de la interacción de activadores e inhibidores difusibles de la formación de “condensaciones” celulares, agregados compactos de células (análogos a los agregados celulares que constituyen los embriones tempranos) que aparecen en la yema del miembro, yema de forma de pala. El matemático Alan Turing proporcionó en 1952 una demostración teórica del potencial de formación de patrones de tales sistemas de “reacción-difusión”.

Un rasgo común de los sistemas con autoensamblaje y autoorganización es que progresan hacia puntos finales estereotipados: un par de tejidos dispuestos en capas con una configuración preestablecida y un conjunto de elementos cartilaginosos bien espaciados, en nuestros dos ejemplos. Hay resultados análogos de la acción de otros MFDP. Aunque es incuestionable que ocurren, estas actuaciones orquestales sin director violan uno de los preceptos clave del paradigma darwiniano. Representan una convincente evidencia en favor de la “ortogénesis”, una direccionalidad inherente en la organización de la forma biológica. Es claro que la existencia de tales fenómenos obvia la necesidad de la selección natural para la generación de importantes motivos morfológicos.

5. El ser humano no completa su desarrollo en el útero, sino que continúa a lo largo del ciclo vital. Esto afecta en particular al cerebro. ¿Qué nos dice la biología del desarrollo sobre el cerebro humano?

La discusión de arriba sobre la evolución y el desarrollo de la forma del cuerpo y de los órganos sostiene que los fenotipos morfológicos fueron más plásticos antiguamente que hoy. El que los procesos formativos (los MFDP) fueran sensibles a las condiciones externas permitió que la forma cambiase rápidamente con poca o ninguna alteración genética. Sin embargo fue precisa extensa evolución genética para estabilizar y canalizar la generación de forma: los mecanismos de desarrollo de la mayoría de los organismos del presente, al menos en lo que concierne a la morfología, no son ni de lejos tan plásticos como lo fueron en el origen de la multicelularidad.

La evolución y desarrollo del sistema nervioso tienen algunas similaridades con el guión descrito, pero las diferencias son aún más significativas. Como el desarrollo morfológico, el sistema nervioso se basa en nuevos papeles para funciones unicelulares adquiridos en el contexto multicelular. En el caso del sistema nervioso predomina una antigua propiedad celular: la excitabilidad, la capacidad de importar o exportar iones a través de canales que son sensibles al potencial eléctrico de la membrana celular. Al presentarse grupos de células excitables (neuronas) en sistemas multicelulares (evolutivamente más avanzados que los agregados en los que surgieron los motivos morfológicos básicos), pudieron formar redes de realimentación positiva y negativa con características de entrada-salida esencialmente ilimitadas. Algunas de estas redes hubieron de ser capaces de mediar respuestas del organismo a señales externas e internas y otras, con creciente número de componentes, de formar representaciones del mundo exterior.

Estos elementos de redes lógicas basadas en excitabilidad y conectividad, aunque son diferentes de los MFDP (que atañen a la generación de forma), representan un papel análogo a estos en la generación y organización de conducta y cognición. El funcionamiento de las redes neuronales depende de la topología de sus conexiones (sinapsis), y esta topología refleja una mixtura de “cableado fijo” producto del desarrollo y plasticidad basada en la experiencia. No es posible correlacionar directamente la proporción relativa de plasticidad y cableado fijo de un sistema nervioso con el estado de avance evolutivo, como sí parece posible con la evolución de la forma. Algunos sistemas nerviosos simples están organizados con precisión para reaccionar estereotipadamente a estímulos estereotipados. Tal organización ha de ser producto de un extenso refinado evolutivo. Pero redes neuronales sin ninguna plasticidad serían inútiles para tratar con las incertidumbres de entornos reales. Asi pues, aunque es ventajoso para todo organismo conservar algunas sinapsis provisionales y revisables, este aspecto se verá constreñido por el número absoluto de neuronas disponibles.

Los sistemas nerviosos tienen sus propias anatomías, y la evolución de órganos como la médula espinal y el cerebro debió de haber sido impulsada por las propiedades de autoensamblaje y autoorganización de los MFDP. Una vez que un cerebro ha alcanzado su forma característica de la especie (que en los humanos ha sido enorme en relación con otros primates durante los últimos 200.000 años), su evolución no se detiene. O, más bien, la evolución que el cerebro hace posible no se detiene. Debido a la inmensa plasticidad que proporciona al cerebro humano su número de sinapsis provisionales y revisables, la evolución asociada al cerebro en los humanos ya no es primariamente biológica, sino que es cultural. Este modo de evolución es una condición particular de la humanidad; no completamente exclusiva, ya que otras especies comparten sus medios en mayor o menor grado, pero sí en una categoría aparte.

6. Ha abogado usted por una genética responsable. ¿Cuál es el futuro previsible de la biotecnología aplicada a los seres humanos?

Mal concebidas nociones sobre desarrollo y evolución llevarán inevitablemente a malas prescripciones tecnológicas. El paradigma darwiniano ha alentado a pensar en los organismos como máquinas genéticamente determinadas cuyo origen y direcciones de cambio evolutivo fueron determinados sólo por criterios de aptitud y eficiencia. La visión estándar descuida el grado en el que la física del autoensamblaje y la autoorganización, y la plasticidad que los acompaña, moldean las características de los organismos, y el punto hasta el que sus sistemas nerviosos les permiten habérselas activamente con sus entornos. Se presta así a un enfoque de ingeniería centrada en los genes para la mejora de la vida. En particular, necesitaríamos tan sólo recablear los circuitos genéticos apropiados y reajustar los interruptores genéticos correctos para obtener mejoras deseadas, ya sea en el reino de las plantas cultivadas, o incluso en el de los futuros seres humanos.

Me preocupan particularmente las propuestas cada vez más factibles de empear concertadamente técnicas de clonación, células madre embrionarias y modificación genética con el fin de fabricar “seres humanos mejores” a partir de prototipos existentes. Hoy, hacer esto con seres humanos es tan sólo una aspiración de una minoría marginal embriagada de tecnología. Pero usando estas técnicas se han conseguido en ratones modificaciones según ciertas especificaciones, así que las barreras son ahora meramente socioculturales. Estos obstáculos podrían caer fácilmente ante el plan de negocio y estrategia de marketing adecuados. Producir personas de esta manera nos enfrentaría no sólo a ostensibles éxitos, sino a percances técnicos que en otras actividades manufactureras serían simplemente descartados. Todo este enfoque me parece terriblemente mal concebido.

7. ¿En qué trabaja ahora? ¿Qué misterio querría resolver?

Ahora mismo mis colegas y yo estamos usando métodos de la biología celular, matemáticos y computacionales para desvelar la circutería molecular y los procesos físicos asociados subyacentes a la formación de patrones en el esqueleto de los miembros de los vertebrados. Estoy también intentando resolver el enigma de por qué los huevos y las etapas embrionarias tempranas de animales emparentados pueden sufrir dramática diversificación sin socavar las similaridades anatómicas de las formas adultas.

Fuente: http://www.desdeelexilio.com/2010/06/01/biologia-evolutiva-del-desarrollo-entrevista-a-stuart-a-newman/

Ética posthumanista: Más allá de la tiranía humana

Entrando a la era posthumana, es un deber metaético ayudar a los demás seres vivos del planeta a mejorar su existencia? Un proyecto de comunicación entre delfines y hombres podría ser un hito en la diplomacia entre especies

La idea posthumanista (cómo su nombre lo sugiere) no solamente da espacio para afirmar la mejora y potenciación de los seres humanos, sino también existen algunos representantes de este pensamiento que afirman que es un deber ético (quizás una meta-ética inter-especies) de la humanidad, ayudar a los demás seres vivos de nuestro planeta a “mejorar” su existencia, no sólo sus medios de vida, cuidando sus nichos ecológicos, sino también tomando acción para mejorar su dignidad dentro de un mundo humano y posthumano. No basta que puedan vivir si no pueden vivir bajo los derechos que les reconocemos a las personas actualmente.

En particular a aquellos por los que se aboga su reconocimiento normativo como “personas” y como tales, detentadoras de derechos, dejando al fin su status de cosas o bienes que la mayoría de los sistemas jurídicos irreflexivamente les reconocen. Uno de los defensores de esta tesis es Peter Singer, filósofo de ideas extremas quién sostiene justamente que los animales no-humanos y los animales humanos compartimos la capacidad de sufrir y eso es argumento suficiente para colegir una obligación de intervenir evitando su sufrimiento y abuso.

El primer paso es justamente reconocerles derechos, reconocerles personalidad desde el punto de vista jurídico.

Luego mejorar activamente sus condiciones de vida, no sólo a través de una abstención de influir perjudicialmente en sus ecosistemas y modos de vida, sino que tomar acciones positivas por mejorar su experiencia vital como comunidades y como individuos según corresponda a la naturaleza propia de cada especie (entre los grandes simios, por ejemplo, hay claramente un reconocimiento de cada individuo como tal y no como en otras especies en que los individuos no son parte de su naturaleza como especies, por ejemplo las palomas, los ratones etc.)

Para comenzar esto debemos intentar comunicarnos. Nadie espera que un delfín vaya a alertarnos del peligro de los accidentes con crudo de petróleo en el mar o exigirnos directamente que les reconozcamos derechos, sin embargo un acto comunicacional entre delfines y humanos en un lenguaje común podría convertirse en un hito para la ética y diplomacia interespecies.

Una actividad comunicativa motivada por nuestro lado sería ciertamente un reconocimiento a la agencia de los individuos y las especies no-humanas del planeta. Un gran gesto de buena voluntad.

En esta materia han estado trabajando la doctora Denise Herzing del “Wild Dolphin Project” en Jupiter, Florida, y el investigador en inteligencia artificial del instituto de inteligencia artificial de Georgia, Thad Starner, cuando comenzaron a desarrollar el CHAT (Cetacean Hearing and Telemetry ) un dispositivo dotado de un computador del tamaño de un Smartphone y dos hidrófonos capaces de detectar frecuencias altísimas del espectro de sonido en las que los delfines pueden comunicarse. La idea de esta tecnología es co-crear con los delfines un lenguaje común y comenzar las conversaciones entre humanos y delfines.

Ha sido estudiado que los delfines tienen un lenguaje relativamente complejo utilizando distintas frecuencias de sonido y desde hace décadas se ha probado que además son capaces de aprender nuevos lenguajes a través de símbolos y colores que aprietan en pantallas táctiles con el fin de comunicar ideas en un lenguaje entendible por nosotros.

Por otra parte de este debate, se sostienen ideas como las del investigador George Dvorsky quién publicó hace algún tiempo un paper en el cuál defendía la idea de que tenemos el deber moral de mejorar a las especies animales no-humanas de la misma forma en que lo hacemos y haremos con nuestra propia especie, agregando al debate un argumento extremo pero convincente o al menos considerable de que las nuevas tecnologías y en particular la biotecnología es una posibilidad técnica que, de perfeccionarse, no podremos negar la posibilidad de mejorar a las especies animales no-humanas de igual forma a como mejoraremos nuestra propia vida, extendiéndola, aumentando nuestros sentidos, nuestra inteligencia y en general pavimentar el camino a nuestra condición de “dioses”.

[New Scientist]

SUZANNE POWELL, El Karma

El Karma – Conferencia de Suzanne Powell – 21.01.2011
en el Centro A·SANA Calle Córcega 173 bajos, Barcelona, España
KARMA

El karma es una de las bases de la filosofía oriental, y su influencia se hace notar en el código del samurai, el bushido.

De acuerdo con varias religiones dhármicas, el karma sería una energía trascendente (invisible e inmensurable) que se deriva de los actos de las personas.

De acuerdo con las leyes del karma, cada una de las sucesivas reencarnaciones quedaría condicionada por los actos realizados en vidas anteriores.

Es una creencia central en las doctrinas del budismo, el hinduísmo, el yainismo, y el ayyavazhi.

Aunque estas religiones expresan diferencias en el significado mismo de la palabra karma, tienen una base común de interpretación. Generalmente el karma se interpreta como una «ley» cósmica de retribución, o de causa y efecto.

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Criaturas extrañas y bellas

Pulpo manta

Prager buscó sin éxito, durante los dos años que le llevó escribir su libro, una fotografía del misterioso pulpo manta. Al final encontró una, cuando ya había terminado el libro, por eso la ha subido en Wired.com.

«Todos los cefalópodos machos tienen un brazo especializado que utilizan para pasar su paquete de esperma a las hembras», explica Prager. «Pero en el pulpo manta macho, en realidad se lo auto-amputa y también se lo da a ella, después de haber hecho esto, él muere.»

Foto: Steve Hamedl .

Sexo nudibranquio

«Creo que los nudibranquios son algunas de las más coloridas y bellas criaturas del planeta», reseñaba Prager»La mayoría de la gente nunca lo ha visto. Pero si vas lo buscan en la Red encontrarás imágenes, son increíbles.»

«Una de las cosas más extrañas sobre ellos, es que son muy caníbales», dijo. «Y lo son tanto, que incluso cuando van a tener relaciones sexuales, prueban a comerse unos a otros. El que gana se come al otro y se guarda los órganos reproductivos.

Foto: Apareamiento de un par de nudibranquios payaso. De Diane Armstrong / SeaPics.com .

Caballito de mar pigmeo

Los caballitos de mar pigmeos miden menos de una pulgada de largo y tienen una increíble habilidad para camuflarse. «Se puede ver cambiar el color de su piel», dijo Parger. «Lógicamente, con una coloración que coincide con la gama de mar circundante.»

«Realmente es una criatura extraña cuando usted piensa de él que es un pez», dijo. «Tienen un hocico como un caballo, y sus ojos, pueden rotar independientemente uno del otro. Con tal aspecto, parece mentira que sean peces.»

Foto: Caballito de mar pigmeo en un mar de Borneo Malasia. De Vickie Coker.

Referencia: Wired.Science.com,

La Niña, un fenómeno climático extremo

Sequías, lluvias intensas, inundaciones, temperaturas anómalas, huracanes… Son algunos de los efectos extremos de La Niña, un fenómeno climático cíclico causado por la interacción entre la superficie del océano y la atmósfera en la zona tropical del Pacífico. Los científicos ya han alertado de que en la actualidad se encuentra en pleno auge y de que sus consecuencias se notarán en buena parte de 2008.

– Imagen: Gabriel Fernandes

Aunque La Niña afecta al clima global, los países ubicados entre la vertiente oriental del continente americano hasta el otro extremo del Pacífico suelen ser los que más notan sus consecuencias. Los expertos han pronosticado para los países del Caribe centroamericano más lluvias de lo normal, mientras que en la zona norte de Centroamérica (Guatemala, Honduras y El Salvador) se esperan temperaturas más bajas y unos meses secos. En países más al sur, como Chile, se estiman unos meses de diciembre y enero muy calurosos, que podrían incluso superar máximos históricos.

Por su parte, la Administración Nacional de Oceanografía y Atmósfera (NOAA) de Estados Unidos afirmaba que este año el número de huracanes en el Atlántico aumentaría debido a La Niña.

En Estados Unidos, además, este fenómeno suele volver más secos los veranos de la parte suroeste, más húmedos los otoños de la zona del Pacífico noroccidental, más calurosos los inviernos del sureste, y más fríos los del noroeste.

En cuanto al efecto que puede causar el cambio climático en este fenómeno, los científicos todavía requieren más investigaciones

No obstante, los científicos también han subrayado que La Niña en esta ocasión se está portando de manera rara. Por ejemplo, en Australia, las precipitaciones y el ambiente húmedo han sido sustituidos por una gran sequía. En África Oriental, las lluvias están siendo más abundantes de lo que debieran. Tras estas anomalías, los expertos creen que podría estar otro fenómeno menor con el que se solapa, denominado «Dipolo del Océano Índico» (DOI).

En este sentido, la Niña es un fenómeno complejo que no se comporta de manera matemática. No obstante, investigaciones realizadas durante los últimos años han permitido conocer mejor sus características y vigilar sus movimientos.

Por ejemplo, se sabe que el fenómeno se divide en cuatro fases, con duraciones variables de nueve meses a tres años, y que suele manifestarse con regularidad cada cierto tiempo, con diferencias que pueden oscilar entre tres y siete años. También se le conocen distintas intensidades, que se clasifican en débil, moderada y fuerte. De esta manera, cuanto menor es su duración, mayor suele ser su intensidad. Asimismo, su mayor impacto se observa durante los seis primeros meses.

En cuanto al efecto que puede causar el cambio climático en este fenómeno, los científicos todavía requieren más investigaciones para determinar si provocará un mayor número o si aumentará su intensidad.

En cualquier caso, el impacto económico y ecológico que pueden causar los episodios meteorológicos extremos provocados por La Niña puede llegar a ser muy importante. Por ello, los científicos reclaman mayores medios para poder estudiar y predecir lo antes posible este fenómeno. Por ejemplo, el Programa Mundial de Investigación Climática de la Organización Mundial de Meteorología (OMM) monitorea el Océano Pacífico Tropical mediante diversos sistemas de boyas, mareógrafos, termógrafos y satélites.

Sin embargo, a pesar de los avances científicos, La Niña no permite realizar pronósticos con suficiente antelación. No obstante, las instituciones meteorológicas se encuentran pendientes de las evoluciones de este fenómeno y aconsejan, tanto a los ciudadanos que vivan en las zonas bajo la influencia de La Niña como a los que vayan a desplazarse allí, que estén atentos a los pronósticos del tiempo.

La Niña y El Niño

La Niña también es conocida como «El Viejo» o «Anti-Niño», por su oposición a otro fenómeno contrario con el que suele alternarse: El Niño. Así, La Niña se caracteriza por una bajada de la temperatura de la superficie del mar, lo que suele provocar en general un tiempo más seco y fresco de lo normal. Por su parte, El Niño se relaciona con una temperatura alta del agua que conduce a un ambiente más húmedo y lluvioso. No obstante, estas condiciones varían también según las zonas del planeta. Por ejemplo, en diversas partes de Australia e Indonesia, El Niño suele provocar épocas de sequía, mientras que La Niña suele conducir a un ambiente más húmedo de lo normal.

– Imagen: Oquendo

Asimismo, los episodios El Niño y La Niña forman parte a su vez de un ciclo conocido como «El Niño Oscilación del Sur» (ENSO), con periodos medios de duración de cuatro años. No obstante, también se cuenta con registros históricos en los que los periodos han variado entre 2 y 7 años.

Por otra parte, cuando El Niño finaliza, no le sigue siempre La Niña, aunque suele ser lo habitual. En este sentido, El Niño suele producirse en más ocasiones que La Niña. Por ejemplo, según datos de la NOAA, el período 1950-1998 ha registrado doce fenómenos El Niño por nueve eventos de La Niña. El año pasado, El Niño contribuyó a la peor temporada de huracanes del Pacífico-Este en 14 años, con 18 tormentas y diez huracanes.