El mundo, el universo, los cuerpos… solo existen en nuestras mentes, y “nuestras mentes” es una mente, aunque global e ilusoriamente fragmentada… una mente separada o dividida ilusoriamente que sueña la separación.
Y parece que “lo importante” en lo relativo a lo mental es sentir qué te mueve en cuanto a tus “intereses”… es sentir la intención, el propósito… la música de la intención.
El mundo solamente se mantiene ahí por un propósito irreal en la mente colectivo-individual: separación.
Este propósito lo podemos borrar de nuestra consciencia despertando del sueño de separación.
Pero solamente lo puede borrar cada uno por sí mismo… comprobando en “carne” propia (en mente propia) que este propósito es “irreal”… es falso… aceptando un cierto trabajo de “limpieza”, de “purificación”: el trabajo de no ver separación en ninguna percepción. ¿Cómo? Por ejemplo no percibiendo intereses, propósitos, intenciones separadas en los demás —o en lo demás— con respecto a nosotros —con respecto a nada.
Está claro que no podremos compartir los intereses de todo el mundo, pero sí podremos no percibir intereses separados en nadie. No hablamos por tanto de hacer cualquier cosa con quien sea, sino de no percibir separación, de no creernos-vernos-percibirnos separados de nada ni de nadie por mucho que los intereses diverjan.
¿Por qué hacer eso tan aparentemente “sumiso” con todo y con todos?
Porque en realidad, tal y como podréis comprobar si lo practicáis… todos aquí tenemos un único interés, propósito o intención real: despertar del sueño. Y por ello da igual lo que se haga, pues aquí no está en realidad ocurriendo nada: todo desaparecerá (tal y como lo han hecho quizá cientos de civilizaciones tecnológicamente avanzadas sobre la Tierra)… todo desaparecerá excepto los instantes de verdadero compartir, de verdadera comunicación… en los que permitimos que lo natural ocurra… es decir, que la Fuente se refleje… que el amor perfecto se refleje… sanando la mente… desvaneciendo la pesadilla de la separación… cuando soltamos entre otras esta presa: el apego a tener razón.
Es el trabajo, entonces, de dejar que nuestra percepción se haga más natural, que nuestra “percepción” o “mentalidad”, al recordar su naturaleza fuera de este sueño, se sane colapsando el tiempo. Es el trabajo de dejar que nuestra percepción pase de ser “errada”… a ser mentalidad o percepción “recta”, correcta, corregida, sanada.
La corrección irá progresiva y naturalmente reflejando cada vez más coherentemente el Cielo de nuestra verdadera realidad en este infierno… en el infierno que es esta tierra… una tierra que es solo la creencia en la separación o ataque contra nuestra Fuente… una separación que quiso ser “eterna”, un ataque que quiso ser una causa real y eterna pero que es sencillamente falsa, un sueño de separación. Tal ataque o separación se da en “eternos” ciclos de retorno de la nada de la separación… en crueles ciclos de nacimiento y destrucción… en el matadero llamado rimbombantemente “universo”.
Así, el mundo solo —parece que— existe —existe solamente en apariencia— debido a un solo propósito en la mente global-colectiva que lo soñó, en nosotros… en esa mente que somos todos por igual y que fabrica este universo de la separación. Y dicho propósito es el de demostrar que la separación con respecto a nuestra verdadera Fuente es real.
Pero esta Fuente, Dios, no es el universo… no fabricó el universo… no tiene nada que ver con él… y la separación nunca ocurrió. Toda esta carnicería salvaje es solo nuestro sueño.
Entonces, el perdón de toda percepción es la aceptación de esa “Expiación” en nuestra mente, en cada uno —”Expiación”, así lo llama UCDM (digamos que para “perdonar” y transmutar todo el vocabulario “bíblico” —tan caótica o fatídicamente usado).
Esta es una “Expiación” que reconoce que ni siquiera la culpa o el “pecado” existen… ya que son meros errores… ya que son nuestro propio invento… y simplemente dependen de una causa inexistente: la separación (inexistente pues no es posible separarse realmente —solo en sueños de muerte y destrucción—… no es posible separarnos de nuestra Fuente… pues Ésta es lo único que es real, y también está, por así decirlo, en nuestro interior… en el interior de una mente que de entrada vino a soñar una pesadilla, que vino “con el ego intacto”).
El propósito de la separación, junto con todo el sistema de pensamiento que lo articula… insistamos… está dentro de nuestras mentes… así como también lo está el sistema de pensamiento que lo corrige articulando el propósito (de “unión”) que nos devuelve a nuestro hogar —y de ahí que tengamos ese miedo a mirar adentro, ese miedo hoy tan digamos “culturalmente instituido”.
Si queremos mantener la separación, somos libres de hacerlo (y esta libertad de elegir es algo ”sagrado”, aunque por atender a un propósito “falso” sea “falsa”)… somos libres de seguir eligiendo separación a nivel de nuestra mente, y de hecho es lo que hacemos por defecto, por mucho que a veces pensemos lo contrario.
Esta elección por la separación se refleja en nuestra inconsciente y constante aceptación del sistema de pensamiento del ego, materializado en los cuerpos y las acciones que todos enloquecidamente acometemos por inercia… y que debemos empezar a aprender de entrada a no juzgar… para siquiera poder empezar a cambiar un sistema de pensamiento por otro, pues de eso se trata: cambiar el sistema de pensamiento del ego —sistema que vinimos al teatro del mundo a representar…—, por el sistema de pensamiento del llamado ‘Espíritu Santo’ (un E.S. que es el canal de regreso a la Fuente, el canal de recuerdo de lo único natural o lo único realmente vivo, Dios).
Pero el problema está justo ahí… en aquello que acabamos de decir: «si queremos» («si queremos mantener la separación»)… pues no somos conscientes de qué es lo que queremos… no somos conscientes de que estamos eligiendo entre dos alternativas muy globales… ya que normalmente no sabemos nada sobre tales alternativas.
No sabemos que solo hay dos alternativas a “elegir” (a parecer que elegimos)… y no sabríamos que una no tiene nada que ver con este universo de la separación. La alternativa verdadera es la única que nos lleva a la realidad, a la única realidad, en nuestro interior.
UCDM nos propone por tanto un esquema muy simple, pero aparentemente muy difícil de aceptar y de practicar, pues se requiere la completa inversión y sustitución de un sistema de pensamiento (el del ego, el cual articula la simple creencia en la separación). Pero de este sistema ni siquiera queremos saber que es algo que tenemos insertado muy profundamente en esos cimientos mentales (de los que tampoco queremos oír ni hablar) en los que basamos nuestra pretendida existencia separada —así como la del universo, al mismo tiempo (existencia “separada” de “los demás”, y “lo demás”… reflejando así la separación —imposible— con respecto a la Fuente).
El mundo no existe, solo lo parece… es una especie de broma de mal gusto… que solo con cierto compromiso interior con un sentido renovado del perdón —un compromiso aquí y ahora— iremos permitiendo que se dé su desvanecimiento natural… la desaparición del infierno-universo… transmutándolo en una broma “final” de “buen gusto”.
Pero… este resultado no lo podemos controlar, como nunca hemos podido realmente controlar nada por nuestra cuenta… y, además, es un resultado que aparentemente, en el ilusorio tiempo lineal, nos queda muy muy lejos en el tiempo.
Así que no podemos centrarnos en los resultados, pues el mundo no existe; en último término ocurre que es imposible “creer”, en muy último término es imposible en realidad percibir “resultados”, cambio… verdaderas “opciones”… pues somos certeza
http://senderodelmago.blogspot.com.es/2012/08/el-sueno-de-la-separacion.html.