Archivo por meses: septiembre 2012

chef que cocinó sus propios genitales podría ser condenado a 2 años de cárcel

Mao Sugiyama, el joven chef que hace poco más de tres meses ofreció en suntuosa cena su pene, sus testículos y su escroto, enfrenta el cargo de “exposición indecente” que en Japón se castiga con 2 años de cárcel y una multa de más de 30 mil dólares.

Hace unos meses reseñamos en Pijama Surf el caso del joven chef de origen japonés Mao Sugiyama, quien saltó a los titulares de los medios por emascularse a sí mismo y ofrecer en una suntuosa cena su pene, sus testículos e incluso su escroto preparados según las reglas de la grande cuisine.

Entonces, lo inusitado del caso tomó por sorpresa a todos, y no se sabía con certeza si Sugiyama merecería un castigo más allá del escándalo y la condena moral; si, por ejemplo, había violado algún tipo de ley de salud pública, civil o penal que sancionara su acción.

Al final la justicia de su país resolvió que, en efecto, el chef incurrió en el crimen de “exposición indecente”, que en Japón se castiga con dos años de cárcel y una multa de dos y medio millones de yenes (aproximadamente 32 mil dólares).

Así, aunque Sugiyama se cuidó de no contravenir ningún tipo de ley relacionada, por ejemplo, con la venta de órganos o con la higiene necesaria para quien comercia con alimentos, su intrépida irrupción en el mundo culinario podría costarle su libertad y una suma que sobrepasa lo recaudado en aquella cena.

[Japan Daily Press]

http://pijamasurf.com/2012/09/chef-que-cocino-sus-propios-genitales-podria-ser-condenado-a-2-anos-de-carcel/

Atracción fatal: la seducción tóxica de los cósmeticos que consumimos

El veneno abunda en los productos de consumo, particularmente en los cosméticos, que con la promesa de embellecernos y hacernos atractivos sexualmente, hacen que obviemos su toxicidad. Un notable infográfico detalla los ingredientes tóxicos en los productos que consumimos.

Parece que nuestra realidad se ha convertido en un perverso cuento de hadas donde, para ser “bellos”, se necesita hacer una especie de trato diabólico donde podemos perder nuestra esencia, a cambio de transformar nuestra apariencia. Evidentemente existe una confusión, en el corazón de aquella princesa en cuyas  estrechas zapatillas de cristal nos colocamos para fines argumentativos, sobre qué es la belleza –que paradigmáticamente está siendo definida por la hechicería del marketing y del aparato de consumo –que tiene entre sus  huestes a las compañías de cósmeticos que pagan grandes cantidades de dinero a las compañías de medios que son las encargadas de producir el seductor espejismo del mercado de la belleza.

A fin de cuentas ese mítico beso con el príncipe azul –para cuya concreción se ha construido toda una esfera de accesorios y situaciones ilusorias– es un beso tóxico. Los químicos y los cosméticos tienen una relación de amor y odio hipervinculante cuya ligazón es la manipulación. En pocas industrias se usa una manipulación tan conspicua como en la de los cosméticos –la mayoría de los anuncios de perfumes, desodorantes y algunos otros accesorios cosméticos se basan en la sugerencia aspiracional de que el utilizar dicho producto dotará de un poderoso y ciertamente irracional atractivo sexual, el cual tendría que provenir de un misterioso efluvio, una perennemente esquiva love potion. Pero los fabricantes de estos productos difícilmente son alquimistas en otra cosas más que en conseguir que sus productos se consuman de forma masiva, sin importar cómo y bajo qué efecto.

 Un interesante infográfico elaborado por la Cosmetology School muestra de manera conspicua cómo muchos de los productos cosméticos de consumo diario contienen numerosos químicos tóxicos. El desodorante, por ejemplo, apreciado por muchas personas para evitar la repulsión de los demás (y usado por otras de manera misteriosa como un sucedáneo de las feromonas) contiene  generalmente aluminio. El aluminio, embarrado en tus poros diariamente, puede llegar a ocasionar Alzheimer. Para que no se seque, se le añade  propilenglico, un anticongelante que puede ser tóxico.

En el shampoo para niños existe un químico que se llama 1,4 Dioxane, el cual estudios científicos han ligado a un severa disfunción del sistema inmune –así que no sólo estamos criando niños de hermosa y relucientes cabelleras, también niños enfermizos. Este shampoo también suele contener spray anti-estático.

El lipstick (o lápiz labial) al otorgar un coeficiente de seducción también llena los labios de plomo. Estudios en Estados Unidos muestran que uno de cada tres lápices labiales contiene más del plomo permitido en un producto de consumo.

El caso de los perfumes es aún peor y menos regulado. Un estudio comisionado por Campaign for Safe Cosmetics y Environmental Working Group, analizó los siguienets perfumes: Hannah Montana Secret Celebrity Cologne Spray, Jennifer Lopez J. Lo Glow Eau de Toilette Natural Spray, Halle by Halle Berry Eau de Parfum Spray, Coco Mademoiselle Chanel, Calvin Klein Eternity, Abercrombie & Fitch Fierce, American Eagle Seventy Seven, Clinique Happy Perfume Spray, Dolce & Gabbana Light Blue and Old Spice After Hours Body Spray. Dentro de este arsenal de productos promovidos por celebridades y lujosas firmas encontró 38 químicos secretos (no enlistados), con un promedio de 14 en cada perfume.

Entres los químicos encontrados hay algunos que se asocian con un desorden hormonal y reacciones alergicas y otras sustancias que no han sido aceptadas como seguras para productos cosméticos o de higiene personal. Además algunos de los ingredientes tienen la propiedad de acumularse en el tejido humano.

Ahí tienen la verdadera atracción fatal de los cosméticos ligada indisociablemnte a la industria de la belleza, una máquina de ilusiones . Y si bien no hay que ser demasiado paranoicos, ya que usar alguno de estos productos por un corto periodo probablemente no nos afecte sustancialmente, quizás sí sea importante tomar nota de que la mayoría de estos productos están fabricados con una serie de químicos que a largo plazo pueden afectarnos, productos que en realidad no necesitamos y que son parte de una lógica de manipulación en la que otorgamos nuestro poder o valor personal a un esterotipo estratégicamente inalcanzable.

[FastCoExist]

http://pijamasurf.com/2012/09/atraccion-fatal-la-seduccion-toxica-de-los-cosmeticos-que-consumimos/

Mercedes Bahleda & Ferenz Kallos – The Je Tsong Kapa Mantra

Hasta ese famoso 21/12/2012

La meditación diaria está dirigida  a ese día.

Yo aconsejaría sentarse en un lugar cómodo con las piernas cruzadas

Las manos con las palmas hacia arriba descansan en nuestros muslos

Los dedos indice y pulgar unidos formando un círculo

Cerrar los ojos

Primero tenemos que respirar siendo conscientes de los cuatro estadios de esta

1º Tomamos aire por la nariz mientras contamos lentamente  1,2, 3, 4

2º Luego aguantamos el aire y contamos 1,2, 3 y 4

3º Seguidamente expulsamos el aire por la boca y contamos 1,2, 3, y 4

4º Finalmente aguantamos sin tomar de nuevo aire 1,2,3, y 4

Lo repetimos varías veces hasta conseguir un ritmo nromal y nos refugiamos en la música

Imaginamos y centramos la consciencia en nuestro cuerpo.

Imaginamos que poco a poco van desapareciendo partes de nuestro cuerpo a medida que una linea blanca los va recorriendo lentamente

Los pies, las piernas, 

el vientre, el pecho, los brazos,

La  cabeza

Entonces nos imaginamos a nosotros mismos

en el lugar donde estemos

nos miramos como meditamos

buscamos el cielo dela noche

vemos las estrellas

ascendemos 

vemos nuestro lugar cada vez más pequeño

vemos La Tierra

Ahora de nosotros va a salir una luz

una luz de amor, de felicidad

Estamos felices, y sentimos amor

Esa luz rodea la Tierra como en la foto

Es el día 21/12/2012

Todo es amor, paz y armonía

ESTOY ALEGRE

SIENTO LA FELICIDAD

………………………………………….

Luego realizo el camino inverso hasta volver al cuerpo

espero un poco hasta abrir los ojos

Ya está

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Parece que han decidido que este vídeo es mejor verlo en yotube no importa la dirección es

http://www.youtube.com/watch?v=N8Ur_Vh5bpY&feature=player_embedded

Creo que la música anterior es muy adecuada y la dejaré para la meditación.

No obstante añadiré otras melodías como hasta ahora como alternativa

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SEMBRANDO

Puedes escuchar esta música, cuando leas el texto

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No tenemos en nuestras manos las soluciones para los problemas del mundo. Pero frente a los problemas del mundo, tenemos nuestras manos. Cuando el Dios de la historia venga, nos mirará las manos.

El hombre de la tierra no tiene el poder de suscitar la primavera. Pero tiene la oportunidad de comprometer sus manos con la primavera. Y así que la primavera lo encuentra sembrando. Pero no sembrando la primavera; sino sembrando la tierra para la primavera. Porque cada semilla, cada vida que en el tiempo de invierno se entrega a la tierra, es un regalo que se hace a la primavera. Es un comprometer las manos con la historia.

Sólo el hombre en quien el invierno no ha asesinado la esperanza, es un hombre con capacidad de sembrar. El contacto con la tierra engendra en el hombre la esperanza. Porque la tierra es fundamentalmente el ser que espera. Es profundamente intuitiva en su espera de la primavera, porque en ella anida la experiencia de los ciclos de la historia que ha ido haciendo avanzar la vida en sucesivas primaveras parciales.

El sembrador sabe que ese puñado de trigo ha avanzado hasta sus mansos de primavera en primavera, de generación en generación, superando los yuyales, dejándolos atrás. Una cadena ininterrumpida de manos comprometidas ha hecho llegar hasta sus manos comprometidas, esa vida que ha de ser pan.

En este momento de salida del invierno latinoamericano es fundamental el compromiso de siembra. Lo que ahora se siembra, se hunde, se entrega, eso será lo que verdeará en la primavera que viene. Si comprometemos nuestras manos con el odio, el miedo, la violencia vengadora, el incendio de los pajonales, el pueblo nuevo sólo tendrá cenizas para alimentarse. Será una primavera de tierras arrasadas donde sólo sobrevivirán los yuyos más fuertes o las semillas invasoras de afueras.

Tenemos que comprometer nuestras manos en la siembras. Que la madrugada nos encuentre sembrando. Crear pequeños tablones sembrados con cariño, con verdad, con desinterés, jugándonos limpiamente por la luz en la penumbra del amanecer. Trabajo simple que nadie verá y que no será noticia. Porque la única noticia auténtica de la siembra la da sólo la tierra y su historia, y se llama cosecha. En las mesas se llama pan.

Si en cada tablón de nuestro pueblo cuatro hombres o mujeres se comprometen en esa siembra humilde, para cuando amanezca tendremos pan para todos. Porque nuestra tierra es fértil. Tendremos pan y pan para regalar a todos los hombres del mundo que quieran habitar en nuestro suelo.

Si amamos nuestra tierra, que la mañana nos pille sembrando.
Mamerto Menapace-La Sal de La Tierra-

http://lospasosdelalma.blogspot.com.es/2012/09/sembrando.html

Arabia Saudí – Ciudad olvidada Mada’in Saleh

arabia saudi

En Arabia Saudí existe una «ciudad olvidada» en el tiempo la cual es hermana de la conocida Petra, cuyo nombre es conocido como Mada’in Saleh (o Madain Saleh) (en árabe: مدائن صالح , madāʼin Ṣāliḥ, lo que equivaldría a «Ciudades de Saleh»), tiene una gran similitud en su arquitectura con Petra, es más se desliza una grita natural en el desierto que te remite hacia Petra. De todos modos esta antigua ciudad olvidada y perdida en el desierto de Arabia Saudí tan solo recibe unos 15000 visitantes al año como mucho, aunque es una de las ciudades más antiguas datada en el segundo milenio antes de Cristo, esconde grandes enigmas y misterios por ser descubiertos.

La «ciudad olvidada» denominada Madain Saleh fue habitada por los thamudis y nabateos, la cual fue denominada en aquellos tiempos como Hegra, se considera la segunda ciudad más importante después de Petra como si se tratará de la capital Nabatea del Sur. Algunas de las inscripciones que se han podido revisar datan del segundo milenio antes de Cristo, aunque los últimos elementos arquitectónicos pertenecen a un tiempo algo posterior, como si otra civilización posterior en unos mil años reconstruyera o reformará la ciudad.

ciudad olvidada

Pocos datos e información más se ha podido encontrar sobre este pacifico enclave en medio del desierto donde se pueden encontrar, palacios tallados en la roca, templos antiguos y una gran cantidad de tumbas por toda la zona, las cuales han sido investigadas y exploradas pero por el paso de los tiempos fueron saqueadas y en algunos casos destruidas. Aunque el estado de conservación de la ciudad es mejor que Petra, por el momento una promoción turística no muy buena han hecho que este lugar Madain Saleh quedará como una ciudad olvidada en el desierto de Arabia Saudí.

http://enigmasmisterio.blogspot.com.es/2012/09/arabia-saudi-ciudad-olvidada-Madain-Saleh.html

AUTODEPENDENCIA (Jorge Bucay)

«Me acuerdo siempre de esta escena:
Mi primo, mucho más chico que yo, tenía tres años. Yo tenía uno doce…
Estábamos en el comedor diario de la casa de mi abuela. Mi primito vino corriendo y se llevó la mesa ratona por delante. Cayó sentado de culo en el piso llorando.
Se había dado un golpe fuerte y poco después un bultito del tamaño de un carozo de durazno le apareció en la frente.
Mi tía que estaba en la habitación corrió a abrazarlo y mientras me pedía que trajera hielo le decía a mi primo: Pobrecito, mala la mesa que te pegó, chas chas a la mesa…, mientras le daba palmadas al mueble invitando a mi pobre primo a que la imitara… Y yo pensaba: ¿…? ¿Cuál es la enseñanza? La responsabilidad no es tuya que sos un torpe, que tenés tres años y que no mirás por dónde caminás; la culpa es de la mesa. La mesa es mala.
Yo intentaba entender más o menos sorprendido el mensaje oculto de la mala intencionalidad de los objetos. Y mi tía insistía para que mi primo le pegara a la mesa…
Me parece gracioso como símbolo, pero como aprendizaje me parece siniestro: vos nunca sos responsable de lo que hiciste, la culpa siempre la tiene el otro, la culpa es del afuera, vos no, es el otro el que tiene que dejar de estar en tu camino para que vos no te golpees…
Tuve que recorrer un largo trecho para apartarme de los mensajes de las tías del mundo.
Es mi responsabilidad apartarme de lo que me daña. Es mi responsabilidad defenderme de los que me hacen daño. Es mi responsabilidad hacerme cargo de lo que me pasa y saber mi cuota de participación en los hechos.
Tengo que darme cuenta de la influencia que tiene cada cosa que hago. Para que las cosas que me pasan me pasen, yo tengo que hacer lo que hago. Y no digo que puedo manejar todo lo que me pasa sino que soy responsable de lo que me pasa porque en algo, aunque sea pequeño, he colaborado para que suceda. Yo no puedo controlar la actitud de todos a mi alrededor pero puedo controlar la mía. Puedo actuar libremente con lo que hago. Tendré que decidir qué hago. Con mis limitaciones, con mis miserias, con mis ignorancias, con todo lo que sé y aprendí, con todo eso, tendré que decidir cuál es la mejor manera de actuar. Y tendré que actuar de esa mejor manera. Tendré que conocerme más para saber cuáles son mis recursos. Tendré que quererme tanto como para privilegiarme y saber que esta es mi decisión. Y tendré, entonces, algo que viene con la autonomía y que es la otra cara de la libertad: el coraje. Tendré el coraje de actuar como mi conciencia me dicta y de pagar el precio. Tendré que ser libre aunque a vos no te guste. Y si no vas a quererme así como soy; y si te vas a ir de mi lado, así como soy; y si en la noche más larga y más fría del invierno me vas a dejar solo y te vas a ir… cerrá la puerta, ¿viste? porque entra viento. Cerrá  la puerta. Si esa es tu decisión, cerrá la puerta. No voy a pedirte que te quedes un minuto más de lo que vos quieras. Te digo: cerrá la puerta porque yo me quedo y hace frío. Y esta va a ser mi decisión. Esto me transforma en una especie de ser inmanejable. Porque los autodependientes son inmanejables. Porque a un autodependiente solamente lo manejas si él quiere. Esto significa un paso muy adelante en tu historia y en tu desarrollo, una manera diferente de vivir el mundo y probablemente signifique empezar a conocer un poco más a quien está a tu lado.
Si sos autodependiente, de verdad, es probable que algunas personas de las que están a tu lado se vayan… Quizás algunos no quieran quedarse. Bueno, habrá que pagar ese precio también. Habrá que pagar el precio de soportar las partidas de algunos a mi alrededor y prepararse para festejar la llegada de otros (Quizás…)»

(Jorge Bucay)

vacuidad

Extracto del libro Introducción al budismo

por Gueshe Kelsang Gyatso.

Esta sección incluye los temas: La vacuidad del yo y

La vacuidad del cuerpo

La verdad última es la vacuidad. La vacuidad no es la nada, sino la carencia de existencia inherente. La mente de autoaferramiento proyecta de manera errónea una existencia inherente a los fenómenos. Todos los fenómenos aparecen ante nuestra mente como si existieran de forma independiente y, sin darnos cuenta de que esta apariencia es equívoca, asentimos instintivamente a ella y aprehendemos todos los fenómenos como si existieran de forma inherente y verdadera. Ésta es la razón principal por la cual nos hallamos atrapados en el samsara.

En la realización de la vacuidad hay dos etapas. La primera consiste en identificar con claridad el modo en que los fenómenos aparecen ante nuestra mente, como si existieran de forma inherente, y cómo creemos con firmeza que esta apariencia es cierta. Este proceso es lo que se llama «identificación del objeto de negación». Para que nuestra comprensión de la vacuidad sea correcta es de suma importancia comenzar con una idea clara de lo que hemos de negar. La segunda etapa consiste en refutar el objeto de negación, esto es, probarnos a nosotros mismos por medio de varios tipos de razonamientos que el objeto de negación en realidad no existe. De este modo, llegaremos a realizar la ausencia o inexistencia del objeto de negación.

Debido a que nuestro aferramiento hacia nosotros mismos y hacia nuestro cuerpo es mayor que hacia otros objetos, debemos comenzar contemplando la vacuidad de estos dos fenómenos. Para ello, nos adiestramos en las dos meditaciones que se explican a continuación: la meditación sobre la vacuidad del yo y la meditación sobre la vacuidad del cuerpo.

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La vacuidad del yo

Identificación del objeto de negación

A pesar de que nos aferramos constantemente al yo como si existiera de forma inherente, incluso cuando dormimos, no es fácil identificar cómo este yo aparece en nuestra mente. Para identificarlo con claridad, hemos de empezar dejando que se manifieste con fuerza al contemplar aquellas situaciones en las cuales generamos con más intensidad de lo normal un fuerte sentimiento del yo, como ocurre cuando nos sentimos avergonzados, turbados, atemorizados o indignados. Recordamos o imaginamos estas situaciones y entonces, sin necesidad de analizarlas o de juzgarlas, intentamos percibir con claridad la imagen mental de este yo apareciendo de manera espontánea y natural. Hemos de tener paciencia, pues es muy posible que necesitemos varias sesiones de meditación hasta que logremos percibir con claridad esta imagen mental del yo. Llegará un momento en el que nos daremos cuenta de que el yo parece ser algo concreto y real que existe por su propia parte sin depender del cuerpo o de la mente. Este yo que aparece tan vívido es el yo con existencia inherente al que queremos profundamente. Es el yo que defendemos cuando nos critican y del cual nos enorgullecemos cuando nos alaban.

Una vez hemos imaginado cómo surge el yo en estas circunstancias límite, hemos de intentar identificar cómo se manifiesta de manera normal en situaciones menos extremas. Por ejemplo, podemos observar el yo que ahora lee este libro e intentar ver cómo aparece en la mente. Al final comprobaremos, que aunque no tengamos un sentimiento tan fuerte del yo, aún lo percibimos como si existiera de forma inherente, por su propio lado y sin depender del cuerpo ni de la mente.

Una vez tengamos la imagen de este yo inherentemente existente hemos de concentrarnos en él por un cierto tiempo para, a continuación, pasar a la segunda etapa de la meditación.

Refutación del objeto de negación

Si el yo existe de la manera en que aparece, ha de existir de una de las cuatro formas siguientes: como el cuerpo, como la mente, como el conjunto del cuerpo y de la mente o como algo separado del cuerpo y de la mente. No existe ninguna otra posibilidad. Reflexionamos sobre estos puntos con cuidado hasta que quedemos convencidos de que es así. Entonces pasamos a examinar cada una de estas cuatro posibilidades:

1. Si el yo es el cuerpo, no tendría sentido decir «mi cuerpo» porque el poseedor y lo poseído serían la misma cosa.

Si el yo es el cuerpo, no habría renacimiento porque el yo dejaría de existir cuando el cuerpo perece.

Si el yo y el cuerpo son la misma cosa, debido a que podemos generar fe, soñar, resolver problemas matemáticos, etc., se deduciría que nuestra carne, huesos y sangre deberían poder hacer lo mismo.

Ya que ninguna de estas hipótesis es cierta, se deduce que el yo no es el cuerpo.

2. Si el yo es la mente, no tendría sentido decir «mi mente» porque el poseedor y lo poseído serían la misma cosa. Pero, por lo general, cuando pensamos en nuestra mente, decimos «mi mente», lo cual indica con claridad que el yo no es la mente.

Si el yo fuera la mente, dado que cada persona posee muchos tipos de mente, tales como las seis consciencias, mentes conceptuales y mentes no–conceptuales, etc. se deduciría que cada persona posee tantos yoes como mentes; y como esto es del todo absurdo, se deduce que el yo no es la mente.

3. Puesto que el cuerpo no es el yo ni la mente es el yo, el conjunto del cuerpo y de la mente tampoco puede ser el yo. El conjunto del cuerpo y de la mente es un conglomerado de cosas que no son el yo; ¿cómo, entonces, puede este conjunto ser el yo? Por ejemplo, en un rebaño de ovejas no hay ningún animal que sea una vaca y, por consiguiente, el rebaño en sí no puede ser una vaca. De la misma manera, del conjunto del cuerpo y de la mente, ninguno de los dos factores que lo forman es el yo, por lo que el conjunto en sí tampoco puede ser el yo.

Es posible que encuentres este punto difícil de entender, pero si reflexionas sobre él con tiempo y calma, y lo discutes con otros practicantes de más experiencia, se irá esclareciendo. También puedes consultar libros autorizados sobre el tema como, por ejemplo, el Corazón de la Sabiduría.

4. Si el yo no es ni el cuerpo ni la mente ni el conjunto de estos dos, la única posibilidad que queda es que sea algo separado del cuerpo y de la mente. Si esto fuera así, deberíamos ser capaces de aprehender el yo sin percibir el cuerpo o la mente; pero si imaginamos que nuestro cuerpo y mente desaparecen, no quedaría nada que pudiera denominarse el «yo». Por lo tanto, se deduce que el yo no es algo que exista separado del cuerpo y de la mente.

Imaginamos que nuestro cuerpo se disuelve de manera gradual en el aire. Luego nuestra mente se disuelve, los pensamientos se desvanecen en el viento, nuestros sentimientos, deseos y consciencia desaparecen en la nada. ¿Queda algo que sea el yo? Nada en absoluto. Podemos darnos cuenta de que el yo no es algo separado del cuerpo y de la mente.

Tras haber examinado las cuatro posibilidades no hemos conseguido encontrar el yo. Antes decidimos que no hay una quinta posibilidad, por tanto, concluimos que ese yo de existencia inherente, que aparece normalmente tan vívido, no existe. Allí donde antes encontrábamos el yo de existencia inherente, ahora, encontramos su ausencia. Esta ausencia es su vacuidad, la falta de existencia inherente del yo.

Realizamos esta contemplación hasta que en nuestra mente aparezca la imagen mental de la ausencia del yo de existencia inherente. Esta imagen es nuestro objeto de meditación. Hemos de familiarizarnos con él y, para ello, nos concentramos en él sin distracciones.

Debido a que desde tiempo sin principio nos hemos aferrado a este yo inherentemente existente y lo hemos querido y protegido más que a ninguna otra cosa, la experiencia de no poder encontrarlo en meditación puede resultarnos desconcertante. Algunas personas sienten miedo creyendo que dejan de existir del todo. Otras se sienten más felices al ver que la fuente de sus problemas se desvanece. Ambas reacciones son buenas señales de que nuestra meditación va por buen camino. Al cabo de un cierto tiempo, estas reacciones iniciales irán disminuyendo y nuestra meditación será más estable. Entonces seremos capaces de meditar en la vacuidad con calma y control. Debemos dejar que la mente se absorba en el espacio infinito de la vacuidad por tanto tiempo como podamos. Es importante recordar que el objeto de concentración es la vacuidad, la ausencia de un yo inherentemente existente, y no un mero vacío. De vez en cuando hemos de vigilar cómo va nuestra meditación. Si nuestra mente vaga tras otro objeto o si hemos perdido el significado de la vacuidad y nos estamos concentrando en una mera nada, hemos de volver a repetir las contemplaciones a fin de percibir la vacuidad con claridad.

Podemos pensar: «Si el yo de existencia inherente no existe, entonces, ¿quién está realizando esta meditación? ¿Quién se va, al terminar esta sesión de meditación, a hablar con otras personas, y a contestar cuando pronuncien mi nombre?». A pesar de que no hay nada en el cuerpo o en la mente, o fuera de éstos, que sea el yo, no quiere decir que el yo no exista de ninguna manera. Aunque el yo no existe de ninguna de las cuatro maneras mencionadas, aún existe a nivel convencional. El yo es meramente una designación imputada por la mente conceptual sobre el conjunto del cuerpo y de la mente. Mientras estemos satisfechos con la simple designación de «yo», no hay problema. Podemos pensar: «Yo existo», «me voy a dar un paseo», etc. El problema surge cuando buscamos un yo distinto de la mera imputación conceptual «yo». La mente de autoaferramiento se aferra a un yo de existencia última, independiente de la imputación conceptual, como si hubiera un ‘verdadero yo’ detrás de tal designación. Si tal yo existiera, nos sería posible encontrarlo, pero hemos comprobado tras este análisis que no podemos hallarlo. La conclusión de nuestra búsqueda es que no podemos encontrar tal yo. Esta imposibilidad de encontrar el yo es su vacuidad, la naturaleza última del yo. Por otra parte, el yo que existe como una mera imputación es la naturaleza convencional del yo.

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La vacuidad del cuerpo

Identificación del objeto de negación

El modo de meditar sobre la vacuidad del cuerpo es similar al del yo. Primero hemos de identificar el objeto de negación.

Normalmente, cuando pensamos «mi cuerpo», lo que aparece en nuestra mente es un cuerpo que existe por su propio lado con entidad propia e independiente de sus partes. Tal cuerpo es el objeto de negación y no existe. Los términos «cuerpo verdaderamente existente», «cuerpo con existencia inherente» y «cuerpo que existe por su propio lado» son sinónimos.

Refutación del objeto de negación

Si el cuerpo existe como lo percibimos, ha de existir de una de las dos maneras siguientes: siendo uno con sus partes o siendo algo distinto de sus partes; no hay una tercera posibilidad.

Si el cuerpo es uno con sus partes, ¿es el cuerpo una de las partes individuales o es el conjunto de ellas? Si es una de las partes, entonces, ¿cuál de ellas es? ¿Es acaso las manos, la cabeza, la piel, el esqueleto, la carne o los órganos internos? Si analizamos cada posibilidad, ¿es la cabeza el cuerpo?, ¿es la carne el cuerpo?, etc., descubriremos con facilidad que ninguna de las partes del cuerpo es el cuerpo.

Si ninguna de las partes del cuerpo constituye el cuerpo, ¿es el cuerpo el conjunto de sus partes? El conjunto de las partes del cuerpo no puede ser el cuerpo. ¿Por qué? Porque todas las partes del cuerpo son no-cuerpos y, por lo tanto, ¿cómo es posible que un conjunto de no–cuerpos sea un cuerpo? Las manos, los pies, etc., son partes del cuerpo pero no el cuerpo en sí. A pesar de que todas estas partes estén unidas entre sí, aún no son más que partes del cuerpo, y no pueden transformarse por arte de magia en el poseedor de tales partes –el cuerpo–.

Si las partes del cuerpo no son el cuerpo, la única posibilidad que queda es que sea algo separado de sus partes; pero si todas las partes del cuerpo desaparecieran, no quedaría nada que pudiera llamarse el cuerpo. Hemos de imaginar que todas las partes de nuestro cuerpo se transforman en luz y desaparecen. Primero desaparece la piel, luego la carne, la sangre y los órganos internos y, finalmente, el esqueleto se transforma en luz y también desaparece. ¿Queda algo que sea el cuerpo? Nada; por lo tanto, no existe tal cuerpo separado de sus partes.

Hemos agotado todas las posibilidades de encontrar tal cuerpo. Las partes del cuerpo no son el cuerpo y éste no es algo separado de sus partes. No podemos hallar el cuerpo. Allí donde percibíamos un cuerpo de existencia inherente, ahora percibimos su ausencia. Esta ausencia es su vacuidad, la falta de un cuerpo de existencia inherente.

Una vez hemos reconocido que esta ausencia es la carencia de un cuerpo con existencia inherente, meditamos sobre ella de manera convergente. Una vez más, examinamos nuestra meditación con vigilancia mental para asegurarnos de que estamos meditando en la vacuidad del cuerpo y no en una nada sin sentido. Si perdemos el significado de la vacuidad, hemos de repetir las contemplaciones previas para recuperarlo.

Como en el caso del yo, el hecho de que el cuerpo no pueda hallarse tras una investigación no implica que el cuerpo no exista en modo alguno. El cuerpo existe, pero sólo como una imputación convencional. Según la norma convencional, podemos imputar «cuerpo» al conjunto de miembros, tronco y cabeza; pero si intentamos señalar el cuerpo esperando encontrar un fenómeno substancialmente existente, al que nos referimos con la palabra «cuerpo», no lo encontraremos. Esta imposibilidad de encontrar el cuerpo es su vacuidad, la naturaleza última del cuerpo; mientras que el cuerpo que existe como mera imputación es la naturaleza convencional del cuerpo.

A pesar de que es incorrecto afirmar que el cuerpo es idéntico al conjunto de la cabeza, el tronco y los miembros, no es erróneo decir que el cuerpo ha sido imputado sobre este conjunto. Aunque las partes del cuerpo sean una pluralidad, el cuerpo es una unidad singular. «El cuerpo» es simplemente una imputación realizada por la mente que lo designa. No existe por la parte del objeto. No es incorrecto imputar un fenómeno singular a un grupo de varias cosas. Por ejemplo, podemos asignar la palabra singular «bosque» a un conjunto de varios árboles, o «rebaño» a un grupo de ovejas.

Todos los fenómenos existen por convenio; nada existe de manera inherente. Esto es aplicable a la mente, a los Budas e, incluso, a la vacuidad misma. Todo es meramente imputado por la mente. Todos los fenómenos tienen partes porque los fenómenos físicos tienen partes físicas y los fenómenos inmateriales poseen atributos que pueden distinguirse a nivel conceptual. Utilizando el mismo tipo de razonamiento que el expuesto arriba nos daremos cuenta de que ningún fenómeno es uno con sus partes, ni con el conjunto de ellas, ni separado de las mismas. De este modo podremos comprender la vacuidad de todos los fenómenos.

Es de particular importancia que meditemos sobre la vacuidad de los objetos que nos provocan fuertes emociones perturbadoras, como el odio y el apego. Con un análisis correcto nos daremos cuenta de que el objeto que deseamos o el que rechazamos no existe por su propio lado –su belleza o fealdad e incluso su propia existencia son imputadas por la mente–. Pensando de este modo descubriremos que no hay razón alguna para generar odio o apego.

Debido a nuestros hábitos mentales negativos, producidos por nuestra familiaridad desde tiempo sin principio con la ignorancia del aferramiento propio, todo lo que aparece en nuestra mente parece ser que existiera por su propia parte. Esta apariencia es del todo errónea. De hecho, los fenómenos son totalmente vacíos de existencia propia. Los fenómenos existen sólo después de haber sido imputados por la mente. Familiarizándonos con esta verdad podemos erradicar el autoaferramiento, la raíz de todas las perturbaciones mentales y de todas las faltas.

Durante el día, cuando no estamos meditando, debemos esforzarnos por reconocer que todo lo que aparece en nuestra mente carece de existencia verdadera. En sueños, las cosas aparecen con nitidez, como si fueran reales, pero al despertar, de inmediato somos conscientes de que los objetos percibidos en el sueño no eran más que apariencias mentales, que no existían por su propio lado. Hemos de considerar todos los fenómenos del mismo modo. A pesar de que aparecen con viveza

http://www.proyectosalonhogar.com/Buda/vacuidad.html

Hipocresia /MaestraVIDA/ Ruben Blades

Una colaboración de Mario López

Hipocresía – Ruben Blades
MAESTRA VIDA RUBEN BLADES

HIPOCRESIA

https://www.youtube.com/watch?v=mfejrCNopMg

La sociedad se desintegra.
Cada familia en pie de guerra.
La corrupción y el desgobierno
hacen de la ciudad un infierno.
Gritos y acusaciones,
mentiras y traiciones,
hacen que la razón desaparezca.
Nace la indiferencia,
se anula la conciencia,
y no hay ideal que no se desvanezca.
Y todo el mundo jura que no entiende
por que sus sueños hoy se vuelven mierda.
Y me hablan del pasado en el presente,
culpando a los demás por el problema
de nuestra común hipocresía.

El corazón se hace trinchera.
Su lema es sálvese quien pueda
Y así, la cara del amigo
se funde en la del enemigo.
Los medios de información
aumentan la confusión,
y la verdad es mentira y viceversa.
Nuestra desilusión
crea desesperación,
y el ciclo se repite con más fuerza. 
Y perdida entre la cacofonía 

se ahoga la voluntad de un pueblo entero.
Y entre el insulto y el Ave María,
no distingo entre preso y carcelero,
adentro de la hipocresía! 

Ya no hay Izquierdas ni Derechas:
sólo hay excusas y pretextos
. Una retórica maltrecha,
para un planeta de ambidiextros.
No hay unión familiar,
ni justicia social, 
ni solidaridad con el vecino.
De allí es que surge el mal,
y el abuso oficial
termina por cerrarnos el camino.
Y todo el mundo insiste que no entiende
por que los sueños de hoy se vuelven mierda.
Y hablamos del pasado en el presente, 
dejando que el futuro se nos pierda,
viviendo entre la hipocresía.

MAESTRA VIDAA tu escuela llegue

sin entender porque llegaba
en tus salones encuentro
mil caminos y encrucijadas
y aprendo mucho y no aprendo nada.

Maestra vida camara
te da te kita, te kita y te da (2 veces)

Paso por dias de sol, luz y de aguaceros
paso por noches de tinieblas y de lunas
paso afirmando, paso negando, paso con dudas
entre risas y amarguras buscando el porque
y el cuando

Maestra vida camara
te da te kita, te kita y te da (2 veces)

Maestra vida, de injusticias y justicias
de bondades y malicias
aun no alcanzo a comprenderte
maestra vida que seguro no perdona
voy buscando entre tus horas el espejo de
los tiempos para ver tus sentimientos
y asi comprender tus cosas
y vi espinas y vi rosas
vi morir seres keridos
vi bellezas, fui testigo de maldades y de guerras
vi lo bueno de la tierra
y vi el hambre y la miseria
entre el drama y la comedia
avance entre agua y fuego
y en Dios me acuerdo primero solo en trance de morirme
o aveces cuando estoy triste, mas nunk si estoy contento
no dura agradeciemiento
pa akel q nos da la mano
tampoco nos sale el clavo
se a olvidado el sufrimiento

y tengo amigos conocidos y enemigos
amores q me han kerido
y rostros q niegan verme
me encontre frente a la muerte
y en sus ojos he sentido
y con el miedo conmigo
asi yo aprendi a kererte
y hoy se q nada es seguro
ya q todo es pasajero
la muerte es el mensajero
q con la ultima ahora viene
y el tiempo no se detie
ni con amor ni dinero
la muerte es el mensajero
q con la ultima ahora viene
y el tiempo no se detie
ni con amor ni dinero

maestra vida
me voy persiguiendo al tiempo
a ver si encuentro respuestas
antes de la hora en q yo muera
aunque me estoy resignando a esta fatal realidad..

maestra vida camara
te da te kita y te kita y te da(5 veces)
te da te kita y te kita y te da (3 veces) ..

Rubén Blades – Wikipedia, la enciclopedia libre

Pasar del materialismo a la re-evolución es posible

Lo que en realidad está hoy en juego es poner fin al bloqueo que sufre la humanidad, metida en un callejón sin salida a múltiples niveles

Hoy en día domina, entre las élites intelectuales y capas sociales europeas amplias, el llamado materialismo filosófico. Pero, ¿qué es el materialismo en realidad? ¿A qué puede deberse su histórico prestigio? Y¿qué relación tiene con la situación actual de nuestras sociedades? Por José Luis San Miguel de Pablos.

 Simulación computacional de las señales de un partícula en una colisión del LHC, en la que se produjo el bosón de Higgs. Fuente: CERN.

Simulación computacional de las señales de un partícula en una colisión del LHC, en la que se produjo el bosón de Higgs. Fuente: CERN.
Habrá lectores que piensen que está perfectamente claro lo que es el materialismo: no otra cosa que la convicción de que la materia es el sustrato último de “todo”, y que ella y sus combinaciones múltiples pueden explicarlo “todo”, entendiendo por “todo” la totalidad de los fenómenos. La materia sería, por tanto, la realidad última y primaria.

Esto es también lo que vienen a decir los manuales. Pero ya sabemos que la materia atómica no es el sustrato último, y esto los materialistas también lo saben. ¿Entonces…?

No es un problema demasiado importante. La física nos enseña que la materia atómica y molecular no es la realidad última, pero sí pueden serlo las partículas elementales, los electrones y los quarks. Esta sería, pues, la materia auténtica y es a ella a la que podría referirse una concepción materialista actualizada. Las partículas subatómicas, elementos materiales cuasi puntuales y “simples”, serían por tanto los auténticos átomos de Demócrito, puestos en evidencia por los megaaceleradores, como el ginebrino del CERN.

Ciertamente el término “partícula” está de moda, sin que apunte ninguna alternativa terminológica frente a la insistencia mediática en que los físicos están embarcados en la tarea de detectar determinadas partículas. El bosón de Higgs (“la partícula de Dios”), sin ir más lejos… ¿Son consecuentes los físicos de altas energías al permitir, o incluso incentivar, la identificación del objetivo de sus investigaciones con “la búsqueda de partículas”?

Cabe alimentar dudas al respecto, porque ¿acaso andan buscando corpúsculos, las bolitas duras de Demócrito y Rutherford …? ¿No habíamos quedado en que las entidades cuánticas son onda-y-partícula? ¿Por qué es tan poco mencionada la faceta ondulatoria, el “aspecto campo” de lo que se investiga? Aunque es verdad que algo sí se ha hablado de ello al tratar del bosón de Higgs: se ha dicho que se trata de un campo universal que muy difícilmente puede ser observado en su “aspecto partícula”, y que es el causante de que exista la propiedad másica de la materia en general.

Se está obligado a concluir que esta materia no es la de Demócrito, ni tampoco la que creían conocer bien los teóricos históricos del materialismo. Esta materia, si es que se la puede llamar así, no es precisamente lo más adecuado para fundamentar una filosofía materialista, y es por ello que no son pocos los epistemólogos plenamente racionalistas que abogan por sustituir el término “materialismo” por “fisicalismo”, ya que así pueden pasar a primer plano otras entidades que la ciencia actual reconoce como más básicas que la materia, como la energía, el campo y el espacio-tiempo.

No obstante, el materialismo filosófico sigue ahí y concita todavía importantes apoyos. A primera vista parece inexplicable, pero la explicación puede haberla encontrado, entre otros, Georges Gusdorf, autor de la entrada “Matérialisme” de la Enciclopedia Universalis, quien afirma que lo que sobrevive es un materialismo sin materia.

Materialismo sin materia

¿Cómo puede ser? Quizás porque el verdadero eje del materialismo actual no es la fundamentalidad de la materia (que implicaría centramiento en una realidad positiva), sino la negación de otra fundamentalidad, la de la consciencia.

Un poco de historia puede venir bien. En el Occidente antiguo, Demócrito afirmaba que el alma y el pensamiento estaban, como todo lo demás, formados por la combinación de unos átomos que eranobjetos simples, en los que no había nada que guardase la menor relación con la interioridad de los humanos. Lo que es menos conocido es que en la India existió asimismo una escuela materialista: la de los charvakas (siglo VI a.C.) para quienes la materia, ciega y eterna, lo es todo, sin que sea preciso concebir nada aparte de ella. Es curiosamente con estas concepciones materialistas primitivas con las que más entronca el materialismo radicalizado de los siglos XIX al XXI.

Porque el materialismo filosófico no ha sido siempre exactamente así… No cabe duda que el autor de laMonadología, Leibniz, era atomista, ya que dice al comienzo de su opúsculo: (1) “La Mónada de que vamos a hablar no es sino una sustancia simple que entra a formar los compuestos; simple quiere decir sin partes.” (3) ”Las tales Mónadas son los verdaderos Átomos de la Naturaleza, y en una palabra, los Elementos de las cosas.” Pero en el parágrafe 17 encontramos la siguiente disquisición:

Forzoso es, por lo demás, confesar que la Percepción, y lo que de ella depende, es inexplicable por razones mecánicas, es decir, por las solas figuras y movimientos. Si se finge una máquina cuya estructura la haga pensar, sentir…, tener Percepción, podremos concebirla aumentada y conservando las mismas proporciones, de suerte que se pueda entrar en ella como en un molino. Supuesta tal máquina, no hallaremos, si la visitamos por dentro, más que piezas empujándose unas a otras, pero nunca nada que explique la Percepción. Así pues, habrá que buscar esa explicación en la sustancia simple y no en lo compuesto o máquina.

Este problema, el mismo que David Chalmers, investigador actual de la consciencia, denomina el problema fuerte (de la existencia de la consciencia), fue captado, pues, con toda claridad por Leibniz. En realidad, Descartes -el padre del mecanicismo moderno- también lo había percibido, al darse cuenta, por vía intuitiva y no analítica, de la heterogeneidad radical, ontológica, entre “la materia” (res extensa) y “el alma o espíritu” que él identificaba con “el pensamiento” (res cogitans). Y es por ello que consideró necesario asumir, radicalizándola, la “solución” dualista.

La sensibilidad filosófica, o lo que es lo mismo, la clase de inteligencia que permite reconocer lo verdaderamente esencial, tan presente en los pensadores de la Ilustración, que se llamaban a sí mismos “filósofos”, hizo que, al decir de Gusdorf:

i[La filosofía materialista del siglo XVIII recoge -con La Mettrie, por ejemplo- algunos aspectos del cartesianismo, pero rechaza el dualismo como inútil e incomprensible. (…) Los físicos y biólogos de dicho siglo conciben la realidad bajo la forma de un conglomerado de partículas elementales, de “átomos de vida”… Pero sin ser por ello materialistas en el sentido del siglo XX. (…) Los diversos materialismos [del siglo de las Luces] son en realidad filosofías de la naturaleza. Para ellos, la materia se presenta bajo la forma de gránulos de vida que están dotados ya de irritabilidad y sensibilidad, si es que no, incluso, de pensamiento]i (1). (“Matérialisme” en Encyclopædia Universalis, Corpus, 14).

Materialismo y conciencia

Este tipo de concepciones conecta más bien con lo que Laín Entralgo llama “materismo” (¿Qué es el hombre?, 1999). Con dicho término, Laín quiere distinguir claramente del materialismo la visión de la materia de los filósofos renacentistas próximos a la tradición alquímica, como Paracelso. Un representante reciente del materismo es, sin el menor género de duda, Teilhard (2), cuyo precursor en este aspecto fue Bergson.

¿Pero qué pasó en el siglo XIX? Los ciclos de la Historia, que no son sólo políticos sino también culturales, propiciaron, antes de mediar la centuria, un tremendo bandazo que llevó del Idealismo/Romanticismo -cuyo pilar fundamental era la interioridad, la experiencia vivida- a un Positivismo tan exteriorista que llegaba a no reconocer, casi, la interioridad…, que la perdía literalmente de vista. Es el célebre cambio epistemológico experimentado por Marx y tan celebrado por la intelectualidad de los sesenta-setenta, por el que el filósofo transicionó de una concepción dialéctica integral, hegeliana, con el Espíritu en el centro, a un materialismo dialéctico que implicaba, en el aspecto antropológico, una visión muy empobrecida de la interioridad del ser humano. Sobre esto habrá que volver.

A partir de entonces podemos distinguir dos etapas: una primera, en la segunda mitad del XIX y principios del XX, en que la pervivencia de la imagen clásica de la materia servía de coartada para intentar disolver el problema de la consciencia, que pasaba a ser considerado crecientemente como un “falso problema” por los epifenomenismos en ascenso, al tiempo que los nuevos programas revolucionarios se focalizaban exclusivamente sobre el nivel sociológico, con olvido de la imprescindible -y complementaria- transformación interior de los individuos (líderes e ideólogos incluidos); y una segunda etapa, a partir del segundo cuarto del siglo XX, en que la mutación científica de la imagen de la materia era ignorada primero, y contorneada después por un materialismo que seguía necesitando contar con una materia lo suficientemente “dura” y totalmente ajena, por supuesto, a la consciencia.

Finalmente, quedó claro que para el materialismo el gran estorbo era… la consciencia misma. Voy a tratar de justificar esta afirmación, y el primer camino que seguiré es de índole socioeconómica.

La materia clásica -y la simplificación corpuscularista de la cuántica- es el dominio perfecto de lo cuantitativo, y cuantitativo quiere decir contable. Pero lo contable no es sólo lo que permite la medición, el control exacto y el conocimiento riguroso, científico; es también lo que permite cuantificar económicamente. De lo que se desprende que la materia clásica y el materialismo proporcionan el marco óptimo del economicismo y el mercantilismo.

En cambio, la consciencia, lo experiencial, no sirve para eso. Porque su ámbito es el de lo cualitativo que, de hecho, funda (ya que sin experiencia subjetiva no habría ni cualidades ni valores), y lo cualitativo-experiencial no puede ser objeto de exacta contabilidad. Por otra parte, el valor supremo real de todo ser vivo es su felicidad, el ser feliz, no el tener más, pseudovalor este que remite a materia cuantificable.

Es fácil ver que el materialismo metafísico y el materialismo práctico están inextricablemente ligados.

Hay también un argumento epistemológico que poner sobre la mesa. El positivismo, faceta epistémica del materialismo, proyecta la mirada sobre “lo que hay” haciendo abstracción del ojo que mira. El “haber” y el “no haber” son en sí, absolutamente, con olvido de la perspectiva fenoménica, que reclama sin posible escapatoria un sujeto consciente. Al positivismo, el sujeto le estorba; y con él, la consciencia.

Y está luego, pero no al final, la ética. Si la materia -ciega, aconsciente- lo es todo, y la subjetividad -con sus correlatos de sufrimiento y goce vividos- es mero epifenómeno o incluso una simple ilusión (pero ¿de quién? ¡jamás me cansaré de preguntarlo!), entonces las restricciones éticas (al mercadeo, al consumo, a la investigación…) se disuelven como espuma, faltas de referente ontológico. De una concepción semejante hay, ciertamente, quien saca beneficio. Y en el lado opuesto, las primeras víctimas son los animales, devueltos a su estatus cartesiano de autómatas. A continuación les toca a los humanos.

El “enigma cuántico” contradice el materialismo

Sin que pocos de sus partidarios se enterasen entonces, el materialismo metafísico recibió un golpe terrible hace ocho o nueve décadas, cuando los pioneros de la física cuántica desvelaron los rasgos paradójicos de los fundamentos más íntimos de la materia. “Partícula u onda, dependiendo del modo de observar”, “colapso observacional de realidades previamente no definidas”, “energía (pero ¿qué es exactamente?) igual a materia”, “vacío no equivalente a nada y sí lleno de energía”, “realismo no local”… son algunos de los postulados de un universo que habría provocado la incredulidad y el rechazo de un Demócrito y un Engels, por citar a dos ilustres teóricos del materialismo.

En esta misma sección publiqué hace unos meses un comentario de El enigma cuántico, de Rosenblum y Kuttner. Los dos autores se refieren al habitual tratamiento semiclandestino del problema de fondo, ineludible según ellos, que supone el encuentro, en la física cuántica, con la consciencia, como co-protagonista de numerosos fenómenos de ese nivel de la realidad. Dichos fenómenos no lo son sólo en sentido kantiano, que ya implica de todos modos un sujeto, sino que suponen una suerte de “participación” de éste que, según no pocos físicos, pasa de observador a participante.

Sin avalar a lo ¿Y tú que sabes? la lectura más extrema del “ser es ser percibido” de Berkeley, la cuántica justifica una concepción de la realidad basada en la idea de las dos orillas: un “algo” real que está ahí pero que en sí es inaccesible (la realidad velada de Bernard D’Espagnat) y que no se revela, no llega a ser plenamente, hasta que no interviene “la otra orilla”, nosotros, la(s) consciencia(s) observante(s).

Pero la concepción del mundo que restituye su función co-creadora al sujeto no se ciñe únicamente al ámbito de la física cuántica. Como numerosos filósofos han hecho ver en los últimos cien años, sin unos ojos que miran y, al hacerlo, ponen rostro a lo que ven, no hay propiamente “mundo”. “Sin nadie que la capte y la interprete -decía William James- la realidad natural no es más que una gran confusión zumbante”.

La abstracción radical del sujeto y de su presupuesto, la consciencia, ha dejado de ser un postulado en física. En una física que, poco a poco, se orienta a ser de nuevo “ciencia de la naturaleza total”, de la cual forma parte, misteriosamente, la interioridad de los vivientes.

El materialismo como antimística

A lo largo de las últimas décadas ha ido creciendo un enfoque trans- o incluso a-religioso de la mística. Es bien conocido que las experiencias de los místicos no entienden de dogmas, por lo que en los contextos religiosos fideístas las personas místicas siempre han estado bajo sospecha.

En las religiones interioristas -básicamente las extremoorientales- en cambio, en las que hay creencias pero no dogmas propiamente dichos, el papel reservado a la mística es mayor. Es un hecho, por otra parte, que hoy se tiende a separar cada vez más el misticismo de la “religión”, y a adscribirlo a la “espiritualidad” (3).

¿Qué rasgos definen las experiencias místicas? Se trata de un territorio difícil de acotar, cuya desmitificación y naturalización es, por otra parte, cada vez más urgente. De todos modos, algo puede decirse:

— Se accede a un estado de lucidez inmediata, que no es consecuencia de proceso deductivo o analítico alguno, y que permite darse cuenta de la no identidad de la consciencia en sí con el yo psicológico ni con ninguno de sus contenidos concretos o de sus estados pasajeros.

— Se tiene evidencia de que la consciencia es un “marco” ajeno al transcurrir temporal.

— Se tiene evidencia de la absoluteidad del fondo último del propio ser, así como de la imposibilidad de que la escisión y multiplicidad de ese fondo sea real. “Consciencia oceánica” y “fusión con lo Absoluto” son vivencias recurrentes, también en místicos laicos, como Arthur Koestler.

— Se tiene evidencia de que lo que llamamos “amor” dimana de la unidad última del Ser.

Obviamente la pertenencia de algunos místicos a sistemas confesionales hace que, en mayor o menor medida, revistan la exposición de sus experiencias con la iconografía o la simbología de sus religiones. Pero, aun así, se aprecia siempre un desbordamiento y una convergencia más allá de las creencias (4).

Interesa observar la actitud de los filósofos -y, en general, de los intelectuales- que se consideran materialistas, ante el misticismo. Es extremadamente negativa. Abundan las acusaciones de “irracionalismo”, afirmaciones del tipo de que los místicos y sus experiencias bordean la patología, y ante todo un gran menosprecio. Se sigue, además, confundiendo misticismo con religión. Pero entre los que prefieren la etiqueta de “ateo” a la de “materialista” se encuentran matices. Es el caso de Compte-Sponville que, en L’esprit de l’athéisme (“El alma del ateísmo”, Paidós), plantea que no creer en Dios no significa carecer de vida espiritual, y que no faltan los ateos -entre ellos, él mismo- que sienten necesidad, no de “creer” sino de una espiritualidad.

Está también, no lo olvidemos, el sector no teísta, o abiertamente ateo, del budismo.

El ateísmo y el materialismo son, pues, dos cosas distintas, y dicha diferencia guarda, además, algún paralelismo con la existente entre religión y espiritualidad. “Ateísmo” se refiere a “Dios”, y “materialismo” a la ontología básica y sus rasgos definitorios. Se diría que el materialismo nos concierne a todos muy directamente, al tener que ver con lo que “somos”, mientras que el ateísmo interpela ante todo a las personas religiosas, a los creyentes, al negar el referente fundamental de las religiones teístas.

Por eso, me atrevería a decir que los ateos militantes son sobre todo antirreligiosos, mientras que quienes se definen como defensores de la filosofía materialista son antiespirituales. Por supuesto que unos y otros convergen con gran frecuencia, pero eso no quiere decir que sean la misma cosa. En este artículo no se trata del ateísmo y los ateos, sino del materialismo y los materialistas. Reales, no sólo teóricos.

Concentración del movimiento 15M en mayo de 2011 en Madrid. Fuente: Wikimedia Commons.

Concentración del movimiento 15M en mayo de 2011 en Madrid. Fuente: Wikimedia Commons.

La Psicología Holokinética ¿Qué es la Percepción Unitaria? I

A finales del siglo XX, y durante más de una década, el Dr. Rubén Feldman González (actual candidato al Premio Nobel de la Paz) y el Físico David Bohm † (candidato al Premio Nobel de Física y colaborador de Albert Einstein), mantienen diálogos frecuentes y profundos sobre la psicología y el conflicto humano.

El Profesor David Bohm, compartió con el Dr. Rubén Feldman González el concepto de Holokinesis en Física, y ambos, vieron la correlación de la Holokinesis con la Percepción Unitaria en todos los campos de la actividad humana.

Así es como el Dr. Rubén Feldman González da inicio al estudio del “Nuevo Paradigma Científico en Psicología” la Psicología Holokinética y su fundamento la Percepción Unitaria. La Psicología Holokinética, como único Nuevo Paradigma Científico en Psicología, está sustentada en la Física de la Holokinesis (Prof. David Bohm), y aporta por primera vez en la historia científica, la evidencia fáctica de la esencia del conflicto humano y su solución.

Su introducción del concepto de Percepción Unitaria, basado en la Física de la Holokinesis, le ganó al Dr. Rubén Feldman González el nombramiento como Profesor en Psicología y Psiquiatría en la Academia Internacional de las Ciencias – República de San Marino (AIS RSM) el 30 de Agosto de 1987.

El 30 de Septiembre de 1998, el Senado de la AIS RSM de Europa nombra a Rubén Feldman González Presidente y Fundador de la AIS RSM Filial Autónoma en México, quedando legalizada el día 2 de Febrero de 1999. A partir de esta fecha, se imparten Diplomados auspiciados por la AIS RSM México para preparar Profesores en Psicología Holokinética, y se realiza anualmente, el Congreso Internacional sobre Psicología Holokinética y Percepción Unitaria, con participantes de hasta 16 países.

La Psicología Holokinética, propone la enseñanza de la Percepción Unitaria como ÚNICO factor de cambio en el Ser Humano, que le puede permitir trascender el conflicto (personal y colectivo) en el que vive, antes de su corrupción total.

La Percepción Unitaria, como función neurológica, es el hecho más importante en la mente humana, fuente de regeneración física, psicológica y, por ende, social.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=YYj4MLeS5iI]

Para profundizar un poco más en esta psicología ver

Congreso X de Psicología Holokinética
La Investigación y la Percepción Unitaria

SUMERIA CUNA REPTILIANA….(1)


En el templo Hathor en Dendera, Egipto, seres humanos de naturaleza reptiliana junto a faraones pueden ser encontrados en las paredes. Los Indios Hopi en Norteamérica cuentan que una raza alienígena BAK’TI manipularon geneticamente animales y crearon al ser humano. Las tradiciones orales enseñan que la raza extraterrestre BAK’TI, al final, perdió el control sobre la raza humana a favor de otra raza que eran depravados reptiles.
La tribu Hopi llama a la raza de reptoides los Sheti, o “los hermanos serpiente”, que viven bajo tierra. La tribu Cherokee y otras tribus estadounidenses se refieren también a las gentes reptiles u otras razas de reptoides. En el México ancestral había un rey llamado Quetzalcoatl, que significa pajaro-serpiente. El fue el dios de las estrellas que trajo la civilización y el conocimiento del cosmos a la gente de Centroamérica. Textos del Yucatán conocidos como el “chilaam balaam” dicen que los primeros habitantes de la región fueron conocidos como la “gente de Chanesh” que significa la gente de la serpiente. Fueron gobernados por un rey llamado “Itznamnam” que significa lagarto y se le representa mitad humano y mitad serpiente. Hace 5000 años los Omelcas erigieron estatuas de sus dioses sobre espirales protectoras de gigantescas serpientes.

En Sudamérica los mayas enseñaban que sus ancestros eran la gente de la serpiente. Los Aztecas decían haber sido creados por una mujer serpiente. En la mitología precolombina de Colombia, la diosa Bachue, (la primera mujer), se transforma en serpiente. Ella también es llamada la Serpiente Celestial. En el cañón de Sago en Utah, Norteamérica, otra vez veremos seres reptilianos al lado de seres humanos.

Quizás el más antiguo de todos los textos de la antigua China, el misterioso I-Ching que describe cómo el ser humano fue modificado genéticamente por una diosa llamada Nu-Kua, la diosa reptiliana de la antigua China cuyos descendentes fueron los emperadores de China. En Japón los Emperadores afirmaban descender de Dioses Dragón que vinieron del cielo. Aborígenes Australianos enseñan sobre una raza reptiliana la cual vive bajo de la Tierra y gobierna sobre los hombres. Creen que descienden de una raza de dragones humanos.

                                                                 India llama a estos Dioses reptilianos, Nagas y afirman que sembraron sus familias reales. En las escrituras Indias y leyendas de Naga se dice que eran reptiles que vivían bajo tierra e interactuaban con los humanos en la tierra. También los textos hindús describen a una raza reptiliana llamada “Sarpa”. A través del Medio Este y en el libro de la Génesis, se dice que una raza serpiente creo al hombre sobre gigantes que vivineron de los cielos para reproducirse con las hijas del hombre. Se les llama Nephilim. En África los llaman Chitauri (Dictadores). Los Reyes de África afirmaban descender de dioses serpientes que vinieron del cielo. Los fenicios tenían a Agathodemon, otra figura de serpiente. Los hebreos tenían a Nakhustan, la Serpiente De latón.
Y la lista es más larga.
Esto sugiere que el conocimiento de una raza de seres reptilianos inteligentes fue aceptada como un hecho en el pasado distante en toda la Tierra. Parece que los únicos lugares donde no se encuentra esta historia histórica es donde la historia a sido metódicamente destruida.
No se sabe muchísimo sobre ellos, David Icke y Credo Mutwa, son algunos de los grandes especialistas sobre el tema. Algunos sugieren que pueden cambiar de aspecto (Spaceshifting), que significa cambio de forma. Usualmente se hacen pasar por humanos, y cambian su apariencia a reptilianos a voluntad. Parece imposible, pero al observar animales, en particular algunas especies de cefalópodos, están notoriamente dotados de la capacidad de modificar la forma y el color de su cuerpo con el objeto de asumir el aspecto de otras criaturas e incluso imitarlas. Otra hipótesis es que cuando están en la superficie y se encuentran con los seres humanos son capaces de “tocar” su mente y inducirlos vía telepática, y la mente humana débil aceptará esta orden sin rechazo y los veremos como humanos normales. También hay dos pensamientos sobre de que se alimenta. Unos piensan que se alimentan de miedo, y que les encanta por ejemplo cuando los humanos hacemos la guerra o creamos genocidios. Otros dicen que se alimentan de carne, frutas, verduras, algunos tipos de hongos. También se alimentarían de sangre humana.

Como es bien reconocido, hay un área del cerebro humano hasta el día de hoy conocida como el cerebro reptil. Dentro del cerebro es el segmento original para el que todas las otras partes son adiciones. Y, de acuerdo con el neuroanatomista, Paul MacLean, esta área antigua del cerebro es conducida por otro segmento prehistórico que algunos neuroanatomistas llaman el Complejo-R. R es abreviación de reptil porque compartimos esto con los reptiles. MacLean dice que este Complejo-R juega un papel importante en, el comportamiento agresivo, la territorialidad, el ritualismo y el establecimiento de jerarquías sociales. Estos son precisamente los patrones de comportamiento de reptiles y sus híbridos reptil-humanos.

El astrónomo, Carl Sagan, sabía por lejos más de lo que alguna vez hizo público y de hecho dedicó gran parte de su carrera guiar a las personas lejos de la verdad. Pero su conocimiento de la situación verdadera ocasionalmente se manifestó, como cuando dijo que: “…. no hace ningún bien en absoluto ignorar el componente reptil de la naturaleza humana, particularmente nuestro comportamiento ritualístico y jerárquico. Al contrario, el modelo puede ayudarnos a comprender todo sobre los seres humanos.” Él añade en su libro, Los Dragones de Edén, que incluso el lado negativo del comportamiento humano es expresado en los términos de reptil, como en asesino a sangre fría. Sagan (el nombre al revés significa a los dioses reptiles de India Oriental, los Nagas) claramente sabía mucho, pero decidió no revelar abiertamente qué sabía.

.historiayarqueologia.com

http://veritas-boss.blogspot.com.es/2012/09/sumeria-cuna-reptiliana1.html