Archivo por días: mayo 1, 2013

“Seguimos viviendo en la Edad Media”, dice Jacques Le Goff

Una colaboración de lalunagatuna

PARIS.– Discípulos y colegas llaman al francés Jacques Le Goff “el ogro historiador”. Es una referencia al desaparecido Marc Bloch, cofundador de l’Ecole des Annales, quien afirmaba que un buen historiador “se parece al ogro de la leyenda: allí donde huele carne humana, sabe que está su presa”.

De un ogro, Jacques Le Goff tiene la estatura y el apetito. También tiene una insaciable curiosidad que lo llevó a transformarse en una referencia mundial sobre la historia de la Edad Media, período al cual el hombre contemporáneo le debe muchas de sus conquistas, dice.

A los 82 años, Jacques Le Goff sigue trabajando, a pesar de la profunda tristeza que le provocó la reciente muerte de su esposa –después de casi 60 años de vida en común– y de una caída que desde 2003 lo mantiene recluido en su departamento de París.

Con cualquiera de sus libros –tantos que podrían formar una biblioteca– todo lector se siente inteligente y erudito.

Aún más que sus condiscípulos George Duby, Emmanuel Le Roy Ladurie y François Furet, Le Goff recurrió a todas las disciplinas para estudiar la vida cotidiana, las mentalidades y los sueños de la Edad Media: antropología, etnología, arqueología, psicología? Sus obras mezclan conocimiento y perspectivas. Con ellas es posible introducirse en un medioevo fascinante, donde se estudiaba y se enseñaba a Aristóteles, Averroes y Avicenas, las ciudades comenzaban a forjarse una idea de la belleza y los burgueses financiaban catedrales que inspirarían a Gropius, Gaudi y Niemeyer. En esa Edad Media masculina, la mujer era respetada, las prostitutas, bien tratadas y hasta desposadas, y solía suceder que las jovencitas aprendieran a leer y a escribir.

-Los historiadores no consiguen ponerse de acuerdo sobre la cronología de la Edad Media. ¿Cuál es la correcta, a su juicio?

-Es verdad que no todos los historiadores coinciden en esa cronología. Para mí, la primera de sus etapas comienza en el siglo IV y termina en el VIII. Es el período de las invasiones, de la instalación de los bárbaros en el antiguo imperio romano occidental y de la expansión del cristianismo. Déjeme subrayar que Europa debe su cultura a la Iglesia. Sobre todo, a San Jerónimo, cuya traducción latina de la Biblia se impuso durante todo el medioevo, y a San Agustín, el más grande de los profesores de la época.

-Usted, gran anticlerical, jamás deja de destacar el papel de la Iglesia en los mayores logros de la Edad Media.

-¡Pero no es necesario ser un ferviente creyente para hablar bien de la Iglesia! También soy un convencido partidario del laicismo: principio admirable, establecido por el mismo Jesús cuando dijo: “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Pero, volviendo a la cronología, la segunda etapa está delimitada por el período carolingio, del siglo VIII al X.

-El imperio de Carlomagno fue, para muchos, el primer intento verdadero de construcción europea?

-Falso. En realidad se trató del primer intento abortado de construcción europea. Un intento pervertido por la visión “nacionalista” de Carlomagno y su patriotismo franco. En vez de mirar al futuro, Carlomagno miraba hacia atrás, hacia el imperio romano. La Europa de Carlos V, de Napoleón y de Hitler fueron también proyectos antieuropeos. Ninguno de ellos buscaba la unidad continental en la diversidad. Todos perseguían un sueño imperial.

-Usted escribió que a partir del año 1000 apareció una Europa soñada y potencial, en la cual el mundo monástico tendría un papel social y cultural fundamental.

-Así es. Una nueva Europa llena de promesas, con la entrada del mundo eslavo en la cristiandad y la recuperación de la península hispánica, que estaba en manos de los musulmanes. Al desarrollo económico, factor de progreso, se asoció una intensa energía colectiva, religiosa y psicológica, así como un importante movimiento de paz promovido por la Iglesia. El mundo feudal occidental se puso en marcha entre los siglos XI y XII. Esa fue la Europa de la tierra, de la agricultura y de los campesinos. La vida se organizaba entre la señoría, el pueblo y la parroquia. Pero también entraron en escena las órdenes religiosas militares, debido a las Cruzadas y a las peregrinaciones que transformarían la imagen de la cristiandad. Entre los siglos XIII y XV, fue el turno de una Europa suntuosa de las universidades y las catedrales góticas.

-En todo caso, para usted, la Edad Media fue todo lo contrario del oscurantismo.

-Aquellos que hablan de oscurantismo no han comprendido nada. Esa es una idea falsa, legado del Siglo de las Luces y de los románticos. La era moderna nació en el medioevo. El combate por la laicidad del siglo XIX contribuyó a legitimar la idea de que la Edad Media, profundamente religiosa, era oscurantista. La verdad es que la Edad Media fue una época de fe, apasionada por la búsqueda de la razón. A ella le debemos el Estado, la nación, la ciudad, la universidad, los derechos del individuo, la emancipación de la mujer, la conciencia, la organización de la guerra, el molino, la máquina, la brújula, la hora, el libro, el purgatorio, la confesión, el tenedor, las sábanas y hasta la Revolución Francesa.

-Pero la Revolución Francesa fue en 1789. ¿No se considera que la Edad Media terminó con la llegada del Renacimiento, en el siglo XV?

-Para comprender verdaderamente el pasado, es necesario tener en cuenta que los hechos son sólo la espuma de la historia. Lo importante son los procesos subyacentes. Para mí, el humanismo no esperó la llegada del Renacimiento: ya existía en la Edad Media. Como existían también los principios que generaron la Revolución Francesa. Y hasta la Revolución Industrial. La verdad es que nuestras sociedades hiperdesarrolladas siguen estando profundamente influidas por estructuras nacidas en el medioevo.

-¿POR EJEMPLO?

-Tomemos el ejemplo de la conciencia. En 1215, el IV Concilio de Latran tomó decisiones que marcaron para siempre la evolución de nuestras sociedades. Entre ellas, instituyó la confesión obligatoria. Lo que después se llamó “examen de conciencia” contribuyó a liberar la palabra, pero también la ficción. Hasta ese momento, los parroquianos se reunían y confesaban públicamente que habían robado, matado o engañado a su mujer. Ahora se trataba de contar su vida espiritual, en secreto, a un sacerdote. Tanto para mí como para el filósofo Michel Foucault, ese momento fue esencial para el desarrollo de la introspección, que es una característica de la sociedad occidental. No hace falta que le haga notar que bastaría con hacer girar un confesionario para que se transformara en el diván de un psicoanalista.

-Usted habla de emancipación de la mujer en la Edad Media. ¿Pero aquella no fue una época de profunda misoginia?

-Eso dicen y, naturalmente, hay que poner las cosas en perspectiva. Yo sostengo, sin embargo, que se trató de una época de promoción de la mujer. Un ejemplo bastaría: el culto a la Virgen María. ¿Qué es lo que el cristianismo medieval inventó, entre otras cosas? La Santísima Trinidad, que, como los Tres Mosqueteros, eran, en realidad, cuatro: Dios, Jesús, el Espíritu Santo y María, madre de Dios. Convengamos en que no se puede pedir mucho más a una religión que fue capaz de dar estatus divino a una mujer. Pero también está el matrimonio: en 1215, la Iglesia exigió el consentimiento de la mujer, así como el del hombre, para unirlos en matrimonio. El hombre medieval no era tan misógino como se pretende.

-La invención del purgatorio, a mediados del siglo XII, parece haber sido también uno de los momentos clave para el desarrollo de nuestras sociedades actuales.

-Así es. Curiosamente, lo que comenzó como un intento suplementario de control por parte de la Iglesia, concluyó permitiendo el desarrollo de la economía occidental tal como la practicamos en nuestros días.

-¿CÓMO ES ESO?

-La invención del purgatorio se produjo en el momento de transición entre una Edad Media relativamente libre y un medioevo extremadamente rígido. En el siglo XII comenzó a instalarse la noción de cristiandad, que permitiría avanzar, pero también excluir y perseguir: a los herejes, los judíos, los homosexuales, los leprosos, los locos… Pero, como siempre sucedió en la Edad Media, cada vez que se hacían sentir las rigideces de la época los hombres conseguían inventar la forma de atenuarlas. Así, la invención de un espacio intermedio entre el cielo y el infierno, entre la condena eterna y la salvación, permitió a Occidente salir del maniqueísmo del bien y del mal absolutos. Podríamos decir también que, inventando el purgatorio, los hombres medievales se apoderaron del más allá, que hasta entonces estaba exclusivamente en manos de Dios. Ahora era la Iglesia la que decía qué categorías de pecadores podrían pagar sus culpas en ese espacio intermedio y lograr la salvación. Una toma de poder que, por ejemplo, permitiría a los usureros escapar al infierno y hacer avanzar la economía. También serían salvados de este modo los fornicadores.

-Pero hasta la aparición del sistema bancario reglamentado, en el siglo XVIII, tanto la Iglesia como las monarquías sobrevivieron gracias a los usureros. ¿Por qué condenarlos al infierno?

-Porque así lo establecían las escrituras, como en la mayoría de las religiones. En el universo cristiano medieval, la usura era un doble robo: contra el prójimo, a quien el usurero despojaba de parte de su bien, pero, sobre todo, contra Dios, porque el interés de un préstamo sólo es posible a través del tiempo. Y como el tiempo en el medioevo sólo pertenecía a Dios, comprar tiempo era robarle a Dios. Sin embargo, el usurero fue indispensable a partir del siglo XI, con el renacimiento de la economía monetaria. La sed de dinero era tan grande que hubo que recurrir a los prestamistas. Entonces la escolástica logró hallarles justificaciones. Surgió así el concepto de mecenas. También se aceptó que prestar dinero era un riesgo y que era normal que engendrara un beneficio. En todo caso, y sólo para los prestamistas considerados “de buena fe”, el purgatorio resultó un buen negocio.

-La Edad Media también inventó el concepto de guerra justa, vigente hasta nuestros días, como lo demostraron los debates en la ONU sobre la guerra en Irak. Curioso, ya que el cristianismo es portador de un ideal de paz. Hasta se podría decir que es antimilitarista.

-Es verdad. Ordenándole a Pedro que enfundara su espada, Cristo dijo: “Quien a hierro mate, a hierro morirá”. Los primeros grandes teóricos cristianos latinos eran pacifistas. Pero todo cambió a partir del siglo IV, cuando el cristianismo se transformó en religión de Estado.

-En otras palabras, los cristianos se vieron obligados a cristianizar la guerra.

-En esa tarea tendrá un papel fundamental San Agustín, el gran pedagogo cristiano. Para él, la guerra es una consecuencia del pecado original. Como éste existirá hasta el fin de los tiempos, la guerra también existirá por siempre. San Agustín propuso, entonces, imponer límites a esa guerra. En vez de erradicarla, decidió confinarla, someterla a reglas. La primera de esas reglas es que sólo es legítima la guerra declarada por una persona autorizada por Dios. En la Edad Media, era el príncipe. Hoy es el Estado, el poder público. La segunda regla es que una guerra es justa sólo cuando no persigue la conquista. En otras palabras: las armas sólo se toman en defensa propia o para reparar una injusticia. Esas reglas siguen perfectamente vigentes en nuestros días.

-¿Se podría decir que el hombre medieval trataba de preservar la cristiandad de todo aquello que amenazaba su equilibrio?

-Constantemente. Déjeme evocar como ejemplo el que para mí fue el aspecto más negativo de la época: la condena absoluta del placer sexual, simbolizado por el llamado “pecado de la carne”. La alta Edad Media asumió las prohibiciones del Antiguo Testamento. Desde entonces, el cuerpo fue diabolizado, a pesar de algunas excepciones, como Santo Tomás de Aquino, para quien era lícito el placer en el acto amoroso. Frente a la opresión moral, la sociedad medieval reaccionó con la risa, la comedia y la ironía. El universo medieval fue un mundo de música y de cantos, promovió el órgano e inventó la polifonía.

-Hace un momento hizo referencia a los fornicadores que tuvieron un lugar en el purgatorio. ¿Cómo fue esto posible en una época de tanta represión sexual?

-Hay una anécdota que ilustra perfectamente la dualidad medieval. El rey Luis IX de Francia, que después sería canonizado como San Luis, tenía una vitalidad sexual desbordante. En los períodos en que las relaciones carnales eran lícitas (fuera de las fiestas religiosas), el monarca no se contentaba con reunirse con su esposa por las noches. También lo hacía durante el día. Esto irritaba mucho a su madre, Blanca de Castilla, que en cuanto se enteraba de que su hijo estaba con la reina intentaba introducirse en la habitación para poner fin a sus efusiones. Luis IX decidió entonces poner un guardián ante su puerta, que debía prevenirlo y darle tiempo de disimular su desenfreno. Ese hombre lleno de ardor tuvo once hijos y cuando partió a la Cruzada, en 1248, llevó a su mujer, a fin de no privarse de sus placeres sexuales. ¡No imaginará usted que la Iglesia podía enviar a San Luis a arder en el fuego eterno del infierno!

-¿También podríamos decir que la Edad Media inventó el concepto de Occidente?

-La palabra “Occidente” no me gusta. Pronunciada por los occidentales, tiene un contenido de soberbia para el resto del planeta.

-Pero entonces, ¿cómo definir, por ejemplo, a América, heredera de Europa?

-América ha dejado de ser la heredera de Europa. Lo fue hasta finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando tanto Estados Unidos como el resto del continente dejaron de tener al hombre como centro de sus preocupaciones.

-Usted es un apasionado estudioso de la imaginación colectiva de la Edad Media. ¿Por qué eso es tan importante?

-Felizmente, las nuevas generaciones de historiadores siguen cada vez más esa tendencia. La imaginación colectiva se construye y se nutre de leyendas, de mitos. Se la podría definir como el sistema de sueños de una sociedad, de una civilización. Un sistema capaz de transformar la realidad en apasionadas imágenes mentales. Y esto es fundamental para comprender los procesos históricos. La historia se hace con hombres de carne y hueso, con sus sueños, sus creencias y sus necesidades cotidianas.

-¿Y cómo era esa imaginación medieval?

-Estaba constituida por un mundo sin fronteras entre lo real y lo fantástico, entre lo natural y lo sobrenatural, entre lo terrenal y lo celestial, entre la realidad y la fantasía. Si bien los cimientos medievales de Europa subsistieron, sus héroes y leyendas fueron olvidados durante el Siglo de las Luces. El romanticismo los resucitó, cantando las leyendas doradas de la Edad Media. Hoy asistimos a un segundo renacimiento gracias a dos inventos del siglo XX: el cine y las historietas. El medioevo vuelve a estar de moda con “Harry Potter”, “La guerra de las galaxias” y los videojuegos. En realidad, la Edad Media tiene una gran deuda con Hollywood. Y viceversa. Pensé alguna vez que provocaría un escándalo afirmando que el medioevo se había prolongado hasta la Revolución Industrial. La verdad es que ha llegado hasta nuestros días.

-¿Se podría decir entonces que seguimos viviendo en la Edad Media?

-Sí. Pero esto quiere decir todo lo contrario de que estamos en una época de hordas salvajes, ignorantes e incultas, sumergidos en pleno oscurantismo. Estamos en la Edad Media porque de ella heredamos la ciudad, las universidades, nuestros sistemas de pensamiento, el amor por el conocimiento y la cortesía. Aunque, pensándolo bien, esto último bien podría estar en vías de extinción. .

http://www.lanacion.com.ar/746748-seguimos-viviendo-en-la-edad-media-dice-jacques-le-goff

¿Dirigirá la Hipnosis la Revolución en el Sector Sanitario?

Una colaboración de lalunagatuna

Hoy en día los hipnotizadores tratan el cáncer y otras enfermedades crónicas con grados de éxito sin precedentes. La hipnosis está en camino de convertirse en el principal tratamiento para las enfermedades crónicas y muchas otras enfermedades que tienen su origen en la mente.
El problema que la hipnosis ha tenido históricamente es que usted no puede verlo. Es invisible y sin embargo, funciona muy bien y lo ha hecho durante mucho tiempo. Debido a su invisibilidad la hipnosis ha sido difícil de estudiar. Ha sido difícil entender exactamente cómo funciona y aún más difícil el comunicar cualquier entendimiento con los demás.
La gente tiene un miedo natural a lo desconocido y cuando el efecto de algo no se entiende por lo general es tratado con sospecha. Esto es sólo la naturaleza humana. En el siglo diecinueve un médico llamado Ignaz Semmelweis descubrió que se podría lograr una gran reducción de muertes en las clínicas de embarazo si los médicos se lavaban las manos en una solución de cal clorada. A pesar de que el efecto de su descubrimiento era obvio, su teoría fue rechazada por sus compañeros porque los gérmenes eran invisibles. Tristemente, muchas más mujeres de lo necesario murieron al dar a luz hasta que la teoría de los gérmenes fue confirmada más tarde por Louis Pasteur .
El mundo ha cambiado mucho desde el siglo diecinueve. Ahora sabemos que las cosas invisibles son importantes y, de hecho, la fuente de la materia. En 1973, Max Planck anunció:

“Como hombre que ha dedicado toda su vida a la ciencia más lúcida, al estudio de la materia, les puedo decir como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: ¡NO EXISTE LA MATERIA COMO TAL! Toda la materia se origina y existe sólo en virtud de una fuerza que lleva a las partículas de un átomo a vibración y mantiene la más corta distancia del sistema solar del átomo junta. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda la materia.”

De la mecánica cuántica Einstein dijo: “Cuanto más éxito tiene la mecánica cuántica, más ridícula se ve.” La misteriosa fuerza a la que Planck hace referencia es la consciencia. Pero en realidad ya no parece una tontería. La actual generación de personas que viven en este planeta ha crecido con “tonterías” e “invisibles”, son totalmente normal. Las ondas de radio, las señales de TV, las microondas son invisibles y normales. Ahora el Wi-Fi, Bluetooth, navegadores por satélite y una lista creciente de tecnologías que están todas conectadas por lo invisible.
A medida que nuestra comprensión de la información y la conciencia crece, tecnologías y aplicaciones relacionadas crecen proporcionalmente, incluyendo la hipnosis. Ahora vivimos en la era de la información e hipnosis, sinónimo de conciencia llegada a la mayoría de edad. Las personas ya no tienen miedo de estas tecnologías y están cada vez más en lugares comunes. Si bien esto ha ayudado mucho a la humanidad de muchas maneras, no ha ayudado a la industria farmacéutica tanto. De hecho, probablemente lo contrario.
En 1955, el mismo año que Einstein murió, un anestesista con el nombre de Henry Beecher publicó un artículo titulado “El Poderoso Placebo.” Un placebo es una sustancia inocua que no contiene medicamento y se prescribe a un paciente como un medicamentocon el fin de reforzar la expectativa del paciente a mejorar. Básicamente es una manera de entregar a un paciente una sugerencia encapsulada para que el paciente mejore. Beecher había observado personalmente este efecto en el tratamiento de soldados heridos gravemente durante la Segunda Guerra Mundial. El suministro de morfina era sumamente bajo y por lo tanto se asombró al ver a una enfermera inyectar agua salada a un soldado herido mientras le decía que era un analgésico. El agua salada aliviaba el dolor del soldado y le impedía entrar en shock. La mera sugerencia de que era morfina lo que inyectaba en su cuerpo le hizo sentirse mejor.
Gracias en parte a la labor de Beecher las compañías farmacéuticas ahora necesitan producir medicamentos que funcionen mejor que un placebo. El problema es que, debido a nuestra creciente confianza en lo invisible, los placebos son cada vez más poderosos.Las empresas farmacéuticas están encontrando cada vez más difícil conseguir nuevos medicamentos aprobados porque el placebo funciona muy bien y a veces mejor que las medicinas que están probando. Incluso algunos medicamentos más antiguos que originalmente superaban a los placebos están fallando, ahora los placebos vencen en las pruebas de seguimiento.
Las compañías farmacéuticas han sido incapaces de producir nuevos medicamentos, muchos son lo suficientemente eficaces como para tener derecho a las patentes. Muchas de las patentes que tienen sobre sus medicamentos antiguos están a punto de caducar, lo que significa que los medicamentos se producirán de forma mucho más barata que los medicamentos genéricos. Por supuesto, esto significa menos ganancias para las compañías farmacéuticas que desencadena una crisis denominada “La gran caída de patentes”.
Si un placebo es sólo una simple sugerencia para que un paciente mejore, no debería ser ninguna sorpresa que los placebos funcionen mejor en los niños. Los niños son mucho más comprensivos de lo invisible que los adultos. Es previsible que a medida que los adultos en nuestra cultura crecen más cómodos con tecnologías de sugestión como la hipnosis, un mayor uso de estas tecnologías se hará. En cierto sentido la hipnosis ha sido evaluada mejor que cualquier otra medicina moderna en el planeta, ya que cada medicina moderna en el planeta se prueba con placebo. Cada vez más la simple sugerencia gana.
Si la simple sugerencia cada vez más golpea los mejores esfuerzos de las más grandes mentes farmacéuticas y de medicamentos en el mundo, nuestra cultura, inevitablemente,dará mayor atención a la sofisticada y poderosa sugestión, se adaptará individualmente la forma de hipnosis que pueda emplearse. Las personas encargadas de la salud en la sociedad se encuentran bajo una creciente presión para encontrar soluciones eficaces más rápidas, más baratas y más seguras para el cuidado de la salud. Están encontrando respuestas en la hipnosis.
La hipnosis se utiliza cada vez más para el tratamiento de enfermedades crónicas como el síndrome de intestino irritable y más médicos sugieren a sus pacientes a hipnotizadores. Esto es sólo la evolución en acción y el resultado es inevitable. Muchos estudios confirman que las enfermedades crónicas suelen tener un origen en la mente, por lo que la hipnosis cada vez más se convertirá en el tratamiento y opción de curación de estas enfermedades, incluyendo el cáncer y otras terribles enfermedades.
Traducción: elnuevodespertar