Cerca de 800.000 funcionarios quedarían sin empleo y sueldo a partir de mañana
A solo 48 horas de que se agoten los fondos para financiar los gastos del gobierno federal de Estados Unidos, lo que provocaría el temido «cierre» parcial del gobierno, la Cámara de Representantesaprobó por escueta mayoría un plan presupuestario elaborado por el partido republicano que podría evitar que se agoten los fondos dedicados a las actividades no esenciales del Gobierno.
Sin embargo, el plan impone entre otros recortes el retraso de un año en la implantación de la ley de reforma sanitaria, conocida como «Obamacare», y la anulación de un impuesto creado expresamente para financiar este programa, medidas a las que se opone con firmeza el Partido Demócrata. Por esta razón, cuando el proyecto de ley, aprobado in extremis durante la madrugada del domingo, llegue al Senado este lunes, lo más probable es que no sea refrendado, dado que esta Cámara está controlada por los demócratas.
En caso de que el presupuesto no fuera aprobado por el Senado, la ley deberá regresar a la Cámara, que solo contará con unas horas para preparar una nueva versión del plan que no afecte a la ley sanitaria.
Si la Cámara fracasase en este nuevo intento, mañana varias partidas presupuestarias del Gobierno dedicadas a actividades «no esenciales» quedarán congeladas. Como consecuencia, cerca de 800.000 empleados federales se exponen a su cese laboral y otros tantos podrían seguir trabajando sin perspectiva de percibir su salario a final de mes. Las actividades que sí seguirán operativas, consideradas esenciales, incluyen a la policía, los bomberos, los servicios postales y los servicios médicos.
Patata caliente
Este fenómeno, conocido como «cierre» del Gobierno, sucedió por última vez hace 17 años durante el mandato del presidente Bill Clinton, cuando demócratas y republicanos no alcanzaron un acuerdo sobre el presupuesto federal de 1.996 y el Ejecutivo entró en suspensión parcial durante dos periodos de 6 y 22 días.
Ante la patente tensión, ambos partidos comenzaron a eludir responsabilidades y señalar como culpables del potencial bloqueo a sus contrarios políticos. «Quiero que el pueblo estadounidense sepa que los republicanos están cerrando el gobierno. Y lo están haciendo a propósito», apuntó durante el debate previo a la votación la congresista demócrata Donna Edwards. Con estas palabras resumieron la mayoría de los demócratas el órdago lanzado por los republicanos a la Casa Blanca. Los miembros del partido conservador de EE.UU. se han opuesto con vehemencia desde sus orígenes a la ley sanitaria que el presidente Obama aprobó en 2010 y cuya legalidad fue posteriormente ratificada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos.
Por su parte, los republicanos dejaron claro que, tras el paso del plan presupuestario por la Cámara, la patata caliente está en manos demócratas. «Los norteamericanos no quieren el cierre del Gobierno y tampoco quieren el ‘Obamacare’. Haremos nuestro trabajo y aprobaremos esta ley. Después dependerá del Senado aprobarla y evitar el bloqueo del Gobierno», opinaron los líderes republicanos de la Cámara en un comunicado oficial.
«Si esto persiste tendremos un país ingobernable», criticó por su parte el secretario de Defensa norteamericano, Chuck Hagel.