Por Juan Aguilar*
Tras las derrotas de las fuerzas lanzadas por los golpistas de Kiev, apoyados por la OTAN, contra las milicias de Novorrosia, desastre militar que provocó los acuerdos de Minsk, y una vez realizadas las elecciones en Donbass, reconocidas por Rusia y los países que apoyan a Moscú, ha llegado el momento de hacer un primer balance de situación de cómo el Kremlin ha gestionado el peligroso conflicto geopolítico provocado por las potencias atlantistas en las mismas fronteras de Rusia.
Hace unos meses, algunos analistas plantearon un posible escenario centrado en tres puntos:
— EEUU trataría de agudizar la crisis en Ucrania, para debilitar Rusia, y poner bajo control a todo el mercado europeo antes de que se viera obligado a dejar de imprimir dólares y evitar el colapso de su economía;
— El Kremlin trataría de llevar la crisis en Ucrania de una fase aguda a una crónica, sabiendo que llegaría el invierno, con unas negociaciones lentas teniendo como fondo el colapso económico de Ucrania. Al mismo tiempo, el Kremlin usaría ese tiempo para crear unas condiciones adecuadas en caso de que se llegara a una fase de enfrentamiento agudo con los EEUU: abandono del dólar, la alianza con China e Irán, la creación de la Unión Euroasiática etc.;
— La finalización completa de la crisis para diciembre de 2014 o antes, si los EEUU cesan sus provocaciones.
Dicho pronóstico se parece mucho a la realidad que vemos en la actualidad. Ucrania es víctima de una triada terrible: frío, hambre e inflación, que acabará agotando la economía ucraniana y destruyendo los restos del Estado ucraniano. Ahora estamos observando justamente la acción de esta tríada.
En estos meses, el kremlin ha conseguido lo siguiente:
— Ucrania no entrará en la OTAN, algo de lo que los representantes de la Alianza habían hablado abiertamente más de una vez;
— Ucrania no ha logrado sus objetivos en los acuerdos de asociación con la UE. Además, Ucrania no consiguió salir de la CEI;
— Rusia dejó de suministrar gas gratuito a Ucrania. El reciente acuerdo sobre el gas que ha forzado Putin con Kiev y la UE pone todos los puntos sobre las íes;
— El genocidio de los rusos del Sudeste de Ucrania se ha evitado. Sí, todavía disparan, todavía hay víctimas, pero en comparación con lo que podía ser (convertirse en el campo de concentración de Filatov/Kolomoysky) el éxito es evidente. Donetsk y Lugansk no han caído, y se trabaja para mantener unas posibilidades de vida adecuada durante el invierno, algo que será imposible en el resto de Ucrania;
— La economía de Ucrania ha sufrido lesiones incompatibles con la vida. El objetivo final es que la opinión de los habitantes del país empiece a considerar que lo más importante es comer y calentarse y no un delirio de grandeza sobre una Ucrania que no existe.
En el nivel macroeconómico:
— Se firmó el contrato de gas del siglo con China y la apertura de la así llamada Ruta Oriental, que permitirá a largo plazo desviar a los mercados asiáticos el gas que es suministrado ahora a Europa;
— Se ha firmado el contrato de “petróleo a cambio de la electricidad” y ” petróleo a cambio de mercancías” con Irán (lo que ha llenado de rabia absoluta a Washington). Además, Moscú y Teherán consiguieron en la cumbre de los estados del Caspio dos resoluciones estratégicas esenciales: en el Mar Caspio no habrá bases de la OTAN, y el fondo del Caspio ha sido dividido, con lo que Turkmenistán y Kazajistán no pueden tender sin permiso de Rusia e Irán los tubos de gas a Azerbaiyán para la exportación del gas a Europa. El presidente Rohani ha hundido la moral de los yanquis y todas las histéricas de Internet, que gritaban que Irán se había doblegado a los EEUU para que se levantaran las sanciones. El líder iraní incluso ha declarado que Irán no puede sustituir Rusia en el mercado europeo de gas aunque mañana se quitarán todas las sanciones;
— Rusia consiguió pasar a la etapa siguiente en la integración del espacio eurasiático, firmando los documentos de la Unión Eurasiática económica;
— Acelerar el proceso de “desdolarización”. Con el Banco Central chino se firmó el acuerdo rublo-yuan de divisas con un aporte inicial de 150 mil millones de yuanes que permitirá comenzar suprimir el dólar en los intercambios mutuos, habiendo comenzado con las partidas energéticas: petróleo y gas. Con Irán será creado el banco ruso-iranio, que permitirá el comercio normal entre las dos economías sin la necesidad del dólar como moneda de intercambio financiero;
— La retirada de las inversiones en los países occidentales. Es clarificadora la declaración del ministro Siluanov, a la que poca gente ha prestado atención: «queremos dejar de invertir en los países que introducen sanciones contra nosotros. La reagrupación de nuestros capitales será realizada poco a poco»;
— El presidente Putin firmó una ley que permite a partir del 1 de enero enviar los ingresos del petróleo y de gas adicionales al Fondo de Reserva para cubrir el déficit presupuestario. Esto significa que los ingresos adicionales del petróleo y gas estarán a disposición para la ejecución y planificación del presupuesto. Anteriormente los ingresos extras del petróleo y el gas quedaban para el FMI y de allí a los EE.UU. y los bonos europeos, para poder luego financiarse megaproyectos como el nuevo Transiberiano. Ahora en la fase de ejecución del presupuesto, el dinero será posible enviarlo directamente a tesorería. De hecho, se logra uno de los mecanismos de unión de la antigua Rusia para acabar con la imposición occidental.
— El Banco Central se ha sumado, al fin, a la lucha contra la fuga de capitales. Los oligarcas ahora no pueden llevarse el dinero del país por medio de importaciones ficticias (el modo habitual y más eficaz), y los bancos comerciales no podrán dar las licencias para financiar tales transacciones.
También, hay que señalar tres novedades esenciales en política exterior:
- La Unión Europea todavía no ha firmado el The Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) —el pacto comercial, que transforma la UE en el apéndice de la economía americana. Nadie duda que las negociaciones sobre el pacto se hubieran acelerado con la introducción del ejército de la Federación Rusa en Ucrania, lo que hubiese sido un regalo enorme a las pretensiones norteamericanas. Las sanciones contra la Federación Rusa perjudican al empresariado europeo, y el levantamiento de las barreras comerciales de los EEUU los remata. Era una situación que solo hubiera beneficiado a los EEUU.
- EEUU no consiguió desconectar Europa del gas ruso y que pasara frío en espera del gas americano. Al contrario, Europa ha tratado de solucionar el problema del tránsito ucraniano y hasta el comisario Ettinger ha reconocido ya que el precio del gas ruso — 385 dólares por 1000 м3 — es justo.
- Los americanos han hecho, en cambio, un gran regalo a los rusos. Habiendo organizado un Maidán en Hong Kong, han convencido definitivamente a China de la necesidad de activar urgentemente la cooperación económica con Rusia.
Si en este contexto a alguien le parece que todo va mal para Rusia, que todo se ha perdido, que “Putin se ha doblado y se prepara para un destino como el de Milosevic”, o es ciego, o tonto, o es un provocador asalariado. No hay más.
En algún momento, todos nos asustamos (quien esto escribe, también). Daba la sensación de que Minsk era un armisticio, que algunos percibían como una traición y un horror para los rusos de Donbass. Pero el armisticio es esto: un instrumento que permitirá no pagar vidas de milicianos y civiles por el debilitamiento del estado ucraniano. Que el frío, el hambre y la inflación también entren en combate. Por lo menos, hasta la primavera. Eso sí lo veíamos.
«¡Si no introducen al ejército, estará claro que Moscú ha vendido Novorrosia!» — gritaban los más impacientes.
Pero teníamos que ser conscientes que miles de toneladas del combustible, pertrechos, armamento, voluntarios que iban de “vacaciones” y otros recursos necesarios para la guerra, que la milicia recibía de “la sociedad civil” rusa o “compraba gracias a las donaciones”, salían de algún sitio… la entrada de columnas de material militar ruso en los días previos a las elecciones en Donbass han sido la prueba más elocuente (ver: La ayuda militar y humanitaria rusa entró en masa en Novorrosia para proteger las elecciones y disuadir a Kiev de cualquier aventura bélica).
Ciertamente, fue Moscú quien decidió que era necesaria una pausa en las operaciones militares, era necesaria. El que suministra los recursos para la guerra, tiene el conocimiento y el derecho de dirigir el proceso.
Había otro argumento que nos atenazaba a los impacientes. “Si no tomamos Kiev ahora, en Ucrania se asentará un Estado nazisionista que EEUU abastecerá de dinero, que creará un ejército potente y moderno para atacar Crimea y la Rusia continental”. Los partidarios de esta versión solo veían la intervención militar como única fórmula para parar este guión catastrófico. Parecía imprescindible introducir al ejército y tomar Kiev, de otro modo Occidente haría de Ucrania un potente ariete para la destrucción de Rusia…
Pero hubiera bastado hacerse unas sencillas preguntas que seguramente la Inteligencia rusa si se había respondido: ¿Por qué Ucrania hasta ahora no ha recibido los 160 mil millones de euros para la reconstitución de su economía y el rearme del ejército, ni la no menos lamentable cifra de 17 mil millones de dólares que le prometió el FMI? Recordemos, Ucrania solo ha recibido dos partidas irrisorias que sumaban 5 mil millones, para ir tirando. La última declaración de la UE es clara al respecto, y Bruselas no dará a Kiev ni los 2 mil millones de euros que se hablaba en verano.
Muchas veces creemos que vivimos en un mundo mágico, donde los EEUU tienen una fuente infinita de dinero —la impresora de dólares. La divisa mundial de reserva es un arma realmente terrible, pero hasta ella es limitada en cuanto a sus posibilidades. El dólar no se posible imprimir infinitamente, no es posible tener las tasas de refinanciación infinitamente en el cero y no es posible infinitamente rescatar las obligaciones de la deuda pública de los EEUU. Washington se ha acercado ya al límite de sus posibilidades: si ferozmente arroja dólares frescos al rescate de sus obligaciones, se desmoronará el NASDAQ y con él, todo el sistema de pensiones y seguros de los EEUU, junto con el sistema del mantenimiento social, que vive de los cupones. Por esto Washington tiene que reducir la inyección de dólares en el sistema.
El tiempo corre a favor de Putin y en contra de los americanos y de Occidente en general. La era de los “dólares de impresora” sin problemas está llegando a su fin. Los estadounidenses tendrán que desactivar el mecanismo, entonces se verán obligados a aumentar la tasa de refinanciación. Esto significa que La magia de la impresora se ha acabado. Ahora América puede sacar la economía a flote únicamente poniendo a funcionar “el aspirador”, es decir, haciendo que los capitales mundiales fluyan hacia los EEUU. ¿Pero, cómo convencer a los portadores del capital de comprar obligaciones de un país con una economía que se muere? Solamente hay un modo: provocar un pánico total, que se extienda por todo el mundo, y que EEUU parezca el único lugar sonde refugiarse. De aquí el deseo de separar Europa de los proveedores de energía rusos, introducir sanciones, incendiar todo lo que sea posible y en todas las partes del mundo. Le es necesaria la guerra, le es necesaria la sangre en las pantallas de TV, es necesario a toda costa mostrar a todos que de todo el mundo es necesario salir corriendo (con el dinero) hacia los EEUU. Por eso ahora, la intriga principal es si la economía de Estados Unidos va a morir en silencio, o va a tener tiempo para desatar antes de morir una tercera guerra mundial…
¿Y ahora piensen, a quién beneficiaba la agudización inmediata de la crisis en Ucrania?
Invito a reflexionar la pregunta siguiente: ¿por qué en Ucrania, hasta ahora, no hay material de guerra americano de alta precisión? ¿Por qué Donbass no es recorrido por los modernos Leopardos alemanes? ¿Por qué Kiev no ha recibido ayuda real, de verdad, de alto valor militar?
Dos razones. Primero: Vladímir Vladímirovich Putin. Segundo: Sergey Lavrov. Y estas dos razones, tanto la diplomacia como la imagen de Putin, han servido para proteger a las milicias de Novorossia de los bombardeos de las armas americanas de alta precisión.
Recordemos una fotografía de la reunión de Milán, en presencia de los dirigentes de la UE, con los representantes rusos y el golpista Poroshenko. ¿Encuentran en esta fotografía de Milán al presidente de un país que recibirá rápidamente ingentes cantidades de dinero americano y un montón de armas de alta precisión, con las que arrebatar Crimea a Rusia?:
Ucrania se deshará, arruinará y pudrirá, y Moscú la ayudará para que esto no moleste otras tareas geopolíticas, tales como evitar que Europa se transforme en un mercado abierto para los EEUU. Cuando los ucranianos se vean desbordados por los problemas y no esperen ya ninguna ayuda real, después de que los mecanismos económicos, estatales y militares estén definitivamente destrozados, entonces será posible ocuparse del reformateo político de este territorio.
La vida real es parecida al ajedrez, pero hasta los mejores analíticos no ven toda la tabla, y las figuras pueden cambiar de color y tener intereses propios. El estudio de los procesos complejos nos debe acostumbrar a desconfiar de las decisiones simples y emocionales. El estudio de las complejidades del mundo real, la economía real, la política real se hace evitando jugar desde las emociones y sacando de la manga recetas simples: adelgazar en 15 minutos, aprender inglés en una hora, ganar un millón en un día, regenerar el Imperio Ruso o la URSS por medio de tres regimientos de tanques y dos decenas de fusilamientos. El que pretenda sobrevivir y vencer en la lucha geopolítica del siglo XXI tiene que aprender a entender las complejidades y no buscar lo simple, sino decisiones eficaces para los problemas difíciles. En Rusia tienen la suerte de contar con un maestro que juega sobre un Gran Tablero de ajedrez. Putin, el gran maestro de la geopolítica.
*Director de Elespiadigital.com
Fuente:
http://www.elespiadigital.com/index.php/noticias/geoestrategia/7337-la-partida-geopolitica-de-putin-en-ucrania