Archivo por días: febrero 12, 2016

El enigma de las formas geométricas del Amazonas

La floresta guardaba un secreto oculto por los árboles desde hace 3.000 años. Quizá más. Círculos ofrecidos por el hombre a los dioses, dicen algunos. Cuadrados creados para albergar pueblos, aseguran otros. Hexágonos para hacer rituales, comentan los más antiguos. En cualquier caso, quien los hizo parece que quería transmitirnos un mensaje del pasado. Un mensaje que, cual paradoja ecológica, ha salido a la luz por la destrucción incontenible de la selva amazónica.
Una de las formas geométricas, en este caso cuadrada, descubiertas en la selva amazónica de Brasil.
Hay más de 300 repartidos por el estado brasileño de Acre, el más occidental de Brasil, junto a la frontera con Perú y Bolivia. Se trata de detalladas zanjas o fosos de uno a cuatro metros de profundidad y unos 12 metros de ancho, reforzados en sus lados por la propia tierra de la excavación. Forman diferentes bajo relieves sobre un suelo arcilloso con diferentes diseños, desde los más simples —rectas paralelas, cuadrados o rectángulos— hasta otros un poco más complejos como círculos, pentágonos o en forma de U. Pueden medir hasta 300 metros cuadrados de superficie. Su descubrimiento, como suele pasar en muchos de los grandes hallazgos arqueológicos de la Historia, tuvo también su parte azarística. En 1977, el profesor Ondemar Dias, del Instituto Brasileño de Arqueología de Río de Janeiro, los incluyó como parte del inventario que estaba realizando para el Programa Nacional de Investigaciones Arqueológicas en la cuenca del Amazonas. En aquel momento su trascendencia apenas salió de los círculos académicos. La vegetación todavía cubría la mayor parte de unas formaciones que, por otra parte, abundaban ya en las vecinas selvas bolivianas.

El impacto mediático llegó unos años más tarde. A mediados de los ochenta, el geólogo y paleontólogo de la Universidad Federal de Acre (UFAC) Alceu Ranzi, discípulo de Ondemar, viajaba en un vuelo comercial entre Porto Velho y Río Branco, en un vuelo que solía hacer con cierta frecuencia. Y cada vez que miraba por la ventanilla del avión sentía la misma preocupación al ver como avanzaba la colonización del hombre sobre la selva. De un mes a otro aparecían nuevas y enormes superficies desarboladas donde ya pastaban innumerables cabezas de ganado. Las carreteras, primero de tierra y luego de asfalto, iban abriendo brecha en esa selva otrora intacta. Y, precisamente junto a una de ellas, la BR 317, que comunica los estados de Rondonia y Acre, Ranzi se dio cuenta de una estructura circular de doble borde que aparecía en una zona antes tapada por la floresta.

Uno de los geoglifos, en este caso un círculo enmarcado por un cuadrado, descubierto en el bosque amazónico de Brasil.
A partir de este momento la noticia se fue expandiendo en la medida que los expertos cayeron en la cuenta de que sólo una civilización avanzada podía haber tallado formas geométricas tan perfectas. Desde 2007, con el apoyo del satélite taiwanés Formosat-2, los descubrimientos en una zona de 25.000 kilómetros cuadrados se han multiplicado por 10 y se calcula que apenas se ha localizado el 20% del total. Actualmente, los geoglifos de Acre están a punto de ser incluidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanida

La Amazonia fue hogar de grandes pueblos

Hasta ahora los investigadores estaban convencidos de que en la época precolombina, la Amazonia Occidental presentaba muy pocas señales de población y civilización. Sin embargo, lo que ha venido a demostrar la existencia de los geoglifos y sus estudios asociados, es que esta zona olvidada del planeta pudo ser el hogar de varios pueblos estructurados y de gran tamaño. Las figuras están conectadas entre sí por lo que parecen ser caminos: dos líneas paralelas, más elevadas, como si estuvieran protegidos. Hasta hace pocos años la hipótesis inicial era que las construcciones, cuyos contornos están formados por zanjas continuas abiertas en el terreno, tenían funciones defensivas similares a las de un fuerte.
Las crónicas de los primeros conquistadores —de Orellana a Schnidel, por ejemplo— describían aldeas defendidas por altas empalizadas de madera. Si había aldeas fortificadas significa que los pueblos que allí vivían tenían que defenderse de invasores. La expansión de los pueblos de lengua tupi-guaraní y pano en tierras habitadas por indígenas que hablaban arawak podría esclarecer parcialmente esta tesis», asegura el arqueólogo Marcos Vinicius das Neves, uno de los investigadores pioneros que acompañó las investigaciones del profesor Ondemar.
No obstante, esta teoría no explica los geoglifos dobles, o bien, los que están constituidos por un círculo al interior de un cuadrado. Los últimos estudios realizados por los finlandeses parecen apuntar otra cosa: como una especie de plaza tribal, el área interna de los geoglifos habría sido utilizada para la realización de ceremonias. «La evidencia arqueológica sugiere que en estos sitios se realizaban encuentros especiales, cultos religiosos por ejemplo, y sólo ocasionalmente hacían las veces de aldea», afirma la profesora Denise Schaan, de la Universidad Federal de Pará (UFPA). La última de las teorías, también relacionada con la espiritualidad indígena, es la que afirma que estos geoglifos fueron construidos para rendir tributo a la divinidad como en el caso de los de Nazca, descubiertas en 1927, con el advenimiento de la aviación comercial. «Los geoglifos de la Amazonia son tan importantes como los de Nazca. Pero a pesar de haber sido descubiertos hace más de veinte años, nadie ha sabido nunca nada de ellos», afirma su propio «redescubridor», Alceu Ranzi. «Era evidente que, como los de Nazca, se trataba de geoglifos: grandes diseños labrados en el suelo —geométricos, zoomorfos o antropomorfos—, que pueden ser mejor observados desde lo alto, y a veces sólo así. El dominio de la geometría y las dimensiones de los geoglifos —hay círculos de hasta 300 metros de diámetro— revelan algo más fascinante, y que revoluciona la historia del Amazonas», añade.

Un geoglifo cuadrado del Amazonas y tres con forma circular captados desde el espacio por satélites.
Uno de los misterios que envuelven a estos geoglifos es que, a pesar de su gran número, no hay indicios de que hubiese habido grandes poblaciones en la zona. «Antes se creía que en esta parte de la Amazonia sólo había cazadores y recolectores, nómadas. Pero por el número y el tamaño de las estructuras, los pobladores de entonces tenían que ser sedentarios y organizados haciendo trabajos en cooperación», deduce Ranzi. Calcula que, al menos en los sitios descubiertos, la población rondaba las 70.000 personas. Sin embargo, y a pesar de las afirmaciones del profesor, no se ha encontrado ninguna evidencia de ocupación humana a gran escala y durante un período prolongado en sus zonas aledañas. «Los constructores de los geoglifos no tenían piedras en aquella región, pero hicieron enormes trabajos en la tierra, que demandaban un poderío y habilidades de organización comparables con las de otras civilizaciones antiguas», añade Ranzi. Tampoco se han encontrado restos óseos ni manchas de la llamada «tierra negra», un tipo de suelo negro muy común en otras partes de la Amazonia, que se forma a partir de restos orgánicos producidos por la ocupación humana prolongada en una zona. En todo caso, la construcción de geoglifos en una selva tan densa es difícil. Por ello los estudiosos consideran la posibilidad de que la selva que actualmente cubre el área fuera, no hace tanto tiempo, mucho menos espesa que hoy día. A no ser que la talaran, como hicieron los mayas en el Yucatán… Los escasos artefactos asociados a una cultura material, en general algunos trozos de cerámica, fueron rescatados en la cima o en el fondo de las zanjas que forman las líneas geométricas. La datación de estos restos, con el método del Carbono 14, es del 1294 d.C. Aunque hay dataciones de movimientos terrenos como campos elevados, canales de riego y balsas redondas, que pueden tener más de 4000 años de antigüedad. Tampoco se han localizado los lugares de residencia y los cementerios de los constructores. Esta puede ser la fecha del fin de esta civilización, que habría permanecido en la zona desde un milenio antes. Fecha que sugiere que los desconocidos autores de los geoglifos pueden haber desaparecido antes de la llegada a América de los europeos.

Una gran civilización perdida

Todo esto indica que en esta zona no hubo una gran civilización perdida, como tampoco existen evidencias concretas acerca de quiénes fueron los constructores de los geoglifos, ni cuánto tiempo emplearon en esa tarea. «No podemos hablar de un enorme imperio perdido que adoraba a sus dioses geométricos en ese rincón de la Amazonia. De momento todo parece apuntar a dos o tres pueblos semi nómadas y dispersos por pequeñas aldeas que compartían algunos rasgos culturales comunes, tales como la construcción de los geoglifos», asegura la arqueóloga Sanna Saunaluoma, de la Universidad de Helsinki.
Un campesino señala uno de los geoglifos.
Saunaluoma pertenece al Instituto Iberoamericano de Finlandia, con sede en Madrid. Esta institución colabora desde hace casi 15 años con las universidades brasileñas en el estudio de los misteriosos geoglifos de Acre a raíz de la tesis doctoral por la que su director, Martti Pärssinen, demostró que los incas habían llegado a áreas relativamente próximas a la selva acreana. En 1997, Pärssinen y un equipo de la Universidad de Helsinki, descubrió una fortaleza incaica conocida por el nombre de Las Piedras, próxima al pueblo de Riberalta, en el extremo norte de la región de Bení y bastante cerca de los geoglifos. La conclusión de esta cadena de descubrimientos parece probar que la zona de Acre fue un punto de encuentro cosmopolita entre la Amazonia oriental y las Cordilleras de los Andes. «Nuestra hipótesis ayuda a entender la razón por la cual los primeros españoles que exploraron la selva amazónica hablaban de grandes ciudades densamente pobladas, pero en los escritos posteriores sólo mencionan pequeños pueblos», aclara Pärssinen. Algunas de estas tribus, como los tucanos, son apuntados como los posibles descendientes de los pueblos que hicieron los geoglifos. Una pista, si bien tenue, surge de un texto de finales del siglo XIX. Ese escrito relata el encuentro entre un coronel brasileño y 200 nativos que vivían en una aldea sumamente organizada y que adoraban a dioses geométricos tallados en madera, en la frontera con Bolivia.

Quizá la solución a este misterio venga algún día de la mano de los propios herederos de los constructores de estos geoglifos: los indígenas. «De forma indirecta hemos sugerido a los arqueólogos que porqué no juntan en uno de esos círculos a los pajes (chamanes) más viejos de nuestras tribus y hacen un ritual con nuestras plantas visionarias», asegura Xia Kaxinawá, cacique de la tribu de los Huni Kuin. «Quizá venga del otro lado alguna inspiración para dar claridad al origen de todo esto después de 20 años de no saber nada…»

Artículo publicado en MysteryPlanet.com.ar: El enigma de las formas geométricas del Amazonas http://mysteryplanet.com.ar/site/el-enigma-de-las-formas-geometricas-del-amazonas/

El misterio del faro de Eilean Mor

En 1900, las únicas almas que viven en la isla escocesa de Eilean Mor, eran tres fareros.
el faro de Eilean Mor
El día después de Navidad, una nave de abastecimiento llegó a la isla. Para sorpresa de la tripulación, los fareros no los estaban esperando en el pequeño muelle de la isla. Después de soplar el cuerno de la nave y lanzar una bengala, aún no había actividad en la isla. Un guardián del faro de reemplazo llamado Joseph Moore fue enviado finalmente a investigar.
A medida que subía las estrechas escaleras que conducen al faro, Moore recordó haber sido golpeado con una sensación de temor sin nombre. Mientras se acercaba a la puerta, vio que estaba cerrada con llave. Pisando con cuidado en el interior, también se dio cuenta de que dos de las tres chaquetas impermeables que por lo general se mantienen en la sala, no estaban. Al llegar a la cocina, se encontró con los restos de una comida y una silla tirada en el suelo. El reloj de la cocina había dejado de funcionar. Los fareros no estaban en ninguna parte.
La investigación adicional reveló las inscripciones inquietantes en el registro del faro. La entrada del 12 de diciembre fue escrito por un guardián llamado Thomas Marshall. En ella, Marshall afirmó que la isla había sido golpeada por los vientos severos, peor que todo lo que había experimentado en su carrera. A pesar de que el faro fue lo suficientemente sólido como para sobrevivir a cualquier tormenta, Marshall escribió que el Guardián Principal, James Ducat, era muy tranquilo. El tercer guardia, William McArthur, era un marinero experimentado y un famoso peleador. La entrada del registro termina anotando que el había estado llorando.
Further registró que la tormenta continuaba rugiendo por unos días. Estando seguros en su faro, los tres hombres habían comenzado a rezar. La última anotación decía: “La tormenta terminó, mar en calma. Dios está por encima de todo. ”
Aunque el faro era visible desde la cercana isla de Lewis, ninguna tormenta fue informada en la Eilean Mor durante los días señalados en la entrada de registro.

http://asusta2.com.ar/

Encuentran partículas de energía dentro de la pirámide de Keops

Un grupo de expertos egipcios anunció que habría encontrado diferencias de temperatura en bloques de la pirámide.
‘Scan Pyramids’ es el proyecto que, sobre esa base, intenta dar explicación al sistema de construcción de estos mausoleos de 4.500 años de antigüedad. 
Un grupo de expertos egipcios ha descubierto unas partículas de energía en el interior de la pirámide de Keops, en Guiza, a las afueras de El Cairo, que podrían ayudar a explicar el sistema de construcción y desvelar más secretos de estos mausoleos de 4.500 años de antigüedad.
El próximo paso es colocar una cámara termográfica fija de infrarrojos dentro de las cuatro pirámides de Keops, Kefrén, Micerino y Dahshur.
En una rueda de prensa celebrada este domingo en el Museo Egipcio, en El Cairo, el director del Instituto para la Preservación e Innovación en Patrimonio, Madi Tayubi realizó este anuncio, como parte de los resultados preliminares del actual proyecto ‘Scan Pyramids’. Con la detección de muones (partículas de energía que penetran los objetos), se puede descubrir si hay cámaras ocultas. El objetivo principal de este trabajo es avanzar hacia la fórmula que permitió a los constructores de la época colocar las pesadas y enormes piedras, una sobre otra, y elevarlas hasta 150 metros de altura. Por el momento se ha determinado que en la parte superior de la pirámide Roja de Dahshur, al sur de El Cairo, la temperatura es siempre más alta a la del mismo emplazamiento del resto de mausoleos.
Sin embargo, no hay diferencia de temperatura entre las cuatro caras de la misma pirámide. Por su parte, el ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati, anunció en la misma rueda de prensa que el próximo paso es colocar una cámara termográfica fija de infrarrojos dentro de las cuatro pirámides de Keops, Kefrén, Micerino y Dahshur. El proyecto pretende confirmar que las diferencias de temperatura descubiertas por ejemplo entre varias piedras de la pirámide de Keops no son consecuencia del clima exterior ni de los cambios estacionales.
«Hay algo detrás» Al Damati precisó que esta etapa del proyecto durará más de dos meses, ya que las autoridades solo cuentan con una cámara de este tipo, que deberá instalarse dentro de los cuatro mausoleos. El pasado noviembre, el mismo grupo de expertos anunció que había encontrado diferencias de temperatura en varios bloques de la pirámide de Keops, lo que indica que hay «algo detrás», aunque no ofreció más información al respecto. En principio, está previsto que durante 2016 este grupo de expertos egipcios, canadienses, franceses y japoneses viaje a las profundidades de estos mausoleos de 4.500 años de antigüedad para desvelar los secretos que esconden. Para ello se utilizan cuatro innovadoras técnicas no invasivas que no dañan las antigüedades y se hace uso de nuevas tecnologías, como los drones y la termografía infrarroja.
Además, se usa la fotogrametría y el láser en todo el área de Dahshur y Guiza para hacer una reconstrucción en 3D de sus monumentos, pirámides, templos y la esfinge. Durante la presentación del proyecto de ‘Scan Pyramids’, se insistió en que son técnicas ya utilizadas anteriormente, como en volcanes activos y en la central nuclear de Fukushima, en Japón.
fuente…20minutos.es/

Google sabe todo de ti

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Oficinas del gigante de Internet en Mountain View, CaliforniaFoto Ap
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n nuestra vida cotidiana dejamos constantemente rastros que entregan nuestra identidad, dejan ver nuestras relaciones, reconstruyen nuestros desplazamientos, identifican nuestras ideas, desvelan nuestros gustos, nuestras elecciones y nuestras pasiones. Incluso, las más secretas. A lo largo del planeta múltiples redes de control masivo no paran de vigilarnos. En todas partes, alguien nos observa a través de nuevas cerraduras digitales. El desarrollo del Internet de las cosas (Internet of things) y la proliferación de aparatos conectados multiplican la cantidad de chivatos de todo tipo que nos cercan. En Estados Unidos, por ejemplo, la empresa de electrónica Vizio, instalada en Irvine, California, principal fabricante de televisores inteligentes conectados a Internet, ha revelado recientemente que sus televisores espiaban a los usuarios por medio de tecnologías incorporadas en el aparato.

Los televisores graban todo lo que los espectadores consumen en materia de programas audiovisuales, tanto los programas de las cadenas por cable como DVD, paquetes de acceso a Internet o consolas de videojuegos. Por tanto, Vizio puede saber todo sobre las selecciones que sus clientes prefieren en materia de ocio audiovisual. Y, consecuentemente, puede vender esa información a empresas publicitarias que, gracias al análisis de los datos acopiados, conocerán con precisión los gustos de los usuarios y estarán en mejor situación para tenerlos en el punto de mira.

Esta no es, en sí misma, una estrategia diferente de la que, por ejemplo, Facebook y Google utilizan habitualmente para conocer a los internautas y ofrecerles publicidad adaptada a sus supuestos gustos. Recordemos que en la novela de Orwell, 1984, los televisores –obligatorios en cada domicilio– ven a través de la pantalla lo que hace la gente (¡Ahora podemos veros!). Y la pregunta que plantea hoy la existencia de aparatos tipo Vizio es saber si estamos dispuestos a aceptar que nuestro televisor nos espíe.

Si lo juzgamos por la denuncia interpuesta en agosto de 2015 por el diputado californiano Mike Gatto contra la empresa sudcoreana Samsung, parece que no. La compañía era acusada de equipar sus nuevos televisores con un micro oculto, capaz de grabar las conversaciones de los telespectadores sin que éstos lo supieran y transmitirlas a terceros… Mike Gatto, quien preside la Comisión de Protección del Consumidor y de la Vida Privada del Congreso de California, presentó incluso una iniciativa de ley para prohibir que los televisores pudieran espiar a la gente.

Por el contrario, Jim Dempsey, director del centro Derecho y Tecnologías, de la Universidad de California en Berkeley, piensa que los televisores chivatos van a proliferar:La tecnología permitirá analizar los comportamientos de la gente. Y esto no sólo interesará a los anunciantes. También podría permitir la realización de evaluaciones sicológicas o culturales que, por ejemplo, interesarán también a las compañías de seguros. Sobre todo teniendo en cuenta que las empresas de recursos humanos y de trabajo temporal ya utilizan sistemas de análisis de voz para establecer un diagnóstico sicológico inmediato de las personas que les llaman por teléfono en busca de empleo.

Repartidos un poco por todas partes, los detectores de nuestros actos y gestos abundan alrededor de nosotros; incluso, como acabamos de ver, en nuestro televisor: sensores que registran la velocidad de nuestros desplazamientos o itinerarios; tecnologías de reconocimiento facial que memorizan la impronta de nuestro rostro y crean, sin que lo sepamos, bases de datos biométricos de cada uno de nosotros. Por no hablar de los nuevos chips de identificación por radiofrecuencia (Rfid), que descubren automáticamente nuestro perfil de consumidor, como hacen ya lastarjetas de fidelidad que generosamente ofrecen la mayoría de los grandes supermercados (Carrefour, Alcampo, Erozki) y marcas (FNAC, Corte Inglés).

Ya no estamos solos frente a la pantalla de nuestro ordenador. ¿Quién ignora a estas alturas que son examinados y filtrados los mensajes electrónicos, las consultas en la red, los intercambios en las redes sociales? Cada clic, cada uso del teléfono, cada utilización de la tarjeta de crédito y cada navegación en Internet suministra excelentes informaciones sobre cada uno de nosotros, que se apresura a analizar un imperio en la sombra al servicio de corporaciones comerciales, empresas publicitarias, entidades financieras, partidos políticos y autoridades gubernamentales.

El necesario equilibrio entre libertad y seguridad corre, por tanto, el peligro de romperse. En la película de Michael Radford, 1984, basada en la novela de George Orwell, el presidente supremo, llamado Big Brother, define así su doctrina: La guerra no tiene por objetivo ser ganada, su objetivo es continuar, y la guerra la hacen los dirigentes contra sus propios ciudadanos y tiene por objeto mantener intacta la estructura misma de la sociedad. Dos principios que, extrañamente, hoy están a la orden del día en nuestras sociedades contemporáneas. Con el pretexto de tratar de proteger al conjunto de la sociedad, las autoridades ven en cada ciudadano un potencial delincuente. La guerra permanente (y necesaria) contra el terrorismo les proporciona una coartada moral impecable y favorece la acumulación de un impresionante arsenal de leyes para proceder al control social integral.

Y más teniendo en cuenta que la crisis económica aviva el descontento social que, aquí o allí, podría adoptar la forma de motines ciudadanos, levantamientos campesinos o revueltas en los suburbios. Más sofisticadas que las porras y las mangueras de las fuerzas del orden, las nuevas armas de vigilancia permiten identificar mejor a los líderes y ponerlos anticipadamente fuera de juego.

Habrá menos intimidad, menos respeto a la vida privada, pero más seguridad, nos dicen las autoridades. En nombre de ese imperativo se instala así, a hurtadillas, un régimen securitario al que podemos calificar desociedad de control. En la actualidad el principio del panóptico·se aplica a toda la sociedad. En su libro Surveiller et punir, el filósofo Michel Foucault explica cómo el panopticon (el ojo que todo lo ve) es un dispositivo arquitectónico que crea una sensación de omnisciencia invisible y permite a los guardianes ver sin ser vistos dentro de una prisión. Los detenidos, expuestos permanentemente a la mirada oculta de los vigilantes, viven con el temor de ser pillados en falta, lo cual les lleva a autodisciplinarse… De ahí podemos deducir que el principio organizador de una sociedad disciplinaria es el siguiente: bajo la presión de una vigilancia ininterrumpida, la gente acaba por modificar su comportamiento. Como afirma Glenn Greenwald: Las experiencias históricas demuestran que la simple existencia de un sistema de vigilancia a gran escala, sea cual fuere la manera en que se utilice, es suficiente por sí misma para reprimir a los disidentes. Una sociedad consciente de estar permanentemente vigilada se vuelve enseguida dócil y timorata.

Hoy día el sistema panóptico se ha reforzado con una particularidad nueva en relación con las anteriores sociedades de control que confinaban a las personas consideradas antisociales, marginales, rebeldes o enemigas en lugares de privación de libertad cerrados: prisiones, reformatorios, manicomios, asilos, campos de concentración… Sin embargo, nuestras sociedades contemporáneas de control dejan en libertad aparente a los sospechosos (o sea, a todos los ciudadanos), aunque los mantienen bajo vigilancia electrónica permanente. La contención digital ha sucedido a la contención física.

A veces, esta vigilancia constante también se lleva a cabo con ayuda de chivatos tecnológicos que la gente adquiere libremente: ordenadores, teléfonos móviles, tabletas, abonos de transporte, tarjetas bancarias inteligentes, tarjetas comerciales de fidelidad, localizadores GPS, etcétera. Por ejemplo, el portal Yahoo!, que consultan regular y voluntariamente unos 800 millones de personas, captura una media de 2 mil 500 rutinas al mes de cada uno de sus usuarios. En cuanto a Google, cuyo número de usuarios sobrepasa los mil millones, dispone de un impresionante número de sensores para espiar el comportamiento de cada usuario: el motor Google Search, por ejemplo, permite saber dónde se encuentra el internauta, lo que busca y en qué momento. El navegador Google Chrome, megachivato, envía directamente a Alphabet (empresa matriz de Google) todo lo que hace el usuario en materia de navegación. Google Analytics elabora estadísticas muy precisas de las consultas de los internautas en la red. Google Plus recoge información complementaria y la mezcla. Gmail analiza la correspondencia intercambiada, lo cual revela mucho sobre el emisor y sus contactos. El servicio DNS (Domain Name System, o Sistema de Nombres de Dominio), de Google, analiza los sitios visitados. YouTube, el servicio de videos más consultado del mundo, que pertenece también a Google y, por tanto, a Alphabet, registra todo lo que hacemos en él. Google Maps identifica el lugar en que nos encontramos, adónde vamos, cuándo y por qué itinerario… AdWords sabe lo que queremos vender o promocionar. Y desde el momento en que encendemos un smartphone con Android, Google sabe inmediatamente dónde estamos y qué estamos haciendo. Nadie nos obliga a recurrir a Google, pero cuando lo hacemos la empresa sabe todo de nosotros. Y, según Julian Assange, inmediatamente informa de ello a las autoridades estadunidenses…

En otras ocasiones, los que espían y rastrean nuestros movimientos son sistemas disimulados o camuflados, semejantes a los radares de carretera, los drones o las cámaras de vigilancia (llamadas también devideoprotección). Este tipo de cámaras ha proliferado tanto que, por ejemplo, en Reino Unido, donde hay más de 4 millones de ellas (una por cada 15 habitantes), un peatón puede ser filmado en Londres hasta 300 veces cada día. Y las cámaras de última generación, como la Gigapan, de altísima definición –más de mil millones de pixeles–, permiten obtener, con una sola fotografía y mediante un vertiginoso zoom dentro de la propia imagen, la ficha biométrica del rostro de cada una de las miles de personas presentes en un estadio, una manifestación o un mitin político .

A pesar de que hay estudios serios que han demostrado la débil eficacia de la videovigilancia en materia de seguridad, esta técnica sigue siendo refrendada por los grandes medios de comunicación. Incluso parte de la opinión pública ha terminado por aceptar la restricción de sus libertades: 63 por ciento de franceses se declaran dispuestos a una limitación de las libertades individuales en Internet en razón de la lucha contra el terrorismo.

Ello demuestra que el margen de progreso en materia de sumisión es todavía considerable…

* Ignacio Ramonet acaba de publicar El imperio de la vigilancia, editorial Clave Intelectual, Madrid, 2016.

http://www.jornada.unam.mx/2016/02/06/opinion/018a1mun