Archivo por días: enero 7, 2018

El caso Phonegate demuestra que se ocultan datos sobre la seguridad de los teléfonos móviles

ante estos días de fiestas navideñas con seguridad uno de los objetos más regalados es el teléfono móvil. La mayoría de nosotros no somos conscientes de que nuestros teléfonos emiten campos electromagnéticos y no se nos ocurre pensar que esto supone un riesgo para la salud. En Francia ha habido un escándalo mayúsculo al descubrirse que las compañías fabricantes de móviles ocultan las emisiones de sus aparatos.

Cuando vas a la tienda a comprar un móvil normalmente te interesas por cuestiones técnicas como la memoria o el tipo de pantalla que garanticen un mejor uso y que el dispositivo no se quedará obsoleto en poco tiempo. Uno de los aspectos que sin embargo no suele tenerse en cuenta es el nivel de radiación que emitirá el teléfono.

Si preguntas al dependiente te mirará extrañado y seguramente te dirá que el aparato cumple con las normas de seguridad. Si lees los manuales de instrucciones podrás encontrar algunas recomendaciones que seguramente te sorprenderán, como la de usar un kit manos libres, mantener el teléfono a uno o dos centímetros de tu cuerpo o si tienes un marcapasosque debes mantenerlo al menos a 20 centímetros de distancia cuando esté conectado a una red inalámbrica.

El motivo por el que existen estas extrañas recomendaciones es que estos aparatos emiten campos electromagnéticos y hay unas normas de seguridad que las empresas de teléfonos móviles tienen que cumplir.

Un artículo de Carlos Álvarez Berlana, de la Asociación Electro y Químico Sensibles por el Derecho a la Salud nos lo explica:

Las empresas de teléfonos han estado pasando las pruebas de seguridad en unas condiciones que no reproducen las situaciones reales de uso. Muchas personas no saben que están recibiendo más radiación de sus teléfonos móviles que la marcada por la normativa.

Para evitar los daños que la radiación de microondas pueda hacer a nuestro organismo existen unos baremos para la intensidad según la tasa SAR –tasa de absorción específica-, que es un índice que mide el grado de calentamiento por cada kilogramo en relación a la distancia y la potencia de emisión del dispositivo.

El límite fijado para el público en general en la Unión Europea (UE) es de dos watios de energía por cada kilogramo de peso”.

En fechas recientes, sobre todo a través de la página Environmental Heath Trust de la exasesora científica de Clinton, Devra Davis y del blog que abrió para la ocasión el médico Marc Arazi, hemos tenido acceso a las informaciones en relación a lo que se ha etiquetado como Phonegate.

El término sirve para hacer paralelismo con el escándalo Dieselgate, en el que se descubrió que la compañía Volswagen había estado haciendo trampas en las pruebas de emisiones de vehículos diesel. En el caso Phonegate, sin embargo, nos encontramos con que no una, sino la totalidad de empresas fabricantes de móviles han realizado prácticas fraudulentas para pasar las pruebas de seguridad con el beneplácito de las autoridades y que además han estado ocultando información sustancial a los usuarios.

Desde 2012 la Agencia nacional de frecuencias de Francia (ANFR) viene realizando pruebas de SAR a un buen número de teléfonos móviles disponibles en el mercado. Los resultados de estas pruebas no se habían publicado.

En junio de 2016, la Agencia nacional para la seguridad alimentaria, medioambiental y en el trabajo (ANSES) del país galo, presentó un informe sobre la exposición de la infancia a las radiofrecuencias en el que concluye que este tipo de contaminación puede afectar al bienestar y la función cognitiva de los niños, que deben reconsiderarse los límites de exposición y que los métodos actuales de prueba de la SAR deben ser reevaluados para garantizar el cumplimiento de los límites reglamentarios en todas las condiciones de uso.

Este análisis elaborado por la ANSES contó con la información de las investigaciones realizadas por ANFR sobre la SAR de los teléfonos móviles, ante lo cual algunos sectores solicitaron que se hicieran públicos los resultados de dichas pruebas. Finalmente, tras un requerimiento judicial a instancias del médico Marc Arazi, la agencia ANFR liberó los resultados en su página web en junio de 2017.

Según la investigación de ANFR, un 89% de los 166 modelos estudiados entre 2012 y 2015 superaban la SAR de 2W/kg en las posiciones de contacto. A pesar de ello, los aparatos eran legales porque la reglamentación les permitía pasar las pruebas a distancias de hasta 2,5 cm (cuanto más alejado esté el móvil de nuestra oreja menos contaminación recibimos).

Esta situación en la cual las pruebas sobre la tasa SAR no se han realizado en condiciones realistas de uso es la que venía a denunciar ANSES en su informe de 2016. El fenómeno ya había sido puesto de manifiesto por expertos como el profesor Dariusz Leszczynski,

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señalando que muchos usuarios que llevan el móvil encendido en el bolsillo o hablan con el teléfono pegado a la oreja están recibiendo más radiación de la recomendada por los límites legales.

¿Significa lo anterior que si se cumplen las distancias de seguridad o si se cambia la normativa para obligar a las empresas de teléfonos a cumplir los límites en todas las condiciones de uso podrán los usuarios considerarse seguros? Como explica en su artículo Álvarez:

Hay que responder que algunos científicos están diciendo que la tasa SAR no es una medida adecuada de protección y que hay efectos biológicos adversos que se producen por debajo de los límites fijados. Por otro lado, hay un importante número de investigadores que están denunciando que los actuales niveles de radiación que está recibiendo la población son excesivos.

Al menos sería de esperar que las pruebas de seguridad se realizasen en condiciones similares a las de uso y que los consumidores tengan información clara acerca de los riesgos y de las medidas a tomar frente a los mismos”.

Os dejo un vídeo con sencillos consejos para usar el móvil con más seguridad:

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http://www.migueljara.com/2018/01/03/el-caso-phonegate-demuestra-que-se-ocultan-datos-de-seguridad-de-los-telefonos-moviles/

EN 2035, SHANGHÁI LIMITARÁ SU POBLACIÓN A «SOLO» 25 MILLONES DE HABITANTES Y SU SUELO URBANIZABLE A 3.200 KILÓMETROS CUADRADOS

Echando a los emigrantes rurales, las autoridades pretenden atajar los graves problemas de tráfico, contaminación y falta de servicios

Con unos 1.400 millones de habitantes, es imposible solucionar la superpoblación de China. Todo lo más que puede hacerse es distribuirla. Ese es el objetivo de las autoridades de Shanghái y Pekín, las dos ciudades más populosas del país, para los próximos años.

En 2035, Shanghái limitará su población a «solo» 25 millones de habitantes y su suelo urbanizable a 3.200 kilómetros cuadrados, según consta en el plan maestro de su Ayuntamiento, aprobado recientemente por el Gobierno central. Plagada de futuristas rascacielos a lo «Blade Runner» y autopistas de varios niveles, esta espectacular megalópolis tendrá que perder parte de su población porque a finales de 2014 ya contaba con 24,1 millones de habitantes. Un plan que ya ha sido criticado por sociólogos chinos como Liang Zhongtang, quien lo definió como «no práctico ycontra la tendencia del desarrollo» en la prensa oficial.

Por su parte, Pekín, donde ya vivían 21,5 millones de personas en 2014, se fijó en septiembre un límite de 23 millones de habitantes en 2020. Eso significa que tendrá que echar a un buen número de sus residentes, como ya hizo en noviembre con decenas de miles de emigrantes rurales que vivían en infraviviendas en sus suburbios. Con el argumento de que no eran seguras, las autoridades demolieron sus casas después de que un incendio devorara un edificio y matara a 19 personas. En 40 días, las excavadoras derribaron tantas construcciones que los barrios afectados parecían arrasados por un terremoto. La destrucción fue tal que los vecinos desalojados se atrevieron a protestar contra las autoridades, que no habían previsto un alojamiento alternativo para ellos porque lo único que querían es que se marcharan de la ciudad. Una drástica e inhumana medida que ha sido muy criticada por más de un centenar de intelectuales, pero que el autoritario régimen chino ha vuelto a silenciar gracias a su control de los medios de comunicación.

Con este objetivo, la población de Pekín bajará en dos años hasta un 15 por ciento en los seis distritos principales de la ciudad. Para ello, el régimen ya está trasladando sedes gubernamentales a la zona de Tongzhou, al este, y tiene previsto construir una nueva capital administrativa y económica en Xiongan, a unos cien kilómetros al suroeste. Con el traslado de funciones no esenciales a las afueras, el suelo edificable se reducirá de 2.860 kilómetros cuadrados en 2020 a 2.760 en 2035.

Todos estas medidas pretenden luchar contra la que ya ha sido bautizada como «la enfermedad de la gran ciudad». Así se llama al cúmulo de problemas derivados de la superpoblación que hacen que las megalópolis chinas sean «invivibles»: tráfico congestionado a todas horas, contaminación tan espesa que eclipsa el sol tras una nube tóxica, transportes públicos abarrotados y escasez de servicios como la educación y la sanidad. A todo ello hay que añadir no solo la carestía de vida por el crecimiento económico, que ha disparado la burbuja inmobiliaria, sino también las graves secuelas psicológicas que deja su inhumano desarrollismo en un ambiente dominado por las prisas, el estrés y la dureza de la «jungla de asfalto».

Como siempre, los más perjudicados serán los emigrantes rurales,que han acudido a la gran ciudad en busca de una vida mejor y tendrán que volver a sus míseros pueblos.

http://www.periodicoelnuevomundo.com/2018/01/en-2035-shanghai-limitara-su-poblacion.html