El transhumanismo es una de las corrientes ideológicas con mayor penetración en Silicon Valley, particularmente en Google. Básicamente el transhumanismo sostiene que la tecnología y la ciencia aplicada pueden detonar una nueva etapa «evolutiva», posbiológica, en la que el ser humano podría superar su condición actual. Se habla de extensión de vida, superinteligencia e incluso inmortalidad tecnológica. Su principal teórico actualmente es Ray Kurzweil. El término fue acuñado por Julian Huxley, el biólogo materialista y eugenesista (hermano de Aldous) quien lo usó justamente en el sentido de una trascendencia de la vida humana, que era, como Hobbes la había descrito, «ruda, bruta y corta». Una importante influencia, particularmente en Silicon Valley, fue la de los cosmistas rusos, particularmente de Nikolai Fyodorov, quien abogó por una «resurrección de los muertos» pero por medios puramente científicos. Los cosmistas llegaron y esparcieron sus ideas entre algunas de las personas que invertirían en los primeros grandes negocios de Internet.
Actualmente la joya de la corona del transhumanismo es su idea de descargar la conciencia humana a una computadora y permitir que ésta viva para siempre o casi para siempre experimentando un paraíso artificial de puro placer digital dentro de un soporte de silicio. Esto se podría llamar un «materialismo gnóstico», o, como lo llamó Erik Davis, un «tecnognosticismo». El gnosticismo fue una herejía cristiana -con múltiples sectas- que sostenía que el mundo físico era maligno (obra de un dios falso) y que se debía de escapar a través de la gnosis, de un conocimiento secreto interior. Sin embargo, a diferencia de los transhumanistas, los gnósticos eran espirituales, se veían como los pneumatikos, y aspiraban a un dios trascendente. Los transhumanistas, como los gnósticos, buscan escapar hacia la pura conciencia, pero a través de la misma materia, bajo la premisa de que ni el espíritu ni un plano trascendente existen, sólo existe la información: la realidad es información y el ser humano una computadora. Su tesis se basa en una noción completamente conjetural hasta el momento: que la conciencia es un fenómeno emergente, algo que hace el cerebro, y que puede reducirse a puros procesos materiales y por lo tanto imitarse y trasladarse de un soporte a otro.