En muchas ocasiones nos proponemos cambiar. Hacer cosas que nos vendrían bien pero que siempre dejamos «por falta de tiempo, de oportunidad, de desgana».
Nuestra mente se inventa mil escusas para no emprender esa tarea tan necesaria.
Por el contrario damos prioridad a las rutinas que nos satisfacen. Para estas siempre encontramos tiempo o la motivación necesaría.
Nos hablan de la fuerza de voluntad, y si nos aferramos a esta puede que durante unos días seamos capaces de cambiar nuestra rutina, con desgana, mirando el reloj y lamentadonos, del tiempo que nos quita esta nueva actividad.
Tarde o temprano la dejaremos y esto nos aliviará, nos inventaremos una escusa que acepte nuestra frágil conciencia y, en el fondo, celebraremos habernos librado de esa actividad tan incómoda.
Y es que
Sólo hacemos aquello que queremos hacer.