Le pedí un día a Dios, que me permitiese disfrutar de la Vida. Me miró y sin decir una sola palabra, me dio un cuerpo.
Pero me faltaba algo, pues había muchas cosas que sentía fuera de mí, que deseaba conocer. Me dio piernas, ojos, oídos, nariz, lengua, para conocerlos y unos brazos para acercarlos a mí y abrazarlos.