Gracias al Tratado estadounidense sobre Seguridad Alimentaria Mundial del 2009, por primera vez la política de ayuda alimentaria regula el uso de la biotecnología. Nidhi Tandon nos expone cómo esta reglamentación ayuda a las compañías de biotecnología a monopolizar la producción de semillas a expensas de los agricultores y se adentra en algunas de las relaciones sospechosas entre estos productores, la Fundación Gates y la Alianza para una Revolución Verde en África.
En marzo 2009, el Comité de Relaciones Exteriores del Senado de los EE UU aprobó el Tratado sobre Seguridad Alimentaria Mundial (SB 384). La reglamentación, conocida como el Tratado de Lugar-Casey, busca enfocarse en el desarrollo a largo plazo de la agricultura y la restructuración de las agencias de ayuda para responder mejor a la crisis. La financiación para el desarrollo agrícola, valorada en unos 7.7 mil millones de dólares, será utilizada en su gran mayoría para la investigación en materia de cultivos genéticamente modificados. (1) En otras palabras, la política de ayuda alimentaria ordena por primera vez el uso de tecnologías de modificación genética. Las plantaciones resultado de la ingeniería genética necesitarán semillas transgénicas, semillas que no son el resultado de la polinización natural.
El Tratado de Lugar-Casey representa el más grande proyecto agrícola desde la Revolución Verde en los años 1950 y 1960. Hace 50 años, los países en desarrollo tenían un excedente comercial agrícola anual de más de mil millones de dólares. Hoy en día, el déficit alimentario de los países del sur ha crecido a más de 11 mil millones de dólares por año, (2) provocando una dependencia en los volátiles mercados internacionales que condujo a la crisis alimentaria de 2008. (3) La primera Revolución Verde provocó en un breve lapso de tiempo un aumento de 11% en la producción mundial de alimentos, sin embargo la hambruna per capita aumentó también en la misma proporción. (4) ¿Cómo es esto posible? Las tecnologías de la Revolución Verde son caras. Los fertilizantes, semillas, pesticidas y maquinarias necesarios para sacar ventajas del aumento de productividad ponen esta tecnología fuera del alcance de la mayoría de los pequeños agricultores, aumentando la brecha entre ricos y pobres en los países en vías de desarrollo. Los agricultores pobres fueron sacados del negocio y confinados a la urbe en barrios afectados por la pobreza. La Nueva Revolución Verde, enfatizada en el proyecto de ley Lugar-Casey, tiene los mismos fallos. Esta vez, sin embargo, las semillas transgénicas estarán patentadas por y serán propiedad privada de las empresas de biotecnología que monopolizan la producción de granos y los agricultores tendrán que comprar nuevas semillas cada año.(5)
Se dedican millones de dólares a la investigación y desarrollo de la modificación genética de semillas para solucionar el problema de abastecimiento alimentario bajo estrés climático. DuPont Monsanto, Syngenta y Limagrain controlan 29% del mercado mundial de semillas. Monsanto, por si mismo, controla casi todo el mercado de semillas transgénicas. Para llevar al continente africano una Revolución Verde como la asiática, la asociación de las fundaciones Gates y Rockefeller con Monsanto invertirá 150 millones de dólares en la Alianza para una Revolución Verde en África (AGRA). En su página web, la Alianza se describe como una ‘asociación dinámica que trabaja en todo el continente para ayudar millones de pequeños agricultores y sus familias a salir de la pobreza y la hambruna… enfocándose en aspectos claves de la agricultura africana: desde semillas, salud del suelo y agua hasta mercado, agricultura y política.”
La unión Gates/Monsanto es muy fuerte. Un artículo de agosto 2010 en el Wall Street Journal indica que Monsanto era parte del portafolio de inversiones de la Fundación.(6) La Figura 2 ilustra los vínculos y afiliaciones institucionales con AGRA de la Fundación Bill y Melinda Gates y el fondo de la Corporación Monsanto. También muestra la relación directa entre Rob Horsch, VP de Desarrollo Internacional de Monsanto durante 25 años, y el actual director de programas de la Fundación Gates.(7)
El creciente apoyo a la biotecnología se esconden detrás de estos últimos acontecimientos. Un reporte de 2009, contiene dentro de sus principales recomendaciones: “… debería darse prioridad a los proyectos internacionales de investigación agrícola con grandes ventajas para un mayor número de beneficiarios, en especial los organismos genéticamente modificados (OGMs) que ofrecen un potencial para impulsar el rendimiento agrícola y cultivos resistentes al clima.”(8) La Alianza para una Revolución Verde en África estima el costo de desarrollar 200 variedades mejor adaptadas a las condiciones climáticas locales en 43 millones de dólares. El desarrollo de maíz transgénico por Monsanto se dice que ha costado entre 10 y 25 millones de dólares. En algún punto habrá un retorno sobre la inversión – en Argentina Monsanto hizo una reclamación retroactiva. A nivel mundial la cantidad de agricultores con cultivos transgénicos aumentó de 1.3 millones en 1996 a 13.3 millones en 2008 – y el número de países haciendo este tipo de cultivos aumento de seis en 1996 a 25 en 2008. (9) Más del 90% de los agricultores con cultivos transgénicos en los países en vías de desarrollo son pobres y de escasos recursos.
El terreno de prueba para las semillas transgénicas se esparce por los campos africanos. En Sudáfrica en 2009, el maíz transgénico de Monsanto no produjo sus frutos y cientos de agricultores estaban devastados. Según Mariam Mayet, abogada medioambiental y directora del Centro Africano para la Bioseguridad en Johannesburgo, algunos agricultores perdieron hasta 80% de sus plantaciones. Monsanto indemnizó los agricultores de gran envergadura a quienes había vendido directamente sus semillas, mientras los pequeños agricultores, que habían recibido gratuitamente los sobres de semillas, no recibieron nada. “Cuando el poder económico de Gates se une a la irresponsabilidad de Monsanto, el pronóstico no es muy prometedor para los pequeños agricultores”, dijo Mayet. Las agresivas prácticas de patentizado de Monsanto también han monopolizado el control sobre las semillas a tal punto que impide a los agricultores tener control sobre sus propias cosechas, llegando hasta demandar y llevar a la bancarrota a agricultores por ‘incumplimiento de patente’.
Un elemento adicional en la nueva tecnología de cultivo, especialmente en las plantaciones transgénicas, es que están patentizadas. El Reporte Reaping the Benefits (Cosechando Beneficios) de la Real Sociedad expone: “El uso de patentes tiene consecuencias mezcladas, en algunos casos esta estrategia ha estimulado el desarrollo comercial de productos y su aplicación. Sin embargo, las restricciones de propiedad intelectual tienen un impacto importante en el acceso a las nuevas tecnologías, especialmente para los pobres. La posibilidad de patentizar ha generado desconfianza en la tecnología porque podría limitar las opciones de los agricultores y forzar, a aquellos que no tienen otra opción, hacia una relación comercial restrictiva y cara”.(10)
Josphat Ngonyo, de la Red Africana para el Bienestar Animal, compara el funcionamiento de Alliance y Monsanto. Desde su punto de vista, “La manera en que las fundaciones Gates y Rockefeller han montado AGRA se parece al bien conocido formato de Monsanto. AGRA pretende financiar y entrenar pequeños y medianos concesionarios de agroquímicos, llegando hasta los pueblos, para asegurarse que las “semillas mejoradas” tenga un canal fácil para llegar a todos los agricultores del continente. Pero Monsanto tiene que vigilar sus contratos de tecnología para así controlar mejor el traslado de los laboratorios de Monsanto a los agricultores, si el financiero tiene la mano metida en la cadena de abastecimiento de semillas en África”. En resumen, esto lleva al control corporativo del abastecimiento de semillas, genéticamente modificadas o no, desde el laboratorio hasta la granja en el pueblo.
Figura 2 : AGRA relación con Monsanto y la Fundación Gates (11)
Plantaciones transgénicas de soya cada vez más cerca…
El 8 de julio 2010, Soyatech LLC (12) anunció en la conferencia Soy Innovation Africa 2010 en Ciudad del Cabo (Sudáfrica) que la Fundación Bill y Melinda Gates lanzaba su nuevo Programa de Desarrollo de la Cadena de Valor de la Soya para el Sur de África. La Fundación Gates, ONGs (CLUSA & AGRA), empresas privadas (Cargill) y el gobierno (el Instituto de Investigación Agrícola de Zambia) están planificando desarrollar la cadena de valor de la soya con un subsidio de 8 millones de dólares. El proyecto de cuatro años, comenzará primero en Mozambique y Zambia donde alcanzaría 37,000 pequeños agricultores. El modelo será repetido en otras regiones con el paso del tiempo. Según la página web de Soyatech, el programa está diseñado para dotar empresarios y líderes industriales en economías emergentes con las herramientas de producción y uso efectivo de las semillas de soya. El Programa Soy Innovation Africa también ofrecerá un amplio enfoque sobre el mercado mundial de la semilla de soya, nuevas tecnologías y explicaciones estratégicas de los líderes internacionales en la producción de cultivos, comida a base de soya, biocombustibles y alimentación animal.
Cargill es el principal actor a nivel mundial en la producción y comercio de soya, con grandes inversiones en Latinoamérica. Al juzgar por la experiencia latinoamericana, podemos anticipar que los agricultores africanos no tendrán más opción que aceptar semillas transgénicas bajo el proyecto Gates. Mozambique ya ha abierto sus puertas a los productos a base de soya transgénico, cuando aceptó un cargamento de 35,000 toneladas métricas de semillas de soya genéticamente modificas provenientes de Sudáfrica en el 2010.
Diversidad Africana, Cultivos y métodos endémicos
“En el curso de la historia los seres humanos han utilizado 7,000 tipos de plantas para alimentarse, con énfasis en el trigo, centeno, maíz y una docena de especies altamente domesticadas. Sin embargo, existen por lo menos 75,000 que son comestibles y muchas de ellas son mejores que las plantaciones actuales”. Edward Wilson, Biophilia 1984
“De las cerca de 200 especies de plantas endémicas que fueron utilizadas por los kenianos como vegetales en el pasado, la mayoría fueron silvestres, semi-cultivadas o cultivadas. Hoy día muchas de ellas son desconocidas o han desaparecido”. Mary Abukatsa-Onyango, Kenya 2009.
En un mundo globalizado donde la agricultura está cada vez más industrializada, la agricultura se basa en monocultivos de una cantidad limitada de especies de plantas. La tendencia de la agricultura de estar cada vez más mecanizada, en las manos de cada vez menos agricultores, cultivando cada vez más grandes extensiones de terreno está conduciendo a la simplificación de nuestros paisajes y a una reducción de nuestras variedades de plantas, ya sea que estén directamente relacionados con cultivos alimentarios, o indirectamente afectando la agricultura al afectar el clima, los polinizadores, etc. Por ejemplo, en los Estados Unidos y Canadá, se puede volar sobre campos de unos 1,800 km con sólo dos o tres tipos de cultivos. Esta simplificación, genotipos homogéneos en grandes extensiones de terreno, constituye una amenaza para la seguridad alimentaria. Una ilustración de ello es que irónicamente las abejas se siente mejor y producen más miel en el centro de París que en el campo ya que tienen acceso a una mayor variedad de flores y están al amparo de los pesticidas. Los países africanos han perdido mucho de su diversidad endémica, resultado de los métodos agrícolas occidentales y el cultivo de especias foráneas. Esta pérdida de diversidad incluye también la pérdida de alimentos abundantes y de valor nutritivo seguro.
“A pesar de su aparente fragilidad, los pequeños productores campesinos africanos tienen mucho conocimiento sobre la rica biodiversidad agrícola del continente. Cuando se asocian a las técnicas agro-ecológicas apropiadas, los enfoques que se basan en este conocimiento obtienen resultados altamente satisfactorios. El uso de fertilizantes biológicos, tales como abono, y de técnicas anti-erosión han duplicado y hasta cuadruplicado el rendimiento de las semillas locales. Incluir el control de plagas sin usar pesticidas ha llevado al aumento de 30% en la producción.”
“En Mali, la Oficina de Productores de Arroz de Níger ganó el premio por mejor rendimiento, con más de ocho toneladas por hectárea, utilizando únicamente fertilizantes biológicos y semillas locales. (13) En el proyecto se han enseñado técnicas de cultivo biológico y cada vez más agricultores modifican sus prácticas. Se usan invernaderos y abono para recuperar y aumentar la fertilidad del suelo y para mejorar la penetración del agua. Se siembran ramas de árboles para que echen raíces a lo largo de las cercas y se diseminan las malas hierbas en el suelo para aumentar el contenido de materia orgánica. El caso de estudio resalta que la rotación de cultivos y la diversificación de plantas y animales hace que sea posible obtener suficiente comida todo el año, mejorar la dieta familiar y generar ingresos si hay excedentes. Calabacín, cebolla, pimiento dulce, yuca/casaba, plátano grande son todos parte de multi-cultivos en parcelas de tierra, y los agricultores experimentan con nuevos cultivos. Algunos agricultores han construido pequeñas represas en sus granjas para retener el agua para los animales y la irrigación, incluso hay algunos ejemplos de crianza de tilapia. Algunas familias utilizan cisternas para almacenar agua de lluvia. El uso de los recursos en la alimentación animal se hace más eficiente a través del pastoreo planificado y con la rotación del uso de los pastos, también se producen alimentos para animales en las granjas. Las medidas mencionadas aquí pueden contribuir a mejorar la seguridad alimentaria y a reducir la dependencia en los granos básicos.” (14)
Cultive lo que come y coma lo que cultive
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