El médico francés critica la falta de compromiso del hombre más rico del mundo, pese a que el multimillonario acaba de conceder a su organización los 100.000 dólares de su Premio en Salud 2013
El médico francés Bernard Pécoul no se muerde la lengua. La organización que dirige, la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas (DNDi, por sus siglas en inglés), acaba de recibir el Premio en Salud 2013 del mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo. Es un galardón dotado con 100.000 dólares, pero Pécoul no acudirá a recogerlo en abril a México sólo con una sonrisa, sino con la intención de que Slim, con una fortuna de 72.000 millones de dólares, “haga mucho más”.
III BERNARD PÉCOUL
El médico Bernard Pécoul nació en 1956 en Pierrefort, un pueblo de apenas 1.000 habitantes en el centro de Francia. Es director de la iniciativa Medicamentos para Enfermedades Olvidadas desde su fundación, en 2003. Antes fue director de la Campaña de Médicos sin Fronteras (MSF) para el Acceso a Medicamentos Esenciales, entre 1998 y 2003. Lleva más de 30 años atendiendo a los enfermos más olvidados del planeta, a menudo con fármacos arcaicos que presentan efectos secundarios brutales.
Las cifras son escandalosas. Se calcula que más de 1.000 millones de personas en el mundo padecen alguna de las 17 enfermedades tropicales consideradas olvidadas por la Organización Mundial de la Salud. De ellas, la mitad son niños. Estas dolencias, con nombres desconocidos en Occidente —dracunculosis, esquistosomiasis, pian, oncocercosis, filariasis linfática…—, matan a medio millón de personas al año y destrozan la vida de cientos de millones de familias.
Pécoul, nacido en 1956 en Pierrefort (“un pueblito” cómo él dice en su español con acento hondureño), sí las conoce. Y ha visto morir a muchas personas por ellas. Dirige DNDi desde su fundación en 2003, pero antes estuvo más de 20 años en la ONG Médicos sin Fronteras, viajando por Ásia, América Latina y África. Allí se encontró con los medicamentos veneno.
Pécoul atiende un posible caso de leishmaniasis visceral en Arba Minch (Etiopía) / DNDi
Para tratar a los afectados por la enfermedad del sueño, por ejemplo, Pécoul tenía que suministrarles el único fármaco que existía: un derivado del arsénicoque mataba por sí mismo al 10% de los enfermos. Los médicos liquidaban a los pacientes antes que la propia enfermedad, porque ni la industria farmacéutica ni los gobiernos se molestaban en desarrollar buenos fármacos, que nadie iba a poder comprar. “Así nació DNDi”, explica el médico.
Desde su fundación, esta organización sin ánimo de lucro, que trabaja con la industria, los gobiernos, las ONG y el mundo académico, ha desarrollado seis nuevos tratamientos contra la malaria, el chagas, la enfermedad del sueño y la leishmaniasis. Por estos logros, esta semana ha recibido el premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Cooperación al Desarrollo, dotado con 400.000 euros que Pécoul y su equipo usarán, como dice su lema, para hacer “la mejor ciencia para los más olvidados”.
A fecha de diciembre de 2011, sólo el 1,4% de los 150.000 ensayos clínicos registrados para desarrollar nuevos tratamientos estaban dedicados a las enfermedades olvidadas. ¿Quiénes son los culpables de esta desidia?
Es una mezcla. Las empresas no tienen ningún interés porque no hay ningún mercado. Y el sector público tiene una responsabilidad, pero tampoco tiene interés. En el caso de las enfermedades raras, sí son los gobiernos y las ONG quienes asumen la investigación, pero esto no ocurre con las enfermedades olvidadas. Como mucho puede haber un interés de un laboratorio público que lleve a cabo una investigación, pero no llega al desarrollo de fármacos.
El olvido es especialmente paradójico en enfermedades que también azotan a los países desarrollados, como el chagas [una enfermedad parasitaria que desencadena problemas cardiacos]. Se calcula que en España hay unos 24.000 afectados y en EEUU unos 265.000, en su mayoría procedentes de América Latina.
Sí, la razón es que cuando las personas con chagas entran en la fase crónica no tienen síntomas al principio. Suelen recibir tratamiento para un problema cardiaco, porque nadie diagnostica que esos síntomas corresponden al mal de Chagas. Es una enfermedad olvidada y muy silenciosa. Nosotros queremos demostrar que cuando se trata a la gente se evitan un montón de problemas y muertes.
¿Hay gobiernos buenos y gobiernos malos en la lucha contra las enfermedades olvidadas?
En general, muy pocos gobiernos deciden poner estas enfermedades como una prioridad. Si hablamos del mal de Chagas, hay un compromiso del gobierno de Argentina, muy poco compromiso de Bolivia y ningún compromiso de México. Oficialmente, México dice que no hay chagas en el país, cuando algunos estudios calculan que hay dos millones de enfermos.
En México, el hombre más rico del mundo, Carlos Slim, con una fortuna de 72.000 millones de dólares, ha puesto un millón para la búsqueda de la vacuna contra la leishmaniasis y el mal de Chagas. Pero Bill Gates, la segunda fortuna del planeta, va a donar 363 millones de dólares (unos 275 millones de euros) en cinco años contra las enfermedades olvidadas. ¿Le parece suficiente la contribución de Slim?
Precisamente hace un par de semanas recibimos el premio Carlos Slim en Salud 2013. Cuando vayamos a recoger el premio en abril, en México, vamos a aprovechar la oportunidad para intentar poner el chagas en la agenda política. Hasta ahora, Carlos Slim ha hecho muy poco por las enfermedades olvidadas y de alguna manera hay que empezar. Los Gates intentan presionarle para que haga mucho más, porque Slim tiene una responsabilidad social enorme.
La misma pregunta que con los gobiernos, pero con la industria: ¿Cuáles son las farmacéuticas buenas y cuáles son la malas en la lucha contra las enfermedades olvidadas?
“Las farmacéuticas no hacen lo suficiente. Hacen más que hace 10 años, pero no suficiente”
En general, las farmacéuticas quieren mejorar la imagen de la empresa mediante la responsabilidad social corporativa. Lo fatal es cuando hay mucha publicidad sin ningún proyecto detrás. Merck empezó hace 30 años un programa de donación del antiparasitario ivermectina que ha cambiado la situación de la oncocercosis o ceguera de los ríos [una enfermedad provocada por un parásito que ha dejado ciegas a medio millón de personas en África, Yemen y seis países de América Latina]. Era un fármaco de uso animal y Merck demostró que se podía destinar a la oncocercosis. Iniciativas así son muy difíciles de criticar.
¿Algún mal ejemplo?
Roche era la única fuente de benznidazol, el fármaco contra el mal de Chagas, y abandonó la producción.
Pero Roche donó en 2003 la tecnología necesaria para fabricar el benznidazol al laboratorio público brasileño Lafepe.
Bueno, fue una manera muy elegante de pasar el bebé, sin ningún compromiso para apoyar a Lafepe. No es precisamente un éxito de transferencia de tecnología. [El fracaso de la transferencia provocó que entre 2011 y 2012 el mundo se quedara sin pastillascontra el mal de Chagas, una enfermedad que mata cada año a 10.000 personas]
La farmacéutica Pfizer no ha querido donar azitromizina, un antibiótico, para la erradicación del pian [una enfermedad bacteriana que destroza la piel y los huesos de los niños afectados en países como Papúa Nueva Guinea, Islas Salomón, Indonesia y Congo].
Sí, pero hay fabricantes de fármacos genéricos que pueden producir azitromizina por unos céntimos. En este caso, la donación de medicamentos no me parece fundamental. Sabemos que las empresas tienen exenciones fiscales por donar fármacos, así que a lo mejor a los gobiernos les conviene más comprar medicamentos genéricos. Cada caso es diferente.
Pero, en general, ¿las farmacéuticas hacen suficiente?
No, las farmacéuticas no hacen lo suficiente para luchar contra las enfermedades olvidadas. Hacen más que hace 10 años, pero no suficiente. Hace 10 años hicimos una investigación y vimos que las farmacéuticas tenían en blanco el porfolio sobre enfermedades olvidadas. En blanco. Nada. GlaxoSmithKline tenía algo para malaria y algo para leishmaniasis, que nunca salió. Hoy la situación es un poco mejor, pero insuficiente.
Habiendo miles de millones de personas afectadas por estas enfermedades, ¿por qué nadie invierte? ¿Tan caro es?
No es tan caro. Nuestro presupuesto total desde el principio ha sido de 170 millones de euros, pero hemos trabajado con nuevos tratamientos a partir de medicinas que ya existían. Lo más difícil es desarrollar medicinas nuevas. Y ya tenemos algunas en el porfolio.
http://esmateria.com/2013/03/02/carlos-slim-ha-hecho-muy-poco-por-las-enfermedades-olvidadas/