Ya he hablado en otra ocasión de los sucesos que acabaron con el
continente de Mu-Lemuria, continuemos aquí donde lo deje entonces. Como ya indicamos en la
entrada anterior este tema es imposible de contrastar y las fuentes a menudo son contradictorias o poco fiables. Otros investigadores sin duda sacarán conclusiones diferentes a las aquí expresadas sobre estos mismos temas espero, sin embargo, que al menos algo de la información aquí contenida pueda resultar de utilidad.
Por ejemplo como argumento en este artículo he establecido una distinción entre Shambhala y Agharta que no todos los estudios comparten. Según muchos Agharta es el nombre de la región general donde se encuentra la ciudad de Shambhala y, dependiendo de la interpretación, priman el lado más luminoso o más oscuro en su descripción. Sin poder asegurarlo al 100%, pero en base a los testimonios de los distintos visitantes que han narrado sus experiencias en estas regiones, mi sensación sin embargo es la que expreso en este artículo: que se trata de dos lugares no sólo diferentes si no además enfrentados. En definitiva en tu campaña, dependiendo del tono y la situación, puedes elegir convertir Shambhala y Agartha en un sólo lugar paradisíaco o cargar las tintas en su parte más oscuro o, como hago yo, mantener ambas localizaciones separadas pero estrechamente relacionadas.
La Meseta de Tsang
Según las Tabletas de Zanthu un grupo de sacerdotes y sabios supervivientes de la destrucción de dicho continente (supuestamente en torno al 160 000 a.c.) se refugiaron en un lugar conocido como la “Meseta de Tsang”, donde alzaron una ciudad-santuario, oculta y recluida. Allí vivieron en paz durante un largo, e indeterminado, periodo de tiempo, lejos de su antigua gloria e ignorados por el resto de la humanidad.
Desde el descubrimiento de las Tabletas por parte de Harold Hadley Copeland en 1913 (en una desastrosa expedición de la que fue el único superviviente), la mayoría de los estudiosos han desechado estos textos. Entre otras cosas por la incapacidad de Copeland, que en 1918 fue recluído en un sanatorio mental, de localizar exactamente el lugar del hallazgo. Sin embargo aquellos que le han querido dar alguna credibilidad han situado esta “meseta de Tsang” en el Tibet o en Mongolia exterior; es decir en un área aislada, escasamente conocida por los occidentales y de clima extremo. Los defensores de la opción del Tibet argumentan que el nombre “Tsang” pervive en el de una de las regiones tradicionales del país mientras que otros argumentan que la descripción geográfica se corresponde más al Gobi que al Himalaya . Otros opinan que el lugar es parte o se confunde con la mítica región de Leng (quizás también Ling, el mítico reino del rey Gesar).
Guerra interna y escisión
Pero volvamos a la historia de estos supervivientes, tal y como se puede deducir de diversas fuentes chinas, hindúes y tibetanas. Según transcurrían los años, y luego los siglos, un cisma surgió en el corazón de los habitantes de Tsang, surgiendo dos facciones irreconciliables.
Una parte de la población había renunciado definitivamente a las ciencias oscuras de sus antepasados, incluyendo la adoración de entidades de los Mitos. Estos fueron llamados, posteriormente, los seguidores del camino de la “Mano Derecha”. Retomaron la búsqueda de una vía ascética y meditativa de
iluminación espiritual. Se afirma que gracias a estas técnicas accedieron a nuevos estados de conciencia y despertaron capacidades desconocidas.
Otra parte de los habitantes de Tsang, sin embargo, continuaron orgullosos (o retomaron) las antiguas técnicas, las deidades inhumanas y la tecnología arcana de Mu, llevándolas a extremos nunca pensados por estos, posteriormente serían llamados en ocasiones seguidores de la “Mano Izquierda”.
En un principio las discrepancias entre estas dos sectas o corrientes filosóficas eran menores y ambos grupos pudieron convivir en paz; especialmente por qué los seguidores del camino de la Mano Derecha evitaban el enfrentamiento. Pero esta situación no podía durar eternamente. Tras una cruenta pero breve guerra interna ambos bandos se encontraron enrocados en una situación sin solución, al borde de la autodestrucción. De algún modo se llegó a un acuerdo, ambos grupos abandonaron la Meseta de Tsang para fundar dos ciudades-reinos separados en el que cada uno podría seguir su propio camino: la idílica Shambhala y la subterránea Agharta.
Como todo lo que rodea a esta historia tanto su veracidad como la fecha de esta división es difícil de precisar, pero en base a los textos místicos hindúes y budistas que hablan, de forma casi siempre indirecta, sobre ella. De forma convencional suele dársele la misma fecha que al comienzo de la actual Era de la Oscuridad, o Kali Yuga, unos 3 200 años antes de la era.
Shambhala (también Sambala, Shambala,…)
Aunque este es el nombre más común para referirse a esta comunidad en las tradiciones hindues, en sánscrito significa “lugar de paz”, existen muchos otros. También es llamado Shangri-La (la significa paso de montaña, el significado de Shangri es desconocido) por los budistas tibetanos y Olmolungringentre los seguidores de la antiquísima religión bon, mientras que en las leyendas chinas es Chang. También quizás pueda identificarse con el valle de Ergenekon de los pueblos turquicos, que la sitúan en los montes Altäi y no en el Tibet. Desconocemos si alguno de estos nombres son los que los propios habitantes dan a la ciudad, o si utilizan alguna otra denominación.
Aunque rodeada de altas montañas siempre nevadas, la región de Shambhala está dotada de un clima sorprendentemente cálido y benigno gracias al Corazón de Shambhala; éste según las descripciones es una gema de gran tamaño, las descripciones varían entre los treinta centímetros y casi un metro de diámetro, y forma irregular que parece brillar desde su interior e incluso emitir un tono musical (según una descripción lo que se escucha es la pronunciación del mantra Ôm) Se dice que las radiaciones benéficas de la gema, así como la vida pacífica y contemplativa, también aseguran una gran longevidad a los habitantes del valle, que pueden llegar a vivir más de doscientos años. Algunas leyendas cuentan que los yetis o abominables son los guardianes de los caminos a Shangri-La, pero no nos atrevemos a afirmar nada en este sentido.
A lo largo de los siglos Shambhala ha servido de refugio a los perseguidos y ha atraído a los buscadores de la sabiduría de cualquier religión y etnia. Más ocasionalmente individuos concretos,cuya presencia se considera necesaria en Shambhala por el bien del mundo, son atraídos o incluso secuestrados para traerlos al valle, sea cual sea su región de nacimiento. Todos ellos han sido acogidos libremente como hermanos, sin distinción entre ellos y los antiguos habitantes. Por eso queda muy poco de la original herencia muviana; la mayoría tienen comparten los rasgos físicos de los tibetanos, chinos o mongoles que viven en la región.
Según el texto del Kalachakra Tantra un rey de Shambhala llamado Suchandra pidió a Buda ( tengamos en cuenta, para cuestiones cronológicas, que el Buda histórico vivió en torno al final del siglo VI a.c.) que le enseñara el camino de la Iluminación. Así él, y 96 de sus vasallos, recibieron la iniciación en una una práctica mistica que recibe el nombre de Kalachakra (en sánscrito “rueda del tiempo). Según la misma leyenda durante siglos esta enseñanza habría permanecido limitada a Shambhala pero en torno al 1050 a.c., el rey de Shambhala Rigdan Tagpa, o Manjushrí Kírti, decidió compartir su conocimiento con el exterior y enviar maestros de esta práctica a individuos selectos. También se dice que, en una era futura de oscuridad, los reyes de Shambhala enviaran sus fuerzas al mundo exterior para traer una nueva Edad Dorada.
Sin embargo, y junto a evidentes similitudes con el budismo, también hay elementos religiosos totalmente ajenos y que guardan paralelismos con formas religiosas más primitivas como el bon y otras de tipo animista. Sin embargo los antiguos dioses de sus antepasados muvianos, Zoth-Ommog, Ghatanothoa, Ythogtha y los demás, han sido completamente dejados de lado.
Shambhala contiene una enorme biblioteca, donde pueden encontrarse una serie de antiquísimas inscripciones: la llamada Biblioteca de Piedra (que se supone contienen el texto original del conocido como Libro de Dyzan). Pero también obras modernas en multitud de idiomas, orientales y occidentales; estos versan principalmente sobre filosofía, arte y música. Estas obras modernos son traídas regularmente a la ciudad por agentes de Shambhala, que viajan por todo el mundo para recoger y seleccionar las obras más representativas de cada campo.
Aproximadamente la mitad de los habitantes del valle son monjes lamas, que residen en el enorme palacio-lamasería (que muchos comparan con el Potala de Lasha) dedicados a la meditación, a crear mandalas, y otras formas de arte religioso, y a profundizar en los secretos místicos del universo. Cualquiera de ellos puede convertirse en lama si lo desea, muchos lo hacen a una edad avanzada tras una vida de trabajo, pero muchos otros viven y mueren como simples campesinos o artesanos. Se cree que el líder de esta comunidad, y única autoridad del valle, el Gran Lama, como el Dalai Lama o el Panchen Lama, es un
tulku, es ser iluminado reencarnado para ayudar a guiar a otros hacia la iluminación.
El resto de habitantes trabaja como artesanos y campesinos con una economía muy simple, no utilizan moneda y el bien de la comunidad determina la distribución de bienes. A lo largo de los siglos la ciudad ha acumulado, en forma de donaciones normalmente, grandes tesoros en joyas y oro que, sin valor para los habitantes de la ciudad, a menudo resulta útil para conseguir bienes del exterior.
Shambhala y su Gran lama son también el centro y corazón de la Logia Blanca, una dispersa organización dedicada a luchar contra los servidores de la enemiga ciudad de Agharta. Los agentes de la Logia Blanca trabajan de forma sutil en diversos lugares del globo, la mayoría reuniendo información y ayudando al prójimo. Aunque, en general, las enseñanzas de Shambhala reprueban la violencia en demasiadas ocasiones la lucha contra la oscuridad debe realizarse con sus mismas armas. Tal podría ser el caso del justiciero conocido como La Sombra, que según algunos sería uno de estos agentes de la Logia Blanca.
Agharta (también Agartha, Agarthi,…)
El reverso oscuro de Shambhala es la ciudad subterránea de Agharta. Rene Guenon afirma que el nombre significa en Sanscrito “región sagrada”. La gente de la esta ciudad, se ha mantenido mucho más cerrada a los humanos del exterior, a los que desprecian. Los rasgos serpentiformes heredados de los habitantes no humanos de Mu, algunos incluso poseen piel escamosa u ojos con pupila vertical, pero se les distingue claramente de los hombres serpiente “puros”.
Se dividen en castas estrictamente cerradas, determinadas por el nacimiento y la herencia, en que la más elevada, los Lamas Negros o goros, gobiernan de forma absoluta y despótica sobre las demás. En la posición más alta se sienta el inmortal Rey de Agharta, que a menudo se da a si mismo el título de Rey del Mundo y en ocasiones recibe el nombre de Yue-Laou (“el anciano de la Luz de la Luna”). Al menos un texto identifica, o al menos relaciona, al Rey de Agharta con el Indescriptible Gran Sacerdote, que mora en Leng y por tanto con entidades completamente inhumanas.
En el nivel más bajo de esa estructura social se encuentran los dropas: esclavos, achaparrados y deformes, con inteligencias limitadas (especialmente en el terreno de la creatividad) pero fuerza y tenacidad sorprendentes. Estos dropas hacen los trabajos más extenuantes pero menos complicados, incluyendo el mantenimiento de grandes máquinas, cuya comprensión se les escapa totalmente. Algunos goros deploran la dependencia de esta casta inferior y temen que si estos se rebelaran y dejaran de trabajar la ciudad podría derrumbarse, ya que la proporción numérica entre unos y otros es cada vez más favorable a los esclavos. Algunos creen que estos dropas están relacionados remotamente con el pueblo Tcho-Tcho, con los que comparten ciertos rasgos, aunque otros afirman que son productos de experimentos por parte de los Lamas Negros. Otras grafías utilizadas son: drop-ka, dzopa
Los Lamas Negros utilizan tratamientos alquímico-médicos, muy agresivos, para asegurarse unas vidas de siglos, pero con terribles costes en dolor y sufrimiento. Según envejecen adquieren un aspecto apergaminado y reseco, acentuando los rasgos monstruosos que muchos poseen, tornándose parecidos a momias vivientes. Por eso cuando aparecen ante gentes del mundo exterior los goros suelen hacerlo velados y ocultos en sus amplias túnicas negras, con altos sombreros cilíndricos.
La barrera entre la magia y la tecnología es difusas en Agharta, por ejemplo poseen grandes máquinas que proporcionan calor, iluminación y protección a la ciudad, pero su funcionamiento se basa en principios que un investigador occidental calificaría, fácilmente, de sobrenaturales. Estas máquinas son capaces de realizar cambios fundamentales en la materia, transformando un elemento en otro o alterando completamente sus propiedades. De la misma forma pueden modificar organismos vivios, incluyendo virus y bacterias que utilizan para crear plagas con las que azotar el mundo exterior. Sin embargo muchos de los conocimientos antiguos se han perdido y muchas máquinas siguen funcionando sin que nadie entienda completamente los principios que manejan.
Aunque es difícil afirmarlo con total seguridad, es posible que los Lamas Negros de Agharta sean los Maestros Desconocidos de la organización criminal conocida como Si-Fan, y que también sean ellos los no menos misteriosos líderes (“inmortales que viven en las montañas de China”) del culto de Cthulhu. Lo que es innegable que sus agentes se han encontrado infiltrados en muchas organizaciones criminales y junto a los señores de la guerra más ambiciosos de Oriente a lo largo de los siglos.
Una leyenda conocida entre las tribus de Mongolia dice que fueron ellos, por ejemplo, los que forjaron la mítica espada de Gengis Khan (que según otra leyenda reaparecerá para unir a los pueblos de oriente de nuevo) y quienes alimentaron su ambición que le llevó a convertirse en el mayor Conquistador de oriente. Otros creen que aún guardan la corona del Khan, testimonio del pacto de este con los Dioses Exteriores.
Han sido diversos los intentos de hacerse con los secretos de Agharta. El infame Doctor Nikola consiguió llegar hasta la misma ciudad en busca de sus secretos pero fue expulsado sin haber conseguido hacerse con ellos y ganándose el odio eterno de diversas sociedades secretas orientales.
Localización e hipótesis.
La localización exacta de ambas ciudades es un tema que ha dado lugar a controversias profundas.
Una tradición tibetana dice que Agharta se encuentra al sur de Lasha mientras que Shambhala se encuentra al norte. A mediados del siglo XVII, los sacerdotes portugueses Estevâo Cacella y Joâo Cabral, los primeros occidentales que nos dan noticia de la existencia de la ciudad que transcriben como Xembhala, también sitúan la ciudad hacia el norte del Tibet.
El ocultista francés Alexandre Saint-Yves d’Alveydre afirmaba haber entrado en contacto telepático con enviados de Agharta, ciudad que situaba en una serie de cavernas bajo el Himalaya. En sus libros ayudó a popularizar esta noción en occidente, así como la de que era la sede de un gobierno sinárquico secreto del mundo. En época más reciente el viajero ruso Ferdinand Ossendowsky dice haber oído historias sobre una entrada a Agarthi (sic.) en la región del lago Nogan Kul, en Mongolia. Otras fuentes sitúan una u otra de las ciudades en puntos dispersos del desierto del Gobi, la región del Altai o los montes Tien Shan.
Un puñado de autores modernos han defendido que ambas ciudades se encuentran en realidad en la proximidad de la zonas ártica o antártica. Por otro lado, y especialmente en el caso de Agharta, son muchos los que sitúan la ciudad en el supuesto interior de un modelo de Tierra Hueca y por tanto accesible desde túneles situados en lugares muy remotos entre sí.
Es posible incluso que Shambhala y Agharta, como algunos sospechan, no sean lugares físicos situados plenamente en nuestro mundo. Se encontraría en planos diferentes, como la Tierra del Sueño, lo bastante cercanos como para poder llegar a ellos por medios físicos (en circunstancias muy concretas). Por ello sería posible llegar a ellas desde caminos muy distintos, incluso que un mismo acceso llevase en determinados momentos a una u otra de las ciudades ya que la ruta física es sólo parte del camino. Otra posibilidad intrigante, defendida en privado por un físico y místico que no ha querido que divulguemos aquí su nombre, afirma que ambas ciudades son en realidad versiones divergentes de un mismo lugar, un paralelo retorcido una de la otra que provienen de universos diferentes y que sólo raramente pueden interactuar con nuestro mundo.
Shambhala, Agharta y la política
Durante los años 30 el mito y la leyenda de Shambhala/Agharta estaba muy vivo y tuvo incluso sus manifestaciones en el terreno de la política; normalmente vinculado con la promesa de controlar el corazón de Asia, una zona considerada de fenomenal interés estratégico para el control del mundo.
Parte de esta popularidad fue la interpretación por la Teosofía de estas leyendas. Madame Blavatsky se refería a menudo a sus Maestros Secretos y a la Logia Blanca como inspiradora de este movimiento. En textos de otros autores posteriores a 1900, se afirma que este lugar es la residencia de Sanat Kumara un “ser avanzado” (en otros términos, quizás, un dios) que gobierna la Tierra y a la humanidad y, además, dirige de la Gran Logia Blanca, por tanto fuente de la teosofía. Sanat Kumara aparece originalmente en las escrituras jainistas y en algunos textos hinduistas y en sanscrito su nombre quiere decir “eterna juventud”. Según textos teosóficos posteriores se trataría de uno de los Señores del Fuego, que habrían descendido desde Venus para ayudar a los habitantes de la tierra hace millones de años.
Otro factor de popularidad, al menos en Estados Unidos, fue la aparición de la novela Lost Horizon, un éxito de ventas que fue adaptado al cine y que convirtió Shangri-La en un lugar común de la cultura popular.
El Panchem Lama, el principal rival por el poder del Dalai Lama en el Tibet, se proclamaba a sí mismo heredero del reino de Shambhala (o Agartha) y afirmaba contar con profecías que hablaban de la formación de un gigantesco imperio pan-budista gobernado por él, desde Mongolia al Tibet, con la ayuda de este reino secreto. Algunos investigadores han apuntado a las profecías sobre el futuro imperio asiatico de Tsan-Chan (que algunos han traducido como “Cruel Brujería”) que “florecerá en el año 5000 de nuestra era”. Otros sin embargo lo relacionan con el imperio Han que según algunos futurólogos y profetas dominará el mundo en torno al
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Nicolas Roerich, un polémico pintor y místico ruso-americano, llevó a cabo varias expediciones al Asia Central, con la intención declarada de encontrar este reino místico benigno. Para ello contó, sorprendentemente, con el apoyo de influyentes personalidades tanto en Estados Unidos, incluyendo el ministro de agricultura y futuro vicepresidente Henry A. Wallace, como en la Union Sovietica.
Los bolcheviques, continuando una tendencia ya iniciada por los zares, alimentó durante un tiempo esas creencias apocalípticas, para su beneficio, en la zona centroasiatica como forma de anular o redirigir movimientos nacionalistas. Algunas fuentes aseguran que el criptógrafo y alto cargo de la policía secreta Gleb Bokii llegó a organizar su propia búsqueda de Shambhala (aparentemente sin éxito) utilizando agentes de origen centroasiatico, camuflados como peregrinos budistas, para introducirse en el cerrado Tibet.
Pero en general el mito del Rey del Mundo oculto en Agharta/Shambhala fue más popular entre los círculos de extrema derecha y los cenáculos ocultistas relacionados. Repetidamente se le confiere a la figura el papel de guardián de una tradición esotérica antimoderna y, por ello, antidemocrática. La visión de una sociedad de castas en que el conflicto entre clases sociales, y por tanto el peligro del comunismo, es frenado por enseñanzas místicas que predican un principio de sumisión y aceptación del karma parecían fascinar a muchos fascistas, nacional socialistas y “revolucionarios de derechas” del mundo en los años 20-30.
La creencia de algunos nazis, entre ellos principalmente el Reichführer-SS Himmler, en supuestos reinos y secretos “arios” perdidos en la zona tiene una profunda conexión con las leyendas sobre Shambhala/Agharta. Diversos libros sobre nazismo esotérico afirman que en 1926 enviados de la Sociedad Tule lograron forjar un pacto con el rey de Agharta. Según estos un “lama” de alto rango, y varios acólitos menores, fueron enviado a Berlín para colaborar con la Sociedad. Allí este individuo, conocido solamente como “El Hombre de los Guantes Verdes”, utilizó sus capacidades para ayudar al meteórico ascenso de un oscuro partido político extremista, estrechamente vinculado a la Tule: el partido Nazi. La expedición de la SS en 1938 al Tibet se percibe entonces, entre otros motivos, como una forma de afianzar estos contactos. Las mismas fuentes también cuentan que, acaba ya la guerra, se encontró en un campo de concentración alemán (difieren sobre en cual) los cadáveres ejecutados de un grupo de lo que parecían tibetanos, a veces añaden el detalla de que parecían estar en posiciones propias de un ritual, que podrían corresponder a esta camarilla de acolitos. No sabemos, de ser así, que motivó la pérdida de confianza del régimen en estos “asesores” y su reclusión en un campo.
Pero fueron los japoneses quien más utilizaron el mito del “Rey del Mundo” en su campaña propagandística en Asia, presentándose como el ejército salvador destinado a unir a los budistas de Asia y librarlos del dominio de los “bárbaros” extranjeros, europeos y norteamericanos. Diversos agentes de la Sociedad del Dragón Negro estuvieron activos en el área durante los años 30: está documentado, por ejemplo, como en 1939 se envió a un agente al Tibet, Jinzô Nomoto, que durante año y medio recogió información y estableció contactos en la región. No hay que olvidar que, de forma contradictoria, hay autores que afirman que la misma Sociedad del Dragón Negro, y su antecesora el Océano Negro, no era más que una fachada de otra sociedad mucho más antigua, los Dragones Verdes, dirigidos precisamente desde Agharta (sobre este tema profundizaré en una entrada futura)Aunque su existencia es considerada un mito por la mayoría de académicos, cualquier indicio de que no es así sería de gran interés para cualquier universidad que se precie y posiblemente movilizaría a los servicios secretos de medio mundo.