Hace unos días se intensificó el debate sobre los transgénicos gracias a un hecho bastante insólito: Un eurodiputado de PODEMOS, el físico Pablo Echenique-Robba, respondió a unas críticas que escribí aquí en Naukas. [1].
Las diferencias de opinión se generaron a partir de una entrevista que concedió Pablo, en la cual se mostraba a favor de la prohibición de los transgénicos, todo ello a pesar de saber que no son perjudiciales para la salud ni el medio ambiente [2]. Mi argumentación se centraba en el hecho de que, lo que una sociedad no puede permitirse, es prohibir una tecnología y unas investigaciones (muchas de ellas públicas) a causa de unas prácticas irregulares de algunas empresas. Mucho menos si esa tecnología se usa en campos tan diversos como la investigación de enfermedades o la reducción del impacto ambiental.
Lo que yo quería explicar es que, si tenemos en cuenta que las principales críticas reales contra los transgénicos son de temática ideológica, no tiene sentido fundamentar una prohibición por motivos científicos (ese no era el caso defendido por Pablo en su artículo, pero sí el que he visto expresar a muchos representantes políticos). Existen muchas críticas de otra índole, y es cierto que hay que tener precauciones al regular los usos de cualquier tecnología, pero es ahí donde un legislador inteligente debe intervenir creando leyes para proteger al ciudadano.
Después de todo este debate, Pablo escribió otro artículo a modo de contestación. En él se decían cosas como que cuando una pregunta es íntimamente humana, moral, social o política, no nos queda otra opción que abandonar la seguridad y los mimitos en el alma que nos proporcionan las incontestables respuestas científicas (o religiosas, o ideológicas) y lanzarnos a la piscina de la libertad personal, el conflicto de intereses, la incertidumbre, las contradicciones y la democracia. [3]
Después de este punto se añaden más cosas, como que en los casos donde encontramos tanto elementos técnicos como elementos políticos, es importante lo que digan los expertos, los informes, los papers, pero también lo es lo que piense la gente y cuáles son los conflictos de intereses asociados con el asunto. Posteriormente se añade una reflexión inteligente sobre el asunto, ya que Pablo aboga por la ciencia rigurosa y de calidad, la divulgación y la democracia informada. [3]
Después de varios días pensando, he llegado a una serie de conclusiones que me gustaría compartir de manera ordenada:
1º Prohibir una tecnología por algunas prácticas poco éticas de algunas empresas es un atentado contra la sociedad, en el sentido de que sería anteponer los intereses privados de unos cuantos al beneficio de todos los ciudadanos. No tiene sentido. No se pueden prohibir las investigaciones sobre física porque se puedan fabricar bombas atómicas. Se deben regular las investigaciones, faltaría más, pero no prohibir el conocimiento.
2º Entiendo que, tal cual dice Pablo, hay cuestiones interpretables, y es ahí donde entra la política. Legislando, pero no prohibiendo de manera irracional y con argumentos científicamente incorrectos, ya que por mucha ideología que queramos echar encima del asunto de los transgénicos, los argumentos que se usan en su contra no son políticos, sino que en muchos casos son pseudocientíficos.
3º Es innegable que, en torno a los transgénicos, hay un grado de desinformación, datos falsos y beligerancia poco usual. Mi primera pregunta es, ¿la sociedad se opone a los transgénicos libremente?, ¿la ideología que se opone a los transgénicos se fundamenta en la realidad o en la desinformación? Creo sinceramente en el concepto del que habla Pablo; democracia informada. La democracia no es solo que la gente vote, sino que vote libremente, y para eso hace falta libertad de pensamiento. Lo que discuto es que el asunto de los transgénicos pueda resolverse preguntando a la gente su opinión, porque tristemente no existe libertad de pensamiento, ya que la opinión de los ciudadanos es, actualmente, rehén de la desinformación.
4º Un partido político que pretende regenerar un país no puede dejar al pueblo tomar decisiones que no comprende. Suena duro, pero la población española no está preparada para votar sobre el tema de los transgénicos. A pesar de que PODEMOS e IU han creado grupos para ver qué opina la sociedad sobre temas científicos y actualizarse [4,5], dichos grupos van a fracasar. No se puede pretender generar un debate real entre gente que está haciendo su doctorado sobre transgénicos, y un tipo que no entiende qué es un transgénico pero quiere prohibirlos porque ha leído que te hacen calvo y homosexual (ejemplo de una mentira promovida en contra de los transgénicos por Evo Morales).
5º Entiendo que hay que explicar la realidad científica a la gente, y por eso llevo años dedicándome en mayor o menor medida a divulgar ciencia, pero cuando intenté explicar qué era la experimentación animal y los transgénicos a gente desinformada, recibí 23 amenazas de muerte en menos de un día. Por eso un partido no puede dejar todo el programa electoral en manos de la ciudadanía. Un partido con inteligencia social debe proponer cosas sensatas acordes a la realidad, y posteriormente hacer didáctica de por qué ha tomado esas decisiones en su programa. Entonces la ciudadanía debe opinar y valorar, pero un partido no debe fundamentar su posición en juicios de valor basados en la desinformación, como es el caso de los transgénicos, sino que debe tener gente que entienda sobre esos asuntos para elaborar su programa electoral.
Después de estas reflexiones, invito a los representantes políticos que puedan leer estas líneas a que creen un programa electoral acorde a la realidad científica, y que para ello recurran a científicos ajenos al partido político. Los grupos sociales creados para hablar de ciencia están bien, pero no como herramienta para mejorar el programa político, sino como mecanismo para hacer didáctica después de posicionarse en un tema con implicaciones científicas. Una vez que los políticos sean conscientes de la realidad política, entonces que apliquen su ideología personal, pero no antes.
Si algún representante político valora positivamente este consejo, estoy seguro de que mandando un correo a www.naukas.com, www.esmateria.com owww.lacienciaysusdemonios.com, encontrará a muchos científicos y divulgadores dispuestos a ayudarles en la difícil tarea de sentar unas bases fundamentadas en la realidad científica.
No es tan grave pedir un informe independiente sobre transgénicos, estafas biomédicas, experimentación animal, o cualquier tema científico sobre el cual la sociedad no tiene formación específica, y estoy seguro que mucha gente de estas plataformas colaboraría en la redacción de un informe si supieran que va a ser tenido en cuenta. Y esto es algo que deberían hacer todos los partidos políticos, a los cuales invito a que salgan no solo a escuchar a la calle, sino también a las minorías cualificadas que pueden ayudarles a entender la realidad. Les pido que manden un correo, que hagan una llamada o que pidan consejo. Y esto no es un llamamiento metafórico. Os esperamos.
Este artículo nos lo envia Fernando Cervera Rodríguez, biólogo especializado en temas de salud pública. Escribe sobre temas científicos en diversos medios y podéis encontrarlo en twitter con el usuario @FernandoCervera
Ciencia y democracia. Una invitación tras la polémica generada