Archivo por días: marzo 26, 2016

La teoría de la tierra hueca

A principios de 1970, la Administración del Servicio de Ciencia del Medio Ambiente (ESSA), perteneciente al Departamento de Comercio de los Estados Unidos, proporcionó a la prensa unas fotografías del PoloNorte tomadas por el satélite ESSA-7 el 23 de noviembre de 1968. Una de las fotografías mostraba el Polo Norte cubierto por la acostumbrada capa de nubes; la otra, que mostraba la misma zona sin nubes, revelaba un inmenso agujero donde hubiera debido estar el Polo. El ESSA estaba lejos de sospechar que sus fotos rutinarias de reconocimiento atmosférico iban a contribuir a despertar una de las controversias más sensacionales y célebres de la historia de los OVNIS.

En el número de junio de 1970 de la revista Flying Saucers, el editor y ufólogo Ray Palmer reprodujo las fotos del satélite ESSA-7 junto con un artículo en el que manifestaba que el agujero de la foto era real.

Durante mucho tiempo, Ray Palmer y otros ufólogos habían creído que la Tierra es hueca, y que los OVNIS provienen y retornan a una civilización de seres superiores que está oculta en su interior inexplorado. En 1970, gracias al apoyo de una fotografía en que aparecía el enorme agujero del Polo Norte, Palmer pudo por fin asegurar que la super-raza subterránea existía y probablemente se podía llegar hasta ella a través de los agujeros de los polos Norte y Sur.

En los números siguientes de Flying Saucers apoyó su teoría resucitando otra antigua controversia sobre la «Tierra hueca«: la de las famosas expediciones del vicealmirante Richard E. Byrd a los polos Norte y Sur. El vicealmirante Richard E. Byrd, cuyas expediciones polares desataron la polémica sobre la teoría de la tierra hueca.

El primer testigo
El vicealmirante Richard E. Byrd de la US Navy fue un distinguido aviador pionero y explorador polar que sobrevoló el Polo Norte el 9 de mayo de 1926 y dirigió numerosas expediciones a la Antártida, incluyendo un vuelo sobre el Polo Sur el 29 de noviembre de 1929. Entre 1946 y 1947, llevó a cabo la operación a gran escala llamada «High Jump» (Salto Alto), durante la cual descubrió y cartografió 1.390.000 km2 de territorio antártico.

Las famosas expediciones de Byrd entraron por vez primera en la controversia de la Tierra hueca cuando varios artículos y libros -especialmente Worlds beyond the Poles (Mundos más allá de los Polos), de Amadeo Giannini– pretendieron que Byrdhabía en realidad volado no por encima del Polo, sino hacia dentro de los grandes agujeros que llevan al interior de la Tierra. Ray Palmer, basándose principalmente en el libro de Giannini, introdujo esta teoría en el número de diciembre de 1959 de su revista y, a raíz de ello, mantuvo una voluminosa correspondencia al respecto.

Según Giannini y Palmer, el vicealmirante Byrd anunció en febrero de 1947, antes de un supuesto viaje de 2.750 km. a través del Polo Norte:

«Me gustaría ver la tierra más allá del Polo. Esa área más allá del Polo es el centro del Gran Enigma.»

Giannini y Palmer decían también que, durante su supuesto vuelo sobre el Polo Norte en 1947, el vicealmirante Byrd comunicó por radio que veía debajo de él, no nieve, sino áreas de tierra con montañas, bosques, vegetación, lagos y ríos y, entre la maleza, un extraño animal que parecía un mamut. También, siempre según Giannini y Palmer, en enero de 1956, después de dirigir otra expedición a la Antártica, elvicealmirante Byrd había manifestado que su expedición había explorado 3.700 km. más allá del Polo Sur y, además, justo antes de su muerte, Byrd había dicho de la tierra más allá del Polo que era «un continente encantado en el cielo, tierra de misterio permanente». Esa tierra, según otras teorías, era la legendaria Ciudad del Arco Iris, cuna de una fabulosa civilización perdida.

Para Giannini y Palmer, los comentarios atribuidos al vicealmirante Byrd no hacían más que confirmar lo que ellos habían sospechado siempre: que la Tierra tiene una forma «extraña» en los Polos, algo parecido a un «donut«, con una depresión que, o bien se hunde muchos kilómetros en las entrañas de la Tierra, o forma un agujero gigante que pasa a través del eje de la Tierra, de un polo a otro.

Dado que, por razones geográficas, es imposible volar 2.750 km. más allá del Polo Norte o 3.700 km. más allá del Polo Sur sin ver agua, es lógico pensar que el vicealmirante Byrd debe haber volado hacia dentro de las enormes cavidades convexas de los polos, dentro del Gran Enigma del interior de la Tierra y que, si hubiera seguido adelante, habría llegado a la base secreta de los OVNIS que pertenecen a la super-raza oculta, quizás la legendaria Ciudad del Arco Iris que Byrd habría visto reflejada en el cielo.

La posibilidad de que la Tierra sea hueca, de que se pueda entrar en ella a través de los polos Norte y Sur, y de que civilizaciones secretas florezcan en su interior, ha espoleado las imaginaciones desde tiempo inmemorial. Así, el héroe babilonio Gilgamesh visitó a su antepasado Utnapishtim en las entrañas de la Tierra; en la mitología griega, Orfeo trata de rescatar a Eurídice del infierno subterráneo; se decía que los faraones de Egipto se comunicaban con el mundo inferior, al cual accedían a través de túneles secretos ocultos en las pirámides; y los budistas creían (y creen todavía) que millones de personas viven en Agharta, un paraíso subterráneo gobernado por el rey del mundo.

El mundo científico no fue inmune a esta teoría

Leonard Euler, un genio matemático del siglo XVIII dedujo que la Tierra era hueca, que contenía un sol central y que estaba habitada; y el doctor Edmund Halley, descubridor del cometa Halley y astrónomo real de Inglaterra en el siglo XVIII también creía que la Tierra era hueca y albergaba en su interior tres plantas. Ninguna de estas teorías estaba sustentada científicamente, pero alternaban con varias obras de ficción sobre el mismo tema, las más importantes de las cuales eran Las Aventuras de Arthur Gordon Pym, de Edgar Allan Poe (1833), en la cual el héroe y su compañero tienen un terrorífico encuentro con seres del interior de la Tierra; y el Viaje al centro de la Tierra de Julio Verne (1864), en la cual un profesor aventurero, su sobrino y un guía penetran en el interior de la Tierra a través de un volcán extinguido en Islandia, y encuentran nuevos cielos, mares y reptiles gigantescos y prehistóricos que pululan en los bosques.

La creencia en una Tierra hueca estaba tan extendida que incluso Edgar Rice Burroughs, el célebre autor de Tarzán, se sintió obligado a escribir Tarzán en las entrañas de la Tierra (1929), en el que el famoso hijo de la selva va a Pellucidar, un mundo que se encuentra en la superficie interior de la Tierra y que está alumbrado por un sol central. La sombra más allá del tiempo (1936) de H.P. Lovecraft transportó el tema a la época actual describiendo una raza antigua y subterránea que dominó la Tierra hace 150 millones de años y que, desde entonces, en el refugio de la Tierra interior, ha inventado aviones y vehículos atómicos, y domina el viaje en el tiempo y la percepción extrasensorial.

 

Estas y otras obras de ficción mantuvieron vivo el interés por la posibilidad de que la Tierra fuera hueca y de que escondiera otras civilizaciones. Así, cuando se avistaron los primeros 0VNIS en Estados Unidos en 1947 y la «ufomanía» azotó el país primero y el mundo después, surgieron dos teorías para explicarlos. Los OVNIS debían ser o bien naves extraterrestres de alguna galaxia lejana, o pertenecían a seres avanzadísimos que habitaban en el interior de la Tierra. Estas teorías llevaron a recuperar las leyendas de las civilizaciones «perdidas» de la Atlántida y de Thule, en la creencia de que esta última se hallaba en el Ártico (no se debe confundir con Dundas, antes Thule, el enclave esquimal en Groenlandia, que es hoy una base aérea de los Estados Unidos y centro de comunicaciones). No obstante, se creía también que otra posible fuente de procedencia de los 0VNIS se hablaba en la Antártica.

Betty y Barney Hill, que durante su abducción fueron informados sobre la existencia de bases Ovni dentro de la tierra, los polos y en los fondos oceánicos.

Esta teoría surgió a raíz de la publicación del convincente libro de John G. Fuller, El viaje interrumpido (1966), en el que el autor relata la historia de Betty y Barney Hill, un matrimonio americano que, durante un tratamiento psiquiátrico debido a un inexplicable periodo de amnesia, recordó bajo hipnosis que habían sido raptados por extraterrestres, examinados en el interior de un platillo volador e informados de que los extraterrestres tenían bases en toda la Tierra, algunas en el fondo del mar y al menos una en la Antártica.

 

De este modo, cuando Ray Palmer publicó su controvertida teoría en 1970, los ufólogos y creyentes en la Tierra hueca quedaron a la expectativa. ¿Se trataba de las pruebas concluyentes?

Pero los argumentos que Palmer aducía se revelaron extremadamente endebles. Todas las investigaciones llevadas a cabo desde entonces no han logrado confirmar ninguna de las afirmaciones atribuidas porGiannini y Palmer al vicealmirante Byrd; ni siquiera se ha confirmado su vuelo sobre el Polo Norte en febrero de 1947 (lo cierto es que Byrd sobrevoló el Polo Sur en esa fecha, en el transcurso de la operación High Jump). Incluso suponiendo que Byrd hiciera dichos comentarios, es más lógico creer que «la tierra más allá del Polo» y el «Gran Enigma» son formas de aludir a las regiones aún inexploradas, más que a continentes escondidos en el interior de la Tierra, y que el «continente encantado en el cielo» era únicamente una descripción de un fenómeno corriente en las latitudes antárticas: una especie de espejismo que trae el reflejo de tierras lejanas.

A pesar de que se ha demostrado la inexactitud del pretendido viaje de Byrd al Polo Norte, hay algunas personas que afirman haber visto un noticiario sobre dicha expedición al Polo Norte, en el que se veían «sus montañas, árboles, ríos y un gran animal identificado como un mamut». Una mujer escribió a Ray Palmer acerca de este noticiario, asegurando que lo había visto en White Plains, New York, en 1929. Sin embargo, este documental no está registrado en ningún archivo. ¿Se trata quizá de una artimaña del Gobierno de los Estados Unidos? ¿O quizá esa película no existió nunca? Es curioso cómo algunas personas creen «recordar» de buena fe una película que con casi total certeza nunca ha existido -al parecer, muchos de nuestros primeros recuerdos son «inventados», y proceden de cosas que nos han contado luego o que hemos imaginado.

Según Byrd, y de acuerdo con su diario:

«Hemos sobrevolado en total unos 25.900 km2 de la Tierra más allá del Polo. Como era de esperar, aunque resulta decepcionante decirlo, no se observaba ninguna característica importante más allá del Polo. Sólo el inmenso desierto blanco que cubría el horizonte.»

Asimismo, la leyenda sobre la Ciudad del Arco Iris puede derivar de una mala interpretación de las palabras de Byrd: podía haberse llamado la Avenida de los Arco Iris Helados. Al este y al Oeste se alzaban grandes montañas. Algunas no estaban cubiertas por el hielo; eran negras como el carbón o de un rojo ladrillo. Otras estaban cubiertas de hielo por completo. Estas parecían cataratas gigantescas. Allí donde el sol tocaba sus picos y laderas, la luz se reflejaba en toda una gama de colores. Había una mezcla de azules, púrpuras y verdes tal como pocas veces ha visto el hombre.

Ateniéndonos a las palabras de Byrd, podemos observar que no vio tierras verdes y frondosas ni mamuts más allá del Polo Sur; la cifra de 2.750 km. es errónea o exagerada; la Ciudad del Arco Iris no tiene otra realidad que lo que Byrd describió como Arco Iris Helados, un simple fenómeno atmosférico.

No obstante, ¿podría ser hueca la Tierra? De nuevo, la respuesta ha de ser negativa. Al contrario de lo que sucedía con los primeros teóricos de la Tierra hueca, las propiedades físicas y la estructura del interior de la Tierra pueden medirse hoy exactamente con sismógrafos y computadoras electrónicas. Lejos de ser hueca, la Tierra está compuesta de cuatro capas principales: la corteza, el manto, el núcleo y el nucléolo. La corteza de granito y roca basáltica tiene un grosor de 30 a 40 km. (mucho más delgada en las fosas oceánicas). Debajo de la corteza está el manto, que se extiende hacia abajo durante 2 900 km., y es sólida y compuesta de silicatos de magnesio, hierro, calcio y aluminio. Y debajo de esto está el núcleo, que se cree debe estar compuesto principalmente de hierro en estado de fusión.

Finalmente, a una profundidad de unos 5.090 km. está el nucléolo, que es posible que sea sólido como resultado de la congelación del hierro bajo la extraordinaria presión de unas 3.200.000 atmósferas. Aunque muchos detalles no son más que hipótesis en espera de que los avances de la ciencia nos permitan confirmarlas.

El enigma de la foto satelital resuelto
¿Y qué hay del enorme agujero que se podía observar en la fotografía de las regiones árticas? La explicación es ridículamente simple y se le podría haber ocurrido a cualquier niño inteligente que supiera algo sobre la rotación diaria de la Tierra. Por desgracia, los entusiastas de la teoría de la Tierra hueca tomaron dicha fotografía como «prueba» sin antes consultar con nadie mínimamente experto en el asunto.

La fotografía es un mosaico de imágenes de televisión tomadas por el satélite durante 24 horas, que muestran la Tierra desde diversos ángulos. Las imágenes fueron procesadas por una computadora y unidas de modo que formasen una vista total de la Tierra como si el observador se hallase en un punto directamente encima del Polo. Durante esas 24 horas, todos los puntos en las latitudes ecuatoriales y medias recibieron luz solar durante algún periodo de tiempo, y aparecen iluminados en la fotografía compuesta. Pero las regiones cercanas al Polo estaban en ese momento sumidas en la oscuridad permanente del invierno ártico. Por ello hay una área no iluminada en el centro de la foto.

Aún así. Según rumores, lo que sí han fotografiado los satélites han sido Ovnis entrando y saliendo de los polos. Como si en ellos existieran puertas. ¿A donde?  Debajo de nuestros pies, se ocultan muchos misterios…

http://www.bibliotecapleyades.net/tierra_hueca/esp_tierra_hueca_0.htm

Los misterios de Cerdeña: ¿Quiénes fueron los nurágicos?

por Marcelo Dos Santos

En medio del Mediterráneo, justo al sur de Córcega, se encuentra una de las islas más grandes de Europa. Con una superficie de 23.800 km2, la isla italiana de Cerdeña (Sardegna en italiano, Sardinia en latín, Sardinnia en sardo), encierra bellezas naturales que quitan el aliento y una historia tan compleja, confusa y sobrecogedora que impulsa a detenerse en ella, aunque sea brevemente.


Cerdeña

Hacia el siglo XI a.C., los fenicios provenientes del Líbano y Palestina comenzaron a atracar en las costas sardas, que pronto se convirtieron en escala obligadas en sus largos viajes comerciales que los llevaban a lugares tan distantes como la costa británica o la misma Islandia.

Como veremos luego, no encontraron a Cerdeña deshabitada (ya en aquellas remotas épocas era difícil encontrar en el Mediterráneo una tierra despoblada), por lo que los audaces viajantes de comercio de la Antigüedad tuvieron que negociar con los capitanejos locales para que les permitieran establecer sus puertos allí. Los nombres de las ciudades sardas modernas (Cagliari, Nuoro, Torres) son deformaciones de los originales fenicios (Calaris, Nora, Tharros respectivamente) y, en muchos casos son directamente fenicios, sin deformación alguna (Sulcis, Bithia, Bosa, Olbia). Todas ellas se convirtieron muy pronto en importantes mercados para los fenicios, que traficaban todo tipo de productos con los indígenas.

Pero este estado de armonía solo duró medio milenio: en 509 a.C., los caciques indígenas consideraron que la expansión de los fenicios establecidos en la costa hacia tierra adentro amenazaba con penetrar en sus territorios. Tomando el toro por las astas, los habitantes atacaron los puertos y factorías fenicios.

Los expertos navegantes semitas no se iban a dejar avasallar así nomás: lo primero que hicieron fue llamar a Cartago pidiendo ayuda. Los cartagineses consiguieron derrotar a los sardos tras una larga serie de campañas que implicaron décadas de lucha, ocupando incluso la región montañosa del centro de la isla, a la que bautizaron Barbaria.

Los fenicios cartagineses gobernaron en relativa paz a Cerdeña durante casi tres siglos, con su floreciente civilización, su versátil lengua, su extraordinario sistema de escritura (que seguimos usando aún hoy) y su amor por las ciencias, las artes y el comercio. Todo esto terminó en 238 a.C., con la derrota de los cartagineses a manos de los romanos de Marco Régulo y Gayo Cátulo en la Primera Guerra Púnica (del latín phoenici, fenicios). Alli los cartagineses tuvieron que entregar Cerdeña a Roma, que la convirtió en la provincia de Sardinia.

Los indígenas que aún sobrevivían en la Barbaria no estaban felices con este nuevo cambio de dueño de su amada isla. El motivo es que lo primero que hicieron los gobernadores romanos fue intentar «pacificar» las montañas interiores. Y ya sabemos lo que significa el término pax romana. Así fue que, durante los siete largos siglos que duró la pertenencia de Cerdeña a la República primero y al Imperio más tarde, la civilización indígena fue completamente destruida. Sus sobrevivientes y descendientes adquirieron, como era de esperarse, la lengua, cultura y costumbres latinas, y hoy sólo pueden ser identificados mediante el análisis de ADNmit.

 

Llegamos de este modo a los inicios de la Edad Media, turbulentos, llenos de violencia y de complejidades históricas. Sardinia, por supuesto, no iba a ser la excepción.

En el año 456 d.C., en medio del hundimiento y caída del Imperio Romano, los vándalos africanos arrasaron toda la zona del Lazio. Retornando a sus hogares desde Roma, las tropas vándalas tropezaron con Cerdeña, y con alegría y empecinamiento decidieron que sería suya. Caralis (Cagliari) y otras ciudades costeras sardas cayeron en manos de los invasores sin exhalar ni un gemido. Esta situación duró setenta y ocho años.

En 534, Justiniano, Emperador Romano de Oriente, envió tropas al África para reprimir a los vándalos, a los que aniquiló, una vez más, sobre las ruinas de Cartago. De este modo, exterminados los vándalos, Cerdeña pasó a formar parte del Imperio Bizantino, que nombró un gobernador que residiría en Cagliari. Protegían la capital grandes tropas estacionadas en la actual Fordegianus (que, por cierto, se llamaba entonces Forum Traiani, Foro de Trajano), comandadas por un duque. Fue en este momento en que el Cristianismo conquistó la isla, salvo las todavía salvajes montañas del interior. Allí, a contrapelo de las intenciones bizantinas, un rey indígena llamado Ospitone fundó un pequeño reino no latino, de tradición ancestral, el cual, como es de imaginar, fue arrasado en forma inmediata.

No terminarían aquí los sobresaltos para la sufrida Cerdeña: a partir del año 640 los árabes se lanzaron a una campaña de conquista desatada. Comenzaron invadiendo el norte de África, en 711 se establecieron en casi toda España y Portugal y desde allí siguieron por Francia y todo lo que se les puso a tiro. No iban a respetar las islas mediterráneas, ¿verdad?

Recién en 827 pudieron hacerse firmes en Sicilia, y esto significó un gran problema para los sardos. Rodeados por un mar árabe en su totalidad, debieron confiar en sus propias fuerzas. El comandante de la guarnición sarda asumió la defensa en 710, cuando comenzaron las primeras incursiones, que devastaron, a lo largo de las décadas, todas las ciudades de la costa de Cerdeña. Los habitantes debieron abandonarlas una a una. Cuando consiguieron reconquistarlas, la unidad política se había perdido: los defensores de las ciudades de Cagliari, Torres, Arborea y Galura se convirtieron en jueces (giudici, reyes sardos, porque en su dialecto judikessignifica rey). De este modo, la fragmentación política siguió a la devastación de la guerra. Ello significó que más tarde, en el siglo XIII, una amarga guerra entre la coalición sardopisana y los genoveses llevó a la destrucción del giudicato de Cagliari. Este era progenovés, pero cayó ante las fuerzas enemigas y se convirtió en una colonia pisana.

Siguieron múltiples vericuetos en que, sucesivamente, varias ciudades sardas se hicieron independientes durante períodos bastante cortos, hasta que en 1323 el reyJaime de Aragón, aliado con uno de esos reinos sardos independientes, ocupó los territorios pisanos de Cagliari y Gallura, organizando el Reino de Córcega y Cerdeña. El mismo duró poco, porque pronto fue incluido en la Corona de Aragón. Así fue que se produjo el fenómeno de la iberización de las ciudades sardas: Alghero, por ejemplo, parece indistinguible – en muchos aspectos- de una ciudad aragonesa o catalana.

Al casarse Fernando de Aragón con Isabel la Católica, hecho fundacional de la moderna corona española unificada, Cerdeña pasó a ser parte de España, no tan sólo de Aragón. Luego de algunos siglos de relativa tranquilidad la isla pasó a manos austríacas como consecuencia de las Guerras de Sucesión. Sucedió en 1708, y en 1717 Felipe V la reconquistó para su trono.

La tanto tiempo postergada «reitalianización» de Cerdeña ocurrió en 1718, cuando el Tratado de Londres la otorgó a los Duques de Saboya, a la sazón príncipes piamonteses.

Finalmente, recién en 1861 el reino piamontés de Cerdeña se integró en forma definitiva al estado italiano unificado.

 

Italianos, piamonteses, españoles, catalanoaragoneses, sardos, genoveses, árabes, bizantinos, vándalos, romanos, cartagineses y fenicios… todos ellos dominaron Cerdeña en uno u otro período de la historia.

Sin embargo, si el lector vuelve su mirada al inicio de este artículo, verá que ni los más antiguos de estos conquistadores históricamente registrados fueron los primeros… «Indígenas». Había indígenas. Antes incluso de los fenicios, Cerdeña estuvo habitada. Quien la recorra hoy, encontrará en la isla más de 8.000 sitios arqueológicos de una misteriosa cultura diferente de todas las demás, que se asentó en esta hermosa isla desde tiempo inmemorial. ¿Quiénes pudieron haber sido estos primeros pobladores?

 

En realidad, no sabemos cómo comenzó el poblamiento de Cerdeña. Lo que sí sabemos es que esta extraña tierra fue una de las primeras partes de Europa en ser poblada. En el año 1979, arqueólogos locales desenterraron restos paleolíticos tempranos (del Paleolítico Inferior, que comenzó hace 2 millones de años), que pueden remontarse a entre unos 500.000 y 150.000 años. Si la primera cifra es correcta, en aquel entonces el hombre como lo conocemos hoy aún no existía (hombre moderno y de Cro-magnon), por lo que esos artefactos sólo pueden deberse a especies humanas extintas como Homo antecessor, H. ergaster (nunca encontrado en Europa), H. habilis (descendiente del Australopitecus y, como tal, nunca hallado en Europa), H. neanderthalensis o su antepasado H. heidelbergensis, H. erectus o a alguna de las especies o subespecies relacionadas con ellos. Lamentablemente, no se han encontrado restos humanos asociados con los artefactos, por lo que, si bien podemos estar seguros de que el ser humano estuvo (en cualquiera de sus avatares) en esta isla desde la mismísima noche de los tiempos, no podemos afirmarde qué especie humana se trató.

Los restos encontrados consisten solamente en herramientas hechas con piedras en forma de tableta, casi todas de gran tamaño.

En el Paleolítico Tardío o Superior (40.000 – 10.000 años), también estuvo poblada Cerdeña, esta vez sí, ya incuestionablemente por hombres modernos o Cro-magnones (H. sapiens sp. sapiens), y los restos de su industria lítica son también muy conocidos.

Lo misterioso es que, teniendo restos arqueológicos tanto del Inferior como del Superior, faltan totalmente los testimonios humanos del Paleolítico Medio. Ello deja un enorme hueco en nuestro conocimiento de la prehistoria sarda, un agujero cronológico que abarca nada menos que 260.000 años (entre 300.000 y 40.000 años atrás). No es minucia, y cabe preguntarse por qué podemos encontrar restos de la actividad humana de medio millón de años pero no de cincuenta mil. ¿Se despobló Cerdeña durante ese período? Esta podría parecer la única hipótesis razonable, aunque es más probable que la suerte no esté acompañando a los arqueólogos en este aspecto, y que los restos aparezcan por allí en el futuro. La realidad es que nadie lo sabe.

Durante muchísimo tiempo se creyó que la vida silvestre fue muy escasa durante el Paleolítico sardo, pero los hallazgos de industria lítica humana contradicen esta visión. ¿De qué pudieron haber vivido los hombres si no había animales en la isla? ¿Exclusivamente de vegetales y peces? Esta hipótesis no parece poder sostenerse por sí misma, por lo que deberíamos aceptar la existencia de especies animales con cuyos restos no nos hemos topado todavía.

 

El Mesolítico sardo, período breve desde el punto de vista histórico, arqueológico y geológico, abarcó apenas cuatro o cinco mil años, desde entre 11.000 y 10.000 años atrás hasta hace 6.000 aproximadamente.

Durante estos tiempos de transición entre el Paleolítico y el Neolítico, el hombre de Cerdeña solamente experimentó nuevas técnicas industriales para el trabajo en piedra y perfeccionó las ya existentes.

No poseemos restos humanos mesolíticos, pero la Cueva de Corbeddu en Oliena alberga, en su nivel C, restos óseos de ciervos que han pasado por un proceso de combustión. Este descubrimiento prueba dos hechos fundamentales: la existencia de venados salvajes para la caza en el Mesolítico, y una población humana que se dedicaba a comerlos cocidos. En apoyo de esta hipótesis vienen numerosos hallazgos de armas de caza hechos en la misma caverna y en el mismo nivel, lo que demuestra que, o bien los hombres vivieron en ella o bien la visitaban consuetudinariamente.

 

Hace unos 8.000 años, ya en pleno Neolítico Inferior, los habitantes de la Cerdeña prehistórica habían desarrollado una avanzada técnica cerámica, que se evidencia en los numerosos restos arqueológicos de la denominada «alfarería cardial» (cardiale). El sistema se basa en realizar dibujos incisos en la arcilla aún blanda, que persisten en la pieza terminada. Los motivos son esencialmente geométricos: triángulos, líneas en zigzag y bandas verticales y horizontales.


Ejemplo de decoración geométrica

El nombre de la técnica proviene de que muchas de estas cerámicas están también decoradas mediante la impresión de la concha del berberecho (llamado cardium).

La primera fase del Neolítico Inferior se conoce como Su Carroppu, una caverna o pequeño refugio ubicado bajo el promontorio rocoso de ese nombre, cercano a la ciudad de Sirri. Su Carroppu ha arrojado una extraordinaria cantidad de hallazgos de este período. Su variedad y abundancia nos brinda una visión más amplia acerca de la vida del hombre de Cerdeña durante los comienzos del paleolítico inferior, por ejemplo sobre su alimentación: además de los ya clásicos restos de ciervo asado, gracias a esta pequeña caverna sabemos que los sardos neolíticos comían también jabalí y Prolagus sardus, un gigantesco ratón sin cola parecido a una gran chinchilla. Llamado «pica sarda», P. sardus se extinguió definitivamente en el siglo XVIII, luego de haber contribuido a la alimentación de la población de Cerdeña durante muchos milenios.


Osamenta de Prolagus sardus

Una representación del animal vivo

En forma similar al lobo marsupial de Tasmania, algunos informes esporádicos manifiestan haber avistado ejemplares de este roedor ya avanzado el siglo XX, pero ninguno de ellos ha podido ser confirmado. De ser ciertos, tal vez podríamos recuperar a este animal – que sólo vivía en Cerdeña y la cercana Córcega-, verdadero pedazo viviente de la prehistoria mediterránea.

Pero Su Carroppu no sólo nos enseña sobre lo que comía el hombre prehistórico de la isla. En la cueva se encontraron dos sepulturas, que demuestran un grado de cultura humana suficiente como para haber desarrollado rituales funerarios. Esto se comprueba porque ambas personas fueron enterradas con ornamentos o posesiones, por ejemplo bellos collares de conchas finamente pulidas y perforadas con hermosa técnica.


Collares y cuentas encontrados en una tumba

El segundo período del Neolítico Inferior se conoce como Cultura de Filestru-Gruta Verde, y corresponde al milenio V a.C. La cultura en cuestión se diferencia claramente de las anteriores y posteriores por el inexplicable hecho de que en ella han desaparecido las hermosas decoraciones de la cerámica. Con todo y ser elegantes, los vasos y ánforas de la Gruta Verde son totalmente lisas. Al parecer, Gruta Verde se desarrolló sólo en la parte norte de la isla, y sus evidencias son muy escasas – si no totalmente inexistentes- en la mitad sur.


El otro aspecto importante de la Cultura de Gruta Verde es la aparición de un impresionante trabajo industrial en obsidiana; esta especie de cristal volcánico produce hermosas piezas cuando se la trabaja con pericia.

Un hecho fundamental es que se han encontrado obsidianas sardas en todo el Mediterráneo: esto puede significar que las culturas neolíticas de la isla desarrollaron una enorme actividad comercial en las costas que los rodeaban por todas partes.

Por otro lado, en las cuevas de la Cultura de Gruta Verde se han encontrado restos de otros alimentos neolíticos, especialmente pasas de uva. Estas, de muy reciente hallazgo, conservaban perfectamente su ADN a pesar de los 7.000 años transcurridos. Se ha estudiado el material genético de estas uvas, que ha demostrado ser el más antiguo y primitivo de todo el Mediterráneo, anterior a la edificación de las pirámides egipcias y los Jardines Colgantes de Babilonia. Es de destacar que el vino más típico de Cerdeña, el cannonau, se sigue elaborando actualmente con este tipo de uva – con el mismo ADN-, por lo que es lícito considerarlo el vino más antiguo de Europa.

 

La agricultura y la ganadería aparecieron en Cerdeña en el estadio siguiente, esto es, el Neolítico Medio, entre 3.800 y 3.200 a.C. En este período los sardos aprendieron a cultivar el trigo y a criar la cabra, liberándose de este modo de la pesada carga de tener que cazar para alimentarse.

Los miembros de la Cultura de Bonuighinu (que así se llama por la cueva del mismo nombre, cerca de Sassari, donde se exhumaron las primeras evidencias) vivían aún en cavernas, pero también sabían construir cabañas y agruparlas en aldeas.

Enterraban a sus muertos en cavernas artificiales – que son muy abundantes en la isla- conocidas como domus de janas («casas de las hadas» ).

Las cerámicas de Bonuighinu son muy especiales: delicadas y elegantes, de formas puras y paredes finas, a veces presentan hermosas decoraciones.

En apariencia, estas gentes adoraron a una especie de figura o deidad femenina, posiblemente relacionada con la fertilidad (grandes pechos, caderas y vientres), cuyas representaciones en hueso, arcilla o piedra se encuentran esparcidas por toda la isla.


«Venus» sarda

La fase siguiente del Neolítico Medio se conoce como Cultura de San Ciriaco (3.400-3.200 a.C.), que avanzó en la técnica cerámica para producir piezas estéticamente perfectas.

 

Poco después de San Ciriaco, el hombre de Cerdeña descubrió la metalurgia: este período se conoce como Calcolítico.

(«piedra y cobre» en griego) o Eneolítico, y es lo que llamamos «Edad del Cobre», porque de este metal se hicieron las primeras herramientas. Contemporáneo a la fundación de las primeras ciudades y posiblemente de la aparición de las lenguas protoindoeuropeas, el Eneolítico Primitivo o Inferior implica a tres culturas en Cerdeña, evidentes a partir de 2.850 a.C: la de Sub-Ozieri, la de Abealzu y la de Filigosa.

La primera de ella elaboraba cerámica pintada con avanzada técnica, mientras que la tercera hacía collares, flechas con punta de obsidiana y bellos artefactos de cobre o plata.

La Cultura de Abealzu no nos ha dejado muchos testimonios, aunque impresionan sus sitios funerarios, decorados con estatuillas femeninas que presentan los brazos cruzados.

El Eneolítico dejó en Cerdeña varias pruebas de la originalidad y avanzado grado cultural de los pueblos que lo habitaron: sorprendentes trípodes de cerámica y multitud de vasos y ánforas, con decoraciones incisas y pintados en blanco y ocre. Los trípodes, tan comunes en Cerdeña, eran totalmente desconocidos para las culturas italianas peninsulares del mismo período. Estos hombres perfeccionaron la manufactura de obsidianas y pedernales, y diseñaron y construyeron gran cantidad de armas avanzadas: arcos y flechas con aletas de plumas para darles dirección, cuchillos afilados y múltiples herramientas para trabajar. Estos artefactos tienen puntos de contacto con otros – contemporáneos- hallados en Asia Menor, lo que nos hace pensar que acaso estos habitantes fueron descendientes de emigrantes llegados del continente.

Construían ya casas sólidas, con cimientos de piedra, vigas de maderas duras y techumbres de paja y hojas, evidenciando también un avance singular en asuntos arquitectónicos.

Más avanzado el Eneolítico, los sardos aprendieron a construir bajo tierra: estas estructuras se denominan hipogeos y fueron comunes entre 2.400 y 2.100 a.C. Los constructores se conocen hoy como Cultura de Monte Claro.


Entrada a un hipogeo de Cerdeña

Hacia el fin del período, florecieron las culturas belicosas en toda Europa Occidental, y Cerdeña no fue la excepción. Estos grupos se caracterizaban por su cerámica en forma de campana, y se cree que venían de Turquía. Llegaron por el oeste hasta España, y posiblemente se hayan asentado en la isla y mezclado con sus pobladores.

Hacia el año 1.800 a.C., Cerdeña ingresó de lleno en la Edad del Bronce, tal vez el período más interesante de la prehistoria europea.

Los primeros metalúrgicos del bronce han sido llamados Cultura de Bonnannaro, porque la primera tumba de este período se descubrió en 1889 en la aldea de ese nombre, cerca de Sassari. Todos sus elementos son similares a los de las culturas precedentes, pero su cerámica es diferente y, por supuesto, comenzaban a trabajar el bronce.

Bastante rústica, la Cultura de Bonnannaro presenta muchos sitios funerario, con domus de janas y cerámicas de material oscuro, casi siempre provistas de asas.

 

Como hemos visto hasta ahora, las culturas sardas siempre se han caracterizado por la heterogeneidad y la falta de unidad. La mayoría han sido distintas entre sí, y uno de los aspectos más importantes para deducir parentescos y relaciones – el lingüístico- nos es completamente desconocido.

Varias teorías han sido propuestas para explicar el origen de la población de Cerdeña: ya hemos mencionado que algunas de las más recientes parecen haber provenido de la Meseta de Anatolia u otras partes del continente asiático. Respecto de las verdaderamente primigenias, se ha hecho notar que ciertas similitudes podrían indicar que los sardos primitivos llegaron a la isla desde España pasando por las Baleares y Córcega. Otros dicen que desde Francia por Córcega, y unos más – aunque con menores fundamentos- postulan que los sardos son descendientes de los italianos prehistóricos.

Sin embargo, ni en Francia, ni en Italia, ni en Mallorca, ni en España, ni en la misma y cercanísima Córcega, se dio una cultura similar a la que llegó después de las que hemos mencionado y que representa la cúspide de las civilizaciones sardas de la prehistoria. Se trata de una de las más misteriosas, avanzadas y desconocidas sociedades humanas de todos los tiempos, y sus logros sorprendentes nos obligan a observarla con más detenimiento: se la conoce como cultura nurágica.

 

El visitante que recorre Cerdeña se sorprende por la cantidad de sitios arqueológicos de la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, y muy especialmente por las torres o fortificaciones que puntean toda la isla y a las que los sardos llaman nuraghi (singular: nuraghe).

El término nuraghe no es ni italiano ni pertenece al dialecto sardo… De hecho no es siquiera indoeuropeo, ni aún protoindoeuropeo. Es una palabrapreindoeuropea, cuyo origen se remonta a tiempos anteriores a la aparición de los primeros conquistadores del Valle del Indo en Europa.


Nuraghe de Orria

Los nuraghi son piezas de arquitectura megalítica absolutamente impresionantes, que comenzaron como en el resto de Europa pero en Cerdeña evolucionaron hasta convertirse en grandiosas obras militares. Las primeras y más primitivas de entre ellas se conocen como protonuraghi, y constan de una plataforma elevada de forma oval, rectangular o circular, donde sus constructores colocaban sus chozas. Cada nuraghe incluía una galería, una o más cámaras y, a veces, una escalera. Las partes interiores de las cámaras desarrollaron ménsulas más tarde, prefigurando su futura evolución a nuraghi verdaderos. Estos son los más representativos de Cerdeña, extraordinariamente numerosos.

La mayoría de estas estructuras eran simples y con una sola torre, aunque muchos recibían el agregado de un «patio de armas» amurallado o incluso una segunda torre.

Hacia 1.200 a.C., algunos se transformaron en recias y verdaderas fortalezas con muchas torres, bastiones interconectados, etc.

El sentido de estas fortificaciones era, según algunos, servir como torres de observación en los límites entre los territorios de diversas tribus rivales. La teoría parece lógica hasta que se compara la población de nuraghi con la superficie de la isla: Cerdeña completa, incluyendo las abruptas montañas del centro, mide sólo 23.800 km2. Si dividimos esta superficie entre los 8.000 nuraghi que existen, resulta que cada torre estaba encargada de vigilar un terreno de más o menos 3 kilómetros cuadrados. Es un territorio más bien exiguo como para requerir de una atalaya hecha de grandes piedras y de trabajosísima construcción. La función no parece justificar el costo humano y económico de repetir ocho mil veces esta agotadora labor. La lógica nos dice que con unas pocas patrullas de hombres armados se hubiesen podido proteger las fronteras igual, y gratis. Es por eso que muchos otros autores expresan, sencillamente, que la función de las ciclópeas torres esdesconocida.


Una teoría improbable: monstruosa torre de piedra para custodiar algunos metros de desierto

Aunque la mayoría de los nuraghi tenían aldeas vecinas, se han encontrado los restos de muchas aldeas nurágicas sin nuraghi. En ciertas comarcas como Dorgali, 67 de los 78 poblados no tenían nuraghe; 7 tenían nuraghi de una torre y 4 de más de una.

Toda aldea (tanto aquí como en cualquier parte) merece que se considere su actividad económica: otro de los grandes misterios nurágicos de Cerdeña consiste en quelos poblados nurágicos casi nunca ofrecen pruebas arqueológicas de economía efectiva.


Nuraghe de Serbissi

La mayoría de las piedras basales de los nuraghi pesan 7 toneladas o más. Hay cientos de ellas en cada nuraghe, y miles de nuraghi en la isla. Es obvio que el ejército de trabajadores necesario para construir semejante estructura debió ser alimentado, vestido y alojado. Todo ello necesita una economía fuerte y floreciente. No hay pruebas de ello. Un guía arqueológico de Cerdeña manifestó al autor de este artículo el mes pasado: «Fueron necesarios 100.000 obreros para construir nuestros 8.000 nuraghi. No hay pruebas de que la economía de Cerdeña haya sido capaz de sustentar jamás esa población». A la pregunta de de dónde procedían los obreros, respondió. «Probablemente los nurágicos importaban mano de obra del África, del Asia Menor o de Francia. Esto tampoco puede demostrarse».

Incluso la importación de albañiles y canteros tiene que haber requerido de una economía compleja y vigorosa. ¿Dónde están las pruebas de que en realidad existió?

En ninguna parte. Tenemos unas pocas uvas, algunos granos de cebada, una o dos almendras, y nada más. Que los nurágicos criaban algunas pocas cabezas de ganado, es cierto, pero no tenemos restos de barbacoa de cordero, sólo de animales de caza. Que no los hayamos descubierto no significa que no existan, pero,hasta donde sabemos, los nurágicos deben haber necesitado un improbable ejército de cazadores para alimentar a los constructores de nuraghi. Si no, ¿por qué encontramos sólo restos carbonizados de cervatillos y no de oveja o cabra?


Reconstrucción de un nuraghe de cuatro torres por el arqueólogo italiano Umberto Badas

Volviendo al tema de la economía, si bien los trabajos en lana, cobre y bronce son evidentes en algunas (menos de diez) aldeas nurágicas y la artesanía en obsidiana estaba ampliamente extendida, todos los expertos están de acuerdo en que es absurdamente excesivo suponer que estas pequeñas «changas» o trabajos puntuales y de poco volumen hayan sido capaces de generar riqueza suficiente como para sostener a esta sorprendente cultura constructora de fortificaciones megalíticas.

La pregunta sigue siendo, pues: ¿de qué vivían? Nadie lo sabe. Y otro misterio: ¿por qué Cerdeña está llena de nuraghi y no hay ninguno en la vecina Córcega?

 

Parece haber habido una fuerte religiosidad en la cultura nurágica. Esta se evidencia en las estatuillas antropomorfas que han sido atribuidas a dioses y diosas. Las estatuas femeninas (casi siempre de bronce, pero también en hueso o piedra) tienden a ser, como hemos dicho, representaciones genésicas o de la fertilidad, ya que la mayoría de ellas parecen embarazadas. Otras estatuillas son filiformes, estilizadas y sumamente delgadas.


En realidad, el rasgo más visible de la espiritualidad de los nurágicos posiblemente sea lo que se conoce como «fuentes sagradas». Toda Cerdeña está llena de ellas, la mayor parte asociadas con aldeas. Casi todas las estatuillas antedichas fueron encontradas junto a estas fuentes, así como joyas y artículos importados. Se ha demostrado (gracias a ciertos historiadores griegos como Estrabón) que algunas de estas fuentes eran para los nurágicos lugares de culto y peregrinación. Indica además en su Geographia que los romanos pronto aprendieron que atacando las aldeas que tenían fuentes y destruyéndolas, minaban en gran medida la moral de las tropas indígenas.


«Fuente sagrada» de Vittoria-Serri

Como haya sido, nos quedan los nuraghi, catalogados hoy como el máximo y más extremo desarrollo de la arquitectura megalítica en el Mediterráneo durante su período.

Nos queda analizar, por último, las resonancias que la cultura nurágica dejó en las demás civilizaciones mediterráneas. Los sardos del período nurágico a menudo visitaban y traficaban con los griegos micénicos, y han dejado, según algunas teorías, una profunda huella en la historia egipcia. Los antiguos papiros mencionan una horrenda invasión de un así llamado grupo de «pueblos del mar», a los que llaman Shardania. Puede que la similitud fonética con Cerdeña no sea casual.

Los griegos llamaban a los sardos Hykhnousa (del griego, «la isla» ) y de allí provino el latín Ichnus, otro nombre romano para Sardinia.

 

Allí quedan, entonces, como centinelas inmemoriales de un pueblo misteriosamente llegado y en forma igualmente misteriosa ido, los grandes e impresionantesnuraghi de Cerdeña, testigos del paso de milenios y cronistas silenciosos que no cuentan sus secretos. Muy pocos de ellos se han excavado científicamente, y es por ello que nos despedimos guardando la esperanza de que futuros investigadores devuelvan, al menos, un poco de voz a esas gentes extraordinarias que hoy se niegan a cantarnos.

http://axxon.com.ar/rev/158/c-158divulgacion.htm

el instituto smithsonian admite haber destruido miles de esqueletos de humanos gigantes a principios del 1900

Institución Smithsonian admite a destruir miles de gigantes esqueletos humanos en principios de 1900

Un fallo de la Corte Suprema de Estados Unidos ha obligado al Instituto Smithsonian liberar los documentos clasificados que datan de la década de 1900 que demuestra que la organización participó en un importante encubrimiento histórico de evidencia que mostraban restos de gigantes humanos en decenas de miles que habían sido descubiertas en todo Estados Unidos y recibieron la orden de ser destruidos por los administradores de alto nivel para proteger la cronología convencional de la evolución humana en el momento.

Las acusaciones se derivan de la Institución Americana de la Arqueología Alternativa (AIAA) que el Instituto Smithsonian había destruido miles de restos de humano gigantes durante los primeros años de 1900. No fue tomada a la ligera por el Smithsonian que respondieron demandando a la organización por difamación y tratando de dañar la reputación de la institución de 168 años de antigüedad.

Durante el juicio, nuevos elementos se sacaron a la luz mientras varios denunciantes del Smithsonian admitieron la existencia de documentos que supuestamente demostraban la destrucción de decenas de miles de esqueletos humanos que alcanzaban entre los 2 metros a 4 metros de altura, “una real arqueología del mainstream no puede admitirlo por diferentes razones”, afirma el portavoz de la AIAA, James Churward.

El punto de inflexión de la causa judicial fue cuando un fémur de un humano de 1,3 metros de largo se mostró como prueba en los tribunales mostrando la existencia de tales huesos de humanos gigantes. La evidencia fue un duro golpe para los abogados del Smithsonian ya que el hueso había sido robado del propio Smithsonian por uno de sus comisarios de alto nivel a mediados de 1930 que había mantenido el hueso durante toda su vida y que había admitido en su lecho de muerte por escrito de las operaciones encubiertas del Smithsonian.

Un fémur de un humano gigante descubierto en Ohio en 2011 por la Asociación Americana de la Arqueología Alternativa, similar a la evidencia presentada en la corte.

“Es una cosa terrible lo que se está haciendo al pueblo estadounidense”, escribió en la carta. “Estamos escondiendo la verdad acerca de los antepasados de la humanidad, nuestros antepasados, los gigantes que poblaban la Tierra como se recuerda en la Biblia y los textos antiguos del mundo”.

La Corte Suprema de los Estados Unidos ha obligado a la Institución Smithsonian, a publicar la información clasificada sobre cualquier cosa relacionada con la “destrucción de pruebas relacionadas con la cultura de constructores de montículos” y elementos “en relación con los esqueletos humanos de mayor altura de lo habitual”.

“La publicación de estos documentos ayudará a los arqueólogos e historiadores a re-evaluar las teorías actuales sobre la evolución humana y nos ayudan a una mayor comprensión de la cultura de los constructores de montículos en América y alrededor del mundo”, explica el director AIAA, Hans Guttenberg.

“Finalmente, después de más de un siglo de mentiras, la verdad acerca de nuestros antepasados gigantes se revelara al mundo”, reconoce, visiblemente satisfecho por la decisión de la corte.

Los documentos se han programado para ser publicados en el 2015 y la operación será coordinada por una organización científica independiente para asegurar la neutralidad política.

los esqueletos desaparecidos de la antigua raza de gigantes que gobernaron américa

 Los esqueletos desaparecidos de la antigua raza de gigantes que gobernaron América

Existen descubrimientos que, por motivos no del todo claras, se almacenan en el olvido del conocimiento humano. Estos hallazgos pueden arrojar luz sobre el pasado lejano de la humanidad, sin embargo, están envuelta en niebla y con muchas líneas de tiempo contradictorias.

La siguiente historia parece añadir un elemento importante a la teoría de que, en un tiempo remoto, una raza de hombres gigantes habitaban el planeta Tierra. Una peculiar historia que se produjo hace un siglo, una historia que por un lado confirma la existencia de gigantes y, por otro lado, podría erosionar el sentimiento de muchos, según la cual existiría una arqueología prohibida el cual archivo el incómodo descubrimiento que podría revelar a la humanidad la verdadera historia de su evolución.

En mayo de 1912 un equipo de arqueólogos del Beloit College en los EE.UU., en una excavación realizada en el lago Delavan en Wisconsin, trajo a la vida a más de doscientos montículos efigies que fueron considerados – como un ejemplo clásico de la cultura Woodland, una cultura que se cree prehistórico americano que se remonta al primer milenio antes de Cristo.

Diversos estilos de montículos para fines ceremoniales, residenciales o de enterramientos fueron encontrados en Norteamerica escondiendo en ellos un gigantesco secreto.

Pero lo que sorprendió a algunos los investigadores fue el descubrimiento de 18 esqueletos de tamaño enorme y cráneos alargados, descubríeron que no encajaba en absoluto con las nociones clásicas que figuran en los libros de texto. Los esqueletos eran realmente enorme y, aunque tenían rasgos humanos, no podían pertenecer a los seres humanos normales.

 

La noticia tuvo un gran eco y causo un gran revuelo, tanto es así que el New York Times informó de la noticia en sus páginas. Tal vez, en esos días, había mas libertad y menos miedo de los descubrimientos que pueden cambiar las creencias científicas bien establecidas basadas únicamente en teorías. Así escribe el columnista del artículo del New York Times publicado 04 de mayo 1912.

“El descubrimiento de varios esqueletos humanos mientras se escavaba una colina en el Lago Delevan indica que una raza de hombres hasta ahora desconocida una vez habito en el sur de Wisconsin. [ … ]. Las cabezas, presumiblemente de estos hombres, son mucho más grandes que las cabezas de cualquier raza que habita America hoy en día.

El cráneo parece estirarse hacia atras inmediatamente encima de las cuencas de los ojos y los huesos de la nariz sobresale muy por encima de los pómulos. Las mandíbulas parecen ser largo y puntiagudos [ … ].”

New York Times, 1912.

La descripción de los cráneos proporcionadas por el New York Times, recuerda mucho a la forma de los esqueletos que pertenecen a la recientemente descubierta en un antiguo enterramiento en México con la diferencia que aquí estamos tratando con individuos más altos de tres metros . ¿Quiénes eran ellos, y por qué no hay ni rastro en la historia oficial que nos enseñaron en la escuela?

¿Estos gigantes humanos vivieron en nuestro planeta, y en cualquier caso, pertenecen a la raza humana? ¿Esto puede ser un antiguo asentamiento de los antiguos humanos, sobrevivientes de la tragedia de la Atlántida? ¿O, fueron seres de otros mundos que corrobora la teoría de los antiguos astronautas? Es difícil de decir.

 Los esqueletos desaparecidos de la antigua raza de gigantes que gobernaron América
Varios hallazgos de una raza de gigantes fueron reportados en América del Norte. Ellos parecen haber sido de características enormes, pelirrojos, y a menudo han tenido cráneos alargados, tal vez incluso cuernos.

150 años de descubrimientos

Estos esqueletos de los gigantes del Lago Delevan no eran una novedad en la arqueología americana. Urgando en las barras laterales de los periódicos locales, parece que el hallazgo de Wisconsin es sólo uno de docenas de hallazgos similares reportados por los periódicos locales. El primer archivo de noticias se remonta a 1856 reportados en un artículo de fecha 21 de noviembre del mismo New York Times.

“Hace un par de días, algunos trabajadores han descubierto en el sótano del viñedo Wickan del sheriff, en el este de Wheeling, Illinois, un esqueleto humano. Algo en ruinas, era difícil identificar la posición de los huesos, que parecen tener la longitud del cuerpo humano normal en su posición original. Lo que más impresionó al sheriff y a los trabajadores eran del tamaño del esqueleto, que asciende a unos once pies (tres metros y medio)! Tenía la mandíbula y los dientes casi tan grandes como los de un caballo.”

New York Times, 1856.

12 años más tarde, en 1868, el día de Navidad, el NYT da otra noticia de gigantes. Algunos trabajadores de la compañía Sank Rapid Water Power se dedicaban a las excavaciones para la construcción de una presa para la creación de energía hidroeléctrica a lo largo del río Mississippi. Durante el trabajo, los trabajadores desenterraron los restos de un esqueleto humano incrustado en una gigantesca roca de granito.

“La tumba era de unos 3.6 metros de largo, 1.2 metros de ancho y 1 metros de profundidad. Los restos del humano gigante estan completamente petrificado. La cabeza es masiva, las medidas de 80 centimetros de circunferencia, pero con una frente muy baja, y muy plana en la parte superior. La altura total del misterioso individuo es de igual a unos 3 metros con 40 centímetros”.

New York Times, 1868.

El 8 de septiembre de 1871, el New York Times informa la noticia de otros esqueletos gigantes descubiertos durante los trabajos de excavación en Petersburg, Virginia.

“Los trabajadores que participan en los trabajos de la vía férrea, se encontraron con una tumba que contenía los esqueletos de los que se cree fueron los nativos americanos de una época pasada y una raza humana perdida y olvidada. Los cuerpos exhumados eran de formación extraña y notable. [ … ] . El fémur es mucho más largo que el de los individuos humanos normales, la estatura del cuerpo que es, probablemente, tan grande como 2.5 metros y 3 metros”.

New York Times, 1871.

El 10 de agosto de 1880, el artículo del NYT menciona la información del Harrisburg (Penn) Telegraph, en el que muestra un extracto de un informe preparado el 24 de mayo 1798 por el juez Atlee siguendo un extraño descubrimiento.

“… estando en Hanover en compañía con el jefe McKean, el juez Bryan, Mr. Burd, y otros, caballeros respetables, nos fuimos a la propiedad del señor Neese, donde nos mostraron el lugar cerca de su casa hace varios años en los que se encontraron dos esqueletos humanos. Los esqueletos tenian alrededor de 2.5 metros de largo”.

New York Times, 1880.

El 25 de mayo 1882 NYT informa la noticia de un descubrimiento en St. Paul, Minnesota.

“Un esqueleto de dimensiones heroicas y forma singular fue descubierta durante la excavación de una colina en el valle del río Rojo. […. ]. El cráneo en cuestión era el único perfecto, y cerca de él se encontraron algunos huesos del cuerpo anormalmente grandes. el hombre que lo llevó era, evidentemente, un gigante.”

New York Times, 1882.

El 20 de diciembre de 1897, el New York Times informa el primer descubrimiento de los gigantes que tuvieron lugar en Wisconsin, cerca de Maple Creek. Se descubrieron tres colinas funeral, una de las cuales estaba abierta, dejando al descubierto el misterioso y su contenido: el esqueleto de un hombre gigante. La estatura del ser era casi de tres metros, y su casi perfecto estado de conservación.

El 11 de febrero 1902 se muestra la noticia de una expedición arqueológica en un sitio en Nuevo México, donde se encontraron algunos esqueletos humanos gigantes.

“Debido al descubrimiento de los restos de una raza de gigantes en Guadalupe, anticuarios y arqueólogos están preparando una adicional expedición para explorar la región. Esta determinación se basa en la emoción que existe entre la gente de un ámbito del país cerca de Mesa Rico, a unos 200 km al sureste de Las Vegas, donde se ha descubierto un antiguo cementerio que ha dado esqueletos de enormes dimensiones.

Luiciana Quintana, en cuyo rancho el lote del antiguo cementerio se encuentra, descubrió dos piedras que llevaban curiosas inscripciones, y debajo de ellos fueron encontrados en las excavaciones de poca profundidad los huesos de un armazón que no podría haber sido de al menos de 3,6 metros de longitud. Los hombres que abrieron la tumba dicen que el antebrazo era de 1,2 metros de largo y que una mandíbula muy bien conservada de los dientes inferiores iban desde el tamaño de una nuez de nogal a la de la más grande nuez en tamaño.

Quintana, quien ha descubierto muchos otros lugares de enterramiento, expresa la opinión de que tal vez se encuentren miles de esqueletos de una raza de gigantes hace mucho tiempo extinta. Esta suposición se basa en las tradiciones transmitidas desde principios de la invasión española que han detallado el conocimiento de la existencia de una raza de gigantes que habitaron las llanuras de lo que hoy es el este de Nuevo México. Leyendas de los indios y los tallados también en la misma sección indican la existencia de tal raza.

New York Times, 1902.

Pero el New York Times no es el único periódico que lidio con los gigantes. Algunos periódicos informaron de la noticia de los gigantes del siglo como Sun, 1893, New Age Magazine en 1913, Popular Science en 1932, el San Antonio Express 1940.

 Los esqueletos desaparecidos de la antigua raza de gigantes que gobernaron América

James Vieira, un investigador independiente, desde hace casi veinte años, y antes de la llegada de Internet, a recopilado miles de referencias e informes de prensa sobre los hallazgos de los gigantes, en lo profundo de los archivos del New York Times, Smithsonian Ethnology Reports, American Antiquarian, y la revista Scientific American, descubriendo que la mayoría de estos hallazgos es prácticamente oculto a la opinión pública.

Entre los descubrimientos notables de Vieira, hay una foto desenterrado en los archivos de los Reportes Etnológico del Smithsonian, tomada durante una conferencia del prof. McGee, en el que se ve un esqueleto de estatura gigante de cerca de 2.5 metros de altura, y que luego fue vendido al Institución Smithsonian.

El gigante fue encontrado en una cueva cerca de San Diego, California, por un grupo de buscadores de oro, de acuerdo con el expositor. Sobre la cabeza, habían restos de una capucha de cuero que parecía haber sido parte de una mortaja. El alargado cuerpo demacrado se irguió en un gran ataúd estrecho de tres metros de largo. Un pedazo de la piel seca del gigante se retiró y cuando se probó en el laboratorio químico del Smithsonian concluyeron de que estaba hecha de gelatina. El expositor engañado acordó la venta por unos $500 al Instituto Smithsonian que después de comprarlo esmeradamente lo perdieron.

 Los esqueletos desaparecidos de la antigua raza de gigantes que gobernaron América
El profesor McGee del Smithsonian se muestra a la izquierda del gigante, acompañado por el expositor a la derecha que fue perfectamente inocente del fraude.

El denominado gigante de San Diego pertenecería a la llamada cultura de Mounds Builders (literalmente constructores de montículos), un antiguo pueblo de América del Norte que vivió hace unos 5000 años, en un período anterior de la historia del Antiguo Egipto y todas sus dinastías.

Según los teóricos de la conspiración, el Institución Smithsonian compro los esqueletos con la intensión de evitar el conocimiento del público. Pero ¿por qué? ¿por qué debería haber un encubrimiento masivo de todos estos descubrimientos?

Según Vieira, el razonamiento es muy simple: la necesidad de mantener como valida la teoría de la evolución de Darwin, lo que explica muy bien la evolución normal de todos los seres vivos, incluidos los seres humanos, a partir de formas simples a formas más complejas.

El problema es que estos esqueletos, en relación con el ser humano, no obstante, muestran una involución, ya que la complejidad de los fósiles gigantes encontrados es particularmente evidente. ¿Cómo colocar a estos gigantes humanos en la escala de la evolución humana? ¿Esto puede ser suficiente motivación para eliminar los artefactos que podrían arrojar luz sobre el pasado distante del hombre?

Según los teóricos de los Antiguos Humanos residentes de la mítica Atlántida fueron los famosos gigantes que también se mencionan en la Biblia, como Sanson y Goliat. Algunos sobrevivientes de la destrucción de la antigua civilización de la Atlántida podrían entonces haber preparado el escenario para la creación de nuestra especie y nuestra civilización. Tal vez esta es la historia que desean mantener oculta ¿Y por qué? ¿Quizas por qué el evento catastrófico que destruyó la Atlántida podría destruirnos, tarde o temprano, también?

En el análisis final, hay los que asumen que los esqueletos gigantes no pertenecen a la especie humana, sino que son los cuerpos de los Antiguos Astronautas que habitaron nuestro planeta. En este sentido, el encubrimiento sería atribuible a una estrategia más amplia que quiere ocultar la existencia de extraterrestres a la humanidad. Sin embargo, uno de los gigantes, tales como el de la Atlántida, por una razón u otra, sigue siendo tema tabú para la comunidad científica.

https://exociencias.wordpress.com

Por qué es cada vez más difícil resolver el rompecabezas de la evolución humana

Esqueleto de Homo naledi. Lee Roger Berger
Sabemos que el ser humano nació en el este de África, entre Etiopía y Kenia. Sabemos que hace unos 2,5 millones de años surgió el primero de nuestro género, el Homo habilis, llamado así porque era capaz de trabajar la piedra para fabricar herramientas. Sabemos que algo más tarde, en torno a dos millones de años atrás, éste engendró otra especie más parecida a nosotros llamada Homo erectus que se dispersó desde África a Eurasia. Sabemos que un pariente de éste, Homo ergaster, fue el que hace un millón de años originó en África otra especie llamada Homo antecessor que emigró a Europa y Asia, aunque hasta ahora sólo se ha hallado en la sierra burgalesa de Atapuerca. El antecessor, a su vez, se dividió en dos ramas, una que daría lugar al Homo heidelbergensis y posteriormente a los neandertales, y otra a la cual tenemos que agradecer nuestra presencia en este planeta.
Pero ¿sabemos todo esto? Mirémoslo de esta otra manera: el Homo habilis en realidad no existe, sino que era un australopiteco. O sí existió, pero no era el padre del Homo erectus, sino que él mismo era un Homo erectus, o un linaje separado que coexistió con éste. De hecho, el Homo erectus nació en Asia, no en África, y en realidad el Homo ergaster no era tal, sino simplemente un erectus africano antepasado nuestro. Y el antecessor tampoco es el padre del heidelbergensis, sino su hermano, ambos hijos del ergaster. Esto si realmente ambos no eran una sola especie, o si el heidelbergensis no era sino un erectus y a su vez el ancestro común de humanos y neandertales.
Y si quieren más, aún hay más. Éstas son sólo algunas de las hipótesis sobre la evolución huamana que circulan en la comunidad científica; muchas de ellas alternativas, a menudo contradictorias. En una ocasión, este periodista preguntó a la paleoantropólogaMeave Leakey (derecha), perteneciente a la reputada saga científica anglo-keniana fundada por sus suegros Louis y Mary Leakey, para cuándo tendríamos un dibujo claro de la evolución humana.
Ésta fue su respuesta: «En los próximos 100 años, o así».
La paleoantropología es, a ojos de los profanos, lo más parecido a un carajal científico en el que continuamente parece que se esté reescribiendo la historia de nuestros ancestros. Pero ¿realmente es así? El experto en ADN antiguo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania),Matthias Meyer (izquierda), niega la mayor, devolviendo la pelota a la prensa: «Eso de reescribir la historia evolutiva es una frase reservada a los periodistas cuando describen casi cualquier cosa que se publica sobre la evolución humana», escribe en un correo electrónico a EL ESPAÑOL, y remata su aseveración con un emoticono de guiño y sonrisa.

LA PISTA DE ATAPUERCA

Meyer es el artífice de una reciente proeza tecnológica: secuenciar el ADN de núcleo celular má… jamás obtenido, de hace 430.000 años. El origen del material es la Sima de los Huesos de Atapuerca, un lugar que pasaba por ser un cementerio de heidelbergensis. Pero según el estudio  publicado esta semana en Nature, no es así: los donantes de aquellos restos eran neandertales. Arcaicos, pero neandertales. Para Meyer, el resultado cuadra: «Los resultados genéticos de la Sima de los Huesos encajan bastante bien con su morfología, así que desde esta perspectiva no hay necesidad dereescribir la historia evolutiva humana», dice.
Pero, de hecho, la conclusión mueve piezas. Si ya había neandertales hace 430.000 años, significa que el momento de la separación entre su linaje y el nuestro fue anterior; entre 550.000 y 765.000 años atrás, calculan los científicos. El problema es que entonces este ancestro común parece demasiado viejo para ser un heidelbergensis. ¿Quién era entonces? Meyer insinúa: «El antecessor es muy interesante. Podría estar en la época adecuada». Esto otorgaría a la especie de Atapuerca un papel central en la evolución humana (derecha)
Lo curioso es que hace tres años Meyer y sus colaboradores se hicieron con el genoma mitocondrial, el que se transmite solo por línea materna, de los restos de la Sima de los Huesos. Y aquel ADN reveló algo insólito: los muertos de aquel agujero en la sierra de Burgos eran parientes de un grupo aún borroso, hallado en 2010 en una cueva de Siberia y conocido como losDenisovanos. A raíz del descubrimiento, el codirector de Atapuerca, Juan-Luis Arsuagadijo al divulgador científicoCarl Zimmer para el New York Times«Ahora tendremos que repensar toda la historia».
Y después de repensar, habrá que reescribir, ¿no?
Los Denisovanos son una de las piezas que no acaba de encajar fácilmente en el puzle de la evolución humana. Aún no se ha podido establecer su identidad, por lo que no han sido asignados a una especie concreta, nueva ni conocida. Se sabe que ya existían hace al menos 110.000 años y que continuaban vivos y coleando hace 50.000, puede que menos. A quien más se parece su ADN, que hoy persiste en los aborígenes de Australasia, es a los neandertales. Pero parecen tan diversos y promiscuamente mezclados con neandertales, humanos antiguos, modernos y puede que otros, que el genetista evolutivo Mark Thomas comparó aquella época prehistórica con «un mundo tipo el de ‘El señor de los anillos'».

PIEZAS SUELTAS

Una de las más famosas y singulares de estas piezas sueltas es el Homo floresiensis, hallado en 2003 en la Isla de Flores, en Indonesia. En la línea de lo sugerido por Thomas, esta especie se conoce popularmente como el hobbit, debido a su estatura de poco más de un metro. Sus descubridores, los australianos Mike Morwood (izquierda) y Peter Brown (derecha), lo situaron como un descendiente enano del Homo erectus, o tal vez el heredero de una especie ya de por sí pequeñita, como un australopiteco o un habilis. Pero lo más sorprendente de los seres de Flores es que existieron al menos hasta hace unos 18.000 años; ayer mismo, en tiempo evolutivo. El hobbit resultaba tan extravagante que algunos científicos no lo aceptaron, proponiendo en su lugar que se trataba de un humano moderno con deformidades.
Pero los paleoantropólogos no solo disienten, sino que a veces tienden a hacerlo en un tono no precisamente cordial. A preguntas de EL ESPAÑOL, Brown se refiere a quienes niegan la existencia del Homo floresiensis como «científicos». Lo cual no tendría nada de particular, si no fuera porque él lo escribe precisamente así, entre comillas. «Toda esa gente tenía experiencia muy limitada con huesos fósiles y con las variaciones esqueléticas en humanos modernos».«No todos los científicos ni toda la ciencia son de la misma calidad», dispara Brown.
También de Asia, pero del interior del continente, llega otro sorprendente hallazgo. Un trabajo dirigido por el australiano Darren Curnoe  de la Universidad de Nueva Gales del Sur, y el chino Xueping Ji, del Instituto de Reliquias Culturales y Arqueología de Yunnan, ha descrito restos hallados en las cuevas chinas de Longlin y Maludong que sugieren la existencia de una población humana arcaica hasta hace solo 14.000 años. Esta es la datación de un fémur que se asemeja al de los primeros Homo como el habilis o el erectus.
Pero Curnoe y Ji han hallado también un cráneo de hace sólo 10.500 años que aúna rasgos primitivos y otros similares a los nuestros, lo que sugiere un híbrido entre sapiens y esa ignota población antigua, a la que sus descubridores han denominado Hombres de la cueva del ciervo rojo.
Foto: Darren Curnoe (izquierda) y Ju Xueping estudiando el cráneo de Longlin (un enclave cercano a Maludong) cercana a en 2010.
Tanto Curnoe como otros expertos piensan que aquellos cavernícolas que cocinaban ciervos podrían ser Denisovanos, o cruces entre éstos y humanos modernos. «Pero todavía no estamos seguros; es demasiado pronto para decirlo», señala el científico a EL ESPAÑOL. Por el momento los intentos de extraer ADN de estos restos han sido infructuosos. «Pero no nos damos por vencidos y esperamos intentarlo de nuevo este año», dice Curnoe. Por su parte, Brown parece tener claro quiénes eran los hombres de aquellas cuevas: «Son sólo humanos modernos normales. No es importante», zanja.

UN ÁRBOL CADA VEZ MÁS FRONDOSO

Las notas discordantes se remontan aún más atrás en la evolución humana. El pasado año, un equipo surafricano encontró lo que parece ser un nuevo humano primitivo, el Homo naledi. Aún no ha podido datarse, pero si su mezcla de rasgos de australopiteco y de Homo corresponde a un eslabón perdido y ahora encontrado entre ambos, podría desplazar el origen de nuestra especie desde el este al sur de África. Si no fuera, claro, porque también en 2015 se descubrió unposible nuevo miembro de nuestro género en Etiopía que bate todos los récords de antigüedad de los Homo, con 2,8 millones de años.
El corresponsable de este último hallazgo, Brian Villmoare, de la Universidad de Nevada en Las Vegas (EEUU), comenta a este diario que aún es pronto para reconocer a este pionero de nuestro género. «Tendremos que esperar a nuevos descubrimientos, ¡y estamos trabajando en ello!», insinúa. Pero hay algo que Villmoare sí tiene claro, y es que nuestro presunto antepasado surafricano no es nuestro antepasado: «Es improbable que el Homo naledi tenga nada que ver con la ascendencia de los Homo, porque su anatomía se parece más a grupos más recientes».

Brian Villmoare con una mandíbula de 2,8 millones de años. Aaron Mayes UNLV Photo Services
«Es cierto que algunos hallazgos inesperados están obligando a los científicos a reconsiderar ideas previas», razona Villmoare; «el árbol es frondoso, y cada vez más». Pero con cada reconsideración no parece que el panorama de aquella Tierra Media se vaya aclarando, ni que los paleoantropólogos acaben de ponerse de acuerdo. Salvo en una cosa: el proceso de la evolución humana es algo mucho más complejo de lo que se sospechaba sólo a comienzos de este siglo, «con casi 25 especies en los últimos seis o siete millones de años», resume Villmoare.
Y, hasta hace muy poco, algunas de esas diversas especies humanas han convivido en este planeta, probablemente batallando entre ellas y comiéndose unas a otras, pero también compartiendo cama, o más bien suelo de cueva. «Es un momento emocionante para estudiar la evolución humana», concluye Curnoe. Lo malo es que, si Meave Leakey estaba en lo cierto, ninguno de los presentes viviremos para ver en qué acaba todo esto.
articulo publicado en…http://terraeantiqvae.com/profiles/blogs/por-que-es-cada-vez-mas-dificil-resolver-el-rompecabezas-de-la-ev#.VvDfuuLhC70