Marduk era conocido como el gran señor, era el dios de la guerra que acompañaba a los jefes militares del imperio y les entregaba la victoria. Su animal sagrado era el dragón Sirrush que había vencido a la diosa Tiamar. Su templo, el esagila, era un zigurat, una alta torre que sirvió de base para la leyenda bíblica de la torre de Babel.
Marduk era el dios del orden de opresión de los cielos y de la tierra. Y se convertía luego en el dios de la paz que imponía el silencio y la resignación sobre los pueblos derrotados. La guerra y la paz era el teatro de operaciones de esta divinidad enigmática que protegía a los poderosos.
Marduk era la divinidad suprema, gobernaba las vidas y haciendas de los pueblos que habitaban el valle del Eufrates y del Tigris, en el actual Irak. Era el dios de la tierra de los dos ríos, llamada Mesopotamia. Era una deidad solar, similar a la deidad Ra, en Egipto. Vigilaba la suerte de los poderosos y despreciaba la vida de los humildes.
En esta región tuvieron lugar importantes procesos de producción de pensamiento religioso, que luego influyeron sobre otras culturas, incluida la hebrea, y posteriormente la cristiana. Estos procesos estuvieron vinculados con el desarrollo
de distintos proyectos imperiales, en diversas épocas tales como la sumeria, acadia, mesopotámica, asiria y caldea.
Una de las ideas religiosas fundamentales derivadas de Mesopotamia, es la relativa al pecado original, que explica y justifica la situación de opresión en que viven los
pueblos sometidos a los imperios. Sostiene esta tesis que los seres humanos somos prisioneros de una naturaleza que nos empuja permanentemente al pecado.
Una nación que vivió hace 5,500 años
Estamos reflexionando sobre una civilización que junto con la egipcia son las cunas de la humanidad. Estamos escribiendo de una nación que vivió hace 3,500 años antes de Cristo. Era una civilización guerrera que vivía del tributo de los pueblos conquistados y poseía una cultura fatalista, todo estaba determinado por el juego de los astros en el cielo. Nada podía cambiar.
Nada podía hacerse para torcer el rumbo de los planetas. Los planetas estaban al servicio de los reyes en la tierra y de los dioses en el cielo. El brillo de los planetas ocultaba los sufrimientos de los oprimidos. Las estrellas pretendían borrar las huellas de la lucha de clases.
Marduk gobernaba los cielos y la tierra junto con su esposa Ishtar. Ishtar era la gran diosa madre, la diosa de la naturaleza, de la fuerza de la vida, de la fertilidad, de la primavera, de los ríos, del matrimonio y del destino, de la tormenta y también de la guerra, del amor y de la solidaridad. Su animal sagrado era el león. Los sumerios la habían llamado Innana. Ante de las batallas Ishtar se aparecía al ejercito asirio vestida para la guerra, con arco y flechas, para animarlos a conquistar la victoria.
Un personaje interesante del panteón mesopotámico es Nanshe, la diosa de la justicia, que se compadece de los pobres, especialmente de las viudas y los huérfanos. Un himno dedicado a esta diosa expresa que:
la que conoce al huérfano, la que conoce a la viuda,
la que conoce la opresión del hombre por el hombre,
la que es la madre del huérfano, Nanshe se cuida de la viuda,
hace que se administre la justicia al más pobre,
ella es la reina que atrae al refugiado a su regazo,
y la que encuentra un refugio para el débil…
Los sumerios
Estas divinidades religiosas fueron formándose al calor del surgimiento de los imperios de Mesopotamia. En la época de los sumerios, la cultura inicial, la capital era Ur, el sitio desde donde Abraham emprende su odisea hacia la tierra prometida. Una de las primeras ciudades de la historia de la humanidad. Los sumerios junto con los egipcios, inventaron la rueda, la escritura, la agricultura, los tejidos y el uso de los metales. Sus dioses eran Shamash y Enlil. Los sumerios consideraban que el mundo fue creado en siete días.
El número siete se debe a que los astrónomos sumerios habían identificado siete cuerpos celestes, aparte de las estrellas: el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Estos astros eran divinidades que determinaban la vida de los humanos. El destino de una persona dependía fuertemente del astro dominante el día y la hora de su nacimiento. Cada día se nombraba según el astro que dominaba en su primera hora, y así surgió la división del tiempo en semanas de siete días.
Los sumerios que escribían en tablas de barro, nos heredaron la historia de Gilgamesh, un rey aventurero que va en búsqueda de la planta de la eterna juventud para lograr la inmortalidad. Gilgamesh tiene toda la sabiduría y construye la ciudad de Uruk, asimismo él narra la historia de un diluvio universal que luego sirve de base para el que conocemos en el Genesis.
Los acadios
Posteriormente, el rey semítico de la ciudad de Kish, adoptó el nombre de Sargón, que significa “Rey legítimo”. Y construyó una nueva capital que llamó Acad. Desde allí inició campañas militares contra ciudades de los sumerios, que ampliaron su reinado hasta convertirlo en un imperio, que incluía toda Sumer y el reino de Elam.
Diversos historiadores consideran al imperio acadio como el primer imperio histórico, ya que dominó y ocupó militarmente a otros pueblos. Sargón estableció un imperio cruel y represivo que levantó muchas insurrecciones populares, que fueron sofocadas a sangre y fuego. Instituyó el acadio como la lengua oficial del imperio, con lo que desplazó al sumerio.
La conquista brutal que realizaron los acadios sobre los pueblos sumerios generó una gran confusión entre estos, ya que los acadios hablaban una lengua semita que nadie entendía pero que estaban obligados a aprender. En el imaginario popular surgió la explicación que esta invasión era un castigo de los dioses por su desobediencia.
Y surgió la leyenda que hubo un tiempo en que todos hablaban la misma lengua, o sea el sumerio, pero que un día los dioses los castigaron obligándolos a hablar dos lenguas (el sumerio y el acadio). Y esto lo relacionaban con la construcción de los zigurats, edificaciones para acercarse al cielo que provocaron la cólera de los dioses por este atrevimiento de los humanos. Los dioses castigaron esta osadía con la confusión de las lenguas. Y esto lo colocaron antes del diluvio, como medida de salvación por si acaso los dioses pensaban en realizar otra hecatombe.
Hammurabi y los antiguos babilonios
Los acadios fueron reemplazados por los amoritas. Entre los amoritas sobresalió Hammurabi como gobernante sabio que codificó la legislación de su época e inició el imperio babilónico. El reinado de Hammurabi se vincula a la ciudad de Babilonia que pasó a convertirse en al capital del imperio así como Marduk pasó a ser el dios supremo. Estos antiguos babilonios consideraban a su ciudad como el ombligo del mundo. La lengua babilonia sustituyó al acadio como la lingua franca aceptada en el comercio y la diplomacia en esta región.
“Para que el fuerte no dañe al débil, para hacer justicia al huérfano y a la viuda, el rey Hammurabi de Babilonia ha escrito sus preciosas palabras en una estela…”así inicia el famoso Código de este monarca babilónico. Se considera que fue Shamash el que dictó estas 282 leyes a Hammurabi. Babilonia es para esta época tanto una sociedad esclavista como un imperio. Esta ciudad fue adonde fueron llevados cautivos los judíos y muchos otros pueblos del Oriente Medio. En Babilonia, luchaban los awilu, los amos, contra los wardu, los esclavos.
Los asirios y Nínive
En este mismo territorio, los asirios construyeron un imperio que sembró el terror
EL ARCA DE LOS DIOSES