Archivo por días: septiembre 17, 2016

¿Por qué no se hacen ensayos en personas con la planta artemisia, efectiva contra la malaria?

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Hay temas que por desgracia son recurrentes. La malaria es una enfermedad que afecta a millones de personas, sobre todo en África y sobre todo pobres. La buena noticia es que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) están reduciéndose las muertes y los nuevos casos pero en 2015 murieron 400.000 personas por ello. Una planta puede prevenir y curar la enfermedad pero NO se contempla su uso. Existe un fármaco pero es caro y a la vacuna se la espera pero no llega.

Los datos de la OMS son claros: 400.000 muertes por malaria el año pasado y 214 millones de nuevos casos. Este organismo tiene un plan de combate milmillonario para los próximos lustros.

A día de hoy todo lo que se oferta como tratamiento de la malaria y sólo sirve para quien ya tiene la enfermedad, no para prevenir la enfermedad, es un medicamento que combina lumefantrina con extracto de una planta, Artemisia annua, una especie de ajenjo que crece en todo el mundo.

El nombre genérico del fármaco es Coartem y está fabricado por la farmacéutica Novartis. Se considera un tratamiento muy efectivo pero hay que tener en cuenta que como casi todos los medicamentos puede ofrecer también reacciones adversas graves. Y su precio es prohibitivo para el común de los ciudadanos africanos (entre 20 y 50 euros dependiendo de la zona).coartem

En 1971, el año de mi nacimiento por cierto, los científicos demostraron que los extractos de artemisia eran antimalaria. Esta planta también tiene efecto antineoplásico.

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ROMANOS EN EL ANTIGUO ECUADOR

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Hasta hace unos años, hablar de la posibilidad de que pueblos de otros continentes pudieran haber llegado a América, resultaba para los investigadores un tema tabú. Se decía que no había pruebas suficientes, y que el desarrollo tecnológico para la navegación de aquella época era limitado.
Sin embargo, el tiempo se ha encargado de revelar los secretos que se necesitaban para comprender, que sí pudieron llegar navegantes de otros lugares a nuestro continente antes de Cristóbal Colón.
Entre estos pueblos podemos mencionar a los romanos. Los modernos investigadores han dado más consideración a la capacidad de este pueblo en la navegación por mar. Antes se pensaba que los romanos no poseían una sólida tecnología naval. Sin embargo, descubrimientos de objetos romanos encontrados en distintos lugares de América, demuestran que los romanos más de una vez remontaron los océanos Atlántico y Pacífico en sus embarcaciones. Así tenemos algunos ejemplos de importantes hallazgos.
El investigador ruso Valeri Guliayev, que es muy escrupuloso a la hora de dar credibilidad a ciertos testimonios de descubrimientos de objetos romanos en América, acepta favorablemente el hallazgo de una estatuilla de barro cocido de 2,5 cm. de diámetro, que representaba a un ser barbado que llevaba un gorrito cónico semejante a los bufones. Este descubrimiento lo hizo el arqueólogo mexicano José García Payón en 1933, en un antiguo asentamiento indio en el Valle de Toluca, bajo tres capas intactas de suelo de arcilla de un edificio, dentro de una sepultura azteca del siglo XIII.
En 1939, algunos arqueólogos europeos conocieron del hallazgo, y fueron ellos los que ayudaron a descifrar el origen de la misteriosa estatuilla. Eran fabricadas por los romanos del siglo II d.C.
¿Qué hacía una pieza artística de esta época en una tumba prehispánica? Este descubrimiento es significativo, y ayuda a dar más credibilidad a otros hallazgos hechos en México: como “La cabeza de una estatuilla de la época helenística encontrada en Querétaro, una terracota (Venus) del período romano tardío, encontrada en la región de Huasteca, y una figurilla romana encontrada al norte de Méjico, y que en la actualidad se conserva en el museo de Chicago”.
Hay otro dato importante que aporta Guliayev, esta vez de objetos Americanos pintados en frescos de Pompeya y Herculano, como son dos plantas autóctonas de América, la anona y el ananás.
Este descubrimiento, hecho por el profesor Casella en los años 50, es importante para la historia mundial. ¿Cómo los romanos del siglo I d.C. (La erupción del Vesubio, que sepulta las ciudades de Pompeya y Herculano) conocían plantas originarias de América, que se creían desconocidas en Europa hasta el advenimiento de los españoles? Para poder pintar estas frutas en los frescos de la aristocracia romana, debieron copiarlos de modelos reales, y eso sólo se pudo conseguir viajando a América y regresando. Estas frutas debieron ser muy exóticas, y significar mucho para los romanos, que las peremnizaron en los murales de sus viviendas.
Algunos investigadores como el español Pedro de Frutos, el argentino Ibarra Grasso y el ruso Guliayev, aceptan como seguro el hallazgo de un tesoro de monedas romanas del siglo IV d.C., halladas en el litoral venezolano algunos años atrás. Estas monedas de oro, plata y cobre, muchas de las cuales estaban repetidas, estuvieron sepultadas en una vasija de barro, a varios metros de profundidad.
Otro investigador español, Arriés, menciona el descubrimiento de varios objetos romanos encontrados en diversos lugares de América como el hallazgo de una moneda romana en las Antillas, a principios del siglo XIX. Un vaso de terracota repleto de monedas romanas de bronce en el istmo de Darién, en Panamá. Como también una moneda del siglo II d.C. encontrada en Tennesse (USA) y una copa de estilo pompeyano.
En el año 1986, en las costas de Manabí (Ecuador) en un punto entre Manta y Puerto Cayo, fueron halladas con un detector de metales varias monedas romanas de bronce y cobre, las mismas que pertenecen a un período comprendido entre el siglo I al IV d.C. Entre las monedas existe una del emperador Claudio Cesar que gobernó el imperio entre los años (41-54) d.C. y otra del emperador Constancío II que gobernó entre el (337-361) d.C. Estas monedas fueron halladas por el Ing. Carlos Sánchez, mientras realizaba una caminata entre Manta y Puerto Cayo, con un grupo de amigos, utilizando un detector de metales marca Mustang. Sánchez me contó que al entrar a una pequeña cueva al pie del mar, el detector señaló la presencia de metal y al escarbar unos 15 cm encontró este grupo de monedas en una bolsita o monedero de metal tejido. La zona era un área deshabitada, y en mi opinión, creo que alguna embarcación romana, o gente que comerciaba con los romanos, llegaron a estas playas por accidente o conociendo las rutas. Eso lo desconozco, pero llegaron, y al parecer naufragaron quizá alguno de los tripulantes sobrevivió y se mezcló con la población. En todo caso, lo importante de esta información es probar que no sólo los españoles pudieron llegar a nuestro continente sino que otros pueblos también alcanzaron estas playas. Muchos de estos navegantes eran aventureros y comerciantes que buscaban nuevas rutas para abrir sus negocios, y no es imposible ni asombroso, ya que se ha demostrado en la práctica con viajes modernos y técnicas antiguas (Heyerdal, Vital Alzar, Michael Formosa) que los antiguos navegaron tanto el Pacífico como el Atlántico sin mayores problemas.
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Otro interesante hallazgo se realizó en Punta Carnero (Ecuador), donde la señora Julieta Rodríguez1, mientras caminaba por la playa buscando minerales, encontró un extraño objeto recubierto de sedimentos marinos. Al llevarlo a Guayaquil y limpiarlo, cual no sería su sorpresa al aparecer una extraña moneda de plata que parecía muy antigua. Efectivamente, y de acuerdo a numismáticos de los EE.UU. que la revisaron, la moneda sería egipcia, y en ella aparece el rostro de Filipo II rey de Macedonia, padre de Alejandro Magno, siglo IV a.C., en el anverso aparece el símbolo de Isis, divinidad egipcia. Sin embargo al observar la fotografía, da la impresión de ser romana.
En 1982 en Illinois USA se descubrió una cueva sellada dentro de una granja, lo que los especialistas Norteamericanos consideran el tesoro de la tumba de Alejandro Magno. Según los entendidos, se cree que fueron traídas todas estas reliquias, monedas de oro y joyas, en un tiempo remoto, para esconderlas de posibles robos en su lugar original. Entre otras cosas se encontró en la cueva escritura latina del siglo II d.C., como la más moderna.
Otro dato interesante es el que aporta el investigador Chessman, un experto mormón que en la década de los 70 realizó estudios sobre las planchas de las cuevas de los Tayos. En una ocasión, al llegar a Cuenca, tuvo contacto con el padre Crespi, que era el encargado del museo Merchan. Crespi llevó a Chesmann y su grupo de investigadores a una habitación donde guardaba muchos objetos extraños de oro y otros materiales. Ahí pudo apreciar planchas metálicas con signos de escritura tipo Babilónico y Semíta, y una que contenía la figura de una carreta romana halada por caballos.
Benzoni, explorador italiano del siglo XVI, cuando llegó a las costas de Manabí, relataba que “los de Pasao y Coaque tenían balanzas romanas de media vara de largo, con su cuenta y número en ellas y su pilón, y en sus balsas utilizaban mástil con vela latina”.
Natalia Rosi, investigadora italiana, afirma que los etruscos (siglo VIII a.C. – siglo III a.C.) predecesores de los romanos, y que dieron la base cultural a estos, fueron de origen americano.
Rosi, en sus estudios de lingüística, establece similitudes fundamentales entre el etrusco – latín – quechua, que no son coincidencia de forma, (ver Etruscos en el Ecuador), así por ejemplo encontramos muchos nombres latinos en el quechua como Rocha, Salango, Ancón, Andes, Paulo, Cayo, Kíppu, Rumi, Pácha, Scyri, Tusco, Marca, Inti.
En mis conversaciones con algunos historiadores he detectado un cierto rechazo a la posibilidad de que barcos romanos pudieran llegar alguna vez a nuestro continente, aunque algunos investigadores piensan que quizás si pudieron alcanzar las costas atlánticas de América, no dándoles ninguna opción de haber llegado por el océano Pacifico.
Yo en cambio, estoy convencido de que los romanos sí pudieron llegar a las costas occidentales de América, utilizando el mismo criterio que tuvieron los españoles de la colonia en sus travesías entre Filipinas y el Callao. La ruta era la que sigue la contracorriente ecuatorial, que nace al sur de Borneo, y llega frente a las costas del Ecuador. ¿Por qué si los españoles lograron hacer estas travesías, no pudieron hacerlo otros pueblos en el pasado?
Recordemos que el hombre antiguo exhibió un gran valor para medir sus fuerzas con las de su entorno. Su capacidad técnica e inteligencia le permitió remontar los mares y llegar a nuevos o antiguos mundos. Además contaban con mapas cartográficos donde estaban representadas las costas de América (Mapa de Ptolomeo, Mapa de Marino de Tiro), que sin lugar a dudas marcaban los itinerarios a seguir. Pero nada de esto se enseña en las escuelas, y los niños siguen recibiendo las mismas clases de historia de hace siglos. El sistema de manipulación mundial sigue engañando al mundo y escondiendo pruebas que cambiarán la historia.
La historia oficial la escriben los que detentan el poder en el planeta, y ellos no quieren que esto cambie, pues existen demasiados intereses en juego, que los perjudicarían para siempre. Cristóbal Colón fue el último de una larga lista de viajeros de todas las latitudes, que llegaron hasta la antigua América. Y hoy muchos investigadores españoles lo manifiestan públicamente. Colón y su “Nuevo Mundo” es un mito que el tiempo se encargará de destruir. La verdad puede tardar, pero al final siempre se impondrá sobre la mentira.
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Monedas Romanas encontradas en Manabí en 1986, por el Ing. Carlos Sánchez:
  1. Moneda de bronce período de Claudio Cesa
  2. Moneda de bronce período de Cesar Augusto
  3. Moneda de la época del emperador Constancio II, era utilizada para el pago de impuestos fiscales.
(Fuente: Colección privada Raymond Romàn). 
1 Investigadora Guayaquileña, que ha ralizado varios descubrimientos: Como una formula efectiva contra la calvicie. El hallazgo de unas minas de metales, piedras semipreciosas en Pascuales asi como monedas Romanas y españoles.

Tula…cultura de gigantes…

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Por Alfonso Guadarrama

A unos cien kilómetros al norte de la ciudad de México se encuentra el sitio arqueológico conocido como Tula. Lo que llama la atención desde que uno se aproxima a esa zona son las magníficas estatuas llamadas Atlantes. En realidad son columnas de 4.60 metros formadas por cuatro bloques de piedra. El primero representa las piernas, el segundo el vientre, el tercero el pecho y el cuarto la cabeza. Estos cuatro bloques están ensamblados unos a los otros de manera ingeniosa, lo que no impidió que en un momento dado cayeran por tierra. Fueron los arqueólogos los que pusieron en pié estas columnas que tuvieron la función de sostener la techumbre de madera y paja que cubría la parte superior de la pirámide.
Estas cariátides de forma humana representan guerreros erguidos y con cierto aire de dignidad. Cubren su cabeza con un tocado representando una banda celeste con estrellas y rematado con un puñado de plumas, todo está atado a la nuca por un nudo. El rostro de cada Atlante estaba pintado y seguramente que los ojos y la boca tuvieron incrustaciones de concha y de obsidiana. El pelo está representado por líneas verticales. El guerrero porta orejeras rectangulares. Su pecho está protegido por una placa en forma de mariposa.
Se decora con un collar alrededor del cuello cuyas piezas cuelgan armónicamente hacia atrás, formando un disco (Tezcacuitlapilli) que cubre su espalda. Esto probablemente representa al sol con cara humana saliendo de un disco en el cual se distinguen cuatro serpientes separadas por cuatro bandas radiales. Está armado con un lanzador de dardos (atlatl) que tiene en su mano derecha, mientras que con la izquierda sostiene un puño de dardos. Asimismo está provisto de una espada curvada y una bolsa para incienso
. A pesar de su talla colosal y cierta rigidez, los guerreros están representados en forma realística y sus facciones ofrecen una impresión de energía y calma. Cada guerrero está asociado con el dios Quetzalcoatl, en su advocación de Tlahuizcalpantecutli, que es la representación de la estrella de la mañana, en otras palabras es una alusión al planeta Venus, que en el cielo de México es la estrella más brillante, sobre todo al amanecer.
De los cuatro Atlantes existentes, el de la extrema izquierda es una copia del original que se encuentra en el Museo de Antropología de la ciudad de México; los dos del centro son originales y el de la extrema derecha es original solo en la parte baja y la parte superior es una copia, en vista de que tales fragmentos nunca fueron recuperados durante las excavaciones.
Los pilares que se encuentran sobre la pirámide, en una línea, atrás de los Atlantes, tienen la misma altura y servían igualmente para sostener el techo de madera. Están formados por cuatro secciones, empotrados sección por sección y su superficie está cuidadosamente esculpida. Cada faceta muestra, con pequeñas diferencias, los mismos motivos: una banda terrestre representada por el monstruo conocido como Cipactli por los antiguos mexicanos, mientras que la actitud guerrera es invariablemente la misma: sostienen una espada curva y unos dardos en una mano y un lanzador de dardos, en la otra. Casi todos llevan una mariposa sobre el pecho. Uno de los pilares muestra una representación de Ce Acatl Topiltzin Quetzalcoatl, famoso rey y gran sacerdote, fundador de Tollan, capital de los toltecas.
Estos monumentos se encuentran sobre la pirámide principal y es lo que da al edificio su mejor expresión, ya que la pirámide sólo cuenta con 10 metros de altura. En el próximo número mencionaremos con detalle la cultura tolteca, una de las más importantes del México antiguo.
Mitos y leyendas sobre los Gigantes 
¿Quiénes fueron los legendarios Gigantes?, ¿híbridos de extraterrestres?, esta especie de homínidos de quienes se hace referencia en multitud de crónicas y leyendas griegas, nórdicas, germánicas, hindúes, indoeuropeas, mayas, aztecas, toltecas e incas, se les menciona al igual en textos sagrados como en la Biblia. La figura del gigante se presenta en casi todas las culturas.
Existen evidencias contundentes descubiertas por arqueólogos de todo el mundo sobre la verdadera existencia de esta especie de gran tamaño con la que nuestros ancestros compartieron el planeta, sin embargo, desconocemos el porque se oculta celosamente toda esta evidencia y se desmiente cuando se les cuestiona sobre tales hallazgos, como si el reconocer su existencia trajera consigo terribles consecuencias en nuestra actual sociedad, cambios tal vez que cimbraran las bases de nuestra ciencia y religiones.
En la Biblia se hace referencia a un sinnúmero de eventos sumamente interesantes, donde se involucran la presencia de los gigantes.
En el pasado, algunos núcleos de la población humana fueron escogidos para ser contactados por civilizaciones procedentes de diversos confines del universo, es el caso de los antiguos escritos de las culturas sumeria y Hebrea. Algunas civilizaciones extraterrestres visitantes comenzaron a experimentar genéticamente con ciertos individuos seleccionados, en base, a las características requeridas, de aquí inician las primeras abducciones y cuyos resultados no fueron satisfactorios.
Esta manipulación genética fue por la búsqueda de una hibridación entre ambas especies y terminó en una degradación en los genes, dando por resultado a los legendarios gigantes, quienes poseían un coeficiente intelectual superior al humano, heredado de sus padres cósmicos y además fueron los primeros receptores de un conocimiento y una tecnología muy avanzada, la cual transmitieron a los núcleos de población que dieron origen a las grandes culturas que florecieron en la Atlántida y que posteriormente quizás fueron las culturas madres de la Egipcia, Maya, Tolteca, Azteca, Olmeca, Inca y Hebrea.
En la Biblia se hace referencia a un sinnúmero de eventos sumamente interesantes, donde se involucran la presencia de los gigantes. En el libro de Números, los exploradores enviados por Moisés para hacer un reconocimiento de la tierra de Canán, llegan a Hebrón y descubren que los descendientes de Anak, viven en la región, informando a su líder, que la región explorada que les fue asignada estaba ocupada por gigantes.
En el Deuteronomio abundan crónicas referentes a esto, se hace mención de grandes ciudades con enormes terraplenes y bastiones construidos por los Anakim. Las escrituras sagradas también mencionan otros personajes de gran estatura (Superior a los 2 ó 3 metros), así como Goliat, y Og, el Rey de Bashan.
En el Génesis 6, versículo 1 y 2, podemos leer:
Cuando los hombres se habían multiplicado sobre la Tierra y habían procreado hijas, viendo los hijos de Dios, que las hijas de los hombres eran hermosas, escogieron de entre ellas por mujeres a las que quisieron.

En el Génesis 6: 
Por entonces y también en épocas posteriores, cuando los hijos de Dios cohabitaban con las hijas de los hombres y éstas tuvieron hijos, aparecieron en la Tierra los gigantes. E
stos son los esforzados varones de los tiempos primeros, los héroes famosos. Según el arqueólogo y escritor Zecharian Sitchin, NEPHILIM significa literalmente: aquéllos que bajaron de los cielos a la tierra.
Los traductores de la Biblia supusieron que NEPHILIM significaba gigantes, porque en otras partes se menciona que éstos eran también conocidos como ANAKIM, a la vez que en el cuento sobre el gigante GOLIAT se afirma que él era de descendiente ANAK; de aquí la conclusión: si ANAK era un gigante, entonces los NEPHILIM, que también eran ANAKIM, deberán ser gigantes.
Un pasaje encontrado en Libro Apócrifo de Enoch nos habla de la unión de los celestes, con las hijas de los hombres o sea los Ángeles o NEPHILIM: Y los mensajeros, hijos de los cielos, se dijeron entre ellos: Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos. 
De acuerdo a Enoch de esta unión:
Concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes. Dicho relato también es confirmado en el libro del Génesis de la Biblia, así como muchos otros relatos de otros pueblos de la Tierra, inclusive leyendas de los nativos norteamericanos, todo indica que existió una raza de gigantes que emergió de una manipulación genética con seres humanos o prehomínidos, con seres del cosmos o como se ha manejado entre Ángeles y mujeres. De acuerdo a Enoch, estos gigantes eran la prole de los falsos creadores espaciales, Goliat una de estas creaciones grotescas había nacido de los Refaim o los gigantes nacidos en Gat, tenían parecido físico con el humano pero carentes de capacidad espiritual.
Otros pasajes referentes a esto fueron: 
Así, pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado y les nacieron en esos días hijas hermosas y bonitas y los Ángeles, hijos de los cielos, las vieron y las desearon, y se dijeron entre ellos: Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres y engendremos hijos.
Entonces todos juntos juraron y se comprometieron acerca de eso, los unos hacia los otros con un anatema.

Así pues todos ellos eran doscientos y descendieron sobre Ardis, la cima del monte Hermón; y lo llamaron monte Hermón porque es sobre él donde habían jurado y se habían comprometido los unos con los otros con un anatema.

Y he aquí los nombres de sus jefes: Semyaza, su príncipe, Arakib, Aramiel, Kokabien, Tamiel, Raniel, Daniel, Ezequiel, Baraquiel, Asael, Amaros, Batariel, Anamiel, Zaquile, Samasapeel, Satariel, Toriel, Yomeyal, Arazeyal.
Estos y todos los otros con ellos tomaron mujeres; cada uno escogió una y comenzaron a ir hacia ellas, y a tener comercio con ellas, y les enseñaron los encantos y los encantamientos, y les enseñaron el arte de cortar las raíces y las ciencia de los árboles.
Así, pues, éstas concibieron y pusieron en el mundo grandes gigantes, cuya altura era de tres mil codos. Ellos devoraron todo el fruto del trabajo de los hombres, hasta que éstos ya no pudieron alimentarlos más.
Entonces los gigantes se volvieron contra los hombres para devorarlos. Y empezaron a pecar contra los pájaros y contra las bestias, los reptiles y los peces; después ellos se devoraron la carne entre ellos y se bebieron la sangre. Entonces la tierra castigó a los violentos.
Estos gigantes tenían seis dedos en cada una de sus extremidades.
La Biblia hace mención de esto en Sam. 21, 20 y Paralipómenos 20,6: Hubo una batalla más en Gat, en la que se halló un hombre de alta talla que tenía seis dedos en cada mano y en cada pie, veinticuatro en todo, que descendía también de Rafa.
Plínio nos cuenta en sus crónicas, que habitaban en Andalucía un grupo de gentes de colosales dimensiones dedicadas a la depredación y piratería y era tal su tamaño, que en ocasiones uno sólo de ellos podía hacer zozobrar a alguna pequeña embarcación con la única fuerza de su peso.
Se cuenta que hace miles de años llegaron a la isla de Menorca después de un diluvio, un grupo de gigantes Caldeos, que construyeron un buen número de monumentos (los megalíticos actuales).
En el México antiguo, dominó la cosmología de los cinco mundos Soles Cosmológicos donde se refiere a los enormes homínidos, dicha cosmología no fue ideada por los Aztecas, sino realmente nació en Teotihuacán (en la lengua de los Toltecas y Aztecas significa: El lugar donde vivían los antiguos o bien: El sitio de los Dioses).
El primer Sol nació en el año 955 AC., y recibió el nombre de Naoi Ocelotl (4 Jaguar) y tuvo una duración de 676 años, su elemento dominante era la tierra y su Dios supremo era Tezcatipoca, según relata la leyenda, el mundo estaba poblado por GIGANTES, que fueron devorados en su totalidad por jaguares (para mayor información ver la Sección «Teotihuacán»).
Decía el cronista mexicano Fernando de Alba Ixtlilxochitl, que los primeros pobladores de México habían sido unos Gigantes que les llamaron Quinametzin, dicho nombre que otorgado por los toltecas y posteriormente lo tomaron los Aztecas, se decía que ese grupo de gigantes que fueron destruidos por el cielo a través de un diluvio como justo castigo por su iniquidad, sabían de agricultura, metalurgia, artes, orfebrería, etc., levantaron enormes templos de piedra y conocían de la creación del mundo.
Analizando la majestuosidad de la ciudad de Teotihuacan, los edificios sólo pudieron haberse construidos por la raza de gigantes Quinametzin y como prueba científica de su existencia, son sus huesos. En cambio en el norte del país habitaron un grupo de gigantes que sólo comían piñones, como los grupos indígenas de la región y no realizaban actividades como los gigantes del centro de México.

Francisco Javier Clavijero estudioso del siglo XVIII, estaban convencidos de que los primeros ocupantes de México habían sido seres de estatura superior a lo normal, los humanos después llegados les llamaron Quinametzin Hueytlacame, que significaba enormes hombre deformes ó gigantes monstruosos, dando una coexistencia pacífica con ellos.

Una evidencia arqueológica de los Atlantes, son las esculturas majestuosas que se encuentran en la ciudad Tolteca de Tula, en el estado de Hidalgo, México, estos enigmáticos gigantes poseen detalles curiosos que han hecho pensar a los ufólogos, que son representaciones de visitantes del espacio; las esculturas muestran una serie de instrumentos que son claramente producto de una tecnología muy avanzada.

Tal es el caso de una especie de pistolas de rayos que están sostenidas en las manos, mientras que en le pecho cada Atlante porta un escudo magnético protector. La cabeza está coronada por un extraño casco espacial de forma semicuadrada.

Estos seres eran compañeros y guardias de Quetzalcóatl, durante su misión en la Tierra y en particular con los Toltecas, a quienes enseñaron gran cantidad de conocimientos astronómicos y científicos, ellos permanecieron durante muchos años hasta su muerte, en memoria de ellos se les construyeron esas cuatro esculturas para que las generaciones futuras no los olvidaran. El tamaño de cada Atlante es de casi cuatro metros de alto, representa la estatura real de aquellos extraterrestres, quienes pudieron haber sido los NEPHILIMS o Ángeles caídos, que se cruzaron con las hijas de los hombres y procrearon los gigantes.

La extraña historia del Príncipe Negro de Canterbury

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Portada - ‘El Príncipe Negro’ (theflickerees / deviantart)

Entre los ataúdes de la catedral de Canterbury, los visitantes pueden encontrar la lápida de Eduardo de Woodstock, más conocido como el Príncipe Negro. Este príncipe medieval del siglo XIV era el hijo mayor del rey Eduardo III y Felipa de Hainault. Su biografía no impresiona, pero su lápida con el extraño epitafio grabado sobre su superficie de piedra y la escultura de su cuerpo sin vida le han hecho famoso en todo el mundo. ¿Quién fue Eduardo de Woodstock y por qué era conocido como el Príncipe Negro?
Monumento dedicado a Eduardo de Woodstock, el Príncipe Negro. Catedral de Canterbury. (CC BY-SA 3.0)
Monumento dedicado a Eduardo de Woodstock, el Príncipe Negro. Catedral de Canterbury. 

¿UNA FAMA INJUSTIFICADA?

La razón principal por la que Eduardo se hizo famoso fue por ser el primer Príncipe de Gales inglés de la historia que no se convirtió en rey de Inglaterra. Su padre murió un año después que él, por lo que el trono de Inglaterra pasó a ocuparlo Ricardo III. La vida de Eduardo transcurrió en el ejército. Al alcanzar la edad adulta era un fuerte y carismático líder militar, cuyas victorias sobre los franceses en las batallas de Poitiers y Crécy le convirtieron en un héroe nacional por algún tiempo. Sin embargo, no era más que uno de muchos grandes líderes militares. Probablemente fuera el típico duque, un monarca sin corona. También se cree que habría padecido disentería amebiana, lo que habría influido en su irascible personalidad.
Eduardo era conocido como el Príncipe Negro por su crueldad con los franceses y el resto de sus enemigos. Su vida estuvo marcada por la guerra y su carácter sangriento. No tenía compasión con sus enemigos, y este hecho le convirtió en un personaje carismático. A pesar de su crueldad, tras capturar al rey de Francia Juan el Bueno, le trató con el respeto que merecía como rey. Sin embargo, con todo aquel que no fuera miembro de la realeza empleaba métodos mucho más agresivos.
Eduardo, el Príncipe Negro, recibe Aquitania como herencia de su padre el rey Eduardo III. (Public Domain)
Eduardo, el Príncipe Negro, recibe Aquitania como herencia de su padre el rey Eduardo III. 
Eduardo se casó con su prima Juana de Kent, pero tuvo también muchos hijos ilegítimos nacidos fuera de su matrimonio. Su amante Edith de Willesford dio a luz a su querido hijo Roger Clarendon (1352-1402). Otras mujeres desconocidas dieron luz a sus hijos Eduardo, Juan y Carlos. Con su esposa Juana tuvo dos hijos legítimos: Eduardo y Ricardo. Ambos nacieron en Francia, donde Eduardo y Juana se habían hecho cargo de la administración de Aquitania en calidad de príncipes.
[izquierda] Eduardo de Angulema y Juana de Kent (Public Domain) [derecha] Ricardo de Burdeos (Public Domain)
[izquierda] Eduardo de Angulema y Juana de Kent ( [derecha] Ricardo de Burdeos 

UNA MUERTE QUE LLEGÓ DEMASIADO PRONTO

Eduardo murió a la edad de 45 años de disentería y otras enfermedades contraídas a causa de su debilitado sistema inmunitario. Algunos de los posibles trastornos que podría haber padecido son nefritis, cirrosis y edema. Es también muy probable que sufriera de complicaciones en heridas infligidas en el campo de batalla. A causa de su frágil salud, los doctores le aconsejaron que regresara a Inglaterra. Es posible que volviera a su tierra natal pocos meses antes de su muerte.
Eduardo pasó los últimos días de su vida en el Palacio de Westminster, y según sus últimas voluntades, fue enterrado en la cripta de Canterbury. La capilla se habilitó también para su esposa Juana, condesa de Kent, que se unió a él muchos años más tarde. La tumba estaba decorada con una escultura de bronce con la efigie de Eduardo. Su vida aparece resumida en el epitafio de su tumba, tal y como estipulaba su testamento:
Tal como tú eres, un día fui yo.
Tal como yo soy, algún día serás tú.
Poco pensé en la hora de mi Muerte
Mientras me quedaba aliento.
En la tierra poseí grandes riquezas
Tierras, casas, grandes tesoros, caballos, dinero y oro.
Ahora, un miserable cautivo soy,
Aquí yazgo bajo tierra.
Mi gran belleza, toda ella se marchitó.
Mi carne hasta el hueso se consumió.
Esta lápida, restaurada en el año 2006, le dio a Eduardo más fama de la que se esperaba. Se hizo más popular para los visitantes de la catedral de lo que era para los historiadores. La leyenda del Príncipe Negro creció a partir de su muerte y sepultura.
Escultura sobre la tumba de Eduardo. (Public Domain)
Escultura sobre la tumba de Eduardo. 

EL DETERIORO DE LA TUMBA

El Príncipe Negro cayó prácticamente en el olvido hasta el siglo XVII. En la década de 1640, la catedral de Canterbury, en la que se encuentra la tumba del Príncipe Negro, fue atacada por las tropas de Cromwell. Las vidrieras de colores que decoraban las ventanas abiertas en los muros de la tumba del Príncipe Negro fueron destruidas por los soldados, permitiendo de este modo que el sol estropease esta magnífica obra de arte medieval.
Tumba de Eduardo de Woodstock. (CC BY-SA 3.0)
Tumba de Eduardo de Woodstock. (CC BY-SA 3.0)
Las pinturas del siglo XIV se deterioraron, y el bronce de la estatua de Eduardo se ennegreció. ¿Podría ser ésta la auténtica razón de que Eduardo recibiera el nombre de Príncipe Negro? Quizás no tuviera nada que ver con su personalidad y su naturaleza cruel, ya que después de todo no eran algo raro en la época. Según otra teoría, se le apodó Príncipe Negro porque llevaba una coraza negra como símbolo de su valor en el campo de batalla.
Elementos heráldicos originales del Príncipe Negro, expuestos en la Catedral de Canterbury. (CC BY-SA 4.0)
Elementos heráldicos originales del Príncipe Negro, expuestos en la Catedral de Canterbury. más populares de la catedral, e inspiró la serie de televisión francesa “Thierry la Frode”, grabada entre los años 1963 y 1966. El argumento de la serie trata de un joven francés que lucha contra el Príncipe Negro.
Eduardo se acabó convirtiendo finalmente en un icono para la catedral en la que fue enterrado, y aunque su biografía no es la más singular de la historia, su carisma y su sobrenombre hicieron sin duda de él uno de los personajes más legendarios de Inglaterra.

¿Fue “terrorismo religioso” la forma de convertir a los nativos al cristianismo?

http://carlosagaton.blogspot.com.es/2016/09/fue-terrorismo-religioso-la-forma-de.html

Una pregunta básica, no hecha por los investigadores al servicio del Estado criollo, es la relativa a la razón por la cual los pueblos anahuacas abandonaron su milenaria religión que era endógena y autónoma.
Es decir, a diferencia de los españoles, que traían una religión que tenía su origen en otra cultura, como es la judía, dependiendo del Estado Vaticano y que apenas contaba con mil quinientos años, sufriendo grandes transformaciones y deformaciones para poder adaptarse a los diferentes pueblos, religiones y culturas europeas, los anahuacas tenían una religión de por lo menos de tres mil años, nacida y desarrollada de manera autónoma por todos los pueblos y culturas, desde los olmecas hasta los mexicas.
En general podemos decir que en el Cem Anáhuac se tenía una sola religión con muchas variantes en tiempo y espacio, pero todas, venían de un misma raíz filosófica. Por ejemplo, Quetzalcóatl, eje y fundamento de la religión del Cem Anáhuac, se aprecia en Chalcatzingo (1500 a.C.) con los olmecas en el periodo Preclásico, sigue presente siglos después en el periodo Clásico en Teotihuacán con los toltecas y se mantiene en el periodo Postclásico con los mexicas en Tenochtitlán, por lo menos tres milenios de continuidad.
La figura religiosa del mal llamado “dios de la lluvia”, que para los anahuacas era el símbolo de la energía luminosa, en todas las culturas y en todos los periodos, tenía una misma similitud. Iconográficamente se representaba con unas anteojeras y una lengua de serpiente.

Los anahuacas nahuas le llamaron Tláloc en lengua náhuatl, los anahuacas mayas le llamaron Chac en lengua maya y los anahuacas zapotecos le llamaron Cosijo en su lengua. Pero en todos los casos se referían al mismo concepto filosófico-religioso.

Lo que demuestra la permanencia por milenios de las bases de una sola concepción religiosa filosófica en lo esencial en todo el Cem Anáhuac.

Otro punto importante que debe tomarse en cuenta para tratar de entender este fenómeno, es que los pueblos y culturas anahuacas eran total y absolutamente de carácter religioso-espiritual. Todo lo que hacían en el mundo cotidiano, productivo, educativo, artístico, gubernamental, etc., estaba totalmente vinculado con su religión y su espiritualidad.

En los planos, personales, familiares, comunitarios y de Estado, la visión del mundo y la vida eran absolutamente religioso-espiritual. Podríamos afirmar que el espacio del mundo sagrado era mucho mayor que el del mundo profano en la civilización del Cem Anáhuac.

En la historia de la humanidad se puede observar que los pueblos pueden llegar a cambiar, con “relativa facilidad”, sus sistemas de organización, producción, estético, de valores y normas sociales, pero en el caso del cambio de religión, especialmente en los pueblos de culturas ancestrales, es muy difícil y cuando se da, es en medio de terribles luchas y conflictos sociales.

La imposición del Islam en Medio Oriente y el Norte de África y las luchas entre católicos y protestantes en Europa son un buen ejemplo.

Sin embargo, en el Anáhuac los historiadores hispanos e hispanófilos de ayer y de hoy, nos presentan el cambio de la religión anahuaca por la judeocristiana, como “una mejora” asimilada pacíficamente y por convencimiento.

Todo debido a dos cosas: La supuesta supremacía de la religión católica sobre la “idolatría demoniaca y antropófaga de los invadidos-vencidos, y la santidad, humanismo, dulzura y paciencia de, primero los misioneros y después los sacerdotes católicos.

 Totalmente falso.

La colonizada sociedad mexicana, que le han amputado brutalmente su memoria histórica, ve en general con indiferencia “su historia” (1810-2011), y en el caso específico de la historia antigua y colonial, existe una ignorancia casi total (6000. A.C.-1810).

Sumado a esta “desmemorización- colectiva-institucionalizada”, el discurso hispanista de la parcial “Historia Oficial” desde los libros de texto hasta los “investigadores corporativos”, Clio, Televisa, etc., nos presentan el holocausto de la invasión y destrucción de la Civilización del Anáhuac como una obra humanista y civilizatoria que benefició a los aborígenes.

Pero una mente crítica y descolonizada se pregunta, cómo fue posible que los europeos hayan logrado “convertir” a un pueblo que fundamentó su historia, cultura y razón de ser, justamente en su milenaria religión.

Esta conversión fue verdadera y desapreció totalmente la ancestral religión, o en estos cinco siglos se ha dado a medias y todavía se mantiene.

La primera pregunta se puede responder descolonizadamente de manera sencilla y directa. La corona española implementó un brutal y desmedido régimen de terror en contra de los anahuacas, a través de todos los medios posibles: legales e ilegales, morales e inmorales, religiosos y gubernamentales, privados e institucionales.

En el Anáhuac desde 1519 se institucionalizó un régimen de terror en contra de los anahuacas que profesaran su milenaria religión.

Todo estaba permitido y a todo español tenía la potestad de hacer lo que fuera por combatir y erradicar el “imperio de Satanás” de las nuevas tierras arrebatadas.

No solo fue la Santa Inquisición, la corona española, el clero común, sino cualquier español tenía el derecho y la obligación de luchar en contra de “Satanás y sus demonios”, entendido, no solo como la religión de los vencidos, sino con su forma de vivir, ser, ver y entender el mundo y la vida, porque su nueva realidad era la servidumbre más abyecta en todas sus formas hasta llegar a la esclavitud, especialmente en las minas.

La segunda pregunta es más difícil de “comprobar”, pero es más que evidente que en general, el pueblo ahora llamado “mexicano”, especialmente el que está más cercano a la raíz civilizatoria del Anáhuac, es heredero de una cultura de resistencia cinco centenaria y que su “práctica religiosa”, está conformada por un profundo sincretismo religioso-cultural y que, de alguna manera, siguen presentes muchas prácticas y advocaciones de la religión ancestral.

Comenzando con “Guadalupe-Tonatzín” base y sustento de un pueblo que hoy se asume “guadalupano”, antes que católico apostólico y romano.

La historia hispanista y los historiadores hispanófilos siempre trataron y siguen tratando de presentar la conquista y la Colonia como una magna obra civilizatoria y humanista, minimizando y justificando los crímenes de lesa humanidad de ésta barbarie.

Tanto colonizadores, como misioneros e indígenas conversos, no describieron con veracidad el régimen de terror que se les impuso a los anahuacas para tratar de erradicar su religión, que era su propia forma de vida.

Y en el presente, los historiadores corporativos al sistema neocolonial, evitan tocar este tema. Sin embargo, encontramos libros como “INQUISICIÓN Y ARQITECTURA – La evangelización y el ex-obispado de Oaxaca” de Víctor Jiménez Muñoz y Rogelio González Medina, en el cual presentan con rigor académico el verdadero régimen de terror impuesto por la iglesia, las autoridades virreinales y los españoles en general durante la Colonia, especialmente en Oaxaca.

“Puesto que estamos frente al genocidio americano, los intentos de negar cualquier responsabilidad de la Inquisición española en el mismo no son sino previsibles, aunque nunca podrían compartirse sin violentar la inteligencia que se debe poner al analizar los numerosos documentos que hablan de esa responsabilidad.

Algunas veces por vanidad, otras por disputas intergremiales, los inquisidores no podían evitar exhibir su celo de manera tan explícita que solo un cínico puede negar las evidencias.

Relatos de las hazañas de los frailes que aterrorizaban a los mexicanos con espectaculares autos de fe, manuales de inquisidores que recomiendan no excluir a los nativos de las prácticas de la Inquisición, denuncias por invadir las aéreas de competencias del llamado Santo Oficio, correspondencia privada: todo esto ha llegado hasta nuestros.

Para mayor infortunio de quienes no descansan limpiando la imagen de la Inquisición, ésta no siempre tenía el interés de negar la responsabilidad de la Iglesia en la política de terror, como ya hemos apuntado, siendo lo contrario.” (p. 56)

Lo que cotidianamente sucedió en el extenso territorio del Virreinato a lo largo de trescientos años no se puede concebir. Un pueblo indefenso, aferrado a lo único que tenían aparte de la vida -su religión-, a manos de fanáticos torturadores, con leyes, autoridades e instituciones que fueron diseñadas, no para su desarrollo y bienestar, sino todo lo contrario.

Las leyes, autoridades e instituciones coloniales fueron diseñadas para someter, explotar y nulificar al pueblo invadido.

“Además, aunque tampoco debía, El Santo Oficio mismo continuó persiguiendo nativos. Hubo pleitos entre todas estas fracciones inquisitoriales por el “derecho” de perseguir, torturar, y ejecutar a los nativos mexicanos, y no era ninguna excepción que excedieran sus límites jurisdiccionales, de lo que también veremos ejemplos.” (p.58)
El régimen de terror implantado con toda impunidad en el Anáhuac, que no solo implicaba el ajusticiamiento público por cremación en los llamados, con eufemismo, “autos de fe”, sino el permanente amedrentamiento de “denuncias”, investigaciones, torturas, cateos, robos y procesos que implicaban además, la humillación pública, el abuso, la violencia judicial que se mantiene hasta nuestros días como práctica cotidiana en la “impartición de justicia”.

El objetivo era crear el terror de los anahuacas, no solo para que dejaran de practicar su ancestral religión, sino el de ser evidenciados como miembros de una cultura que estaba prohibida. Este efecto llega hasta nuestros días cuando algunos indígenas y mestizos tratan a toda costa de dejar de ser lo que son, para incorporase torpemente a la sociedad dominante.

Dejan de hablar su lengua, de usar sus prendas, se blanquean la piel y se tiñen el cabello. Fray Francisco de Burgoa (1606-1681) el historiador colonial de Oaxaca habla de “la domesticación” de los nativos.

“Burgoa dejó para la posteridad las terribles descripciones del exterminio de la población oaxaqueña a causa de la despiadada destrucción de sus ciudades y pueblos como parte de la política de las ´congregaciones´ en Oaxaca, verdadero genocidio en el que el clero tuvo una responsabilidad directa bajo la justificación de la ´evangelización´ (sin excluir los intereses económicos de todos los pobladores y explotadores españoles).

Es notable que Burgoa combata la idea las epidemias habrían sido la causa de la catástrofe demográfica de Oaxaca, para atribuir ésta a la política de las congregaciones (a la que llama ´la mayor epidemia´) y la minería, que también veremos aquí:” (p.116)

En la Historia Oficial criolla de México, no se habla de las atrocidades y crímenes de lesa humanidad que realizaron sistemáticamente los españoles y sus instituciones coloniales.

Por el contrario, se exalta la “mansedumbre” del aborigen que en un estado salvaje se deslumbró con la “verdadera religión” y la “cultura superior” de los españoles.

Se describen a los piadosos misioneros, frailes y sacerdotes que “domesticaron” a estos salvajes enseñándoles no solo la palabra del Dios verdadero, sino a vestir, hablar, trabajar y tener conductas sociales, familiares y personales de “gente de razón”. Famosas son las historias de “todo lo que estos santos hombres les enseñaron a los nativos”.

Cuando se habla del periodo colonial se mencionan con orgullo los templos y conventos, las ciudades coloniales, las minas, como una proeza hispánica y pocos recaen en que quienes hicieron esos maravillosos edificios, templos y casas, y quienes extrajeron de las minas los miles de toneladas de metales precisos fueron los anahuacas a un precio enorme que los llevó casi a la extinción.

“Los oaxaqueños mismos intentaron su propia defensa y quedan testimonios de ello en el Archivo General de la Nación, como algunos documentos relativos a la solicitud de que fueran contenidas las exigencias de los mineros, limitando en Huautla el número de pobladores que debían ser llevados a las minas, o para que pudieran cambiar en Tlacochahuaya el tipo de servicios a que estaban obligados, o para defender en Chichicapa (caso que acabamos de ver a través de Burgoa) de los abusos de los mineros y para ser excluidos del repartimiento por el descenso de la población.

Pero igualmente existen las solicitudes de los mineros, como en Titicuipac, para que se puedan llevar a las minas a los habitantes de Mitla, Tlacolula, Teotitlán, Tlalixtac, Tlahuiyaya (¿Tlacochahuaya?), Ayotepec, Teozopotlán, Cuilapan y Ocotlán.” (p.124)

Como se ve, en principio el terror se imponía por la búsqueda de erradicar las “idolatrías satánicas de los naturales”, pero venía con ella, el afán de la explotación hasta la extinción de la gente y la depredación sin medida de sus recursos naturales.

Pero en conjunto el meta objetivo del régimen de terror era el exterminio de la civilización del Anáhuac. En efecto, el Sistema Colonial pretendió crear “La Nueva España”, y por supuesto que en “ese proyecto” no estaban considerados los anahuacas y mucho menos su cultura ancestral.

“>Betanzos no solo se opuso a la educación de los indios; por lo visto, creía que estaban condenados a la extinción.

En carta fechada el 11 de septiembre de 1545, propuso, después de una experiencia de casi treinta años entre los indios, que todas las leyes promulgadas en el supuesto de que los indios seguirían existiendo “eran peligrosas, equivocadas y destructoras de todo el bien de la república”, y resultaban sabias y buenas si se promulgaban bajo la suposición de que los indios deberían desaparecer en muy poco tiempo.<” (p.143)

Y en el Estado criollo neocolonial llamado México, se ha mantenido la misma dinámica.

Desde 1521 hasta nuestros días, por diferentes medios, violentos o subliminales, institucionales o privados, legales o ilegales, religiosos o profanos, se ha tratado de erradicar la Civilización del Anáhuac al amputarle al pueblo invadido: la memoria histórica, sus lenguas originarias, sus conocimientos ancestrales, sus espacios físicos y sagrados, y el fundamento de su existencia, la espiritualidad. Al perder estos cinco Elementos Culturales el pueblo se vuelve amnésico, manso, indiferente y se puede hacer con él, lo que se quiera. Solo así se explica las atrocidades cometidas en estos cinco siglos en el Anáhuac.

“Burgo se refirió, y lo hemos citado, a la nostalgia por sus propios Dioses que expresaban los zapotecos de Nexapa al comprobar la indiferencia del Dios de los españoles frente a las crueldades que debía padecer, y asombra que a pesar de una persecución religiosa tan encarnizada todavía a finales del siglo XVII el calificador del Santo Oficio de la Inquisición y obispo de Oaxaca Isidro Sariñana considerase necesario edificar, como hemos visto, una cárcel para sacerdotes no católicos en Oaxaca, con una clara idea de la importancia, para la implantación del régimen colonial, de suprimir todo rastro de la cultura de los pueblos sometidos, operación tan cruel y devastadora como el genocidio mismo que significaron las congregaciones y los trabajos forzados en las encomiendas, los repartimientos y las minas.

Sariñana usa la expresión `borrar la memoria `como objetivo central de la operación de aniquilamiento cultural de los oaxaqueños.” (p.134)

Ante las pruebas contundentes que nos presentan Víctor Jiménez Muñoz y Rogelio González Medina en su investigación sobre la evangelización en la Nueva España, no podemos más que dimensionar el holocausto humano y cultural que representó la maquinaria colonial para extirpar, no solo la religión, lo cual con la obra “INQUISICIÓN Y ARQITECTURA – La evangelización y el ex-obispado de Oaxaca”, queda perfectamente claro, sino que entiende que el pretexto fue la religión y el objetivo real es y ha sido la perdida de la memoria histórica a partir del TERROR. En efecto, la política hacia los pueblos y culturas anahuacas es y ha sido la pedagogía del TERROR.
La forma en que lograron hacer las transformaciones culturales y religiosas en los pueblos y culturas anahuacas ha sido a través de un sistemático y permanente terrorismo de Estado, tanto de los gobiernos coloniales como los neocoloniales en estos casi cinco siglos. Sea a través de los autos de fe, las matanzas, la esterilización, la violencia policiaca, militar y paramilitar o la indiferencia gubernamental, que alienta y protege el abuso, la explotación y depredación de las comunidades y sus recursos naturales.
Y sin embargo, pese a esta inimaginable brutalidad, sigue viva la raíz filosófica cultural de la Toltecáyotl en la mayor parte de los habitantes de este país, de manera consciente o en el “banco genético de información cultural; ya sean anahuacas autóctonos, anahuacas mestizos y hasta los mismos anahuacas europeos que, después de vivir años en medio de esta civilización se han visto “transformados” por la fuerza de sus culturas.
La pérdida de la religión ancestral del Anáhuac en los actuales “mexicanos”, no necesariamente significa su total destrucción y definitiva desaparición. Se ve en el sincretismo religioso y se siente en sus tradiciones, fiestas, usos y costumbres, la raíz esencial de la espiritualidad primigenia.

De la misma forma la “mexicanización” de los anahuacas y la supuesta modernización se percibe apenas como un leve barniz superficial. A pesar de los pesares el terrorismo religioso y cultural impuesto por los colonizadores fracasó por la fuerza y vitalidad de la civilización ancestral.