Archivo por días: julio 16, 2018

LA GLÁNDULA QUE SECRETA DMT Y LA CUAL PARECE EXHIBIR UNA EXTRAÑA CONEXIÓN CON LOS PROCESOS DE MUERTE Y REENCARNACIÓN

La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es único, todo tu cuerpo estará lleno de luz.

Mateo 6:22

We are led to believe a lie, when we see not through the Eye.

William Blake

Los fuegos siempre están jugando alrededor de la glándula pineal pero cuando el kundalini los ilumina, por un breve momento el universo entero se hace visible.

Madam Blavatsky

Desde la antigüedad la glándula pineal ha sido objeto de la más alta especulación metafísica. Considerada como un tercer ojo o un misterioso ojo espiritual, es uno de los centros anatómicos principales a los que se dirigen el yoga tántrico y otras disciplinas místicas en el afán de abrir o activar una percepción sutil y, al provocar un estado de expansión de conciencia, unir al practicante con la divinidad o los principios universales. «En el  esoterismo la glándula pineal es el vínculo entre los estados objetivos y subjetivos de conciencia o, en términos exotéricos, entre los mundos visbles e invisibles de la naturaleza», dice Manly P. Hall (Man: Grand Symbol of the Mysteries).

Esta especulación (que en las tradiciones ocultas seguramente es acompañada de una serie de experimentos de anatomía teúrgica) ha sido revivida en la actualidad con el descubrimiento de que la glándula pineal secreta DMT (un poderoso enteógeno endógeno) y una misteriosa coincidencia encontrada por el doctor Rick Strassman: esta glándula se forma a partir de la séptima semana dentro del feto (el mismo momento en el que se identifica el sexo); son también exactamente 7 semanas o 49 días los que se dice que tarda un ser humano en reencarnar según el Libro tibetano de los muertos (Bardo Thödol), la gran autoridad en escatología que tiene el budismo. En este artículo intentaremos conectar la concepción antigua de la glándula pineal como una puerta espiritual y un órgano de percepción metafísica con los hallazgos y algunas de las hipótesis más radicales de Strassman. Para hacer esto primero sentaremos un contexto científico, histórico y simbólico de la glándula pineal.

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Cómo conectar con el espíritu de una planta (lecciones de la etnobotánica Kathleen Harrison)

Hoy en día las plantas son para el ser humano, alienado en ciudades, casi el único rescoldo que le queda para reconectar con un mundo natural vivo, lleno de «espíritu». Sabemos que las plantas tienen una cierta inteligencia -tienen memoria, aprenden y comunican información, entre otras cualidades-, además de ser la fuente de la vida, del alimento y del oxígeno. Para muchas culturas antiguas, sin embargo, eran mucho más que esto, eran espíritu vivientes que permitían entrar en contacto con un mundo de conocimiento, un puente entre el mundo humano y el mundo espiritual.

La etnobotánica Kathleen Harrison, esposa del famoso psiconauta y también etnobotánico Terence Mckenna, es una de las personas que mantiene viva esta forma sagrada de relacionarse con las plantas. Se define como «parte botánica y parte espiritista». En su libro Cannabis and SpiritualityHarrison hace un notable recuento de cómo ella busca conectar con una planta que no conoce:

Cuando en un sendero me encuentro con una especie de planta que me es desconocida, trato de recordar seguir el respetuoso protocolo que he desarrollado. Realmente observo a la planta y trato de ver su forma verdadera y su textura, cómo y dónde sus hojas se conectan con su tallo, lo que sus flores o semillas me hacen recordar, qué otras especies crecen a un lado. Me pregunto cuál podría ser su familia, la cual puedo adivinar si conozco las características salientes de su familia, o tal vez conozca a algunos de sus primos también. Luego pregunto, en mi voz interna, «¿Quién eres?» Nos doy algo de tiempo. Mente vacía y quieta, y espero hasta que un sentido de lo que surge en mí parece una respuesta. Puede ser una imagen o palabras o un nombre, pero lo más probable es que sea una sensación. Pero este es sólo mi saludo, mi primera introducción. Tarda mucho en verdad conocer a una persona, y lo mismo es cierto para una planta.

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La cultura audiovisual, ¿progreso o regreso?

La escritura alfabética resulta algo muy contingente. No parece haber ninguna predisposición evolutiva para su aparición. El lenguaje alfabético es un artificio muy complejo y, para lograrlo, nuestra especie libró una dura batalla. De hecho, siempre se logra a través de una dura batalla que se lleva a cabo en el cerebro de cada niño. Si la escritura alfabética no se hubiese dado seguiríamos siendo humanos, desde luego; pero muy probablemente no seríamos lo mismo.

En una obra excepcional sobre la Antigua Grecia, “Prefacio a Platón”; Eric Havelock, profesor de literatura clásica, estudió el tránsito de la cultura oral a la cultura escrita. Según Havelock, este tránsito implicaba cambios cognitivos, sociales y políticos, que no habían sido considerados antes por ningún otro estudioso del tema. Para Havelock en una cultura ágrafa prima la imagen y la memoria. Lo importante es recordar conocimientos básicos a través de ritos y narraciones míticas que posibiliten la supervivencia y fomenten la cohesión del grupo.

Pero en una cultura donde existe la escritura y la mayoría de la población sabe leer, la memoria pasa a un segundo plano, pues está almacenada en libros o papiros. Prima entonces el entendimiento, nos hacemos más conscientes de nuestra individualidad y pensamos y hablamos de una manera esencialmente distinta. Es este tipo de lenguaje, y el modo en que modifica nuestro modo de pensar y hablar, lo que nos inclina al diálogo con nosotros mismos y, por ende, al diálogo con los otros.

Del discurso vertical desde el altar pasamos a la conversación horizontal en el ágora: surge la actitud crítica. Para Havelock no es casualidad que las culturas prealfabéticas sean culturas míticas y sólo en culturas alfabéticas se dé la posibilidad de la ciencia, la filosofía y la democracia. A tenor de lo que nos dice Havelock, enseñar a leer y a escribir, y convertirlo en un hábito, sería pues la tarea educativa más importante. Asimismo, el deterioro de la escritura y la eliminación de la lectura nos devolvería a épocas pretéritas, también en lo social y en lo político. Si Havelock está en lo cierto, la responsabilidad de los maestros es enorme.

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