El amor según el budismo es absolutamente diferente al amor según Occidente. En el primer contexto, se define como un sentimiento puro que se otorga a otro ser viviente de manera desinteresada, sintiendo además el bienestar absoluto en saber que no ha causado dolor o sufrimiento a nadie, sino que ha colaborado en generar alegría en el otro.
En Occidente el amor es un concepto ambivalente que requiere de la presencia de la otra persona, reciprocidad y pertenencia. Puede ser considerado ambivalente porque, si bien por una parte requiere de la satisfacción del deseo ajeno, la otra parte, no menos importante, se centra en el yo. Hablaríamos, por lo tanto, de un amor “menos desinteresado”.
Aquí encontramos dos conceptos encontrados en donde si bien, en palabras de Sigmund Freud, el objeto de amor busca ser protegido, también se pretende conservarlo como propio y puede ser el blanco de ofensas y agravios en cuanto es separado de sí.
Esto acontece porque las pulsiones de vida y de muerte tienen una relación dialéctica de la cual se valen. No se puede concebir al amor separado del odio. Precisamente, según la teoría psicoanalítica, la pulsión de vida, que busca unir y conservar, está ligada a la pulsión de muerte, que busca destruir y separar. Ambas tienen la propiedad de que se retroalimentan naturalmente.
Las características principales sobre el amor según el budismo
El amor según el budismo nada tiene que ver con la concepción establecida en Occidente. Precisamente, una de las características fundamentales que posee el amor según el budismo es la capacidad de sentir compasión por el otro. De este modo, todos los seres vivos tendrían que ser absolutamente respetados.