La vida no tiene sentido. Esa es la principal creencia de quienes experimentanla desgarradora sensación de la desidia por vivir, el peso de las injusticias y una especie de desconexión de todo lo que les envuelve.
Suelen ser personas reflexivas que indagan en cuestiones de gran trascendencia, como la muerte o la falta de libertad, y que no pueden desprenderse de un profundo vacío existencial que les engulle cada vez más fuerte. Vacío al que la sociedad contribuye con sus imperantes mensajes relacionados con los valores individuales y la satisfacción inmediata.
Aunque también son aquellos que navegan en la búsqueda del placer y la necesidad de satisfacción instantánea, con el único fin de anestesiar su sufrimiento. La diferencia está en que estos últimos no reparan en el vacío que experimentan.
Para unos y otros, no hay respuestas al porqué de vivir. Nada les llena, nada les satisface y, precisamente, eso les acaba atrapando en un estado psicológico de sufrimiento. En la mayoría de los casos, esta situación deriva en una profunda depresión o en conductas autodestructivas.
El vacío existencial es la espiral del sinsentido y la consecuencia de reconocerse a uno mismo como alguien que mira el mundo con una perspectiva diferente al resto por las incongruencias detectadas o como alguien que se ha dejado llevar por la consecución del placer para evitar el sufrimiento. Por desgracia, un fenómeno muy extendido en la actualidad.Profundicemos.
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