El estoicismo nació en una época de incertidumbre política en Grecia, y hasta nuestros días, esa filosofía griega sigue ocupando una parte importante de nuestra vida intelectual. El caos del mundo actual se parece al de la época de los estoicos: el imperio macedonio colapsando después de la muerte de Alejandro Magno; la incertidumbre y sensación de no controlar el futuro son sentimientos que resuenan en nuestra realidad. Del mismo modo que en ese episodio de la antigüedad, nuestro futuro transcurre incierto, ante la expectativa de las catástrofes ambientales y las crisis económicas. Así que no es descabellado pensar en retomar una filosofía que lidia particularmente bien con las crisis.
El estoicismo antiguo parece resurgir en nuestros días. Los egos frágiles y la vanidad desmedida bien podrían remediarse con un regreso consiente a los principios estoicos; esemodus operandi que dicta que si bien hay que actuar siempre hasta el límite de lo posible, hay situaciones ante las cuales somos impotentes. La misma filosofía que inspiró a Marco Aurelio podría relajar un tanto el estrés cotidiano.
Aunque, en esa búsqueda de inspiración en la antigua Grecia existe el riesgo de confundir el estoicismo con la voluntad desmedida, tan presente en las sesiones de coaching y todos aquellos procesos que han vuelto el arte de ayudar a las personas a cumplir sus “metas” un negocio muy rentable. Los estoicos consideraban la poesía como un medio legítimo de conocimiento, pues la lírica fluye sin objetivos ni metas claras. Una verdadera fuente de libertad interior y de actitudes abiertas, alejadas de la constante búsqueda por alcanzar el final prometido de las “metas”.
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