El uno es el número clave en Europa por estos días, y en los tiempos por venir. Desde París, ‘La ciudad luz’, la economista jefe de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo (OCDE), Laurence Boone, anunció un apagón de la economía europea. El más grande desde 2013, uno de los años de más lento crecimiento.
Uno es el valor porcentual, es decir, 1%, que la OCDE prevé que crezca la eurozona, lo que ubica al bloque comunitario entre los peores de la clase en esa asignatura a nivel global. Una gota china en toda regla.
Pasando los números en limpio, y haciendo un repaso, esto implica que el ente rebajó la previsión de crecimiento de la zona euro en ocho décimas, lo que la sitúa el ritmo más lento desde 2013, por debajo de las estimaciones de la Comisión Europea y de las firmas financieras más importantes. Por otro lado, la economía mundial crecerá dos décimas menos de lo previsto: un 3,3%.
Los indicadores de confianza se enlentecieron de forma muy marcada en la OCDE, especialmente en la Eurozona y el Reino Unido, donde el crecimiento ha decepcionado, según el dossier. Así, en apenas cuatro meses la situación económica ha dado un giro significativo. El organismo pide a los países en una mejor posición fiscal más gasto público e inversión para mitigar la caída de la actividad económica.
El documento lanza un aviso a navegantes: el comercio internacional pierde fuelle en medio de la guerra comercial, medidas arancelarias y de otros tipos que producen efectos devastadores en la confianza y los planes de inversión alrededor del mundo.
Esto no es algo sorprendente en sí mismo, según el presidente de la Consultora Ekai Center, Adrián Zelaia. «Se sabía que la reducción de las políticas agresivas de tipos de interés y expansión monetaria de los bancos centrales, iban a tener un impacto en esta caída de los datos de crecimiento».
«En este sentido, los movimientos recientes de representantes, tanto del BCE –advirtiendo sobre la posibilidad de volver a lanzar operaciones de expansión cuantitativa– como de la Reserva Federal de EEUU –anunciando retrasos en la suavización de las políticas agresivas expansivas–, reflejan que los bancos centrales están muy sensibilizados y tremendamente preocupados con esta evolución de la economía occidental que ha roto sus propias expectativas a un nuevo contexto de crecimiento normalizado», observa el analista.
En este contexto, la zona euro ha podido dejar atrás su papel de víctima de los problemas externos para asumir como verdugo de la economía global. Los datos desnudan una ecuación escalofriante para los intereses europeos: Francia ha dejado de consumir y Alemania de producir. Como resultado, la economía europea queda en un lugar complicado.
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