Veo, arrobado, a mi alrededor, un continuo fluir rebosante de maravillosa vida, que se desborda por laderas de montañas, solo en apariencia inertes, y por los cuerpos de plantas, animales y personas.
No puedo hacer otra cosa que rendirme asombrado ante esta vida tan plena que a sí misma se vive y se respira. Una vida que da su vida a la misma vida y, a su vez, de ella misma se la toma. Una vida tan autosuficiente que hasta la sensación de insuficiencia queda contenida en ella.