Como es posible salir de esta situación de crisis prolongada si toda la medicina que se aplica es jarabe de palo en una alocada carrera hacia el desendeudamiento forzado. Un diagnostico equivocado fruto de una política de los lobbys del poder económico, a los que les ha salido el tiro por la culata, no contaban que el Estado se quedara sin los recursos para sostener la sanidad hasta el extremo del cierre de quirófanos y las largas listas de espera que veremos con el tiempo sus consecuencias. Pensaron que el sistema lo aguantaría todo hasta que se descojonó en sus propias manos. De la desregulación del mercado financiero, de la codicia sin límites y de la indefensión de la ciudadanía se pasa de puntillas. La refundación del capitalismo, anunciada por el presidente francés Nicolas Sarkozy como solución perentoria nunca más se supo ya que la primera medida a tomar es el desmantelamiento de los paraísos fiscales. Han sido tantas las empresas que han constituido filiales en los paraísos libres de impuestos que la recaudación estatal se limita a cualquier cosa que se mueva fuera de las empresas ricachonas. El escaqueo no es tan novedoso, regatear a Hacienda viene de atrás. Un detalle para situarnos, las compañías auditoras no tan solo pasan a limpio los trapos sucios de los auditados sino que ofrecen, con el nombre de consulting, el impecable servicio de asesorar en burlar a Hacienda.
Hay pocas posibilidades de tener éxito al difundir el deterioro de la recaudación fiscal, y sus consecuencias, cuando se habla en genérico “la lucha contra el fraude fiscal se hace necesaria” y mil cosas por el estilo ya que son un brindis al sol. Para que tenga una cierta posibilidad de que penetre en la cabeza de la ciudadanía, tan deteriorada por la incursión mediática, hay que pasar del plural al singular. Un caso significativo que al menos haga pensar que nos están tomando el pelo. Se trata del Banco Santander, antes de continuar y como información previa a aquellos que ven intención espuria a los que nos situamos al margen de los convencionalismos: es el Santander como podría ser otro. Como decía el asunto viene de atrás, el Banco Santander de 1993 informaba de su participación en 57 sociedades asentadas en paraísos Fiscales. Las islas Vírgenes británicas acogían, con su hospitalidad característica, a 13 de dichas sociedades; las islas Caimán a otras tres; Luxemburgo, a cinco, y Suiza, a dos sociedades más. Lo más curioso es que todas estas sociedades se mantuvieron incólumes hasta que en 1998 tan solo dos de ellas permanecían domiciliadas en aquellos parajes: Santander Finance Limited, en las islas Caimán, y Banco Santander Trust, en las Bahamas. Pero este abandono de tan paradisíacos lugares fue momentáneo. En 2001 volvió a las andadas.
Tengo que retroceder a las investigaciones llevadas enLa Banca (para a quien le vega de nuevo en la barra hay una entrada Investiga que algo queda). Lo que aconteció en aquellos años no creo que vuelva a suceder nunca jamás. Como he dejado en algún lugar de este blog fue más producto de la impunidad de la otra parte que virtud nuestra, las cosas vinieron rodadas y conforme avanzábamos en nuestra investigación, íbamos conociendo los pormenores del plan urdido para el asalto a Banesto. Ya habíamos determinado el perímetro hasta el que se extendía el fraude, y lo publicamos en La Banca con toda clase de detalles, basándonos de nuevo en las correspondientes pruebas documentales y registrales. Los asuntos que no llegábamos a entender, bien por faltar algún eslabón de la cadena o porque no daba más de si nuestra capacidad de análisis, se aparcaban con prudencia, o incluso se desechaban definitivamente si llegábamos a creer que la investigación no iba a dar mas de si. Queríamos evitar a toda costa que cualquier información errónea o sin los suficientes soportes probatorios pudiera poner en tela de juicio lo que ya habíamos publicado.
Pensábamos, y no andábamos desencaminados, que se magnificaría el menor error por el club de los corsarios, dispuestos a calificar nuestro trabajo, de forma genérica, como escandaloso e inveraz. La etiqueta de “prensa amarilla” ya nos la había colocado algún prestigioso periodista como un inevitable sambenito, a pesar de que nadie había corregido una sola coma de lo publicado después de que invariablemente hubiésemos recabado la opinión de los afectados o aludidos en cada caso. No obstante, faltaba la guinda a cuanto habíamos sacado a la luz pública. El pastel descubierto era inmenso, pero carecía del toque maestro que acostumbran a poner los buenos reposteros para rematar su delicado empeño. Consistía en descubrir a dónde demonios había ido a parar todo el dinero que, a nuestro entender, faltaba en las cuentas del banco cantabro, un fortunón descomunal procedente del expolio de Banesto y de los fondos públicos aplicados en el supuesto saneramiento.Analizando la contabilidad, tanto de Banesto como del Santander, ya se habían detectado algunas partidas que presuponían importantes flujos de dinero con destino incierto, envueltos por los administradores en un lenguaje críptico difícil de descifrar incluso para los iniciados. Creíamos que si llegábamos a descubrir esa trama habríamos resuelto el verdadero enigma de tan apasionante película de policías y ladrones antes de llegar a la última escena. Porque el ladrón no es tal ladrón hasta que la policía encuentra el botín sustraído; para eso sirve la presunción de inocencia.
Aunque quizás pueda parecer infantil, la localización del dinero se hacia imprescindible para nosotros, sobre todo porque hasta entonces nadie se había hecho eco de nuestra investigación, al estimar sin duda que todo lo que decíamos era el fruto inevitable de nuestras calenturientas divagaciones. Pero el resultado del esfuerzo fue mucho mas allá del propósito inicial al percatarnos de que la guinda no era un elemento decorativo del pastel sino su mismísima esencia. Ruego un punto de paciencia a quien esto lea y pueda acompañarme en el itinerario de la difícil y tortuosa investigación. Esta fue la primera pregunta que nos hicimos: bueno, si, hay que buscar el dinero, pero donde? No se trataba solo de buscarlo, sino por donde empezar la investigación. Resultaba punto menos que imposible emprender con algún éxito previsible la búsqueda de la aguja en el inmenso pajar en el que nos disponíamos a entrar por las buenas, un lugar a oscuras y sin lindes definidas, y sin saber siquiera la clase de aguja que pretendíamos encontrar.Intuíamos, de momento sin suficiente base probatoria, que tan ingente cantidad de dinero tenia que estar fuera de nuestras fronteras. Eso es lo que piensa cualquier paisano de cualquier pueblo, a cuya modestísima categoría todos en La Banca nos honrábamos en pertenecer.
Haciendo cabalas sobre la supuesta fuga de capitales, colegimos que podían haberse refugiado en algún apacible paraíso fiscal, aunque enseguida se cae en la cuenta de que aun quedan demasiados paraísos fiscales por el ancho mundo, desalentadora reflexión a la que se añadía, como es obvio, nuestra supina ignorancia sobre quién podía ostentar formalmente la titularidad de los bienes. Era mucha la tela a cortar con unas tijeras tan endebles como las nuestras, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra actuación, como era norma invariable de la casa, discurre invariablemente y sin excepción por los cauces que marca el Estado de Derecho. Cuando estábamos a punto de tirar la toalla, se nos encendió la bombilla, y he de decir que no se trataba de una bombilla cualquiera, a la vista de los resultados obtenidos, sino de todas las bombillas juntas del árbol navideño mas esplendoroso. Si lo que estábamos buscando eran sociedades pertenecientes al Banco Santander domiciliadas en paraísos fiscales, nada mejor que remitirse a las memorias que anualmente publica el propio banco. Como puede verse también en nuestro caso, los fundamentos en que se asienta el huevo de Colon siguen siendo inconmovibles.
Dicho y hecho. Nos enfrascamos al punto en el estudio de las susodichas memorias, empezando por el análisis de los balances correspondientes a los últimos cinco años. La partida clave objeto de investigación eran las sociedades participadas por el Santander que sesteasen en los soleados y pacíficos territorios, fiscalmente exentos, elegidos por los ricos cada vez mas ricos, suponemos que para cumplir puntualmente sus obligaciones tributarias. En 1993, año en el que iniciábamos la investigación y que coincidía con la intervención de Banesto, el Santander informaba de un buen número de sociedades participadas asentadas en paraísos fiscales que iban y venían. Algo extraño estaba pasando con este ir y venir turístico practicado por esa desmesurada legión societaria. Treinta y cinco sociedades, ahí es nada, habían emigrado de aquellas tierras tan propicias al desvanecimiento fiscal y a otras maniobras aun más oscuras, pero lo mas sorprendente era que nadie sabia a donde fueron a parar con sus miles de millones a las espaldas. La información que facilitaban —es un decir— los administradores era punto menos que inexistente cuando se referían en las memorias a las sociedades en cuestión. Si alguna figuraba en la relación facilitada por la memoria de un año determinado, al año siguiente desaparecía sin dejar rastro. Pero lo más asombroso era que algunas de tales sociedades tenían un capital social astronómico, y conste que nos estamos refiriendo a su capital social, no a sus activos. Algunas mantenían una capitalización de fondos propios tan exorbitante que para si la quisieran algunos bancos de campanillas.
Así, de una manera tan simple, nos habíamos topado con el pajar, solo faltaba encontrar la aguja. Siento que la aventura, dada la simplicidad del método empleado, defraude de alguna manera a quien esto lee, que ante la magnitud de nuestro empeño esperaba algo mas espectacular y apasionante. Porque el hallazgo de la aguja, aunque parezca mentira, ya empezaba a parecernos una labor menos ímproba que al principio, pues el margen hasta donde podíamos movernos se encontraba firmemente acotado. Si bien el transito prometía ser laborioso en extremo. No había manera de llevar un registro de las sociedades participadas a mano. Las altas, bajas, desapariciones en combate, los nombres raros y parecidos entre estas empresas llegaba un momento que te perdías. Tuvimos que informatizar una base de datos que nos aportó la seguridad del resultado. La deducción fue un bombazo. La estructura contable del Santander esta sibilinamente diseñada para mantener una fachada de decorado que sirve para engalanar las Memorias del banco, para exhibir una supuesta solvencia en folletos publicitarios, y para cubrir el expediente ante las sagaces autoridades de control. Pero tan sólo que se hurgue un poco en sus números las mentiras que se cuentan son tan grandes que chocan frontalmente con la tozuda realidad. El propio Consejo de Administración del Santander reconocía expresamente que el Banco poseía, directa o indirectamente, un total de 456 sociedades consolidables y 146 sociedades no consolidables. De estas 602 sociedades se habían esfumado, alegremente, 400 de ellas. Sin ninguna explicación habían desaparecido con enormes activos de las cuentas del banco hasta tal extremo que la mayoría de ellas desaparecen en combate por arte de magia. No se sabe si su desaparición forma parte de un éxodo, de un exterminio, o van a parar directamente a un banco paralelo que Botín, familia, y cómplices allegados controlan desde hace algunos años. Mientras tanto Hacienda, la misma Hacienda que persigue hasta la extenuación al currito de turno se deja burlar por el Banco Santander.
Con la justicia hemos topado mi fiel Sancho
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