Archivo por días: noviembre 23, 2015

Descubren en Tlaxcala (México) enterramiento vinculado con Ometochtli, dios del pulque

PODRÍA CORRESPONDER A UN POSIBLE SACERDOTE O GOBERNANTE ACOLHUA DEL PERIODO POSCLÁSICO (1520 D.C.) 
En la nueva campaña de excavaciones en Zona Arqueológica de Zultépec-Tecoaque, donde fueron aniquilados 550 hombres de Hernán Cortés, se ha localizado un inusual enterramiento que dataría del periodo Posclásico (1520 d.C.). Se trata de un dignatario o sacerdote, enterrado con los atributos del dios Ometochtli, dios del pulque representado por el glifo dos conejo. Precisamente este glifo aparece en varios de los objetos del ajuar funerario, además de recipientes para contener pulque, y huesos infantiles. El hallazgo parece confirmar que en Tecoaque se producía, almacenaba y salía el pulque hacia Tenochtitlan.

El hallazgo de los restos óseos de un personaje de alta jerarquía de la época prehispánica, con el nombre calendárico de Ometochtli, deidad del pulque, dentro de un aljibe en la Zona Arqueológica de Zultépec-Tecoaque, en Tlaxcala, ha sorprendido a los investigadores, ya que es el primero donde se encuentra una osamenta humana con una ofrenda compuesta por piezas de cerámica, fragmentos de huesos de niños y figurillas.
En el depósito mortuorio destaca una piedra de color verdusco con tonos azules en forma de cilindro en cuya superficie está grabado el numeral o glifo “dos conejo” de Ometochtli, el cual también aparece en un trono hecho en tezontle, tallado en una sola pieza y con restos de pintura azul, hallado en el mismo contexto. El cilindro mide 40 cm de alto por 20 de diámetro y el trono tiene 25 cm de alto, 20 de ancho y 30 de largo.
A diferencia del resto de los aljibes encontrados en el sitio prehispánico, en los que se han encontrado elementos de la época del contacto con los conquistadores españoles, éste contiene el entierro de un posible sacerdote o gobernante acolhua —ubicado a una profundidad de seis metros y 20 cm— que data del periodo Posclásico (1520 d.C.).
Como parte de la actual temporada de campo que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza en el sitio arqueológico, donde indígenas acolhuas capturaron y sacrificaron una caravana de 550 personas aliada a Hernán Cortés a principios de la Conquista, se han descubierto alrededor de medio millar de piezas escondidas en los aljibes, entre ellas objetos de cerámica, figurillas, espuelas de caballo, clavos, huesos de animales y esculturas.
En conferencia de prensa realizada en la Zona Arqueológica de Zultépec-Tecoaque, el arqueólogo Enrique Martínez Vargas y su colaboradora Ana María Jarquín Pacheco señalaron que en dichos aljibes, construidos para almacenar agua, los habitantes del sitio ocultaron objetos pertenecientes a los cautivos españoles, antes de abandonar de manera intempestiva el lugar al enterarse que Hernán Cortés había ordenado su destrucción.
Sin embargo, en el aljibe 13, sorprende el hallazgo de restos óseos de un individuo joven, de 25 o 28 años, al cual se le asocian fragmentos de huesos de niños (vértebras dorsales, costillas y cintura pélvica), así como objetos de cerámica como jarras, cajetes y cuencos utilizados para contener pulque, con pigmentos azules, que era una tonalidad muy apreciada por los mexicas.
El especialista del INAH, director del Proyecto Arqueológico Zultépec-Tecoaque, aseveró: “La presencia de este personaje en el interior del aljibe, que representa el inframundo, es muy importante porque está acompañado del numeral que simboliza a la deidad del pulque, de la embriaguez y también de la fertilidad. Todos los elementos que conforman su ofrenda son prehispánicos y confirman que en Tecoaque se producía, almacenaba y salía el pulque hacia Tenochtitlan”.
El personaje se encontraba extendido, con la cabeza hacia el Este y los pies hacia el Oeste, abarcando toda la cámara mortuoria. “Son orientaciones mesoamericanas. Lo curioso es que en los entierros prehispánicos los individuos eran colocados en posición flexionada, que simboliza el renacimiento, y la posición extendida (bocarriba) significa que no va a renacer. Los restos óseos de los infantes rodeaban la piedra cilíndrica que tiene grabado el glifo ‘dos conejo’”.
Aún no se llega al fondo del aljibe, que podría medir siete metros de profundidad, con un diámetro de 45 cm en la boca que se va abriendo hacia abajo hasta abarcar un metro con 20 o 30 cm. “Veremos si hay otros elementos vinculados con el individuo y con el asentamiento, que en la época prehispánica controlaba la producción pulquera del valle”.
El arqueólogo resaltó que otro elemento significativo es que el entierro está en el área habitacional y no en el centro ceremonial, lo cual indicaría que fue protegido por los habitantes. El aljibe no estaba tapado como los demás y nunca funcionó como depósito de agua, la gente sabía lo que estaba dentro y era un lugar venerado.
“Aún no se sabe si el personaje falleció o fue sacrificado, pero sin duda tenía un alto rango y el tratamiento mortuorio que se le dio fue muy importante, al colocar en el fondo la ofrenda y en la parte superior la osamenta con su trono y su numeral que lo vinculan con Ometochtli. Podríamos decir que éste es su apellido, pero habría que definir qué nombre tenía. Por el momento se le puede designar como Ometochtli. Dos conejo”.
El investigador señaló que la presencia de fragmentos de huesos de niños en la ofrenda causa extrañeza, aunque podrían estar asociados a la fertilidad, representada también por dicha deidad. Bertha Alicia Flores Hernández, antropóloga física, dijo que es difícil determinar el sexo y la filiación étnica de los infantes y que el entierro principal corresponde a un individuo masculino, de 25 a 28 años, que no muestra huellas de actividad intensa ni de patologías severas. Tiene dientes en forma de pala —característica mesoamericana— y el desgaste dental es muy pequeño. Estos rasgos indican que es un individuo amerindio.
“Algunos huesos largos tienen huellas rectas, como si hubieran sido seccionados con un objeto contundente, posiblemente para introducirlo al aljibe, pero hasta que integremos toda la osamenta, podremos observar estas evidencias culturales, pues aún falta identificar la sección cervical, la parte basal del cráneo y algunas costillas. Las huellas de poca actividad revelan que era una persona de jerarquía, destinada para un propósito, posiblemente un sacerdote o gobernante al que se le asignó el glifo de Ometochtli”.
“La arqueología nos está dando información de primera mano, pero falta indagar más en las fuentes históricas. El Códice Borgia menciona a Ometochtli, lo mismo que Diego Durán y Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, quien lo considera una figura muy importante en la historia de esta región. Por su parte, informantes de fray Bernardino de Sahagún señalaban que anteriormente se atribuía el pulque a los conejos, adorados por los antiguos. De ahí el origen de este nombre”, concluyó.

articulo publicado en…http://arqueologia-paleoramaenred.blogspot.com.es/2015/11/descubren-en-tlaxcala-mexico.html

Debatiendo sobre la biología social de Homo sapiens

Resulta muy complejo e interesante conocer que modelo de biología social tenemos los humanos. Sabemos, por ejemplo, que los gorilas organizan su grupos sociales en torno a un macho dominante (el macho de lomo plateado), en el que viven varias hembras. Todos los hijos llevarán los genes de ese macho, el más fuerte y capacitado en cada momento y en cada región dominada por ese grupo. Los demás machos se quedan fuera de juego. Los oranguntanes (género Pongo) muestran ciertas similitudes en su organización en los que refiere a la dominancia de un macho. Sin embargo, las hembras no viven con ellos. Su largo período de crianza (hasta 8 años) transcurre en soledad, cuidando de manera intensa a su cría. En los hilobátidos, los simios más alejados de nuestra filogenia, funcionan las parejas con sus hijos, que no interaccionan entre sí y defienden su territorio.

Macho de lomo plateado (Gorilla, gorilla).

Los simios más próximos a nosotros, los chimpancés, se comportan de manera muy dispar según se trate de la especie Pan troglodytes (chimpancé común) o de la especie Pan paniscus (bonobos). En la primera dominan los machos, cuyas fuertes alianzas están basadas en su estrecho parentesco. Los grupos se forman con una serie de machos bien jerarquizados en torno al macho alfa, todos ellos descendientes de las hembras que se incorporan al grupo desde otros grupos con el objetivo de romper la endogamia. En los grupos de esta especie se produce una cierta promiscuidad consentida, puesto que los genes de los machos proceden todos de una misma geneaología. Los grupos se rompen y vuelven a juntar durante breves lapsos de tiempo, en su búsqueda diaria de alimento (modelo de fusión-fisión). En Pan paniscus las hembras son las que mantienen fuertes alianzas, también jerarquizadas, y controlan el grupo. Sus hijos permanecen en el clan y su jerarquía depende de la que tenga su madre. En definitiva, los simios antropoideos muestran formas de convivencia muy dispares. Es posible que la biología social haya derivado en cada especie y que ninguna especie haya mantenido la forma ancestral de organización que tuvo el antepasado de los Hominoidea hace entre 29 y 34 millones de años

¿Qué podemos decir sobre este aspecto biológico en Homo sapiens y en sus ancestros del Plioceno y Pleistoceno? Con respecto a las especies fósiles tan solo caben conjeturas. Un caso especial muy interesante fue detectado en el grupo de cinco individuos neandertales del yacimiento de El Sidrón, en Asturias. Este yacimiento ha sido una de las fuentes más importantes de ADN neandertal. De acuerdo con el ADN extraído de los fósiles de este yacimiento, los machos del grupo estaban emparentados, mientras que la hembra parecía proceder de otro grupo. De algún modo, esta situación nos recuerda a la de Pan troglodytes. Sin embargo, no podemos olvidar que se trata de un único ejemplo y no podemos extender las conclusiones a todas las especies de nuestro linaje evolutivo.

Individuos del pueblo Hadza (Tanzania).

Resulta tremendamente complejo separar biología y cultura. Esta última influye de manera decisiva en nuestro comportamiento, por lo que resulta muy difícil conocer como nos comportamos desde el punto de vista de nuestra biología social. Si nos fijamos en las pocas sociedades de cazadores y recolectores que aún persisten en el planeta podríamos constatar que somos la especie de primate más social que nunca antes ha existido. Los grupos son más numerosos que los de los chimpancés y permanecen unidos en la defensa del grupo y en la búsqueda de alimento durante largos períodos de tiempo. La separación de estos grupos en unidades más pequeñas, generalmente unifamiliares, está condicionada por la cantidad de alimento. La jerarquía, como en todos los primates sociales, está bien establecida, pero predomina la igualdad en el reparto de los recursos. Hombres y mujeres están por fuerza emparentados, pero la magnitud de los grupos puede eliminar en buena parte el peligro de una endogamia extrema. La dominancia de los varones no es necesariamente el modelo más común, por lo que resulta muy difícil saber si el modelo ancestral podía ser más parecido al de los bonobos o al de los chimpancés comunes. La etología de los bonobos es tan peculiar, que nos inclinamos a considerarla como una caso aparte y muy derivado en el grupo de los simios antropoideos. En cualquier caso, la unidad familiar (tal vez muy variable en estructura y función) estuvo muy posiblemente en la base de la organización grupal de la mayoría de las especies de la genealogía humana, como lo sigue estando en la actualidad. Esta es además la tendencia de todos los simios antropoideos, con sus variantes específicas.

En definitiva, es posible que nuestros ancestros tuvieran una biología social más próxima a la de chimpancés y bonobos que a la de cualquier otra especie de simio. Y no solo por proximidad filogenética, sino en virtud de los escasos datos que se manejan. Pero todo ello sin olvidar que ellos y nosotros hemos evolucionado de manera independiente durante al menos seis millones de años. Ese tiempo es más que suficiente para modificar de manera sustancial muchas de nuestras características de comportamiento, siempre sobre la base de un modelo biológico común. Es por ello que en el estudio de la biología social de la humanidad actual se prefiere tomar como referencia lo poco que nos queda de las sociedades cazadoras y recolectoras, aunque la mayoría ya están influenciadas por los que llamamos “la civilización”.

Debatiendo sobre la biología social de Homo sapiens

Costa Rica: Permisos para cultivo de transgénicos navegan en limbo legal

Sala Constitucional determinó que se debe especificar qué parte de la información presentada por las empresas es confidencial, pero no hay reglamentación al respecto
Por Vinicio Chacón
El hecho de que la Sala Constitucional (IV) declarara inconstitucional la confidencialidad con que se tramitaba la información técnica y científica de los cultivos de organismos genéticamente modificados (OGM) o transgénicos, ha llevado a dos miembros de la Comisión Técnica Nacional de Bioseguridad (CTNBio) a cuestionar si esta entidad está en la actualidad capacitada para tramitar solicitudes al respecto.
Dicha Comisión dio curso a dos solicitudes para sembrar algodón transgénico, presentadas por las empresas Dow AgroSciences yBayer S.A.
Según explicó el biólogo Jaime García, quien forma parte de la CTNBio, desde que la Sala IV se pronunció al respecto, no hay definición sobre qué parte de la información que presenta un solicitante es confidencial y por ello no se deberían tramitar permisos.
“Sabiendo qué es confidencial, podemos dar a conocer lo que no lo sea; es un tema de transparencia por un lado, y por otro de no estar amarrados porque uno es juramentado al entrar a la Comisión”, manifestó. En su opinión, esta definición se debe especificar en un reglamento por establecer mediante un decreto ejecutivo.
García y Fabián Pacheco, quien también forma parte de la mencionada Comisión, acudieron a la Sala Constitucional en días pasados con una solicitud de desobediencia y de medida cautelar “urgentísima” −según el texto del escrito−, con el fin de detener el trámite de las dos solicitudes que actualmente se estudian. Al cierre de esta edición, ese tribunal no había resuelto al respecto.
La acción de inconstitucionalidad fue presentada en el 2012 y la Sala IV emitió su resolución en setiembre del año pasado.
Sobre el tema se buscó la posición del director ejecutivo del Servicio Fitosanitario del Estado (SFE), Francisco Dall’Anese, quien además funge como presidente de la CTNBio. Se le llamó varias veces por teléfono y se le enviaron correos electrónicos con preguntas tanto a su dirección personal como a la de su secretaria, sin que se obtuviera respuesta al cierre de edición.
De acuerdo con García, él y Pacheco reclamaron ante ese tribunal la inconstitucionalidad del artículo 132 del Reglamento a la Ley de Protección Fitosanitaria, el cual estipula que toda la información científica y técnica que se aporte sobre organismos transgénicos es confidencial.
De acuerdo con el biólogo, quien es docente de la Escuela de Biología de la UCR, la Sala determinó que el tema de transgénicos tiene que ver con los derechos de la población a la salud y ambiente sano, y que por ello no toda la información puede ser confidencial.
Sin embargo, la acción de inconstitucionalidad también se refería a los artículos 117 y 118 del mismo decreto, los cuales −según García− establecen que basta con realizar los llamados Análisis de riesgo ambiental (ARA) a la hora de valorar las solicitudes.
“A nosotros nos parece que al tratarse de una actividad que pone en riesgo la biodiversidad, se debe solicitar una evaluación de impacto ambiental, que es mucho más completo y debe pasar por la Secretaría Técnica Nacional del Ambiente (Setena)”.
Esa posición es compartida por el geólogo Allan Astorga, quien en la publicación Acta Académica de la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA) −de mayo de este año− afirmó que el procedimiento establecido por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) para realizar los ARA es “muy limitado y tiene series debilidades que abren un espacio muy amplio a la discrecionalidad y subjetividad para la toma de decisiones”.
Astorga, en cambio, favorece que se recurra al procedimiento de un estudio de impacto ambiental (EsIA), el cual en su criterio está “bien sustentado” en el marco de la Ley Orgánica del Ambiente, con una serie de reglamentos técnicos.
Entre otras carencias, el geólogo mencionó que, en la actualidad, el ARA se tramita a partir de un formulario que deben completar y presentar ante la CNTBio quienes pretendan introducir organismos modificados al ambiente. Tal formulario “no especifica con claridad qué profesionales deberán ser los responsables” del referido análisis, sino que se limita a indicar que debe existir una persona responsable, sin establecer los requisitos técnicos para ello.
Astorga subrayó que si bien el EsIA incluye el análisis de riesgo, va más allá, pues también se ocupa de factores acumulativos y sinérgicos de la actividad. Los efectos acumulativos son los que se presentan a lo largo del tiempo tras el inicio de una actividad, que en este caso sería la siembra de algodón transgénico.
El concepto de efectos sinérgicos toma en cuenta la afectación ambiental ya presente, como consecuencia de otras actividades, a lo cual se podría sumar la de la actividad evaluada.
Otro de los aspectos criticados por García es el hecho de que la CTNBio no hace ningún seguimiento de los permisos que otorga. “La comisión solo aprueba y no volvemos a saber nada.
Se otorga el permiso para sembrar una variedad transgénica, luego el solicitante puede volver a sembrar el mismo cultivo transgénico en cualquier sitio del país, puede variar el área cultivada y eso no va a la Comisión; teóricamente lo sigue el SFE. Pienso que los permisos deberían ser válidos solo para un cultivo y si van a sembrar otra vez debería volver a ser sometido a la CTNBio”.
También destacó tres aspectos “básicos” con los que la normativa costarricense no cumple: En primer lugar, que el país no cuenta con una ley marco de bioseguridad, sino que las leyes y reglamentos sobre el tema “están dispersos”, e insistió en la necesidad de que la normativa asigne la responsabilidad a la CTNBio de estudiar en el campo las condiciones para la siembra, el seguimiento a los cultivos autorizados, o el hecho de que esos permisos no tengan vencimiento.
Otro aspecto es que el país −según dijo− no cuenta con el equipo y personal técnico para hacer mediciones en el campo y tampoco existen las llamadas líneas base de la biodiversidad que se debe proteger.
Este concepto se refiere a estudios que determinen, por ejemplo, cuántas variedades de maíz o algodón autóctono hay en el país y dónde se encuentran, antes de introducir las variedades modificadas.
Añadió que por todo ello es necesario que se apruebe el proyecto de moratoria a la introducción de especies vivas modificadas, que se tramita en la Asamblea Legislativa bajo el número 19.477.