Están leyendo en voz alta un libro en el que surge la cuestión de si el mundo fue creado para ser felices o para sufrir. Todas las miradas se dirigen entonces a Sri Bhagaván en espera de su respuesta.
Bhagaván: La creación no es ni buena ni mala. Es lo que es. Es la mente humana la que le superpone todo tipo de elucubraciones porque siempre lo ve todo desde su propio ángulo y según se adecue a sus propios intereses. Una mujer es sencillamente una mujer, pero para una mente será «madre», para otra, «hermana», para otra, «tía» y así sucesivamente. A los hombres les encantan las mujeres pero odian a las serpientes y no les importan nada la hierba y las piedras que hay al borde del camino. Todas estas asociaciones son la causa de todo el sufrimiento que hay en el mundo. La creación es como el árbol pípal (1): los pájaros se comen sus frutos o se cobijan en sus ramas; los hombres disfrutan del frescor de la sombra que les da; pero también puede que alguien lo utilice para colgarse del cuello. Sin embargo, el árbol sigue viviendo tranquilamente, sin preocuparse ni enterarse de todos los usos que se hacen de él. Es la mente humana la que crea sus propias dificultades y, después, se pone a pedir ayuda a gritos: «¿Es que Dios es tan parcial como para darle paz a unos y sufrimiento a otros?». En la creación hay sitio para todo; pero el hombre se niega a ver el bien, lo sano y lo hermoso, y no para de gimotear, como si fuera un hombre hambriento que está sentado ante un plato delicioso y, en vez de usar la mano para saciar su hambre, se dedica a lamentarse sin cesar. ¿De quién es la culpa, de Dios o del hombre? Pero, afortunadamente para el hombre, Dios, en Su infinita misericordia, no lo abandona nunca y no para de darle oportunidades aportándole gurus y escrituras sagradas que le conduzcan a descubrir lo incorrecto de su conducta y, finalmente, la felicidad eterna.
Un francés, doctor en Filosofía vino a pasar el día y preguntó: «¿Cómo debe trabajar el buscador?».
Bhagaván: Sin considerarse el autor de la acción, es decir, debería trabajar sin un motivo o sin un plan estricto. Por ejemplo, cuando usted inició su viaje desde París, ¿incluyó este lugar en su itinerario?
Doctor: No.
Bhagaván: ¿Se da cuenta de que ha venido aquí sin haberlo planeado? El Bhagavad Guita dice que nadie puede permanecer inactivo y que, lo quiera uno o no, se cumplirá el propósito de la vida de cada cual. Por lo tanto, lo más sabio es permitir que dicho propósito se cumpla por sí mismo.
La Sra. Yinarayadasa, esposa del difunto presidente de la Sociedad Teosófica y residente en Adiar, Madrás, quería llegar a la raíz del ego humano, que es la causa de tantas desavenencias entre naciones, familias e individuos.
Sra. Yinarayadasa: ¿Cuál es la diferencia entre el ego y el Ser?
Bhagaván: Eso que viene y va, surge y desaparece y nace y muere es el ego. Lo que siempre existe, nunca cambia y está desprovisto de cualidades es el Ser.
Sra. Yinarayadasa: ¿Podríamos decir que Dios es la llama y nosotros las chispas?
Bhagaván: Aunque las chispas surjan de la llama, al caer, se separan de ella, mientras que nosotros no nos salimos nunca de Dios.
Sra. Yinarayadasa: Pero ¿existe un Dios aparte de nosotros? Lo natural es que haya un creador de todo este universo.
Bhagaván: Si al decir «nosotros» usted se refiere al cuerpo, entonces sí que existe un creador, pero si usted se está refiriendo al Ser puro, entonces no existe nada más que Eso. Si usted objetiviza y ve el universo, entonces está obligada a ver muchas más cosas aparte de usted misma y a postular un Dios, el creador. El cuerpo, Dios y el mundo brotan del Ser y desaparecen juntos en El. Si Dios fuera algo distinto del Ser, entonces no tendría Ser, es decir, no pertenecería a la existencia. O sea, no existiría.
Sra. Yinarayadasa: Supongo, entonces, que lo que hay que hacer es sublimar el yo egótico en el verdadero Yo.
Bhagaván: Ese yo egótico no existe.
Sra. Yinarayadasa: Pues entonces, ¿por qué da tantos quebraderos de cabeza? No hay más que ver el caos que crea entre las naciones y la gente. Es algo pavoroso hasta para uno mismo.
Bhagaván: ¿A quién se le plantean esos problemas? Los problemas también se imaginan. Cuando desaparece el ego mediante la indagación constante sobre su naturaleza, también desaparece el espejismo del placer y el sufrimiento, y lo único que queda es el Ser, su fuente. En la Realidad no existe ni ego ni ignorancia.
Sra. Yinarayadasa: Pero ¿cómo surgió el ego?
Bhagaván: El ego no existe. De lo contrario, usted sería dos personas en vez de una: usted ego y usted Ser. Pero usted es una totalidad única e indivisible. Indague sobre usted misma y desaparecerán el ego y la ignorancia aparentes.
Sra. Yinarayadasa: Entonces, ¿por qué es necesario practicar la concentración?
Bhagaván: La concentración, la meditación, así como todas las prácticas espirituales, no se hacen con el fin de alcanzar el Ser, porque el Ser siempre está presente, sino con el de que uno tome conciencia de que la ignorancia es algo que no existe. Cualquier individuo admite que existe por sí mismo y no necesita de ningún espejo para demostrárselo a sí mismo. La existencia es ser consciente, lo cual es la negación de la ignorancia. Entonces, ¿por qué sufre el hombre? Porque se imagina que es algo distinto de lo que es realmente. Es decir, se imagina que es el cuerpo, que es esto, aquello y lo de más allá: «Yo soy Gopal, hijo de Parashuram, padre de Natesan», etc. Pero, en realidad, él es únicamente ese «Yo soy» inteligente, desprovisto de cualquier cualidad y superposición, de nombres y de formas. ¿Es que el hombre puede ver su cuerpo y todas esas cualidades, formas y colores en el estado de dormir profundo, sin sueños? Pero no por eso va a negar que siga existiendo aunque no tenga cuerpo. Se debe aferrar a esa existencia, a esa existencia sin compañía (káivalia), hasta cuando esté en el estado de vigilia. El sabio, sencillamente, es. «Yo soy el que soy», en eso se resume toda la Verdad. El método se resume en «Estad quietos y sabed que yo soy Dios». ¿Qué quiere decir quietud? Que cesa el pensar, el cual constituye el universo de formas, colores, cualidades, tiempo, espacio, y todos y cada uno de los conceptos y preceptos.
Un visitante preguntó: «Si el ego o el yo son algo ilusorio, entonces, ¿quién es el que rompe ese espejismo?».
Bhagaván: El «Yo» es el que rompe el espejismo del «yo» y, sin embargo, no deja de ser «Yo». Seguro que esto, para ti, es una paradoja; pero para el gñani no lo es. Fíjate en un bhakta. Su «yo» le implora al Señor alcanzar la unión con Él y a eso se le llama entrega. Lo que queda como residuo después de esa entrega es el «Yo» eterno, el cual es Dios, el Absoluto, el mismísimoParamatman. ¿Qué ha pasado entonces con el «yo» que imploraba? Al ser algo irreal, sencillamente, se ha esfumado.
El catedrático M. Venkataramaia ―que más adelante se convertiría en Suami Ramánanda Sarásvati― preguntó si la luz que le da la identidad y el conocimiento (del mundo) al aham el concepto del «yo» es ignorancia o Chit (Conciencia Pura).
Bhagaván: Lo que hace que el yo se considere algo separado de los demás y cree los objetos no es más que el reflejo de la luz de Chit. Para que se produzca dicho reflejo, debe existir una superficie en la que se pueda reflejar.
Ella Maillart: ¿Y qué es esa superficie?
Bhagaván: Cuando toméis conciencia del Ser os daréis cuenta de que, en realidad, no existen ni el reflejo ni la superficie en la que éste se produce, sino que son únicamente Chit. Está el mundo, que requiere una ubicación para poder existir así como luz para poderlo percibir. Ambas surgen simultáneamente. Por lo tanto, la existencia física y la percepción dependen de la luz de la mente, que es un reflejo del Ser. De la misma forma que las imágenes de una película se hacen visibles con una luz reflejada, y sólo en la oscuridad; las imágenes del mundo únicamente las puede percibir la luz del Ser reflejada en la oscuridad de avidia (ignorancia). Pero el mundo no se puede ver ni en la oscuridad total de la ignorancia, como es el caso del sueño profundo, ni en la luz suprema del Ser, como es el caso de la iluminación o del samadhi.
Visitante: ¿En qué consiste la entrega?
Bhagaván: Es lo mismo que el control de la mente. El ego se somete cuando reconoce que elAtman es la autoridad superior. Eso es el principio de la entrega. Aunque el ego es incapaz de existir sin el Ser, como el ego ignora ese hecho, se mantiene rebelde, toma sus propias iniciativas y hace su propia voluntad.
Visitante: ¿Cómo se puede subyugar a ese ego rebelde?
Bhagaván: Pues o bien buscando su origen, porque entonces desaparece automáticamente o, si no, haciendo un deliberado acto de entrega de todas sus acciones, motivos y decisiones, con lo que se le ataca de raíz. El hábito crea la falsa noción de que pensar es una institución permanente de la que no se puede prescindir, pero la auto-indagación y el discernimiento se encargan de desmontar semejante falacia. Aunque nadie lo consigue sin esfuerzo y, los que lo consiguen, deben su victoria a su perseverancia.
Visitante: La gente se postra ante Dios o el gurú, supongo que para demostrar, o al menos mostrar, la entrega que le profesan.
Bhagaván: La verdadera entrega consiste en derretir el ego en su propia Fuente, en el Corazón. A Dios no se Le engaña con genuflexiones. Lo que Él ve en el devoto es cuánto ego lo controla aún y cuánto está a punto de auto-destruirse.
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