Archivo por días: abril 1, 2018

Tomar fotos con el móvil está destruyendo nuestros recuerdos

Somos nuestra memoria. La memoria nos ayuda a darle un sentido a nuestra vida ordenando los hechos autobiográficos y nos recuerda constantemente quiénes somos y hacia dónde nos dirigimos. Sin la memoria y los recuerdos que almacena, estaríamos perdidos, tendríamos que reinventarnos cada día. Por eso, es fundamental hacer todo lo que esté a nuestro alcance para preservar la memoria y asegurarnos de almacenar recuerdos sólidos.

La memoria no es un almacén estático 

La mayoría de las personas piensan en su memoria como en un almacén donde guardan los recuerdos. Sin embargo, no se trata de un almacén estático, esos recuerdos pueden cambiar. De hecho, ni siquiera son una copia fiel de los eventos que vivimos.

Cada vez que recordamos un suceso, podemos alterarlo o disminuir su precisión accidentalmente. Incluso los recuerdos triviales se corrompen fácilmente con meras sugerencias. La psicóloga Elizabeth Loftus, por ejemplo, descubrió que cuando le decía a las personas que los coches “chocaron” en vez de decir “chocar”, estas recordaban el accidente automovilístico más severo de lo que fue en realidad.

Pequeñísimos detalles como ese pueden influir en nuestros recuerdos, aunque quizá lo más frustrante es que cambiamos esos detalles y reconstruimos la realidad sin darnos cuenta. Por tanto, no es banal preguntarse cómo uno de nuestros hábitos más comunes: fotografiar todas nuestras experiencias, puede influir en nuestra memoria.


¿Cómo se forman los recuerdos? 

El primer paso para formar un recuerdo duradero es prestar atención. Así de simple. Si no prestamos atención, nuestro cerebro no podrá almacenar las sensaciones que experimentamos.
Luego, nuestro cerebro almacena los recuerdos a largo plazo estableciendo conexiones neuronales. Cuanto más intensa sea la vivencia, más fuertes serán esas conexiones y menos probable será que olvidemos lo ocurrido. Esa es la razón por la que no olvidamos con facilidad los hechos que han tenido un gran impacto emocional o los aprendizajes significativos para nosotros.
Gracias a esas conexiones no solo podemos recordar lo que sucedió sino además conectar esa memoria con determinados olores, sensaciones, emociones y palabras. Sin embargo, si no estamos prestando atención, si ni siquiera estamos obteniendo la información básica para que se formen recuerdos a corto plazo, no se almacenará nada a largo plazo en el cerebro. Por consiguiente, sin atención no hay recuerdos.

El experimento que demostró cómo tomar fotos afecta nuestra memoria 

La Iglesia Memorial de Stanford es un edificio sorprendente que demanda atención. Es magnífica, tanto fuera como en su interior. Sin embargo, psicólogos de las universidades de Princeton, Austin y Stanford descubrieron que es más fácil olvidar los detalles si sacamos fotos.
En una serie de experimentos, cientos de participantes realizaron un recorrido por la iglesia durante el cual debían tomar nota mental de los detalles más relevantes. A algunos se les pidió que entraran con las manos vacías, a otros les pidieron que tomaran fotos con sus smartphones.
Al cabo de una semana, los investigadores pusieron a prueba la memoria de los participantes preguntándoles detalles sobre la iglesia. Quienes recorrieron el edificio sin cámara, respondieron correctamente 7 de 10 preguntas. Quienes tomaron foto, al contrario de todas las expectativas, no solo no recordaban mejor los detalles sino que cometían más errores, respondían bien una media de 5 o 6 respuestas.
Estos psicólogos explican que “mientras usamos estos dispositivos, nos distraemos de la experiencia. Esa distracción hace que no recordemos los detalles a los que deberíamos prestarles atención”.
Dado que los smartphones son omnipresentes en nuestras vidas, a estos psicólogos les preocupa que esa fuente gigante de distracción termine afectando nuestra capacidad para formar recuerdos duraderos y fiables.

Descarga cognitiva: Usar el smartphone como una “memoria expandida” 

Al efecto distractor del móvil, se le suma lo que se conoce como “descarga cognitiva” o “memoria expandida”, que implicaría externalizar nuestra memoria. En práctica, nos preocupamos menos por prestar atención y recordar porque tenemos una foto a la cual recurrir.
De hecho, otro experimento realizado en las universidades de Columbia, Wisconsin y Harvard reveló que cuando estamos seguros de que podemos guardar la información en un dispositivo, recordamos menos información.
Ese efecto es aún más acuciado en las personas a las que no les gusta pensar mucho, según confirmó otro estudio desarrollado en la Universidad de Waterloo. En práctica, estas personas convierten sus smarphones en una especie de muleta cognitiva. No esfuerzan sus recursos cognitivos porque confían en la tecnología.

98% de los niños son genios creativos, pero solo 2% llega a la edad adulta (ESTUDIO)

En nuestra cultura y nuestras sociedades nos hemos habituado a ver el genio en otros, a admirarlo en aquellos y aquellas que por distintos motivos adquirieron notoriedad y reconocimiento en el campo al cual entregaron su labor: las artes, la ciencia, la política y la vida social, etc.

En ese sentido, solemos creer que ese mismo genio es una cualidad extraordinaria que se encuentra en tan sólo unos pocos, que sea por la fortuna o por la casualidad son capaces de desarrollarlo y condensarlo en obras igualmente admirables.

¿Pero qué pasaría si esto fuera falso y la genialidad no fuera una cualidad extraordinaria sino, más bien, natural en el ser humano?

A esa conclusión radical llegó un estudio realizado por los investigadores George Land y Beth Jarman, cuya historia comienza en 1986, cuando la NASA les pidió que desarrollaran un método que permitiera identificar a personas con una elevada capacidad para la innovación entre el personal científico de la institución. Land y Jarman diseñaron entonces una prueba orientada a detectar el nivel de creatividad de una persona. En la NASA, el resultado fue bien recibido.

Sin embargo, aunque ese proyecto terminó ahí, los investigadores siguieron por su propia cuenta, pues ahora tenían más preguntas que respuestas sobre la creatividad. Hicieron algo muy sencillo: aplicar ese mismo examen a aun grupo de 1,600 niños de entre 3 y 5 años que pertenecían a un programa piloto de iniciación escolar.

Al revisar los datos obtenidos, su sorpresa fue mayúscula al descubrir que el 98% de dichos niños podían ser calificados como “genios” en vista de su capacidad creativa y de imaginar ideas nuevas, diferentes e innovadoras.

Los científicos tampoco se quedaron con esa conclusión y a partir de dicho resultado decidieron hacer de este un estudio longitudinal, es decir, sostenido en el tiempo. Aplicaron el mismo examen al mismo grupo de niños en tres momentos diferentes: cinco años después de la primera sesión, diez años después y veinticinco años después; dicho de otro modo, cuando el promedio de edad de los niños era, respectivamente, de 10, 15 y 31 años.

En este caso los resultados también fueron sorpresivos, aunque lamentables, pues ese 98% de niños altamente creativos a los 5 años de edad descendió drásticamente a 30% a los 10 años, a 12% a los 15 y a tan sólo 2% a los 31. Si casi 10 de cada 10 personas poseen cierto tipo de genialidad en su infancia, tan sólo 2 de cada 100 la mantienen hasta llegar a la edad adulta.

¿Por qué? Según Land, esto puede deberse a un problema fundamental del sistema educativo, que no favorece en modo alguno la habilidad creativa del ser humano. El investigador parte de la diferenciación de dos tipos de procedimiento del razonamiento humano, a saber:

1) El pensamiento convergente, por el cual evaluamos una idea, podemos criticarla y mejorarla, también combinara con otras. Se trata de una forma de pensamiento lógica y racional y casi siempre consciente.

2) El pensamiento divergente, del cual surgen las ideas nuevas, inesperadas y originales, no del todo como resultado de un proceso lógico ni consciente.

Land sostiene que en el sistema educativo tradicional se les enseña a los niños a pensar de las dos maneras, lo cual es una contradicción, pues ambas formas de pensamiento no pueden practicarse al mismo tiempo y al confrontarlas de esa manera lo único que se obtiene es que ni una ni otra se desarrollen con todo su potencial.

Sin embargo, es el pensamiento convergente el que navega mejor dicha situación, pues al ser la manera de pensar más socialmente aceptada, es la que al final terminamos por cultivar más, creando así un desequilibrio notable en nuestra mente, que un tanto incontrolablemente termina por inclinarse hacia el juicio, la censura, la crítica y eventualmente el miedo a pensar diferente.

“Cuando operamos bajo el miedo, usamos únicamente una parte pequeña de nuestro cerebro, pero cuando usamos el pensamiento creativo, el cerebro se ilumina”, ha dicho el científico, quien considera que ahí se encuentra una posibilidad para recuperar nuestra genialidad no perdida, sino sepultada bajo espesas capas de “educación” que recibimos para normalizar y estandarizar nuestro pensamiento.

Más allá de la idea de genialidad y sus frutos, la sola idea de vivir sin miedo de pensar parece un propósito deseable para intentar revivir esa imaginación que siempre ha estado en nuestra mente, esperando el momento en que nos decidamos a usarla de nuevo.

https://pijamasurf.com/2018/03/98_de_los_ninos_son_genios_creativos_pero_solo_2_llega_asi_a_la_edad_adulta_estudio/

El estudio del ADN de humanos antiguos de Marruecos revela sorpresas ancestrales

Añadiendo un nuevo misterio sin resolver a los ya existentes relacionados con los antiguos orígenes de la humanidad y la biología de nuestras especies, los científicos han descubierto que tenemos menos ADN del que poseían nuestros antiguos antepasados. ¿Estamos involucionando?

Un estudio publicado esta semana en la revista Science  ha revelado que los humanos modernos fuimos perdiendo ADN a medida que evolucionábamos, tras habernos escindido de nuestros parientes cercanos, los simios. Nuestros antiguos antepasados, los primeros humanos, poseían una cantidad sustancialmente mayor de datos genéticos de la que tenemos los humanos actuales. Este sorprendente descubrimiento plantea numerosas preguntas, la más obvia de las cuáles es: ¿por qué perdimos toda esa información genética? Y también como es lógico, ¿qué diferencias o cambios implica esta pérdida de genes?

En pocas palabras: aún no lo sabemos.

Según la página web de noticias Gizmodo, el equipo de investigadores encabezado por el profesor Evan Eichler, genetista del Departmento de Ciencias Genómicas de la Universidad de Washington, secuenció los genomas de 236 individuos de 125 poblaciones distintas. Los investigadores descubrieron que los Homo Sapiens nos hemos desprendido de aproximadamente 40,7 millones de pares de bases de ADN tras separarnos de nuestros parientes vivos más cercanos, los chimpancés, hace unos 13 millones de años.

Mapa de las 125 poblaciones cuyas muestras se emplearon en el estudio y sus relaciones entre ellas. (P. Sudmandt et al 2015)

Mapa de las 125 poblaciones cuyas muestras se emplearon en el estudio y sus relaciones entre ellas.  (P. Sudmandt et al 2015)

El genoma de los humanos modernos contiene en la actualidad 3 billones de pares de bases de ADN (complejas moléculas que contienen toda la información necesaria para construir y mantener en funcionamiento un organismo, los “ladrillos de la vida”), y ni siquiera los científicos están seguros de qué proporción de ese ADN consiste en el llamado “ADN basura”—datos del genoma cuya función, si la tienen, nos es desconocida—pero aseguran que al menos 27,96 millones de estos pares de bases que se perdieron eran únicos y exclusivos del ser humano.

Se rastrearon los rasgos comunes entre los diversos grupos humanos comparando su grado de eliminación de ADN . Las líneas más largas corresponden a los grupos que han perdido más ADN. (P. Sudmandt et al 2015)

Se rastrearon los rasgos comunes entre los diversos grupos humanos comparando su grado de eliminación de ADN . Las líneas más largas corresponden a los grupos que han perdido más ADN. (P. Sudmandt et al 2015)

¿Ha sido beneficioso para los humanos modernos el hecho de liberarnos de ADN superfluo, o hemos perdido algo importante en este proceso con el paso de las generaciones?

Eichler plantea la posibilidad de que una migración procedente de África redujera la población humana en las nuevas regiones y fuese determinante a la hora de provocar la pérdida de material genético.

Escriben los autores del estudio: “la amplitud del conjunto de datos disponibles nos ha permitido reconstruir la estructura y el contenido del genoma humano ancestral previo a la gran migración y a su consiguiente pérdida de genes.”

“Como esperábamos, era más probable que las poblaciones africanas aportaran pruebas de estas secuencias ancestrales en comparación con los no africanos, ya que estos últimos han sufrido más “cuellos de botella” poblacionales y han conservado por tanto una menor proporción de la diversidad humana ancestral.” Esto significa que aquellos individuos con una mayor conexión genética con África retuvieron más ADN que los descendientes de poblaciones emigradas.

Informa MailOnline: “El genoma humano cuenta con alrededor de tres billones de pares de bases, que residen en 23 cromosomas presentes en el corazón de prácticamente cada célula de nuestro cuerpo. La longitud media de un gen humano es de unos 765 pares de bases, lo que quiere decir que los humanos podríamos haber perdido hasta 37.000 genes desde que nos separamos de nuestros parientes los simios.”

Además de todo esto tenemos el mestizaje históricamente documentado entre humanos modernos y los actualmente extintos Denisovanos y Neandertales. Se pueden identificar aún segmentos de ADN Neanderthal y Denisovano en poblaciones humanas modernas. Pero tanto Neandertales como Denisovanos tenían alrededor de 104.000 pares de bases que no están presentes en los humanos modernos. Los investigadores descubrieron también que Neandertales y Denisovanos ya habían perdido a su vez parte de su antiguo ADN, dando a entender que estas especies extinguidas se habían desprendido igualmente de porciones significativas de su código genético a lo largo de su historia.

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La estrella de la megaestructura alienígena vuelve a asombrar al mundo

Por Noticias asombrosas

La estrella de Tabby, KIC 8462852 o también conocida como la estrella de la MEGAestructura alienígena ha vuelto a sorprender al mundo con algo increíble… Ha hecho el oscurecimiento más enorme desde 2011…

Los científicos no saben que decir respecto esta estrella y están muy desconcertados… Esa disminución tan drástica de brillo no debería ocurrir…

Fuentes:

https://www.livescience.com/62116-ali…

http://www.wherestheflux.com/single-p…

Orgías religiosas, matrimonios «de prueba» y otras curiosas prácticas sexuales y amorosas del antiguo Egipto

Los antiguos egipcios vivieron hace miles de años, pero en algunos sentidos fueron más «modernos» que nosotros. O por lo menos más liberales.

Eso es lo que puede concluirse al analizar las costumbres sexuales y de pareja de esta civilización que nació más de 3.000 años antes de Cristo.

En el sitio de la BBC » History extra «, la arqueóloga británica y experta en el antiguo Egipto Charlotte Booth explica que mientras en muchas partes del mundo hoy el sexo sigue siendo un tema tabú, para los antiguos egipcios era una parte natural de la vida «a la par de comer y dormir».

La lengua egipcia, de hecho, tenía muchas palabras para describir el acto sexual. La más común era «nk».

Y la poesía de esa época estaba llena de referencias sexuales, indica Booth.

Según el periodista del diario español ABC y experto en historia, César Cervera, parte del motivo por el cual la sexualidad era «algo muy familiar» para los antiguos egipcios era que «la benévola climatología del país obligaba a que la ropa fuera ligera y a veces fueran directamente desnudos «.

Cervera señala que son ciertos los mitos de que realizaban orgías, pero aclara que estas tenían un trasfondo religioso: las prácticas de sexo en grupo eran ceremonias relacionadas con los ritos de la fertilidad.

El Nilo «de semen»

Otra ceremonia llamativa de los egipcios antiguos tenía que ver con el » valor sagrado del semen «.

El Nilo

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Esta civilización consideraba el flujo del Nilo como parte de la eyaculación del dios Atum.
 

«Los egipcios creían que el dios Atum («El que existe por sí mismo») se formó de la nada, tras lo cual se masturbó y de su semen nacieron los dioses que le ayudarían a crear y gobernar el universo», explica Cervera en un artículo en ABC.

«Por eso los egipcios consideraban el flujo del Nilo como parte de la eyaculación de Atum y también apreciaban que el faraón tuviera que contribuir a mantener vivo el río».

«El faraón de turno encabezaba cada año una ceremonia en conmemoración al acto del dios que consistía en dirigirse a la orilla del Nilo a masturbarse, cuidando que el semen cayera dentro del río y no en la orilla», describe el especialista.

«Posteriormente, el resto de los asistentes a la celebración hacía lo propio».

Sin casamientos

Los antiguos egipcios también eran muy «modernos» en cuanto a los vínculos conyugales.

Por empezar, no había un contrato de matrimonio. Tampoco una ceremonia civil ni religiosa .

«La mujer simplemente se mudaba a casa de su marido», explica Booth.

«En algunas ocasiones era el hombre el que se mudaba a la vivienda de la mujer», aclara la experta.

Tumba egipcia que muestra a una pareja

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No había casamientos formales, existía el divorcio e incluso había matrimonios de prueba.
 

Sin embargo, sí había un elemento más «conservador» en estos vínculos: aunque el sexo era considerado una parte normal de la vida diaria, era «preferible» que se diera dentro de un matrimonio , cuenta la egiptóloga.

Por eso era habitual que muchos se unieran a una edad joven.

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