4 tipos de respiración para mejorar nuestras vidas
Mediante diferentes tipos de respiración podemos mejorar nuestra vida, nuestra salud e, incluso, nuestra claridad mental. ¿Empezamos?
Las emociones desbordadas pueden generar tensión muscular, alterar la postura y mermar la respiración, pero si nos detenemos para observarla, vemos que la respiración se amplía, la postura mejora y se diluye la tensión muscular, el cuerpo se relaja, la mente se serena y las emociones se aquietan.
Distintos tipos de respiración aportan beneficios diferentes
No se trata de dejar de pensar, sino de centrar la mente, de dirigir la atención. De hecho, respirar conscientemente es una forma de meditación. Veamos distintos tipos:
1. Respiración lenta y profunda
Es importante que nos acostumbremos a respirar por la nariz, ya que de este modo se filtran sustancias tóxicas que se propagan por el aire y se refuerza el sistema inmunológico. Esta clase de respiración tiene enormes beneficios en la salud física, mental y emocional.
Sin forzarnos en ningún momento, la exhalación debe durar más que la inhalación. Pero lo importante es que la respiración no sea superficial, que el aire penetre por las fosas nasales, la faringe, la laringe, la tráquea, llene la parte superior de los pulmones y baje hasta llegar al diafragma y al abdomen.
Cuando los pensamientos incesantes nos desbordan o sentimos miedo, ansiedad o depresión, la respiración se acorta y se acelera. De este modo, nos llega menos oxígeno al cerebro y somos incapaces de pensar con claridad, las tensiones se acumulan en la parte alta del cuerpo y podemos sentir estrés, angustia, cefaleas, vértigos…
Si centramos nuestra atención en la respiración regular, lenta y profunda, notaremos que disminuyen las tensiones y contracturas de los músculos de la cara, el cuello, los hombros y la espalda, y se produce una reducción en el ritmo cardiaco. La mente se relaja y la ansiedad y el estrés se regulan.
Esta respiración combate la depresión y otros trastornos de la conducta y mejora el ánimo, ya que una buena oxigenación favorece la segregación de neurotransmisores que influyen positivamente en las alteraciones emocionales.