Todos podemos sentirnos atraídos por lo desconocido, querer aprender y descubrir cosas nuevas. Pero, en realidad, ¿cuántas veces dejamos de lado nuestras rutinas o nuestra zona segura para tomar nuevas formas de hacer las cosas? ¿Nos quedamos atados a lo conocido o nos atrevemos a lanzarnos a la adversidad?
En la Universidad de St. Andrews, Victoria Horner, realizó un experimento en el que les enseñaba a un grupo de niños cómo podían conseguir una recompensa a través a una caja realizando tres acciones diferentes: con un bastón abrir el pestillo de la caja, otra fue introducir el bastón por el orificio que existía en la caja y golpear varias veces o por último, acceder a la trampilla que existía en la caja y conseguir el premio.
Al ser la caja opaca, ninguno de los niños podía ver qué acción sería la correcta para obtener el premio, tan solo por ensayo y error. ¿Qué ocurrió después? Los investigadores cambiaron la caja y en este caso los participantes podían ver cómo era por dentro, si tenía pestillo, trampilla o había que dar golpes.