Es muy extraño que algo ―que cualquier cosa― ocurra en absoluto. No había nada, hubo un Big Bang, y ahora estamos todos aquí. Es increíblemente raro.
Ha habido dos respuestas generales a la punzante pregunta de Schelling: «¿Por qué hay algo y no, más bien, nada?» A la primera le podríamos llamar la filosofa de la exclamación, del «¡uy!». El universo simplemente ocurre, no hay nada detrás, todo es en última instancia accidental o aleatorio, simplemente es, simplemente ocurre: «¡uy!» Esta filosofía del «¡uy!», aunque a veces parezca muy madura y sofisticada (sus nombres modernos son legión, desde el positivismo al materialismo científico, desde el análisis lingüístico al materialismo histórico, del naturalismo al empirismo), siempre llega a la misma respuesta básica, a saber: «¡No preguntes!»
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